Las ciudades (y sus sótanos)

Miendras apuro mi café con leche matutino ( sin azucar por si las moscas) leo en la prensa  que  el Festival de  música y teatro de Salzburgo está utilizando la figura del escritor Thomas Bernhard como reclamo. De hecho proliferan   hasta souvenirs con imágenes del mentado volviéndolo una marca comercial.

A quienes conozcan  algo de la obra de Bernhard, esta utilización les resultara sorprendente, pues  el escritor austriaco no realizó a lo largo de sus libros sino una  crítica feroz y descarnada de  la sociedad  de Salzburgo  hasta el punto de generar una repulsa pública y general- siguiendo por cierto la estela de Stefan Zweig  y abriendo paso a su colega Peter Handke.

Este triste destino, no tanto de la obra, como de la figura  de un escritor no puede comprenderse  salvo desde la perspectiva comercial que condiciona hoy más que nunca la literatura ( y acaso el arte…), perspectiva que puede permitir que hasta lo más irritante, inconoclasta y antisistémico, pueda venderse.

«Escribir no es sabio» , decía Roland Barthes en su célebre La preparación de la novela, pues es exhibirse, y exhibirse es  ya, a estas altura de la historieta, requerir una cotización.

Cierro el periódico. Termino mi café con leche- este último sorbo es el que más me gusta. No sé si publicaré estas líneas…

Lecturas no-androcéntricas ( de verano)

Por los lares desde los que escribo hoy es un día británico, uno de esos días en los que va a ser necesario alternar el paraguas y las gafas de sol, la camisa y el suéter de algodón. Un día,por lo tanto, perfecto para leer relajadamente.

Tengo entre mis manos Los Virreyes, la obra más conocida de Federico de Roberto, un escritor siciliano que narró como pudo, alimentado por el naturalismo francés, la evolución de la aristocracia de la isla ante la irrupción de la revolución liberal, adelantándose  en unos cuantos años  al famoso Gatopardo de Giuseppe Tomasi de Lampedusa.

Esta novela da mucho que pensar analógicamente sobre la resistencia de las élites sicilianas ante los intentos de construcción de  la «nación italiana», pero sorprende a veces por  su penetración psicológica. Así, hablando en un determinado momento de las relaciones de uno de los Uzeda – de la familia de los virreyes- se dice: «Hasta entonces , había buscado la compañía de la dama Isabella porque era una de las pocas señoras con las que se podía mantener una conversación…»

Al leer este párrafo , me he detenido y he recordado que dos de los más martirizados y supuestos antifeministas históricos – Federico Nietzsche y Pío Baroja- buscaban lo mismo, señoras con conversación,y se rebelaban porque no las encontraban.

He mirado en ese momento hacia mi alrededor y he comprobado que en esta terraza veraniega  las conversaciones se  articulan, como hace tantos años, en  descarados androceos y gineceos, y   he concluído que para algunos varones ( que no hombres) seguirá siendo un problema encontrar  a una mujer con conversación sin la pretensión de  » dedicarse a conquistarla», como apunta De Roberto.

Con chanclas y a lo loco

Todo tiene su comienzo y su final, pero  para bien y para mal, retenemos el prestigio de los orígenes.

Esta frase olímpica puede aplicarse  a casi todo y , en este caso,  quiere referirse a los modos del vestir en su comienzo y final más próximo, pues es éste inacabado. Así Patxi , hace ya unos quince años, apareció  sorpresivamente con la camisa por fuera del pantalón y , hace un mes aproximadamente, el Dr. D. Ricardo X de Y (Ritxi  para los amigos) fué conminado  a que no fuera al Tribunal de una tésis doctoral en la que ejercía como Secretario con sus bermudas y sus chanclas tan habituales en verano.

Y es que la vestimenta masculina veraniega ha variado mucho en los últimos quinquenios. Del estilo pijo , la modalidad hippy y el disfraz de » somosmalos» se ha pasado a un diseño básico consistente en  camiseta – a poder ser de tirantes- bermudas y chancletas.

