
Se ha celebrado el Día del Libro . Confieso ( y pido perdón por adelantado ) que más allá de la literatura científica que me corresponde, tan sólo leo los libros de mis amigos ( y amigas, of course) y si me los regalan.
Mi biblioteca ocupa ya varias paredes de la casa y tengo vigente una prohibición doméstica que me impide adquirir más ejemplares, salvo autorización explícita por escrito y siempre excepcional.
Por lo demás leo y releo continuamente obras como El elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam, los Ensayos de Michel de Montaigne o el Oráculo manual y arte de prudencia de Baltasar Gracián. Dispongo también de un pequeño reducto en una balda baja de la biblioteca del estudio y en ella , y marcados para no ser prestados , tengo a mano , entre otros, Rojo y Negro y Recuerdos del egotismo, de Stendhal ; La educación sentimental, de Flaubert; Bel ami, de Maupassant, y El tiempo recobrado, séptimo tomo de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.
Como se puede ver, mis gustos son más bien francófilos y decimonónicos pero uno no puede renunciar a lo que es a partir de cierta edad.
Any way, cuando me dicen que un libro es » bueno » o que ha tenido » buena crítica» , suelo recordar algunos párrafos de aquella cruda obra de Pierre Bourdieu – ¡ otro francés! – titulada Las reglas del arte .Génesis y estructura del campo literario , en los que afirmaba que la ”calidad” de una obra , ese atributo que le da patente de corso frente al tiempo y al espacio volviéndola casi inmortal, es tan sólo una de las matrices discursivas de la crítica a la hora de sancionar la dinámica del mercado , de manera que cuando alguna obra consigue que la crítica favorable sea unánime y la venta rinda grandes beneficios, ha logrado la cuadratura del círculo.
Y yo estoy acuerdo con esto, y no, por supuesto, sólo respecto de las últimas novedades editoriales , sino ,por ejemplo, del mentado Elogio de la Locura del Roterdoramus, que en su momento fue ya un best-seller…








