Tragaperras: De la ludopatía, al luddismo

La peor de las tragaperras: La fusión de la banca y la monarquía.
La peor de las tragaperras: La fusión de la banca y la monarquía.

En la misma medida en que los distintos dioses confortan a las mentes impacientes de aguardar las sucesivas falibles explicaciones científicas, azar, coincidencia y casualidad, alimentan a la conciencia con la ilusión de poder tomar decisiones en el campo hipotético de la libertad, al margen del destino, la determinación, y las múltiples trayectorias de los diagramas de Feynman trazadas en el horizonte potencial que denominamos futuro. Últimamente, la persistente investigación diletante, ha logrado que se tomen en serio estos temas marginales propios de la parapsicología para investigarlos con rigor lo que se ha bautizado como Serendipias, habiéndolas de todas clases: históricas, científicas y como podrá apreciarse, también nominales.
Según cuenta la leyenda, en los inicios de la industrialización, un tal Ned Ludd se cargó por accidente la maquinaria de un taller textil, allá por 1779 En un tiempo en que a la apropiación de la tierra por parte de la Nobleza y Clero, empezaba a sumársele la de los medios de producción a manos de la burguesía, la irrupción de la tecnología en los procesos fabriles, fue contemplada como un ataque directo a lo único que le quedaba a la gente llana para negociar con los patronos: su propia mano de obra, que ahora de golpe y porrazo se depreciaba por entero, de ahí que, muchos entendieron aquel incidente singular, como el único camino para luchar contra los nuevos mecanismos de opresión social. Así apareció el Luddismo, imaginativa forma de protesta contra la agresiva introducción de máquinas en la industria, y por extensión del incontrolado avance tecnológico en todas las esferas de la sociedad, filosofía que ya se vislumbra en la amarga preocupación rousseauniana aventurada en su celebérrimo “Discurso sobre las ciencias y las artes” donde cuestiona sin ambages la idea de Progreso que cegaba a sus colegas ilustrados, que a decir verdad, también empezaban a desconfiar de si, acaso, el Progreso había ido demasiado lejos, actitud que puede rastrearse desde entonces en la acción sindical del sabotaje hasta nuestros días con el caso de su más insigne apóstol Theodor Kaczynski, alias Unabomber.

Pues bien, hemos aquí que, hoy tenemos en cada bar, a la vuelta de la esquina, cerca de nuestras casas, colegios y parques, las conocidas por todos como Máquinas Tragaperras, que ofrecen a la clase asalariada el único ocio externo adecuado para personas frustradas laboralmente, sin satisfacción sexual, amargadas por un entorno degradado, carentes de educación suficiente para tener aficiones que le desarrollen como persona, y digo externo, porque dentro de casa ya disponen de tele…es muy agradable ver a la futura escoria social, con a penas medio metro de altura, familiarizarse junto a sus papis con las lucecitas y botones de colores, de esas huchas de pobres donde la gente más infeliz, invierte sus exiguas pagas con la esperanza de que les saque de pobres. Ilusión tan nefasta como la de quienes creen que se logra trabajando, pero con el riesgo añadido de adquirir la típica ludopatía que le hará deslizarse desde la soportable pobreza que le obliga a trabajar, hasta la temible miseria que le conducirá a mentir, mendigar, robar, o a quitarse de en medio, asunto que ya no preocupa a nadie, por haber stock social.
Como apuntó Huizinga en su genial “Homo ludens” el aspecto lúdico agonal es primordial en el Ser Humano, resorte psíquico que nos confiere un horizonte de desempeño de roles distintos en la cotidianidad, haciendo llevaderos los rasgos anodinos de la existencia, cuando te paras a pensar que esta no consiste más que en un suceder de días esperando la muerte. Así, metas, retos, marcas, competición, etc no tienen sentido solo en el deporte, sino también en nuestra vida, donde el riesgo, la aventura, la novedad, la sorpresa, escapa a las apuestas de los casinos para encarnarse en la vida de pareja, en los negocios, la educación de los hijos, y hasta en la Fe en Dios como demostrara Pascal. Pero toda virtud tiene su correspondiente vicio, o si se prefiere enfermedad, en este caso la ludopatía.
Hace tiempo que se investigan las interacciones psicosomáticas, la repercusión químico-mental en nuestra conducta, la predisposición genética del comportamiento y los fundamentos biológicos de la personalidad. Cada vez parece más probado que la bioética no es una cuestión reducida a la toma de decisiones en asuntos límite de medicina o jurisprudencia, también atañe a toda la reflexión primera y última de nuestros actos. En consecuencia, merece la pena prestar mayor atención a la realidad artificial material y a la cultura en la que nos conducimos como Seres Humanos, sumamente influenciables, todo lo contrario a la frialdad mostrada por las Máquinas ajenas, hoy por hoy, a cualquier externa afección que les pudiera modificar su programado modus operandi, dado que el entorno, siempre repercute de un modo u otro en el individuo, por lo que, aun pudiendo pecar de lamarkismo, la adaptación al medio, va mucho más allá de lo que el predecesor de Wallace y Darwin supuso fallidamente, que también afectaría a cuanto he apuntado, rigiendo lo que hasta hace poco se consideraba constitutivo de nuestra especie, que no es la capacidad de pensar, sino la libertad de acción, que a diferencia de los animales, parecíamos escapar al instinto, cuando lo cierto es que la única diferencia apreciable sería que ahora, empezamos a sospechar que también nos regimos por él. Para mentalidades débiles, aseveraciones como la precedente, son tildadas de inmediato como deterministas, reduccionistas, materialistas o irracionalistas, al modo en que los sofistas no dudan en tachar al adversario dialéctico de fascista, tan pronto se ven acorralados en los argumentos; Sin embargo, ninguna de aquellas doctrinas escupidas como insultos, bien entendidas, discuten la libertad humana en sus justos términos en la realidad concreta sin necesidad de funcionar al margen de los hechos positivos entre elegantes silogismos formales, en todo caso, de prestárselas la debida atención, ayudarían a comprender su peculiaridad en los auténticos parámetros en los que se da la libertad, al modo en como hoy sabemos distinguir el espectro electromagnético en el que discurre la luz blanca, escribiendo con ello una especie de “Crítica de la Libertad Pura”, tal como Kant hiciera con la sacrosanta Razón.
No voy a meterme en la clásica distinción entre “Libertad de” y “Libertad para” porque creo que genera mayores confusiones que las que resuelve como cuando en clases de inglés se nos advierten las diferencias entre at e in…me conformaré con señalar que es típico confundir libertad con liberalismo, libertino, libertario y libertinaje, conceptos todos de la misma madre, pero de padres muy distintos, que no siempre se sabe o quiere distinguir, como ocurre en el caso que nos ocupa de la omnipresencia de las máquinas tragaperras en todos nuestros bares, cafeterías, restaurantes, polideportivos, centros culturales y si nos descuidamos, acabarán apareciendo en escuelas, hospitales o cementerios, por no contrariar la libre empresa, el libre mercado, la libre competencia, las libertades individuales, lo que a más de uno nos hace sospechar que, estamos en el Imperio de la Libertad donde no nos podemos quejar, por miedo a ser etiquetados de liberticidas, pues a cuantos clamamos por que se regulen aspectos que atañen no ya a la práctica, sino a la difusión de los vicios, pronto se pretende acorralarnos con la falacia de que la libertad entraña poder escoger el Mal, justificando con ello que se facilite el escogerlo como modo de garantizarla.
Me parece vergonzoso que en nuestro país las distintas fuerzas políticas, las instituciones, y los Gobiernos varios, no actúen contra esta lacra social que envilece tanto a clientes, como a hosteleros que solo enriquece a unos pocos propietarios de las empresas recrelucrativas, de no ser que participen de algún modo carambolesco de las triangulaciones financieras acostumbradas para cofinanciarse, en cuyo caso, me callo… Pero como resulta que andan subiendo impuestos a cada salto de mata, me extrañaría mucho que estos zoquetes le estuvieran sacando el debido provecho a la debilidad humana de las amas de casa que se dejan el dinero de la compra, de los jubilados que pierden en ellas su jubilación, o del obrero que se juega entre sus melodías la paga de sus hijos…Más bien han confundido, los muy idiotas, la libertad social de poder jugar en casinos, hacer apuestas en lugares apropiados para realizar y ofrecer dicha actividad lúdica de modo controlado, regulado, y responsable, con la posibilidad de incitar al juego a toda la población a cada momento en todo lugar para el lucro de unos pocos y perjuicio de muchos, invirtiendo así una de las máximas en las que se apoya el concepto más mundano de la Libertad: que esta, finaliza donde empieza la de los demás. Qué otro comportamiento irresponsable cabría esperar de un Estado que de modo organizado incita al juego, podría objetarse…cierto es que, bueno sería que el Estado se desprendiera de dicha actividad por aquello de la mujer del Cesar, y del Cesar mismo, antes de meter mano en el asunto –me refiero a su regulación restrictiva y no a los beneficios millonarios que genera- con todo, se ha de distinguir entre la incitación al juego y la ludopatía que dispara la inmediatez de las máquinas tragaperras en contacto directo con los futuros adictos desde su más tierna infancia, y las apuestas del Estado, cuya presencia se ha de buscar voluntariamente de forma activa en la etapa adulta, cuando ya somos algo más resistentes a su constante publicidad en estancos, y medios de comunicación.

