Cuando tras toda una vida reclamando lo que por naturaleza le correspondía, todos nos alegramos de que a Don Leandro le reconocieran los tribunales ser hijo de Alfonso XIII concediéndole el derecho a llevar el apellido Borbón, pocos supimos presagiar, contra la empatía que en nosotros despertaba, que de aquella feliz resolución no podía seguirse nada bueno, como tuve la audacia de dejar por escrito en un artículo titulado “Por una Real planificación familiar” donde exponía mis temores de ver convertida España en un coto anacrónico de la Borboneidad. Fui tachado de exagerado, de tenerla tomada con la Sagrada Familia, etc. Lamentablemente, ni el tiempo ni la historia han tenido la gracia de absolvernos, y ahora, este célebre bastardo que ostenta el lucrativo título de Decano de la Casa Borbón, anuncia al mundo que el próximo Octubre, en Ciudad Real va a tener lugar la Primera Convención Borbónica, a la que están invitado más de medio millar de familiares desperdigados por todo el Orbe, desde Argentina hasta China, Australia o África del Sur.
Don Leandro, sólo reconoce en la insólita iniciativa motivos sentimentales, emocionales, folklóricos, tradicionales, a los que pretende dotar de una infraestructura formalizada de la que carecen hasta la fecha como familia, al margen de los propios lazos sanguíneos, históricos e institucionales. Sin embargo, hacía tiempo que yo estaba al tanto de que algo se estaba cociendo en Palacio, por supuesto, mucho más despacio, que el año, dicen desde su Casa Oficial, les ha llevado orquestar esta aparente bravuconada, no sin la aquiescencia del Jefe que deja hacer por lo mucho que hay en juego si se saben jugar con habilidad las bazas.
Resueltas borgiamente las asperezas del otrora bonsái borbónico, éste se ha rebelado a la sombra de Don Juan Carlos, como un robusto baobab, empero cuya vigorosidad puede tener los días contados, pues los altibajos en sierra que describen las gráficas respecto a la pervivencia histórica de la institución, apuntan a la baja con mayor precipitación que la descrita por la Iglesia Católica, cuando se atiende más allá del inmediato ciclo vital. Sus más destacados representantes, que tienen muy claro no ser meros transmisores de la herencia que les dejaron sus padres, sino que tienen en préstamo los futuros recursos de sus hijos, han tomado la sabia decisión de crear una mastodóntica Corporación familiar para acrecentar su descomunal poder institucional a nivel Internacional manteniendo su colosal imperio financiero, influencia que tienen intención de extender al mundo de la moda, los medios de comunicación, las artes, los deportes, y aunque les es muy ajeno el tema, también pretenden inmiscuirse en asuntos académicos y científicos.
De todo esto ya se habló, toda vez Carlos Hugo renunciara a la Corona de España –inteligente decisión entonces, en función de los antecedentes y aún después, visto lo visto, con los postulantes al trono de Francia- en una supuesta reunión secreta que tuvo lugar en Roncesvalles a mediados de los ochenta entre representantes menores de las trece Casas con interés en el asunto, en donde presumiblemente se redactaron los Protocolos de los Siervos del Borbón, conocidos bajo las siglas PSB de los que me ocuparé otro día. Desde entonces, todo cuanto ha acontecido entorno a la Casa Real, ha seguido fielmente aquellos incipientes trazos estratégicos, desde la creación de los Premios Príncipe de Asturias para ganarse a los intelectuales y tenerles a su merced, hasta los distintos casamientos habidos hasta la fecha. La revelación de la existencia de la denominada Operación Flor de Lis por boca del Jefe de la Casa de Don Leandro, Don José Liberto López, puede parecer casual, pero no lo es. Desde el susto clínico-mediático del que se nos ha dicho que el Monarca ha salido airoso, todos los indicadores apuntan a una actividad frenética en todos los frentes, entre ellos, ultimar esta compleja red de influencias socio-económicas-institucionales, para que no les coja el toro. Hay motivos para la premura como ha demostrado la baja de Carlos Hugo.
Tal y como ha declarado el elefante blanco de esta trama, el acontecimiento se inaugurará con un discurso suyo, como corresponde al anfitrión, Padrino para la ocasión de la Familia Borbón, con el que se dará inicio a todo un fin de semana repleto de actos pomposos, propios de otros tiempos, cuya finalidad, esta vez, no será dar pábulo a las vetustas tradiciones de las que son fósiles vivientes, sino la de camuflar el verdadero contenido de las discretas reuniones que entre recepciones, bailes y banquetes sus máximos representantes entre los que cabe citar a Luis Alfonso de Borbón Duque de Anjou, Carlos de Borbón Duque de Castro, María de las Nieves Borbón y Parma, y un etcétera verdaderamente preocupante, tienen previsto entablar para organizar, como corresponde a la época en que vivimos, la futura supervivencia de la Sagrada Familia, en los órganos de poder y decisión Internacionales.
La noticia ha sido tomada a chufla y solo le ha faltado haberse conocido un 28 de Diciembre para pasar por inocentada. Y seríamos unos auténticos inocentes de tomarnos el asunto como una trasnochada ocurrencia proveniente de alguien que solo busca un poco de reconocimiento…La historia de la Sagrada Familia, da cuenta por si sola, con qué habilidad sus genes se hicieron con el poder hace más de Mil años y con que fortaleza lo han ostentado desde entonces. No es descabellado pensar que tras esta convención borbónica, se halle el anhelo de reunificar la Hispanidad bajo la corona Borbona e instaurar en cada país con representantes Borbones una especie de embajada familiar como se le ha escapado aventurar al propio Don Leandro. En esta línea, me han llegado rumores de que hay pretensiones de hacerse con un sillón en la Asamblea General de la ONU, en la que ya cuentan con cargos dentro de la UNESCO o UNICEF; así como dentro del FMI, BM, COI, etc.
(En breve les haré entrega de anteriores trabajos sobre la materia, aparecidos en mi libro semiclandestino “La Sagrada Familia” y como novedad, iré sacando en forma de capítulos cuanta información dispongo recopilada durante más de veinticinco años de esos Protocolos de los Siervos del Borbón…)