LA PANDEMIA (y el futuro de los museos)

Recientemente un reportaje del suplemento «Cultura/s» de La Vanguardia, haciendo honor a su nombre, avisaba de la transformación radical que podía preverse en relación al mundo de los museos.

Así, retomando la historia museística, se relataba el paso de las colecciones privadas a las públicas, fundamentalmente bajo la deriva de los nacionalismos del siglo XIX, para después matizar su especialización temática y por fin ,ya en tiempos de globalización,su apertura al mundo del ocio turístico.

Pues bien, según el informe,caído por su peso este último modelo turistizado como consecuencia de la crisis económica de 2008 y sobre todo a causa de la pandemia del COVID-19 y sus secuelas de confinamientos y cierres perimetrales, se atisbaría un nuevo modelo de museo basado en una articulación electrónica ,como de hecho está ocurriendo en otros ámbitos como las relaciones personales, el comercio ,el ocio y hasta la salud.

Este nuevo modelo museístico dispondría de un amplio menú de actividades on line , incluyendo, por supuesto, un nutrido catálogo de visitas guiadas, con la ventaja de no tener que atenerse a la presencia ocasional de los materiales en la sede física del museo en cuestión, de no tener que soportar aglomeraciones de visitantes y de poder incorporar nuevas manifestaciones, por ejemplo artísticas,sin soporte físico convencional.

Al parecer, el Rijksmuseum de Amsterdam ya ha iniciado una transformación en este sentido y está desarrollando una campaña mundial para la captación de socios de adscripcion virtual por muy módicos precios.

Es posible que este nuevo modelo de museo virtual no se configure al cabo sino como un desdoblamiento à la page de los museos paseables, que además y en algunos casos se están volviendo muy paseables bajo los rigores de las restricciones de movilidad, pero acaso debería ser muy tenido en cuenta por quienes gestionan estas instituciones , sobre todo a la hora de invertir en más espacio …o en más espacio virtual.

LA PANDEMIA ( y l@s artistas)

Decía Javier Marías en una reciente entrevista sobre su última novela Tomás Nevinson– en la que, por cierto se ha sumado a la moda de hablar sobre ETA – que la había escrito mayormente durante el confinamiento estricto del año pasado.

Y aprovechaba la ocasión para comentar que, de hecho, a la hora de teclear en su vieja máquina de escribir, siempre se había sentido de alguna manera confinado.

Es esta, sin duda,una experiencia singular de algunas personas y acaso particularmente de las que tienen una tendencia creadora que les permite vivir durante largos periodos de su vida en un mundo propio sea el de la escritura ,la música o la pintura.

A propósito que este último arte, recientemente se ha establecido en mi barrio una pintora que ha abierto un pequeño estudio a pie de calle tan solo separado del exterior por una amplia cristalera transparente , por lo que se le puede ver trabajando en cualquier momento del día.

Esta obscena presencia- en su sentido etimológico-, la visión del artista ( de la artista ) en plena faena, parecería lo más semejante a una instalación de esas ya clásicas – de hecho se han llevado a cabo unas cuantas similares – pero en cualquier caso permite dar visibilidad ,esa cualidad ahora tan valorada ,a lo que antes era recónditamente oculto y deliberadamente ocultado.

Aun así y a pesar de todo, la contemplacion de alguien concentrado en su quehacer hasta el arrobo, como es el caso de esta pintora ,no deja de ser muy estimulante y destapa la caja de los deseos lejanos …y de las utopías próximas.

LA PANDEMIA ( y los entre-tenimientos políticos)

¿Qué es un fornicador?
No lo sé, no soy hombre religioso.