El argumento fundamental para la utilización de este diseño básico es la comodidad y uno estaría dispuesto a admitirlo si no fuera porque ha sido la razón última de los cambios de vestuario de  hermanas, hijas y amigas. La depilación masculina y todo el dispositivo de cremas  for men que hoy pueden comprarse en cualquier centro comercial  no avalan  precisamente esta hipótesis.

Probablemente se trata tan sólo de una ola más de la moda que, como muy bien explicó Roland Barthes ( en su Sistema de la moda), mezcla, altera, recupera y retrasa estilos diversos con el único objetivo de vender.

Por otro lado, cuando  la encuesta alcanza su punto álgido y la respuesta se convierte en un «Me pongo esto porque  se me pone en la punta…de la nariz», nada más hay que decir.

Vivimos en una sociedad hedonista  con un desprecio manifiesto hacia la conciencia – y más  hacia la autoconciencia. Pero no sé, supongo que a un doctorando que  se ha dejado la piel en su investigación le gustará más una cierta seriedad ritual el día en que se la juega ante un tribunal…Y también que agradecerá que el médico de cabecera no le reciba como si quisiera acabar pronto para irse a la playa…Ni  que al juez que le está juzgando parezca que le pesa tanto la toga que haya decidido ponersela directamente sobre  una camiseta blanca de tirantes de la que salen todas sus pilosidades ( hecho documentado)…

En busca del fuego

 

Recuerdo ahora una anécdota del tiempo ha fallecido Josep-Vicent Marqués, ínclito representante del ecologismo ( y otras tantas cosas más ) valenciano. En una de las muchas cenas que compartimos – y en las que nos reímos sin parar- una joven de trenzas largas y mirada trascendente le preguntó cómo siendo ecologista podía comer conejo en salsa y no una ensalada. Josep-Vicent, muy serio, le respondió: » Respeto tanto  a todos los seres vivos que sólo me los puedo comer muertos. Para mí una ensalada sería lo más parecido a un genocidio de varios seres vegetales todavía vivos».

Y me viene este recuerdo porque he tenido la ocasión de ver en las redes sociales algunas secuencias de dos  documentales ( algunos siguen pensando, por cierto, que los documentales «reproducen la realidad tal cual») en  las que se ven escenas de un matadero de vacas y de una granja de pollos. Las escenas, es cierto , son muy fuertes, pues  en ellas se ve caer a la vacas en plancha tras la descarga eléctrica correspondiente o a los  pollitos machos recien salidos de los cascarones siendo triturados en cadena.

Pero algo falla en el momento en el que se superponen las imágenes que nos dejan ver  del conflicto de Siria- por ejemplo  una,  tomada desde un caza, en la que tras cuadrangular un vehículo que va por una carretera, se ve cómo es fulminado como si se tratara de un video-juego.

No pretendo retomar la polémica sobre  la agresividad consustancial al ser humano y la violencia que puede ejercer sobre otros seres humanos y sobre los animales que más se nos parecen ( y que por ello antropologizamos), pero  queramos o no,  quizás habría que seguir insistiendo en algunas diferencias para no confundirnos.

Pues como dice José Luis Arsuaga, el desarrollo de nuestro cerebro está relacionado con la ingesta de proteina animal y ya fue un gran paso – ¿civilizatorio? – que abandonáramos la antropofagia ( que por cierto no desapareció del todo en Europa hasta el siglo XVIII). Así se expone en  una película elemental, pero bastante bien fundamentada en  las cuestiones socio-rituales, linguísticas y kinesiológicas: En busca del fuego.

Somos y  hemos sido  depredadores y frente a las cifras de  pollitos muertos yo recordaría los más de cincuenta millones de humanos muertos de la Segunda Guerra Mundial ( por no recordar cifras más próximas en en espacio y el tiempo).