La presencia de máquinas tragaperras en casi la totalidad de los locales de hostelería, supone todo un atentado criminal contra la infancia que se permita la entrada a menores en locales que tienen a la vista semejantes sirenitas artificiales de cuyos peligros ni el más audaz Ulises podría librarse de caer bajo su influjo, cuando seguramente de tratarse de videos eróticos todo el mundo se rasgaría las vestiduras y se apresurarían a ponerle coto al asunto para preservar toda su inocencia; Supone todo un insulto a nuestra inteligencia que en las susodichas se advierta a los menores que les está prohibido jugar, cuando la mayoría de los pequeños que se acercan a apretar sus botoncitos de colores imitando a sus papás, todavía no saben leer, y los que saben, no entienden el por qué se les prohíbe jugar a lo que todo el mundo juega, a fin de cuentas, jugar, es jugar…
La permisividad de las autoridades para con este putrefacto negocio, cuyos responsables bien merecen pena de muerte espiritual, resulta escandalosa. Son varias las medidas que hago en falta de parte de un Gobierno instruido en la virtud y no en el vicio, asunto complicado de quienes tienen por meta de superación la corrupción propia y ajena, pero no imposible, si de lo que se trata en Democracia es de disimular, y aunque el PSOE, el PP, IU, los Nacionalistas, y demás fuerzas corruptas estén a favor de las máquinas tragaperras, por causar estragos económico-morales entre la población, creo que en pos de la impostura, cabría acordar un mínimo de medidas paliativas que les sirviera para maquillar un poco su perniciosa tolerancia, a saber: La actividad lucrativa del juego, las apuestas públicas, y los servicios derivados de la misma habrían de ser restringidos a los locales adecuados para su ejercicio, con los mismos derechos y obligaciones que se le exigen a una guardería, una farmacia, o una gasolinera, pues no se está contra la su existencia, sino contra su realidad aparentemente descontrolada y que nos monten las Vegas a cada paso que damos, ¿se imaginan ustedes que cualquiera en cualquier lado pudiera montar su chiringuito de fármacos, cuidar niños en su portal, o vender garrafas de gasolina en los semáforos? Entonces, ¿por qué permiten las máquinas tragaperras fuera de los casinos? Debería estar prohibido por ley que los menores pudieran acceder a locales en cuyo interior hubiera máquinas tragaperras; Debería figurar en todas las máquinas tragaperras letreros que advirtieran a los usuarios que jugar en estas máquinas puede perjudicar seriamente la salud mental suya y la de su familia, que puede generar ludopatía, que le puede llevar a la ruina, a la marginalidad…al suicidio. Debería figurar los tantos por ciento que se queda el empresario dueño de la máquina, el dueño del local que la alberga, y lo que se lleva el Estado, para que a los clientes les de asco, y a caso a otros algo de vergüenza. Etc.
Por Naturaleza, el Hombre está inclinado al Mal, y según algunos, la mujer le empuja…pero en este caso tengo muy claro que los gobiernos de turno en lugar de colaborar en la educación cívica de la ciudadanía para ayudarla a seguir el sendero tortuoso y cuesta arriba de la virtud, hace cuanto puede en arrojarla cuesta abajo. Todos sabemos que es más sencillo vengarse que perdonar, envidiar que admirar, gastar que ahorrar, engordar que adelgazar, destruir que construir…bastante difícil nos lo puso el buen Dios con trampas y tentaciones desde el Paraíso hasta hoy, como para que además se nos incite al vicio, con la excusa de que somos libres. La presencia constante de máquinas tragaperras y la pasmosa familiaridad con la que nos movemos entre ellas a todas horas, todos los días, hace de nuestro ejercicio sano de libertad, una proeza no sucumbir ante ellas, en un marco del todo trucado y para el cual no está preparada ni vacunada para actuar en plenas facultades, pues la virtud que es posible practicar, no consiste en ser siempre virtuosos, sino en intentarlo, porque de conseguirlo, se trataría de santidad y todavía quedaría un resto para la angelidad, dado que somos humanos, lo normal, es que de nuestra afición y necesidad de jugar, de tanto incitársenos a echar monedas, acabemos adquiriendo una ludopatía que de ningún modo queríamos, y menos supimos anticipar, de modo que, nuestra libertad fue tratada como la peor de las esclavas haciéndola responsable de su propia calamidad, dirigida magistralmente en una pedagogía negra a manos de sus amos. Curiosamente, bajo este mismo marco legal que permite y ampara la canalla presencia pública de maquinas tragaperras que incitan al juego y generan ludopatía, la Policía no puede incitar al delito para detener a sospechosos de haberlos cometido con anterioridad; tampoco se permite la presencia de armas a la vista en locales públicos, ni el ejercicio de la prostitución, etc.
Y lo que son las cosas…juego en latín se dice “ludus” de donde proviene lúdico, ludotecas, y ludopatía. Casualidad, coincidencia, o serendipia lingüística, las máquinas tragaperras que podrían haberse llamado “cajas de la suerte” “fuentes de fortuna” o “Estrellas de felicidad” pero que han sido bautizadas coloquialmente como máquinas tragaperras, generan ludopatía, podían haber generado inflación, conjuntivitis, o gonorrea, pero generan ludopatía, y si aquellas máquinas que quitaban los puestos de trabajo en los inicios de la industrialización bajo unos gobiernos ajenos al sufrimiento del proletariado, provocaron la aparición del luddismo, es posible que en esta Era Postindustrial, estas otras máquinas que arrebatan su sueldo a los trabajadores bajo el amparo de gobiernos corruptos, resucite su filosofía más práctica y la emprenda a martillazos por no hallar mejor terapia de grupo.