Este es el comentario de dos mineros mientras escuchan a un predicador que ha acudido a adoctrinar a una nueva colonia de buscadores de oro en la célebre película La leyenda de la ciudad sin nombre ( Joshua Logan, 1969 ) ,interpretada por Lee Marvin, Jean Seberg y Clint Eastwood – que se despachaba con aquella maravillosa canción » I talk to the trees…»

Teniendo en cuenta que los clérigos son ya mayormente políticos como corresponde a las religiones civiles que nos informan, hemos de agradecerles que con sus alboradas tácticas y sus disputas aparentemente ideológicas nos entretengan de vez en cuando apartándonos de la murria pandémica.

Así está ocurriendo en torno a estos idus de marzo en la agitada parafernalia desplegada que, según dicen voces autorizadas, pretende reorganizar el sistema de partidos de esta quebrada monarquía parlamentaria.

Al efecto, es de suponer que los grandes partidos surgidos del marco alemán durante la Transición, sueñen con una regresión al bipartidismo alternante, aquel sistema tan divertido en el que cada vez que obtenía la mayoría parlamentaria uno de ellos con alguna que otra ayudilla periférica ,se limitaba a deshacer sistemáticamente lo hecho por el partido contrario en la legislatura anterior.

Probablemente es esta una de las causas finales de esta piel de toro en la que ,como decía Manuel Vázquez Montalbán ,la derecha ha tenido mando en plaza desde los reyes godos y ha sido incapaz de conformarse liberal y europeamente teniendo eso que los politólogos denominan «sentido de Estado» , así como la izquierda se ha dividido y subdividido una y otra vez con sutiles y a veces incomprensibles matizaciones.

Pero el espectáculo está dado y resulta tan entretenido como el de la prensa rosa – ahora tan tensionada por la ruptura entre Iker Casillas y Sara Carbonero – mientras se nos acusa a todos y a todas de fornicadores por defecto si bien en este caso en relación a Leyes y Decretos.

Pero, lo dicho:¿Qué es un fornicador? No lo sé, no soy hombre religioso…

ROUSSEAU (14 de marzo de 1728)

En 1728 Jean-Jacques Rousseau era huérfano de madre, su hermano había desaparecido y su padre había vuelto a casarse. El 14 de marzo, a punto de cumplir dieciséis años ,a la vuelta de un largo paseo encontró cerradas las puertas de Ginebra, su ciudad natal ,y decidió iniciar una vida itinerante.

Quien luego llegaría a ser uno de los pensadores más influyentes de la modernidad, con obras tan relevantes como El Emilio o la educación o El contrato social, comenzó así un largo recorrido vital que le llevó a través de los centros neurálgicos de la Europa ilustrada, casi siempre bajo el patrocinio de buenos amigos y sobre todo de mujeres maduras en las que encontró un eco a sus ideas y sentimientos, de todo lo cual dejó constancia en sus Confesiones.

Vituperado y perseguido, condenado y exiliado una y otra vez, su mayor delito fue crear nuevos conceptos y argumentos para intentar comprender su tiempo y hacer un pronóstico del tiempo futuro. Una labor de construcción intelectual que implicaba la deconstrucción de aquellos otros conceptos y argumentos escoltados institucionalmente que conformaban la ideología dominante del siglo XVIII.

Si su influencia fue tan decisiva en tiempos posteriores, sobre todo en la Revolución Francesa y en la defensa de los ideales republicanos, se debió a su tenacidad y rigor a la hora de pensar y escribir. Y también a la hora de pasear, pues, como afirmó en sus Ensoñaciones del paseante solitario, la mayor parte de sus teorizaciones, como luego le ocurriría a Nietzsche, habían surgido de sus meditaciones peripatéticas.

Rousseau murió en 1778, a los 66 años, cincuenta después de haber encontrado unas puertas cerradas que acaso le anunciaron que no sería profeta en su tierra…Sus restos reposan en el Panteón de Paris, en el corazón del barrio latino, junto a los de su fiel enemigo Voltaire, que le había reprochado las incoherencias entre sus teorías y su vida privada…

( EP núm. 1.150)

LA PANDEMIA ( y «la libertad de expresión»)

El debate sobre la libertad de expresión forma parte de la tradición occidental, ya que, por lo que se sabe, ha sido la única que ha distinguido clara y distintamente entre lo individual y lo social.