El discreto encanto de Alaior

FESTES DE SANT LLORENÇ • ALAIOR

Son las siete de la tarde y estamos sentados en una terraza de la Plaça de la Constitució de Alaior bebiendo unas horchatas. Este pueblo es el que más me gusta de todos los de Menorca ( que me perdonen todos los demás) porque – probablemente debido a su lejanía equidistante de la costa- ha mantenido un casco antiguo con sus zapaterías, sus pastelerías , sus carnicerías y sus bares sin sucumbir a la exhibición impúdica de los souvenirs. Aquí cualquiera se puede sentir todavía viajero y no turista.

Aunque ya han comenzado las fiestas de San Lorenzo,este año nos perderemos el Jaleo, una fiesta de caballos enjaezados con jinetes sudorosos, vestidos de blanco y negro, que dan vueltas y revueltas en medio del gentío y que es una apología de la vida y la armonía frente a tantos espectáculos de sangre y de muerte: en esto también la sombra british es muy alargada,  aún proyectada sobre un fondo  mediterráneo ineludible.

Este pueblo, por otro lado, mantiene una actividad cultural permanente a lo largo de todo el año  como he podido comprobar por las puntuales comunicaciones que recibo y que serían envidiables en otros lares. Y, por fin, aquí nació Ponç Pons ,un escritor que aprendió por sí mismo el catalán y tiene una obra poética envidiable que cito siempre que puedo.

Ya sé que todo esto suena un poco paradisíaco, pero , en ocasiones, es bueno recordar que los paraísos pueden estar muy cerca.

N.B. Con el permiso de la familia, me voy a pedir ahora una pomada (gin Xoriguer+ limonada) ya que no tengo que conducir.

 

Stevenson y Cala Sa Mesquida

Tumbados  en Cala Sa Mesquida, con buen sol y mejor temperatura, Magda me comenta que está preocupada porque su  hijo, que tiene trece años, prefiere  leer a Robert Stevenson  en vez de  jugar al fútbol como hace la mayoría de los niños. Piensa que no es normal

Me doy la vuelta en la toalla y repaso  no tanto los hijos como los padres y madres de mis más próximos- por pudor no  hablaré de mí: un padre estuvo en las cárceles franquistas unos veinte años; otro cayó bajo las balas de ETA; otro más allá atropelló a una de sus hijas al echar marcha atrás y la mató; aquella madre se murió muy joven; otra se suicidó tirándose desde un balcón…Y los hijos e hijas- mis amigos- han logrado sobrevivir con cierta lucidez, no sé si normalidad.

Supongo que hay muchas formas de vida y todas suelen ser acondicionamientos a circunstancias diversas y variables.

Para muestra un botón: basta leer las cien primeras páginas de Los Virreyes de Federico De Roberto- que estoy repasando para preparar el próximo viaje a Sicilia-  para darse cuenta de la normalidad de aquella época ( mitad del siglo XIX): matrimonios concertados desde  la infancia, todos los segundones ( y segundonas) a los conventos,  derecho de pernada más o menos reconocido, momificaciones rituales…

Abro los ojos y me levanto. Me quito la camiseta- tengo una piel algo nórdica- y me lanzo hacia la orilla: necesito un buen chapuzón.

La posmodernidad explicada a los gilis

gilipollas
 
  1. adjetivo/nombre común
    Esp. malsonante
    Que es excesivamente tonto, estúpido o lelo.
    «¡no hagas más el gilipollas y compórtate como una persona!»
    sinónimos: gilipolla, gilipuertas

 

Loved and broken Menorca. Es Grau: el pescado fresco del día era en realidad una dorada de piscifactoría (eso sí, con un par de hojas de lechuga).Como me acaban de pegar otra clavada -21 euros más IVA – me ha dado por la cosa teórica buscando la consolación de la filosofía.

Y así tomo como referencia un post de R. O. – él ya sabe quién es-  que reproducía esta magnífica propuesta: «Llegar a los cuarenta tiene sus desventajas y sus ventajas…No ves las letras de cerca, pero ves a los gilipollas de lejos».

