Cosas que ocurren cuando bebes el beaujolais nouveau

Resultado de imagen de beaujolais nouveau

A Paco había que ir a buscarle a la puerta de la Bibliothèque Nationale, porque todavía pensaba que le podían secuestrar ( decía que los del GAL, ¿una de esas «cosas» que, al decir de Felipe González se hicieron en el País Vasco?). Pero luego siempre me compensaba con una buena  cena y una copa de calvados  en Les deux Magots.

Una vez más  eran los años ochenta y habíamos ido a un Congreso a Paris. Un congreso sobre lenguas minorizadas ( «minables» que decía con desenfado Federico Krutwig) en el que Paco presentaba una comunicación que luego llegaría a formar parte de tu tesis doctoral.

Uno de los ponentes con quién Paco tuvo una de las discusiones  más agrias pero más profundas era un catedrático de la Universidad de Pau. Se llamaba Pierre Bidart. De él ya me había hablado , y muy bien, otro catedrático, Jesús Arpal. La cuestión no sólo no llegó a mayores sino que, al terminar, todos nos fuimos juntos a cenar en alegre biribilketa académica ( es lo que tienen los «congresos» de todo tipo, que primero te tiras  piedras y luego los tejos…

Pues bien, al calor de un excelente Beaujolais nouveau, Pierre soltó una exclamación en euskera en medio de su correctísimo francés y yo le respondí en batua para no liar la manta. Entonces comenzó a hablar en un euskera fluido y precioso. Estuvimos charlando un buen rato y lo que más me sorprendió fue que más allá de su vínculo con el mundo de Baigorri- donde había nacido- su euskera no tenía ninguna connotación identitaria, pues se sentía muy, pero que muy francés y muy laico y republicano.

Nos despedimos muy afectuosamente y , desde entonces, siempre que nos encontramos hablábamos directamente en euskera, algo que no podía hacer con Paco que no pasaba  más allá del egun on.

Y de todo esto me he acordado hoy cuando , camino de Burdeos, he visto desde la autopista la desviación hacia la playa de  Bidart.

De combinaciones de trenes

Resultado de imagen de combinaciones  ropa interior

 

» Dice Simmon Leys en el prólogo de la traducción de las Analectas de Confucio, que Jorge Luis Borges dejó de leer  una versión de un clásico oriental que decía “Poco le importa al condenado a muerte caminar al borde del precipicio” al comprobar otra versión del mismo texto que apuntaba “Los sirvientes destruyen las obras de arte para no tener que atribuirles sus méritos y defectos”— suelta de pronto Joseba sin inmutarse tras dar un trago largo a su gin-tonic.

Sonrío y bebo un sorbito de té pues esta tarde aguanto de pie gracias al maravilloso ibuprofeno. Estamos en el Barandiarán donostiarra, destino irremediable de todos los navarros en el exilio vascongado y recuerdo aquellas largas discusiones de comienzos de los años ochenta, cuando en Bergara intentábamos ponernos de acuerdo acerca del vocabulario que teníamos que emplear en euskera al hablar de Sociología… Hoy ya todo se ha normalizado gracias a los colegas de UZEI y al aliento de Euskaltzaindia, pero entonces te podías partir la cara defendiendo poterea frente a indarra… Bueno, a mi me pareció bien aceptar aireportua  y no  hegazkin-landa, pero  me quedé con el gusto por urrutizkina frente a telefonoa . No sé, ahora me sale el vizcaíno de Gipuzkoa y estoy tan contento.

¿Te acuerdas, Joseba, de aquello de » Trenen barruko-gonak»?— ¡Cómo no!…En la estación de tren de Zumárraga ¡Combinaciones de trenes! Hau mundua!

 

 

 

Un carta de Paola Florio desde Palermo

Me escribe Paola Florio desde Palermo  y me comenta  que  en la Fondazione Famiglia Piccolo de Calanovella de Capo d’Orlando  han organizado  unas jornadas en las que se pretende comparar El gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa  con Las mujeres de Mesina de Elio Vittorini. Supongo que hay algo de vengativo en la propuesta de comparación pues fue precisamente Vittorini quien se opuso a publicar la obra de Lampedusa en su editorial.

No obstante Paola  me indica que les interesa «il mio contributo come basco» ya que  de lo que se va  a hablar , más allá de lo literario, que también, es de la diferente visión que  ambos escritores tenían sobre la incorporación de Sicilia  a Italia, ya que más o menos  coincidió con la del País Vasco a España.