El episodio relativo al rapero Hasél puede considerarse, en este sentido, uno más y acaso uno de los más modélicos por incluirse en el ámbito de lo artístico, un espacio de expresión que la clase política ha pretendido controlar siempre, como ya lo dejó de manifiesto hace más de dos mil años Platón al final de su República – obra, por cierto, muy recomendable para postmodern@s recalcitrantes.

Pasando por alto numerosos espisodios posteriores, en los que la batuta teológico-inquisorial dio paso a la censura ilustrada o romántica, dejando un reguero de condenas, encarcelamientos, torturas y ejecuciones, la irrupción del mundo electrónico ha ocasionado que la linea del debate que antes era predominantemente vertical adquiera un caracter horizontal.

En efecto, la aparición de la www, y de las sucesivas plataformas como Facebook y Twitter (2007), Instagram (2012) y Whatsapp (2014), ha permitido que lo que en un principio fuera considerado un entretenimiento de «frikis» se haya convertido con el paso de los años en uno de los medios de expresión más frecuentemente utilizados por millones de personas.

En este contexto de nueva horizontalidad, la facilidad operativa de estos nuevos recursos ha vehiculizado un flujo inmenso de comunicación multidireccional y cualitativamente diverso que en su momento generó amplias expectativas de libertad.

Pero esa misma facilidad expresiva y la posibidad anexa de operar desde el anonimato por medio de pseudónimos o nicks ha permitido que las redes sociales rebosen de fake news, insidias e insultos que serían impensables en el vis a vis y que, en algunos casos, resultarían más propios de tratamiento psiquiátrico.

Desgraciadamente, la pandemia del COVID-19, con los efectos psico-sociales colaterales que todavía no se acaban de aceptar, ha disparado geométricamente este «delirio expresivo» traspasando todos los límites previstos y previsibles abocándonos a un enrarecimiento colectivo del que costará y mucho salir en el futuro… ¿Libertad de expresión?

LA PANDEMIA ( y el paseo)

Elkin, L. 2017. Flâneuse. Barcelona: Ed. Malpaso.

Si las autoridades político-sanitarias mantienen el cierre perimetral para los próximos meses ,una buena alternativa de «movilidad» puede ser el paseo .

Pues, en efecto, pasear es algo relativamente sencillo, a no ser que también se considere un «deporte» – esa nueva modalidad de «trabajo» que le llamaba Ernst Jünger- en este proceso de «deportivización» que, una vez más,ha llegado desde el Imperio Americano con su Corte de camisetas, pantalones, zapatillas, cronómetros y toda una larga serie de adminículos varios.

Y es que para pasear , como ya lo mencionaba Louis Huart en su Fisiología del flâneur, en realidad solo se necesitan buenas piernas, buenas orejas y buenos ojos: buenas piernas para recorrer calles y plazas, parques y muelles; buenas orejas para escuchar al paso palabras de amor o de odio, simplezas o delicadezas metafísicas; y buenos ojos para avistar rostros y figuras, arquitecturas y monumentos.

Ciertamente esta manera de pasear, la del flâneur ( hoy ya también la de la flâneuse), despreocupada, acaso sin rumbo, y desde luego sin más reloj del necesario quizá sea la más conveniente en estos tiempos en los que hay motivos suficientes para el estrés y la tristeza cuando no para la ansiedad.

Bastaría para ello con salir de casa o del trabajo y comenzar a caminar, añadiendo en este caso la posibilidad de tomar un autobús para visitar un barrio desconocido con todo lo que conlleva de pequeña aventura.

