Matrimonios de conveniencia

Foto Miguel Ángel (La Región)
Foto Miguel Ángel (La Región)

De nuevo, los denominados Matrimonios de conveniencia, ocupan la primera plana veraniega con motivo de lo sucedido en la población barcelonesa de Rubí, donde una funcionaria del Registro Civil auxiliada por un familiar abogado, iba camino de desbancar a la Ciudad Eterna como referente internacional del amor, por mucho que aquella fuera su palíndromo, que a su favor también contaba, la coincidencia nominal con la piedra de la pasión, para ejercer el inestimable oficio de alcahueta tan magistralmente ilustrado en la Celestina por Fernando de Rojas, poniendo en relación a parejas donde una parte nativa ofrecía la nacionalidad y otra parte extranjera ponía 3.000 euros a cambio. Pero, el deporte nacional español que no es el futbol, sino la envidia, de nuevo ha frustrado tan rico yacimiento de casamientos para nutrir las estadísticas oficiales en detrimento de las Parejas Naturales, en esta ocasión, a través de una Juez, que seguramente no podía soportar que haya gente a la que el matrimonio le conviene, cuando la regla debe ser lo contrario: que las personas contraigan matrimonio de inconveniencia, o por lo menos, que se vuelvan tales tras pasar por la sacristía o el juzgado.
Las personas que en su sano juicio, históricamente han contraído matrimonio libremente, suelen hacerlo por motivos bien concretos como pueden ser adquirir, sumar o mantener patrimonio entre las clases pudientes, consolidar alianzas, garantizar la paz, o favorecer el acceso al trono en el caso de la Oligarquía, pagar y cobrar deudas, desprenderse de bocas que comer, garantizarse un número suficiente de vástagos que garanticen una confortable vejez en el caso de los pobres, procurarse una tapadera para esconder la homosexualidad, contar con una criada dócil, servicial, esclava, que aporte sexo sano, seguro, joven mientras su cuerpo lo permita, capaz de hacer las labores de la casa de por vida en el caso de los hombres, posición social, estabilidad económica, seguridad, en el caso de la mujer y encontrar la excusa perfecta para traer criaturas con las que satisfacer su inclinación pedofilia de modo directo con su propia prole o a su través con sus amigos, a manos de pervertidos… Por ello mismo, por ser matrimonios lógicos que no entraban en contradicción con el Orden Natural de la Existencia, la Iglesia Católica, siempre preocupada por garantizar la pervivencia racional del Statu Quo, nunca dudó en Sancionar en los Altares ante Dios, dichos enlaces, aun a sabiendas que los mismos, estaban fundamentados exclusivamente en motivos puramente materiales como los apuntados, de ahí que ella misma requiera todavía hoy, en consonancia con dicha materialidad, un hecho físico – como los gitanos mejor si es sangrante- para dar por consumado el Sacramento, de lo contrario, la Ceremonia es invalidada por completo a manos de los tribunales eclesiásticos, los cuales, tienen más en consideración el Derecho Canónico que la intercesión divina en el acto o el deseo de Nuestro Señor Jesús expresado en (Mat 19,3-12)  “lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”
Pero desde que la moda de casarse por Amor exilio la cordura del Matrimonio, la mera Libertad, en principio debería sobrar para dar por bueno un casamiento Civil, sin necesidad de cópula o para evitar equívocos a los escolares que estudian nuestra lengua, sin obligar a follar a los contrayentes como exige la Iglesia. Bastaría con que se quisieran un poquito para validar su unión espiritual. Ahora bien, aun dando por bueno que un acto de enajenación mental como fuera este de casarse por Amor, máxime cuando acontece ante el cura que lo convierte en indisoluble para toda la vida, dando como única escapatoria factible la muerte de uno de los cónyuges…sigo sin aceptar que el mismo, sea contra la percepción psicológica de los interesados como conveniente, y en consecuencia, también este matrimonio que decimos por Amor, es un matrimonio de conveniencia, aunque los hechos positivos que lo acompañen digan más bien lo contrario, que sea de odio o de inconveniencia.
Por tanto, si todos los enlaces son a priori de conveniencia y no los hay de inconveniencia pues siempre responden a algún tipo de interés económico, sexual, social, asistencial, afectivo, etc, no comprendo por qué nuestra legislación persigue solo las uniones donde una de las partes adquiere la Nacionalidad por casarse. Cuando las leyes persiguen la lógica, es que ellas mismas son ilógicas. Deberíamos entonces adecuarlas a nuestra racionalidad, empezando por derogar leyes como las que conceden la Nacionalidad por el mero hecho de contraer matrimonio, o incluso pasar del mismo concepto caduco de Nación, que ya no responde a ninguna noción natural, coherente y justa de repartir el territorio entre los humanos, si es que somos humanos.

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