Heredero Froilán

Vamos a bailar el ¡Dale Don dale! de Don Omar...
Vamos a bailar el ¡Dale Don dale! de Don Omar…

 

Quienes acostumbramos a leer prensa extranjera para enterarnos de las cosas que ocurren aquí, estamos de enhorabuena con el reciente artículo firmado por Doña Consuelo Font “Un verano más sin verse las caras” en el que se ocupa, sin desperdicio, de lo mal que se llevan las Infantas Doña Elena y Doña Cristina con la Princesa Doña Letizia, por cuanto supone un sano ejercicio mediático indagar los entresijos de la Casa Real de forma profesional sin llegar a lo chabacano de inmiscuirse en la intimidad de las personas. La pieza, correcta en estilo, abiertamente da detalles de los distintos roces habidos entre cuñadas, presentándolos como base de dicho distanciamiento. Así, se hace eco de la negativa recibida por Doña Cristina de parte de Doña Letizia a su petición de que esta acogiera a sus suegros, los padres Don Iñaqui en su casa de Zarzuela la víspera del Bautizo de Doña Irene en el 2005, o el menosprecio reciente de no asistir a la Primera Comunión de Doña Victoria Federica, asuntos que por si solos son bastante feos, pero que, a mi modo de ver, no son el meollo de la cuestión que se le escapa a la intrépida autora.

En un esfuerzo por asomarse al problema del que esquiva ocuparse como merece, la periodista, al final de su artículo en un alarde de puedo y no quiero, apunta las posibles causas institucionales en la estrategia de la propia Casa Real de dar mayor relevancia a la pareja principesca en detrimento de las infantas caídas en desgracia, para consolidar el inminente relevo de la monarquía. Pero aquí estamos los demás, para añadir la reflexión que da sentido pleno a la información ofrecida en dicho texto.

Antes de continuar, deseo dejar claros a mis amigos lectores los puntos cardinales de mi posición en este texto, por si todavía alguno no los tuviera claros: Primero, soy firme partidario de la opción republicana, pero no por ello soy antimonárquico; la monarquía, como la esclavitud, fue en su época todo un avance humano, si hoy no la apoyo, es porque creo que mal que bien, la sociedad ha madurado para dotarse de representantes democráticamente elegidos, de igual modo que, los esclavos ahora cobran para malvivir. Segundo, soy rotundamente contrario a la discriminación de la mujer, por ende, de la Ley Sálica amparada por nuestra mierda de Constitución que no contenta con ser antidemocrática, es militarista, clasista, xenófoba, falsa y por lo que se ve, también misógina; Tercero, siempre me he declarado partidario de la Infanta Doña Elena, de su causa, me he pronunciado contra la injusticia cometida con ella y con sus descendientes, por quienes siento mucha lástima a la vez que profunda simpatía; Y cuarto, pese a mi tendencia a la teorización soy persona práctica, pactista, posibilista, partidaria del mal menor, que no tengo el menor escrúpulo en abandonar momentáneamente mis ideas, si al abrazar la causa contraria, contribuyo a su destrucción. Dicho lo cual, paso a explicar lo que a mi juicio, está sucediendo…