Se recuperaría así ,además, una vieja tradición, la ya mencionada del vagadundeo, la del «andare a zonzo» italiano, tal como lo cuenta Francesco Careri ( Walkscapes. El andar como práctica estética) …o la del «ir de propio», mismamente de la Cuenca de Pamplona…

LA PANDEMIA ( y la juventud)

Las protestas contra el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél están siendo protagonizadas por gente joven,incluso por menores de edad.

Independientemente de la discusión sobre la libertad de expresión o sobre la calidad de la música que se ha condenado, el aspecto generacional puede llegar a tener gran importancia a la hora de intentar comprender este fenómeno contestatario en ocasiones tan violento.

Y en este punto, se deberían considerar las condiciones generales en las que se están desarrollando las protestas que son las circunscritas por la pandemia y las decisiones políticas concurrentes.

Santiago Cambero, profesor de Sociología de la Universidad de Extremadura, decía recientemente que aunque el hartazgo social que se ha desarrollado en estas circunstancias es intergeneracional, la juventud es uno de los sectores más afectados «porque la pandemia se ha gestionado desde el adultocentrismo«, añadiendo a las dificultades estructurales para encontrar un trabajo digno o una vivienda, «una castración sexual y afectiva que puede degenerar en secuelas psicosociales».

Y, si como se ha repetido una y otra vez ante los doctrinarismos autistas corporativos , la pandemia del COVID-19 no es una cuestión tan solo sanitaria , sino también psicológica y social, a fuer de jurídica y económica, tener en cuenta las consecuencias que la política anti-pandémica está teniendo entre la juventud , debería ser tan relevante como para hacerla presente en los pertinentes órganos consultivos.

Así, de paso, se podrán explicar algunos comportamientos de violencia explícita tan aireados por los medios de comunicación y acaso también aquella pancarta en la que se podía leer: «Nos habéis enseñado que ser pacíficos es inútil” …

LA PANDEMIA ( el parloteo y la filosofía)

Son muchas las voces que están dando cuenta de la proliferación de informaciones no contrastadas o incluso contradictorias que llegan fundamentalmente a través de las redes sociales en competencia con los medios escritos y audiovisuales convencionales.

Se trata sin duda de un fenómeno concomitante a la expansión del mundo electrónico en nuestra vida cotidiana que , además, favorece la percepción de una cierta horizontalidad informativa.

El problema, se comenta, reside en la incapacidad para evaluar con claridad y distinción la información que así se recibe , pues, además, en función de su interpretación, pueden derivarse actitudes y conductas muy diferentes.

Y si lo anterior ya es problemático en general, lo es, lo está siendo mucho más, en el contexto pandémico que estamos atravesando.

La solución a este problema , a corto, medio y largo plazo, no es otra que el espíritu crítico, y esta capacidad – «competencia» que le llaman ahora- siempre se ha desarrollado bajo la guía del trabajo del pensamiento sobre las representaciones del mundo y sobre sí mismo.

Y para ello es necesaria una buena formación de base filosófica y retórica que debería comenzar en la escuela si se quisiera favorecer la aparición de una ciudadanía crítica.

Filosofía, sí, esa materia cada vez más arrinconada en los planes de estudio, para tener una perspectiva de los problemas del conocimiento y de su lógica.

Y Retórica, no como la ya supuestamente inexistente glosa del lenguaje – en este sentido no hay nada más retórico que el realismo – sino como despliegue de la «sensibilidad formal» en palabras de Paul Valery, ante los dimes y diretes habituales.

Pero aun así, quizás habría que preguntarse si quienes se quejan de esta polución informativa, sin proponer ni dilucidar nada, no forman parte del mismo sistema y de los mismos procesos que denuncian , contribuyendo al parloteo global…

LA PANDEMIA ( y el 8 de marzo)

Ante la inminencia de la celebración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer,ha irrumpido una polémica sobre los actos habituales y , sobre todo, acerca de las ya tradicionales manifestaciones.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, se ha mostrado en contra de cualquier movilización con unas palabras contundentes – quizás hasta demasiado contundentes para una posterior matización- y , por el contrario, el grupo parlamentario de sus socios de gobierno ,Podemos, ha defendido el mantenimiento de todas las actividades propias de ese día.