Y ocúrreseme que hoy la gilipollez en cuanto que tal está vinculada a la posmodernidad que no ha pasado por la modernidad. Como todo esto queda muy conceptual, me permito transmutarme en fenomenólogo provisional, pasando a describir algunos fenómenos ad hoc.

Así, hacer apología de la comida sutil y deconstruida ( y evanescente…»quelques feuilles vertes» ) sin saber lo que es un cocido o un marmitako; otro sí, descubrir el último caldo sudafricano, sin tener la menor idea de  las variedades de los vinos que se hacen  a  menos de cien kilometros; promover paseos turísticos en bici – sin usar por supuesto el carril bici- y recorridos en patines por cualquier Gran Vía a cualquier hora de la semana laboral sin dejar ni un bar abierto los domingos para que los guiris , por lo menos, puedan hacer sus necesidades; tragarse novelones históricos y pretender luego- o a continuación, o mientras  se están leyendo-  encontrar los rastros de sangre ( es un decir) en las piedras de no se sabe qué catedrales o bosques del Baztán; abjurar repetidamente en Facebook de la jaula de grillos que es Facebook…

La lista sería larga y mi paciencia es corta. Hay muchos que se lamentan de los políticos, y no ya de los de nuestro entorno sino de los que envían portaaviones a Siria o de los que están  a punto de enviarlos. Pero supongo que mientras pensemos que por ponerle a una institución un nombre en inglés ya podemos permitirnos la posmodernidad, hartos  ya de modernidades viejunas ( del tipo libertad de expresión, ciudadanía , separación de poderes…), la gilipollez, en cuanto que tal, continuará campando a sus anchas.

A lo mejor hay que cumplir de una vez por todas cuarenta años ( edad, por otro lado, a partir de la cual según Manuel Vázquez Montalbán, ya no se puede perdonar nada a nadie)

 

Pokémon go to Ciutadella ( otra breve crónica menorquina)

Puerto de Ciutadella. Estoy repasando la cuenta que me acaba de  pasar un tipo grande y moreno con pinta de balandrista: un zumo de naranja, un café con leche  y una tostada con tomate y aceite, nueve euros redondos, esto es, ¡ 1.500 de las antiguas pesetas !

Abro el periódico y leo tres noticias sumamente curiosas : el conductor de un autobús ha sido detenido al ser pillado jugando al pokémon go con su móvil  en plena ruta; una señora ha  resultado gravemente malherida ( de hecho continúa en  la UVI) tras ser atropellada por un ciclista que circulaba por la acera a gran velocidad y con los cascos de música  puestos; por segunda vez se ha detectado la presencia de un dron de gran tamaño dando  vueltas por la zona  del aeropuerto.

Estas noticias  vienen en letra pequeña, pues las letras grandes están destinadas a la que  ha conmocionado a medio mundo : el degollamiento – grabado en video- de un cura católico  en Normandia.

En la tele del bar, que oigo desde la terraza,  unos tertulianos se indignan por que   el ex-presidente de la Comisión Europea que organizó todo el «rescate bancario», el ex-presidente del Portugal que alojó la reunión tripartita que inició la Guerra Santa en Irak – a cuenta   de unas «armas de destrucción masiva» documentadas tan exhautivamente  como los misiles rusos  de la célebre novela Nuestro hombre en la Habana , de Graham Green-, el señor don  José Manuel Durâo Barroso , ha fichado por la agencia Goldman Sachs que tanto tuvo que ver  en el comienzo de la crisis de 2008.

Pago la cuenta, pero renuncio al viaje en barco que tenía previsto. Y recuerdo estos versos del  poeta de Alaior Ponç Pons en  su Terra d´adeus: “Prest serem souvenirs mohicans i estrangers”.

 

La rubia y la filología ( historieta menorquina)

Estoy apurando una horchata big-size en la Plaça sa Esplanada de Mahón. Tengo ante mí a una rubia de ojos azules y mini-shorts blancos, la novia de Miquel Xavier. Ante su insistencia , hasta este momento le he reconocido a la susodicha que casi todo en la isla se debe a los ingleses: la devoción por los caballos, manifiesta en las carreras de trotones y los jaleos,  la ginebra  y en fin, hasta el magnífico queso de Alaior (acaso  inspirado en el «cheddar» anglosajón.