Digamos que, una cosa es saber intelectualmente lo que va a pasar y otra muy distinta, que eso pase. Desde que nacieron, las Infantas fueron educadas para aceptar con absoluta mansa sumisión, como corresponde a su condición inferior femenina, su posición secundaria en toda escena protocolaria pública mediática ceremonial, cosa que como dicen los constitucionalistas, el pueblo consagró democráticamente al refrendar la Carta Magna. Y la técnica funcionó, mientras estas dos Doñas fueron felices adolescentes, inocentes de la vida, que vivían como iguales entre los acogedores muros palaciegos; Mas, tan pronto como debieron abandonar el nido, padecieron sobre sus carnes las terribles diferencias a las que una despiadada costumbre dinástica de tomar solo en consideración a quien le está reservado el derecho de heredar el Trono, las condenaba de por vida, no sólo en asuntos de imagen, cargos de honor, posición en la foto, sino a algo tan aterrador como ver a tus hijos despojados de las mieles que tu misma gozaste durante la infancia, las cuales, ya jamás podrás disfrutar ni tu, ni tus descendientes, quienes se perderán por siempre en la bruma de los plebeyos, mientras contemplas como tu otrora igual, tu hermano, acapara todos los privilegios para si, garantizando a su estirpe todo aquello que a ti se te ha negado. Tan sombrío destino, no escapa si quiera a mentes borbonas que, aun incapaces para alumbrar a la humanidad ciencia o arte, han demostrado ser muy mañosos en la supervivencia política pese a sus múltiples desmanes, traiciones y cobardías; En consecuencia, huelga decir que, mi querida Infanta Doña Elena, ya le habrá dado algún que otro trote en su linda cabecita amazona, a la injusticia que para con ella y sus descendientes se ha cometido entonces, ahora y para la eternidad; Y si no a ella, seguro que a Froilán sí, que ya apuntó maneras durante aquel memorable bautizo…porque los niños pueden ser pequeños, pero intuyen mejor que nadie cuanto sucede y lo expresan a su manera.
Pues bien, anuncio al mundo que desde hoy, queda inaugurado el bando Froilanista cuyas filas paso a engrosar como su máximo representante, al que espero se sumen pronto todo género de intelectuales, artistas, deportistas, gente de la farándula, el circo, la ufología, y la masonería, con ánimo lúdico-festivo para reproducir cómicamente las añoradas disputas Carlistas, en esta ocasión en clave froilana. El motivo es evidente: el heredero al trono, no le corresponde a Don Felipe, sino a la primogénita Doña Elena, o en su defecto al primogénito de esta, Don Felipe Juan Froilán de Todos los Santos.

Para empezar, creo que todos estaremos de acuerdo en que la Constitución, en el capítulo dedicado a la Casa Real, es como mínimo anticonstitucional y no por un solo concepto, sino por varios, entre los que se haya la discriminación por motivo de sexo para acceder al trono. Hemos aquí que la sociedad española no puede, ni debe consentir que de continuar la monarquía entre nosotros, la Corona que actualmente reposa sobre las sienes de Don Juan Carlos, pase a manos de Don Felipe, pues no sólo supondría una afrenta a Doña Elena y su familia, también para todas las mujeres españolas por constitución, europeas por el Tratado de Roma, del mundo entero atendiendo a la declaración de los DDHH de la ONU y aún de los varones que estamos contra el maltrato animal… Únicamente en la Iglesia Católica semejante atropello podría encontrar cristiana comprensión, pero la misma que hallaron en su seno pío los criminales de Guerra, los dictadores sudamericanos, la mafia financiera del Banco Ambrosiano y los pedófilos. No hay argumento que sostenga la tremenda injusticia que en breve se va a cometer, ante la mirada de todos sin que nadie levante la voz al respecto, que digo yo, algo debería hacer la defensora del Pueblo, la Ministra de >Igualdad, los observadores de Amnistía Internacional y resto de organismos que se ocupan de estas cosas.
Pero supongamos que, escaldados de las guerras en las que esta Sagrada Familia nos ha metido desde que llegó al Trono, la gente no deseara más malos rollos y prefiriese dejar las cosas como están. ¡Vale! Hagamos una especie de Transición Sálica que salvaguardara los dos extremos de legitimidad, la Primogenitura y la masculinidad: Por una parte, conservaríamos de la Ley Sálica vigente que Elena no reine. De haber muerto Don Juan Carlos antes del nacimiento de Froilán, no habría otra alternativa que enfrentar la primogenitura de Doña Elena, a la legalidad que otorgaría el Trono a Don Felipe y no cabría otra lectura de la situación. Pero resulta que durante el reinado de Don Juan Carlos, Doña Elena fue más rápida que Don Felipe en gestar un Nieto Varón, de modo que, su Primogenitura, unida a haber dado un macho a la saga, le devuelve en cierto modo el derecho dinástico, si bien puenteado, en favor de su hijo Froilán. Esta lectura transicional de la Ley Sálica que les brindo, es el quebradero de cabeza de la Corona Borbona, que ve como de nuevo las jugarretas de las braguetas les pone en el centro de todas las miradas, cosa que se traduce en esos continuos roces, plantes y desplantes de los que ha comenzado a hablar la prensa autóctona del coto real, para marear la perdiz, pero de la que les mantendré al tanto con su correcta perspectiva.

Referéndum y representación

Lo dije en cierta ocasión, pero vuelvo a repetirlo. Si un gobernante consulta al pueblo sobre las cuestiones capitales que le afectan, este mismo pueblo, puede empezar a sospechar que dicho gobernante es incapaz de tomar decisiones por si mismo, o peor aún, puede cogerle gusto a eso de opinar y querer pronunciarse sobre esto y aquello entorpeciendo las labores de gobierno.
Lo dije en cierta ocasión, pero vuelvo a repetirlo. Si un gobernante consulta al pueblo sobre las cuestiones capitales que le afectan, este mismo pueblo, puede empezar a sospechar que dicho gobernante es incapaz de tomar decisiones por si mismo, o peor aún, puede cogerle gusto a eso de opinar y querer pronunciarse sobre esto y aquello entorpeciendo las labores de gobierno.