Por otro lado, las organizaciones feministas, a pesar de sus contradicciones internas ( debidas mayormente a la progresiva distinción entre sexo, género y rol) han reivindicado mayormente las movilizaciones , señalando que, además, la pandemia está suponiendo un retroceso en los derechos de las mujeres, ya que muchas de ellas han debido retormar o, en su caso, incrementar, su dedicación al cuidado de terceros a cuenta de su vida personal y profesional.

La polémica viene, en todo caso, enturbiada por las interpretaciones acerca de las celebraciones del 8 de marzo del año pasado, que para algunas fuerzas políticas fueron la ocasión perfecta para que se desatara, precisamente, la pandemia del COVID-19: según parece, VOX pretende dedicar ese día a «la memoria de los muertos».

Pero más allá de esta última deriva, un tanto esperpéntica, con la polémica, que , como todas, es buena – «No ha de estimar al que nunca se opone, que no es señal de amor que le tenga, sino del que él se tiene», que decía Baltasar Gracián – se está poniendo en evidencia un nuevo encontronazo entre lo sanitario y todo lo demás, ya un tópico en la gestión global de la pandemia.

Pues hay circunstancias, como las que estamos viviendo, en las que, como dice el refrán , «aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid», se pretende, consciente o inconscientemente – eso lo sabrán quienes detentan el poder- limitar derechos duramente obtenidos tras largos años de lucha, arguyendo simplezas de un supuesto sentido común que, como es muy bien sabido, suele ser el menos común de los sentidos, a fuer de muy interesado.

Y si continuamente se pueden observar movilizaciones de trabajadores y trabajadoras contra los ERTES o los ERES, o contra las precarias condiciones de trabajo en el mundo sanitario o en las residencias de mayores, o de la hostelería y la restauración, o de los y las pensionistas, por no hablar de las ocasionadas por la prisión del rapero Hasél…¿Por qué no deberían manifestarse las mujeres en la celebración de su día, si lo hacen cumpliendo todas las normas de profilaxis y distancia social vigentes?

LA PANDEMIA ( y las revueltas callejeras)

El encarcelamiento del rapero Pablo Hasél ha sido seguido de un estallido de revueltas callejeras que, en algunas ocasiones, han provocado violentos enfrentamientos.

Simultáneamente se ha generado una tormenta de informaciones y contra-informaciones, así como valoraciones políticas e ideológicas.

Políticamente se han podido escuchar argumentarios estratégicos desautorizando la violencia en general , así como también tácticos, proponiendo una modificación legislativa sobre la libertad de expresión, o, en su caso, algunos cambios en los protocolos de actuación de la policía.

Ideológicamente se ha defendido la libertad de expresión como principio democrático elemental, o se ha animado a la continuidad de una lucha «anti-fascista».

Pero, en ningún momento se ha hecho referencia a la situación psico-social que se está viviendo como consecuencia de la implantación de las medidas frente a la pandemia del COVID-19.

Y sin embargo, este último aspecto se debería tener muy en cuenta, ya que ha supuesto una disciplinarización de la vida social y laboral que en algunos casos ha llegado hasta su fractura, sobre todo ante la evidencia de la arbitrariedad algorítmica de alguna de las decisiones tomadas.

Así, es más que posible que no se puedan comprender los estallidos violentos antes mencionados sin tener en cuenta la acumulación de hartazgo social y el escepticismo colectivo (¿escalados según territorios?) que acaso habrían encontrado en el caso Hasél una oportunidad para catartizarse, independientemente de perspectivas ideológicas o políticas.

De hecho no sería la primera vez que ocurre un fenómeno similar, ni probablemente será la última…