Pero me he negado en redondo a aceptar que pudiera existir una Binibequer «well». Y le he insistido en que su «well» es en realidad un «vell» amigablemente opuesto a un «nou», fenómeno comprobable en casi todas las costas de habla catalana.

No resulta fácil contradecir a esta rubia porque ante todas las objeciones tiene la callada por respuesta y todo lo más un ligero mohín de disgusto, pero la filología es la filología, y  ni siquiera su cruce de piernas olímpico va a hacerme cambiar de opinión.

Durante un rato había pensado que todo se debía a un error de percepción visual, de lectura apresurada, pero no: la rubia sabe muy bien lo que dice y lo dice así porque le parece más «guay» que su estancia menorquina transcurra en Binibequer well y no en Binibequer vell. O sea, que es una pija pijísima y yo no me había dado cuenta.

«I would like one ensaimada» ha dicho de pronto como si no dijera nada. Y aunque la Panaderia la Mejor (a la piba le suenan las cosas) queda en la otra punta de Mahón, nos hemos levantado. Veremos si llegamos, porque lleva unos tacones de vértigo. ( Ya me veo otra vez de chevalier servant, ofreciendo mi brazo para que luego me salgan cantares: tengo fama de ligón cuando en realidad soy un monógamo sucesivo al ralentí.

 

Apología (breve y necesaria) de la ciencia-ficción

 

Mi amiga XY (  lo pongo así por lo que luego se verá) , lectora asidua de  este blog, me ha escrito un email indignadísimo porque  haya pasado por Valencia y no la haya llamado.

Le he tenido que confesar que, en realidad, no he pasado por Valencia ( aunque sí por Santander , lo juro por Snoopy) y que la entrada titulada «Al vent, la cara al vent» era en realidad un refrito de un viejo artículo puesto, eso sí, al día. Me ha contestado que le resultaba increíble, pues mi crónica …» ¡parecía tan real!».

¿Y qué podría parecer  si no? Si no se alcanza la verosimilitud, este arte del escribir no tiene ( ni ha tenido nunca) mucho futuro. Y, por otro lado, es un poco sorprendente que ciertas personas con cierta formación continúen pensando que quienes escribimos  siempre vamos con el famoso espejo de Stendhal a cuestas…¡Como no hubieran existido ni Ferdinand de Saussure ni Vladimir  Propp( o Roland Barthes o Umberto Eco)! – por citar tipos de estudio obligado. Lo cual no quiere decir que lo que se escribe » no tenga nada que ver con hechos reales» ( singulares anuncios   esos de «basado en hechos reales» o que» no tienen relación con personajes o hechos reales») sino que , como decía mi tío Julio Manegat con mucha sorna, si tal ocurre » es culpa de la realidad»

Así, hay quienes todavía se desasosiegan con el Libro del desasosiego de Pessoa – que por cierto vivía estupendamente-  olvidando que él mismo decía que «O poeta é um fingidor».  O que continúan pensando que Josep Pla era un señor muy  amable que sólo quería hablar con pescadores analfabetos cuando , como han demostrado Xavier Pla o Cristina Badosa, todo obedecía a una puesta en escena rigurosamente preparada – lo cual no le quita ni un ápice al caracter maravilloso de su escritura.

No entender bien estas cuestiones  lleva a confusiones mayores entre «la realidad», «la verdad» y otras tantas de ellas derivadas, pero todas impiden la experiencia literaria porque la religan a no se sabe qué trascendencia empírica o metafísica.

Por eso,  querido lector ( y lectora , of course ), mi colega , mi hermano (y mi hermana, of course), he de confesarte que  muchas veces he pensado en  dedicarme sólo a la ciencia ficción para evitar más equívocos y que amigas como XY – ¡ tan queridas!-se agarren un cabreo.