Tan malo es abusar del referéndum como obviarlo por completo. En el primer caso, el Pueblo se expone al riesgo del Asamblearismo donde el exceso de reflexión o la disputa eterna, paralizan la acción, negándole al Gobierno la capacidad de responder a los problemas comunes con cierta coherencia ejecutiva, la cual, permita ser evaluada, juzgada, aprobada o recusada por la propia ciudadanía. En el segundo caso, aparece el vicio de la sobrerrepresentación del gobernante que niega al Pueblo su soberana capacidad de decisión en asuntos, que a lo mejor, no son susceptibles de resolverse por delegación, de igual modo que en un quirófano no hay votación que valga.
En democracia, los asuntos capitales de la sociedad suelen dirimirse por medio de elecciones en las que, tras debatirse las distintas opciones, la ciudadanía elige a sus representantes para que se ocupen de las cuestiones fundamentales de forma profesional continua y supervisada, por un periodo de tiempo limitado, según las líneas generales de un programa que ha sido debidamente publicitado con anterioridad. Normalmente, los programas suelen nutrirse de vaguedades bienintencionadas, grandilocuentes promesas, cuya interpretación depende del presunto sesgo ideológico del electorado o de la tradición histórica de las siglas a las que se asocia. Los partidos mayoritarios, rara vez se atreven a llevar en ellos propuestas radicales que puedan dividir a su feligresía, suscitar la división interna, romper la disciplina de voto, causar recelos entre sus filas, etc. Lo normal, es que afronten los temas controvertidos en escaramuzas mediáticas anunciando y desmintiendo medidas o reformas, para según sea la contestación social, recomponer su discurso.
Pues bien, son precisamente esos temas controvertidos que afectan a la sociedad de forma transversal, más allá de ideologías, clase social, nivel cultural, incluso club de futbol al que se pertenezca, los que requieren un tratamiento democrático suplementario al representativo, pues la sociedad, a todas luces, es muchísimo más plural que lo que aparece retratada en nuestro Parlamento, donde a día de hoy, bien podrían ir a votar ocho políticos cada cual con la fuerza numérica del partido al que representase, pero no con la legitimidad moral del pueblo al que dicen representar. Porque, me niego a pensar que, seamos tan cazurros como para creer que todos los parlamentarios del PSOE, están a favor de la retirada de crucifijos de las aulas o que todos los miembros del PP, estén en contra de la interrupción del embarazo en la práctica. Antes bien, en todas y cada una de las fuerzas políticas habrá una enorme pluralidad de planteamientos, pareceres y experiencias, que quedan acalladas por tan enfermizo modo de entender la representación, cuál es, la de no dejar opinar al Pueblo en nada de cuanto le afecta, salvo cada cuatro años, para escoger al menos malo de cuantos se presentan para usurpar la toma de decisiones.
Temas como la Monarquía, el aborto, la eutanasia, el consumo de ciertas sustancias, la presencia de crucifijos en las aulas, la enseñanza obligatoria de inglés, los permisos para la instalación de antenas de telefonía cerca de los barrios pobres, la incorporación de productos transgénicos en el mercado alimentario o el reciente conflicto de los toros, en los que nadie sabe a ciencia cierta, cuál pudiera ser el sentir general de la ciudadanía y en los que difícilmente puede alcanzarse un consenso político por hallarse en juego matices que transcienden el mero cálculo partidista, deberían empezar a dejarse en nuestras manos, que de no ser menos aptos para la libertad individual de pensamiento y conciencia que los californianos, italianos, holandeses, suizos y resto de personas que viven en democracia, no veo motivo para que en estos asuntos, como en muchos otros, no se nos consulte periódicamente y se nos escamotee tan férreamente como se hace, la convocatoria de consultas populares, a excepción de sondeos de opinión y encuestas, de las que estamos más que sobrados, pero cuyo valor legal no supera al de los billetes del Monopoly.

El aula en casa

Y yo que pensaba que estaba aquí porque mis padres no me quieren. Ahora, rersulta que es debido a que son pobres...
Y yo que pensaba que estaba aquí porque mis padres no me quieren. Ahora, rersulta que es debido a que son pobres...

Tras varios siglos demandando la universalización de la educación pública obligatoria gratuita de parte de las fuerzas cívico-morales que en ello veían un instrumento armonizador para rebajar las diferencias sociales, puede parecer ahora que, lo que reclaman cerca de dos mil familias en el Estado Español, cuál es, su derecho ancestral a educar a sus hijos sin necesidad de llevarlos a la escuela, como se hizo por necesidad durante milenios, sea una pretensión retrógrada, contraproducente e incompatible para con la futura adaptabilidad y capacitación social del niño.

El tema se las trae. No es sencillo pronunciarse sobre dónde poner los límites de a quién pertenece más el niño, si a sus padres o al Estado. Supongo yo que, en un País Abortista como el nuestro, lo suyo sería que los hijos sean más de los padres que se han empeñado en tenerlos, que de una institución que le da igual la evolución del embarazo. Bajo esta premisa, me inclino a pronunciarme a favor del derecho de los padres a educar a sus hijos en casa, pues la educación pública obligatoria gratuita no tiene porque circunscribirse a un edificio como la escuela decimonónica, más parecida hoy a una cárcel, manicomio o asilo que a un sitio dónde los pequeños aprenden para sus vidas como personas y futuros ciudadanos.

La verdad es que no me hacía falta la travesura argumental anterior para mostrarme partidario de esta libre opción educativa que, por supuesto, no aspira a universalizarse, pero si al menos, a tener cabida dentro de la legalidad española, como ya ocurre en casi toda Europa y los EEUU, pues desde muy joven detesto la enseñanza reglada y siempre he visto con muy buenos ojos, cualquier otra alternativa que se pudiera ofrecer, aunque yo ya no pudiera disfrutarla. En una sociedad como la nuestra, dónde impera el ritmo productivo y la entera disposición de los esclavos para el trabajo-consumo alterno-continuo, pocas son las personas libres y capaces para plantearse la mera posibilidad de educar a sus hijos en casa, sin arriesgarse a hacerlo peor que la institución docente, cosa que no debería preocupar ni a los analfabetos, dados los pésimos resultados obtenidos por esta a todos los niveles operacionales, intelectuales, expresión, comprensión, oral, escrita…

Evidentemente, la escuela ha sido un gran avance social para la clase trabajadora que no dispone de tiempo para instruir y educar a sus crías; Pero no para la clase media que disponiendo de tiempo y capacidad ha hecho plena dejación de funciones en la institución, sin reparar que dispone de tiempo, capacidad y recursos para educar a sus hijos en el hogar, para evitar que reciban una enseñanza en serie, más estandarizada que la que puede encontrarse en la moda Pret a porter. Pero qué otra cosa se puede esperar de unos padres que permiten que sus hijos vean la tele que les lava el cerebro para consumir y hablen por el móvil que les generará tumores cerebrales.