Al paso, se me ha ocurrido enviarle a Paola esta nota: «Ciertamente sorprende el horizonte geográfico de las dos narraciones. Lampedusa sólo  habla de Sicilia; Vittorini, mucho  y muy repetidamente, de Italia.Y teniendo en cuenta las connotaciones de ambas novelas y las denotaciones de sus autores- negación en un caso explícita de uno sobre el otro- se puede  adivinar ,detrás de las tramas, tanto una apología de la territorialidad del Antiguo Régimen como la insistencia en el ámbito espacial de la nación burguesa. Y consecuentemente, la lucha solapada entre los poderes de las regiones-naciones y  las naciones-estado. Y así mismo, también es posible  evidenciar a diferentes protagonistas: la nobleza regional anti-burguesa y las clases populares generadas por la burguesía.A la luz de  todas estas acotaciones, las disputas entre la Monarquía y la República, la batalla entre el Congreso y el Senado o las tensiones entre las fuerzas centrípetas del Estado y las centrífugas (autonomistas  o independentistas) de las regiones-naciones encuentran su respectivo escenario perfectamente descrito».

No sé si me he pasado de repollo sabioncillo, pero creo , efectivamente que son dos obras que iluminan mucho sobre  todas esas discusiones que solemos tener por aquí.No sé  tampoco si podré ir pero ganas ya tengo. Por estar unos días con Paola, una de las pocas guapas-listas con las que todavía puedo disfrutar sin temores, tensiones ni compromisos…me iría a nado hasta Marsala, (donde ella nació y de donde , además, podría traerme un par de botellas de su excelente vino.

Pío Guerendiáin

Resultado de imagen de “New York” de Pío Guerendiain

En aquel tiempo el pintor Javier Morrás dirigía la  la Sala de Cultura de la Caja de Ahorros de Navarra, sita en la calle Mártires de la Patria de Pamplona (de qué mártires se trataba no hace falta hacer mención alguna ya que estábamos en 1975).

Yo tenía veinte años, estudiaba Filosofía y Letras y colaboraba con la Sala haciendo los catálogos de las exposiciones que, vistas en perspectiva, fueron trayendo  lo mejor del arte navarro ( y vasco, y español) de la época, después de la explosión que supuso la celebración de los Encuentros en 1972.

Así que un buen día, Morrás me presentó a Pío Guerendiáin. Desde el primer momento me sorprendió la campechanía y la profesionalidad de Pío, una combinación  difícil  de encontrar pues la mayoría de los artistas que había conocido  hasta el momento, a fuer de buenos ( o buenísimos) eran un torbellino egocéntrico activo o pasivo ( ya se sabe: Know the poetry, not the poet !).  Tras una larga charla, preparamos el catálogo de una exposición titulada «New York» en la que ya se mostraba como el gran fotógrafo que era y es.

Desde entonces, Pío ha hecho numerosas exposiciones, ha publicado en la revistas más relevantes y ha conseguido numerosos premios. Y hoy se inaugura en el Photomuseum de Zarautz  su última muestra ,» Tritones y fugas» una apología fotográfica de las piedras de los acantilados .  Pedro Salaberri, otro artista muy querido, al que también le hice el catálogo de una de sus exposiciones en la Sala de la CAN ( y que, no voy a ocultarlo, en fases de cada treinta años, accede a iluminar mis libros de haikus) ha escrito una preciosa presentación que finaliza con este  significativo párrafo: «Es fácil suponer que alguien que lleva toda su vida con máquinas de todos los formatos acompañándole, tiene miles de fotos de Pamplona, de su gente, de los sanfermines y de los cientos de ciudades y paisajes recorridos, pero en este momento quiere detenerse y contar solo lo necesario, quiere retratar ese paisaje amado que habla de su infancia y de su futuro, un paisaje geológico que quisiera eterno.»

Sí , eterno, como  queda y quedará entre quienes le conocemos, Pío Guerendiáin.

 

 

Solidaridad en tiempos de silencio

 

Resultado de imagen de tiempo de silencio

Mayormente me gusta planificar paseos muy largos, en sucesión de avenidas y bulevares (en París los cumplía hasta el agotamiento, siguiendo los consejos de Jules Renard; en Chicago, por poner otro ejemplo, hasta el final de la línea 11 por la Lincoln Avenue , para luego volver andando durante unas cuantas horas.