Recién salido de la facultad de Filosofía recuerdo que me sometí a un experimento mental para averiguar cuáles eran mis verdaderas ideas sobre los distintos temas que rondaban por la mente. Sin entrar en pormenores, El experimento consistía en situarme frente a un hijo imaginario al que debía educar. Así pude discernir que en mi cabeza hay varios grados, a saber: Pensamiento que comprende todo lo que soy capaz de elucubrar, fantasear, imaginar, teorizar, desear, aborrecer, argumentar, apalabrar, etc; Opinión, que aglutina mi valoración personal sobre los pensamientos que circulan por la mente a los que otorgo valor moral, lógico, real, y resto de categorías o etiquetas de verdad, falsedad, bueno, malo, correcto, incorrecto…Creencia, que es el conjunto de ideas o conceptos, más o menos elaborados, de cuya afirmación, realidad, o cualquier otra cosa, ni me planteo, y cuando me lo planteo, resiste toda prueba o falta de ella en su contra durante un tiempo más pronunciado que si se tratara meramente de ideas pensadas u opinadas. Por último, estaría la voluntad, que albergaría a los deseos, querencias, apetencias, etc. Así fue como me di cuenta de que aunque el pensamiento me dice que sin lugar a dudas Dios no existe…mi capacidad de creer en su existencia, es ilimitada. ¿Qué le debía yo transmitir a mi hipotético hijo? A muchas disyuntivas mucho más complejas y elaboradas que esta debí hacer frente y para mi sorpresa, casi todas las decisiones iban en contra de mi pensamiento. Porque pensar, es muy fácil. Lo difícil es hacerlo bien.
Les he contado todo lo anterior, porque las familias que se han decantado por educar a sus hijos en casa, están realizando una apuesta vital de primer orden que el resto hace a la ligera, pues seguramente habrán tenido que hacer frente a todas esas y muchas otras reflexiones, inmersas en un mar de dudas temerosas sobre si estarán o no haciendo lo correcto, cómo acabarán sus hijos el día de mañana, qué pasará si sale mal y un sin fin de preocupaciones académicas, programáticas, procedimentales que bien podrían eliminarse, si de una vez el Ministerio de educación acepta esta otra vía de el Aula en Casa, poniendo a disposición de los padres y de sus hijos todas las ventajas de las que gozan obligatoriamente el resto de ciudadanos en los centros vigilados, como son el derecho a examen, tutorías, y la necesaria regulación de esta otra forma de educar, por cierto, mucho más anterior, sana, eficaz y natural que la que actualmente se le suministra a la juventud, como podrán averiguar por si mismos en www.educacionlibre.org

Cocacolonización

Cuando un niño tiene en su mano la botella de Coca Cola, realiza sus más tiernas fantasías freudianas con su madre; Cuando la niña se la lleva a su boca, hace lo propio con su papá.
Cuando un niño tiene en su mano la botella de Coca Cola, realiza sus más tiernas fantasías freudianas con su madre; Cuando la niña se la lleva a su boca, hace lo propio con su papá.

Mucho antes de la llegada de los europeos, las culturas autóctonas americanas ya consumían hojas de coca para aliviar sus fatigas y por qué no reconocerlo, obtener también dosis de placer, que ya les proporcionaban otras substancias como el chocolate y el tabaco, que ahora nosotros consumimos del todo desgajado de aquellas virtudes y atribuciones primigenias para las que fueran concebidas, pues cuando entonces los pueblos hacían un uso de ellos, dentro de un orden enmarcado en ancestrales ritos, liturgias y tradiciones, que ayudaban al cuerpo y al espíritu a canalizar saludablemente sus múltiples beneficios lúdico-terapéuticos evitando en lo demás, sus potenciales riesgos para los primerizos, menos avezados en su docto manejo. Nada que ver entonces, con el modo alienado, segmentado e irresponsable con el que los occidentales nos entregamos por entero a su disfrute, separando sin pudor, las distintas esferas que en su realidad concurrían haciendo de la sustancia, pura materia sin esencia, sin cultura ni sociedad a la que remitirse, quedándose así, solo con sus desligados efectos somáticos que ahora, atendemos como nocivos.
Así se comprende mejor lo sucedido con la más famosa fórmula farmacológica, aquella ideada en 1885 por John Penberton, en su establecimiento de Atlanta, cual eficaz remedio para jaquecas, vómitos, y toda suerte de males estomacales (propiedades que todavía mantiene) que en pocos meses, fue requerida por sus conciudadanos, como refrescante bebida a 5 centavos el vaso, apareciendo ya comercializado en todos los EE.UU., en 1893 previa venta de su patente a un avispado industrial por la irrisoria cifra de 2.500 $ de la época, bautizada y logotizada como hoy se la conoce. Así, lo que empezó siendo un simple jarabe a base de hojas de coca, mezclado con semillas de cola, para aliviar molestias y dolores, ha terminado convirtiéndose en un símbolo omnipresente en todo el orbe asentando su imperio y estandarte en más países que miembros tiene la ONU, haciendo de la Coca-Cola, el primer imperio genuinamente universal y de su expansión una auténtica Coca-colonización mundial, abriendo mercados en los lugares más insospechados e inhóspitos que pudieran imaginarse, desde el hermético reino de Bután, el recóndito Tibet, en el árido Sahara hasta tener presencia permanente en las bases científicas de la Antártida, manteniendo un continuo flujo de suministros a las provincias en guerra de Irak o Afganistán, al tiempo que se entiende con antiguos enemigos, como China, Rusia, Libia, Cuba, e incluso, salvando turbulencias diplomáticas con el mismísimo eje del mal formado por Siria, Irán y Corea del Norte.
Como se aprecia, la Coca-Colonización supera en todos los órdenes a cualquier imperio conocido en la Historia, sea en recursos humanos, si atendemos a su plantilla global, sea en infraestructuras, recaudación de impuestos, influencia financiera, habilidad diplomática, etc. Si en el imperio español de los Austria, o en el victoriano imperio inglés, podía decirse que no se ponía el sol, en el imperio de la Coca-Cola, podría decirse que tampoco se pone la luna, pues hasta allí ha llegado su poder en forma de publicidad a manos de un astronauta, dentro de la MIR, y creo no tardará el día en que veamos toda su faz envuelta en el lema de la Coca-Cola, irradiando desde lo alto a todo el firmamento.
Pero como la luna, el imperio de la Coca-Cola y sus efervescentes efectos de su Coca-Colonización, tienen dos caras: la cara que se nos ofrece es la de un refresco burbujeante, divertido, inocuo, barato, lleno de vida, fiesta y alegría, de carácter universal, trasnacional, intercultural, intergeneracional, aconfesional… pero tras éste subliminal mensaje que se nos mete por los ojos y oídos en vallas publicitarias, videoclips, videojuegos, merchandising, radio, cine, televisión, periódicos, revistas, internet… se esconde una oscura y gélida realidad que ni el más agresivo de los marketings puede ocultar: ¡la Coca-Cola, tortura y asesina! espiritualmente nuestra sociedad por medio de un proceso de Coca-Colonización, no solo de los mercados del mundo laboral y de la producción como cabría sospechar, sino también afectando la salud de los cuerpos, apropiándose de los recursos acuíferos, infectando las tierras de los pueblos, esclavizando a sus gentes, extorsionando a los gobiernos, manipulando las mentes infantiles. Conviene entonces, conocer éstos hechos y exponer cómo opera la Coca-Colonización:
– La Coca-colonización del cuerpo: La Coca-Cola es un agente agresivo y extraño al cuerpo, como no podía ser de otra manera con un producto elaborado a base de pura química. Tanto es así, que varios gobiernos han intentado suprimir su producción como en su día lo intentara Francia (1954). Su consumo es muy nocivo sobre todo, entre los más pequeños, pudiendo provocar diabetes, obesidad, anemia, aparte de las conocidas aerofagias gastrointestinales. El ácido fosfórico que contiene, es sumamente corrosivo para los metales, y en buena lógica en modo alguno puede ser beneficioso para el tubo digestivo y la flora intestinal que tanto procuramos cuidar bebiendo y comiendo toda suerte de yogures, por no hablar de lo pernicioso que resulta su ingesta para la salud bucal, dado que de modo inmisericorde, pudre y destruye por dentro los dientes con el peligro que ello supone para las encías y los nervios maxilares. Huelga decir lo alarmante que resulta para la salud componentes como el edulcorante Ciclomato de Potasio, cuya probada peligrosidad ha suscitado múltiples debates en la OMS y hasta se ha prohibido su uso en la propia patria de la Coca-Cola, los Estados Unidos. Es posible, que como dice la propaganda, de beber Coca-Cola, que se sepa no se ha muerto nadie. No es mal argumento en su defensa, pero de ahí a concluir que sea sana su ingestión, hay un trecho muy largo.
– La Coca-Colonización de las mentes: lamentablemente, la mayoría de nosotros nacimos en un mundo ya Coca-colonizado en el que su presencia nos era impuesta en fiestas y cumpleaños, como un invitado más que se colaba de rondón, como decía en la canción Mecano, por no hablar de su mejor embajador infantil que no es otro que el ignominioso Papá Noel. Por suerte para mí, desde pequeño me han insultado eso de Nicola Coca-Cola y es probable que gracias a ello, tomara conciencia de estar inmerso en una gran burbuja colectiva de control Coca-Colamental. Así, empecé a peguntarme a qué demonios sabía la Coca-Cola para que precisase de tanto anuncio y propaganda: tenemos el logotipo de la Coca-Cola en los letreros de los bares, como señales de tráfico en la carretera, en las paradas de autobuses, en los partidos de futbol, como colaboradores de todos los actos deportivos, en carteles, en sintonías de radio, en spots publicitarios de la televisión, en camisetas, llaveros, gorras y todo ello, que suponemos cuesta a la empresa miles de millones, tienen por un único objeto, hacer apetecible la Coca-Cola, cosa extraña dado que en principio bastaría con probarla para apreciar toda su bondad y buen sabor, y ello, aparte de hacernos recelar sobre su auténtica realidad, nos repercute en el precio y contamina el medio ambiente visual, lumínico y mental, con toda clase de mensajes y lucecitas que nos incitan a beber Coca-Cola, como remedio para ahogar nuestras frustraciones. De éste modo, una infancia y juventud que nace y crece bebiendo Coca-Cola, pasa bruscamente de la leche materna al refresco, homogeneizando el gusto por medio de una pauperización de las papilas gustativas que raramente disfrutarán del agua mineral, zumos varios, horchatas, jugo de coco, infusiones, cervezas y otras milenarias tretas que la especie ha ideado a lo largo de los últimos milenios para agenciarse nuestra diaria dosis de líquido. Con ello, por medio de ésta homogeneización del sabor, se homogeneiza también por vía oral, su forma de conocer el mundo, su experiencia, su personalidad, su realidad e ideología, que pasan a ser clónicas, para acceder a la común unión grupal que le posibilita disfrutar la Chispa de la Vida con colegas de todo el mundo, que como ellos vestirán vaqueros, sudaderas y comerán únicamente hamburguesas con kepchup y patatas fritas. Pero aún siendo esto malo, no es lo peor. La Coca-colonización de la mente, predispone a los adolescentes hacia la más sumisa alineación social y les convierte adictos del sistema, incitándoles de por vida, a la drogadicción, generando en ellos La Sensación de Vivir cuando arriman el cuello de la botella al labio, exacerbando en ellos, los latentes impulsos orales libidinosos, freudianos de la desinhibición sexual, con la frustración que ello conlleva en una etapa de formación e inmadurez, originándoles su primer estrés y desasosiego existencial, cuando éste no puede satisfacerse en la realidad, dando pie a los primeros síntomas de ansiedad propios de cuantos han generado una dependencia; la misma que sienten los toxicómanos cuando les falta su dosis diaria. Es por éste motivo, que es fácil ver el recorrido de un chaval de éstas edades que empieza a beber a morro, con impaciencia y desasosiego su primera Coca-Cola, de ahí pasa a dar su primera calada al cigarro, después pasa al porro, y acaba inyectándose heroína en las mismas venas por las que la Coca-Cola se come a los glóbulos rojos que todavía le quedan para luchar contra la anemia que le provoca. Por no citar la predisposición psíquica de los niños a esnifar Coca, dado que desde su infancia han asociado la coca, no a su milenaria presencia entre los indígenas y a sus cuidados farmacológicos y terapéuticos, sino a la sensual y marilinmonroe forma de la botella de Coca-cola, y como la propia empresa dice, la vida con Coca, es mucho mejor.