Pero, de vez en cuando, se me ocurre ir entre calles, como retapizando con mis pasos la ciudad.

Hoy ,  en Bilbao, en una revuelta de esas, a la entrada de un garaje, he visto a dos viejecitos. Uno de ellos, encorvado, le estaba cortando el pelo a otro que estaba dificultosamente sentado en un pilón. El que figuraba de peluquero lo hacía con maestría, peine y tijeras en ristre ,y el otro se mantenía en silencio.

Y, de pronto, me he acordado de los tiempos en los que las inyecciones te las ponía una tía habilidosa y  otra te arreglaba los pantalones  mientras la madre remendaba  los calcetines . Tiempos  en los que la leche – que venía en lecheras-  siempre se hervía y de cuyas  natas sobrantes se hacía requesón. Tiempos en los que a la comida de los domingos  cada uno traía lo que podía, siendo el pollo  y la paella  un festín inusitado.

No soy nostálgico y menos de aquellos años de principios de los sesenta del siglo pasado ( ¡ cómo suena esto del «siglo pasado» ), pero la contemplación de estos viejecitos me ha evidenciado un sentimiento que ya no es muy frecuente entre nosotros: el sentimiento de solidaridad…

Un sentimiento que se manifestaba tímidamente entre páginas como las de  Tiempo del silencio de Luis Martín-Santos (sobre quien, por cierto, el amigo Javier Mina presentó no hace mucho un  libro muy sugerente)

La gilipollización de los intelectuales

 

Resultado de imagen de julien benda

Hoy, tras la lectura de un «artículo de opinión» en un periódico, he escrito esto en una servilleta del Café Iruña:

«Lejos de mí criticar la importancia del trabajo intelectual pues despreciarlo  es, como dijo Roland Barthes, signo claro de autoritarismo cuando no de elemental fascismo. Pero  uno no puede evitar que acaso, en la escala ínfima en la que se encuentra por mor de la supervivencia, le confundan con algunos provectos intelectuales que se empeñan en  hacer el gilipollas hasta el despeño  ( que diría , de nuevo, Baltasar Gracián, de quien , de paso recomiendo la lectura de su Oráculo manual en estos tiempos sórdidos y renqueantes).

Y es que cuando un intelectual, creador de nuevos argumentos literarios o filosóficos  o plásticos ( o todos a la vez ) saliéndose de su ámbito de creación ( o de su nicho , como se dice ahora) por el supuesto prestigio en él alcanzado y  comienza a pronunciar verdades inapelables  suele hacer un ridículo irremediable. Así el escultor que se permite hablar de urbanismo sin tener en cuenta la cuestión de las escalas; o el novelista que entiende su compromiso social volviéndose popular a base de improperios de taberna;o,por fin, para no marear más al personal, el filósofo que confunde sus deseos con sus interpretaciones pergeñando pequeños partidos  políticos fácilmente gobernables gracias a su grandilocuencia egocéntrica…

Todos estos sujetos piensan que los gilipollas somos todos los demás, pero no hacen, como se decía antes, sino mear fuera del tiesto y salpicar a todos los que embobados les escuchan.

Ya en 1927, Julen Benda se hizo eco- en su obra La traición de los intelectuales – de  la sinrazón y el delirio que había detrás de los comportamientos políticos de algunos intelectuales de su época. Ahora que se puede ,alguien debería escribir una continuación y titularla La gilipollización de los intelectuales.

Nos haría a todos,y quizás también a algunos ( y a algunas) intelectuales, un gran favor».

Patria(s)

 

Resultado de imagen de patria de fernando aramburu

Ha sido mentar al Patxi y aparecérseme como una voz-en-off.  Quería quedar a toda costa y aquí estamos, en la terraza del Periflú bilbaino, dando cuenta de unas excelentes tortillas de patatas ( llamadas también españolas)

Ha venido el colega alborozado agitando en la mano una página arrancada de un periódico de referencia madrileño. «Ves,ves, por fin alguien dice lo que yo he dicho siempre, que Ocho apellidos vascos es una bazofia cinematográfica  a fuer de más reaccionaria que Babieca» ( esto último no lo he entendido  pero la exaltación hace decir cosas que se pretenden metáforas. Me ha pasado la hoja en cuestión y he leido que, en efecto,  Edurne Portela, hija de Santurtzi y profesora de Literaturas Hispánicas en EE UU, ha publicado  un libro titulado El eco de los disparos, en el que se investiga y narra la abdución por parte de ETA de la música, el ecologismo , el feminismo y el internacionalismo de muchos jóvenes, siendo la película citada un esperpento cruel de todo ello. Si Mikel hubiera estado con nosotros habría dicho que el tema  no es nuevo ni novedoso y sirvió y sirve  ( y servirá) a muchos profesores universitarios  para implementar su capital simbólico ante la ANECA ( Una vez un  tipo me dijo: «los intelectuales hacéis unos esfuerzos enormes para contarnos cosas que los demás ya sabíamos desde hace mucho tiempo»

Otro sí que veo, en la franja de abajo de la citada hoja, una escueta reflexión sobre otros libros de este tenor y particularmente de uno del escritor Fernando Aramburu,  que vive  en Alemania.  Se trata de la obra titulada Patria  con la que ha pretendido, según sus propias palabras, tomar parte «en la derrota literaria de ETA». La expresión , en este caso, es novedosa pero me parece simple y simplona: simple porque no se puede derrotar a alguien que usa una parabellum con la escritura; y simplona porque si lo que se pretende es convencer a los convencidos no salen las cuentas después de tanto tiempo. Intentando comprender ( que no justificar) a quienes pensaron y piensan que la lucha armada contra el Estado ( que  según Weber tiene el monopolio de la violencia legítima) puede llevar a conquistar objetivos políticos , no sería simple ni simplón…pero…

Patxi  me interrumpe porque quiere pasarse, en su entusiasmo, al vermouth que aquí preparan tan bien. Yo optaré por un marianito con un pincho de atún con anchoa…¡Ah esta oralidad vasca  que todo lo condiciona! ¡Hasta las  reflexiones más trascendentes!

«Charada» o volviendo del Festival de Cine de San Sebastián

 

Resultado de imagen de bar basque san sebastian

Día  donostiarra, por aquello de acompañarle a Mikel  al Festival de Cine. No le ha gustado nada de lo que hemos visto y es que el colega se ha quedado  en las películas de Sidney Lumet  o  Stanley Done.

Ya apenas si ve cine  ( le voy a presentar un día de estos a Patxi que sólo lo ve para despotricar) y me comenta mientras tomamos un café en el Basque que lleva varios días necesitando tener algo así como un libro, una obra de cabecera, un buen tocho repleto de palabras, imágenes e ideas, en el que sumergirse de vez en cuando como quien se sumerge en el agua de una piscina. Añade que no le importa que sea una narración larga larguísima – una novela a lo Stendhal-  o  un texto filosófico de los casi impenetrables- como la Fenomenología de Hegel- porque lo que le pide es   continuidad, ese ir y venir de la natación intelectual.

Le comento que tampoco se trata de  hacerse con libros como para  hacer pesas- que diría Baltasar Gracián- y menos si, como suele hacer, se los merca en idiomas ajenos a sus lenguas maternas  por aquello de que el esfuerzo natatorio sea en aguas profundas.

Pero Mikel niega con la cabeza mientras se pide un Capitán Morgan como si tuviera treinta tacos. Lo comparto inmediatamente  porque, si no , no estoy muy seguro de que volvamos a Bilbao ( En una de nuestras excursiones cuando precisamente teníamos treinta años, en yendo a Bayona   tuvimos que dar la vuelta tras ver un cartel que decía «Bourdeaux 25 KM»).

Ya más calmado por ese ron tan profundo, le prometo buscar en mi casa el mamotreto más denso que pueda haberse escrito ( estoy pensando en algo del nouveau roman, tipo Alain Robbe-Grillet, pero no sé si le dará a su vida la continuidad discursiva que necesita o si se morirá de aburrrimiento).

P.D. Empeñado en  buscar rutas nuevas, en vez de salir  por el Antiguo, como habíamos entrado, nos hemos dedicado a dar unas cuantas chirivueltas por los nuevos accesos/descensos de la capital guipuzcoana – ¡Por favor, pongan de vez en cuando «BILBAO»! – por aquello de la continuidad vial…

 

De bombas y gaviotas.

Excelentísimos cadáveres

Como la tarde está fría- cosas  de setiembre- me he quedado en casa y he estado viendo una  película de Francesco  Rosi: Excelentísimos cadáveres, de 1975. La fecha no es para menos – menores de cincuenta que miren en internet- y el título hace honor a la sorna siciliana que es un par de puntos mas alta que la propiamente italiana. Excelentísimos cadáveres está inspirada en un obra del escritor Leonardo Sciascia- El contexto– y narra la investigación del asesinato de una serie de magistrados en los que  está implicada la Mafia y,  por activa o por pasiva, desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista…pero que se quieren atribuir a un loco o a los jóvenes alocados herederos de mayo del 68.