– La Coca-Colonización ambiental: A las ya apuntadas contaminaciones lumínicas y del impacto en el paisaje con sus numerosos letreros lumínicos, y vallas publicitarias, que inundan nuestras calles y plazas, hemos de sumarle el inmenso daño medioambiental que supone el despilfarro de energía y materiales en semejante exuberancia para algo tan insustancial y baladí como es un refresco. El daño ecológico que lleva aparejado todo ello, es de tal magnitud a nivel mundial que ni los más expertos en la materia han podido calcularlo pues los números sobrepasan la capacidad comprensiva de su realidad, si tomamos en cuenta, la extensión del fenómeno por todos los rincones del mundo y su dilación en años, a lo largo de todo un siglo: son incalculables las materias primas que se dilapidan en su publicidad, en su producción, en su distribución y hasta en su reciclaje. La energía que se dedica a la irradiación y consumo de la Coca-Cola, seguramente podría compararse a la que se dedica en todo el globo, al fomento de la cultura, incluidas las artes cinematográficas, siquiera la mismísima iglesia católica podía igualar en recursos invertidos para potenciar su imagen a lo largo de su historia con lo que la empresa Coca-Cola en un solo siglo han invertido en dar a conocer su imagen por todo el mundo.
– Coca-Colonización de la Tierra: La Coca-Cola Company tiene diseminados por todo el globo infinidad de industrias asociadas a las que suministra el jarabe y a las que autoriza para hacer el preparado que distribuyen a través de su inmensa flota de transporte (la más grande del planeta) tejiendo así una tupida red global de bases logísticas aledañas a todos y cada uno de los centros urbanos del planeta Tierra. Su capacidad de maniobra, geoestratégica, de operación de alcance, es con mucho, muy superior al que pudiera desplegar la OTAN y los propios Estados Unidos con sus bases militares. Esta empresa y sus acólitos, se hacen con el dominio de los recursos acuíferos de la zona donde se instalan y dedican ingentes cantidades en manipular socialmente las instituciones y las gentes entre las que trata. Estas empresas ocupan extensos terrenos y cuantiosos metros cuadrados para poder luego especular con sus terrenos y sobre los derechos y privilegios en la explotación de acuíferos y manantiales. En este orden de cosas, es conocido lo ocurrido en el estado mejicano de Chiapas, paradigmático en cómo opera esta empresa cuando los recursos hidráulicos escasean y que es de suponer suceda también aquí entre nosotros cuando en un futuro próximo pueda darse el caso. En este sentido los gobiernos de Israel, Jordania y la India, ya han empezado a tomar cartas en el asunto, para ponerle coto a este monstruo Coca-Colosal que engulle los preciados recursos naturales vitales para la población. También hemos de tomar nota de las múltiples denuncias realizadas por organismos como Green Peace quienes han dado a conocer al mundo el modo en cómo la empresa Coca-Cola, contamina extensas regiones cultivables con sus desperdicios químicos, que por un lado, infectan los acuíferos destinados al consumo humano, y por otro, los alimentos de la tierra y de los animales que se nutren de ella, extendiendo así su insana presencia a toda la cadena trófica. Acaso sirva de ejemplo propio lo acontecido en el mismísimo corazón europeo de Bélgica, donde hubo de prohibirse su venta y comercialización a mediados de los noventa por causar vómitos, diarreas y úlceras en quines la ingirieron.
– Coca-Colonización social: ¡La Coca-Cola tortura y asesina! puede resultar una hipérbole propia de exaltados urbanitas antisistema, pero en ocasiones, la presencia de ésta compañía, tiene efectos que George Bush, denominaría colaterales en las sociedades en las que irrumpe: Cualquier empleado del imperio Coca-Cola, tiene muy presente las relaciones Coca-Colaborales : desde los años 80 a día de hoy, varias decenas de sindicalistas que trabajaban en la compañía Coca-Cola han muerto a manos de sicarios, paramilitares y mercenarios, cuando no, se han caído por el ascensor, por las escaleras o han fallecido en inexplicables accidentes de tráfico. Para entender lo que esto significa, no estaría de más, contrastarlo con lo acontecido en otras grandes compañías para observar el inusual alto índice de fallecimientos sindicales que se dan en ésta empresa. Pero la violencia que se ejerce sobre los trabajadores, también repercute sobre las redes de transportes, o incluso sobre los pequeños hosteleros a los que se les aplica procedimientos monopolistas obligándoles a adquirir toda una gama de productos que van desde el agua Aquabona hasta la propia Coca-Cola, pasando por la Fanta de Naranja, Fanta de Limón, el Nesté, Sprite, y con ello, obligando también a los consumidores a no poder escapar de la compañía Coca-Cola cuando tomamos conciencia de lo que su realidad significa. Cosa que en cambio no sucede con las también fuertes cadenas de alimentación o de tabaco, donde por ejemplo, la Phillip Morris sí que pugna en libre competencia con otras marcas del sector. Su fuerza y poderío es de tal magnitud que se permiten financiar campañas políticas antagónicas por todo el mundo, apoyar a líderes demócratas y regímenes dictatoriales, que por supuesto, le son afines ideológica y comercialmente, o que sean susceptibles de facilitarle las cosas, en la legislación laboral de los contratos, en la condonación de las multas, e indemnizaciones que los tribunales sucesivamente le imponen, que le otorgarán sustanciales cotas de mercado, en escuelas, universidades, campañas bélicas… Por todo ello, la compañía no duda en utilizar su flota de camiones frigoríficos, para transportar cadáveres durante el golpe de Pinochet o en donar cientos de miles de dólares a George Bush, apoyar guerras como las de Corea, Vietnam, Irak, Afganistán, y por supuesto, sufragar toda la publicidad hollywoodense que luego nos llega a nuestros hogares en forma de películas y teleseries.
– La Coca-Colonización militar: El imperio de la Coca-Cola, por su poderío económico, estratégico, institucional, por su capital humano, y sobre todo, por su inmensa red de distribución, no ha pasado inadvertida a los expertos y estrategas estadounidenses que ya tienen previstos distintos planes en cómo poder usar éste latente y extendido recurso universal entre los que podría estar el envenenamiento global del planeta, si llegara el caso: Para ello, las autoridades militares como ya hicieran con la NASA, Echelon, y otras muchas, habrían pactado con Coca-Cola Company, que en caso de que fuera necesario suministrarían universalmente un jarabe con una bacteria nociva al objeto de crear bajas y problemas en países enemigos u hostiles. Es de suponer que una multinacional del prestigio de la Coca-Cola, mire más por sus intereses comerciales que por su ardor patrio. Pero nunca se sabe.

Por todo ello, hemos de ser conscientes que beber Coca-Cola no es como dar un sorbo de una gaseosa cualquiera, tomar un mosto o un zumo de naranja. Cuando uno bebe Coca-Cola, consume un sistema y asume haciendo suyo su espíritu y su mensaje. Occidente, democracia y Coca-cola son todo uno y lo mismo. Una efervescencia burbujeante, de dulce sabor, muy nociva para la salud del individuo e indigesta para las sociedades. Beber Coca-Cola es un modo de comulgar con el imperio Yanqui, de aceptar el capitalismo salvaje, un injusto reparto de la riqueza, dar por bueno el estatus quo imperante, decir no al ecosistema, decir sí a la guerra y en definitiva, tragar toda la propaganda, manipulación, mentira y falsedad que nos presenta la Chispa de la Vida.