De lo primero ( y algo de lo segundo y lo tercero) está saturada la saga del comisario Salvo Montalbano, tan hábilmente pergeñada por Andrea Camilleri y mejor protagonizada por Luca Zingaretti, y , a su lado, Lino Ventura o Fernando Rey parecen hasta demasiado rígidos en gestos y miradas.

Pero lo más curioso del film es ese deseo político de atribuir los asesinatos  a un loco o a unos jóvenes que no son precisamente de las Brigadas Rojas sino de esa izquierda discrepante que tanto ha molestado siempre a la izquierda razonable: de hecho sólo se les ve protagonizando manifestaciones tan multitudinarias como las que había por estos lares en aquellos años.

Por otro lado, este afán  político es mas viejo que maricastaña: ya cuenta Benito Pérez Galdós- en su La Fontana de Oro–  que los liberales  montaban clandestinamente grupúsculos radicales carlistas para luego acusar a estos últimos de todos los desmanes. Y hasta el petainista-resistente Miterrand se montó su propio atentado  en 1959 para legitimar su política de guerra en Argelia.

En fin, que ,como han demostrado una y otra vez Graham Green y John Le Carré, nunca tendremos manera de saber qué hay detrás de algunas bombas.

Así que, a pesar del frío, he decidido salir a tomar el aire y a contemplar las gaviotas.

 

 

De pochas , chuletillas y caperucitas encarnadas

 

Resultado de imagen de caperucita encarnada

Estamos comiendo con unos amigos catalanes en  Casa Cañas , en Arnedillo. El termómetro apenas si llega a los quince grados  y cae un tenue sirimiri por lo que hemos renunciado  a bañarnos en las pozas termales. Si acaso luego iremos al balneario.

Mientras doy cuenta de unas pochas  excelentes, Pep y yo , siguiendo un antiguo ritual, charlamos un poco sobre política. Pep  comenta que en realidad la CUP es una reverberación anarquista con poca vocación de hacer país o nación si eso significa más Estado. Su destino, dice, es popular, municipal, comunal, y por ello, por la inmediatez que destila, ha recibido tanto apoyo. Él , que es un politólogo de altura, ve en esta agrupación electoral el germen de algo verdaderamente nuevo a diferencia  de los llamados partidos emergentes que califica de «más de lo mismo».

Me dice también que está preocupado por el descenso electoral de Bildu en los próximos comicios vascos y no tanto porque comulgue con ellos sino por el desasosiego que pueda ocasionar ante la evidencia de que las vías políticas son lentas y complicadas.»Nada más oportuno», dice, «para adoptar medidas extraordinarias en Cataluña que una llamada al monte en Euskadi». A mí no se me había ocurrido.

Llegan las chuletillas de cordero y, cambiando de tercio, Pep , que se fija mucho en estas cosas, me comenta lo curioso de las señalizaciones de la autopista por la que han venido. Se trata de la AP-68 y se supone que es la Vasco-Aragonesa , o sea, la Bilbao-Zaragoza. Pues bien, según Pep en las carteles aparecen todos los destinos posibles: Tudela, Logroño…hasta Burgos, pero no llegan ni a los dedos de una mano las indicaciones sobre Bilbao. De hecho, si se toma  la entrada de Calahorra se ha de deducir que Bilbao está entre Logroño y Santander. Sonreímos porque sabemos que la elusión es  para la sonrisa  mientras que la edulcoración es para la carcajada: le recuerdo que en mis primeras lecturas infantiles Caperucita Roja se llamaba Caperucita Encarnada y que , incluso cuando hice la mili, la ensaladilla  rusa recibía en el menú del cuartel el nombre de «Ensaladilla Imperial» para conjurar todo atisbo de ateísmo y comunismo.

Renunciamos al postre y pedimos un café ( lo de «copa y puro» lo dejamos hasta la próxima reencarnación).Ya es hora de volver. Nos despedimos con la garantía  de que de ser necesario obtendremos los visados correspondientes.

N.B. He comprobado que el Pep tenía razón respecto de las indicaciones de la AP-68: hay  que deducir que Bilbao está entre Logroño y Santander…