La ambigüedad del idioma castellano, vuelve a la carga, esta vez, en forma de petición al ejecutivo por unanimidad de todos los partidos con representación en la Comisión de defensa del Congreso, los cuales, tras analizar en detalle el informe presentado por la Secretaria de Estado para el Comercio sobre la venta de armas el pasado Junio, ha concluido que debe evitarse exportar material bélico a países “preocupantes” por estar inmersos en conflictos armados, suponer una amenaza agresora para sus vecinos o contravenir de continuo el respeto a los Derechos Humanos. Todos los grupos coincidieron igualmente en exigir un mayor detalle en el destino y uso del material exportado.
Pues bien, sucede que, aunque el informe que ha suscitado este revolcón ético de nuestros Congresistas, aludía a países como Libia o Irán e invitaba veladamente a pensar en Venezuela o Siria, lo cierto es, que estos Estados no son lo que se dice Países preocupantes en traducción estricta; Antes bien serían Países preocupados. Déjenme explicarlo:
Hubo un tiempo en que el Tíbet y China eran países vecinos. Pero en cuanto China puso sus ojillos en aquel minúsculo techo del mundo, entonces Tíbet pasó a ser un país preocupado y China un país preocupante. Otro tanto sucedió con Rusia y las Repúblicas Bálticas, Alemania y Polonia, el territorio del Sahara y Marruecos, Palestina e Israel, etc. Hoy Alemania y Polonia como Rusia y las Repúblicas Bálticas han vuelto a ser vecinos. No así el resto que reparten su suerte siendo unos países ocupantes y otros ocupados.
Hemos entonces que distinguir entre las naciones actuales, cuáles son merecedoras de uno u otro apelativo para averiguar en qué medida es ético hacer negocio con ellos sin contravenir la recomendación del Congreso, asunto difícil si tomamos en consideración que habremos de descartar vender armas además de a países inmersos en guerras como le sucede a media África, que ejerzan ocupación o combatan por su liberación como los mencionados, que tengan serios conflictos internos o anden en guerra civil como le ocurre a Colombia, que ya era bastante cautela para una industria que vive de ello, ahora tampoco se podrá hacer tratos con Estados tradicionalmente Pre-ocupantes, como lo son las distintas potencias europeas con Gran Bretaña y Francia a la cabeza y por supuesto los EEUU, que llevan ocupando y preocupando al mundo entero varios siglos.
En cuanto a dar un mayor detalle del uso y empleo del material vendido por España…no se lo recomiendo a sus Señorías. Es muy gore. De no ser, que les vaya las imágenes truculentas, cargaditas de morbo, en cuyo caso, es más que probable que la realidad colme sus más exigentes expectativas.
Tras documentarme un poco, debo admitir que el rey de Sealand me cae bien; pero el príncipe, que ha entrado en tratos con una inmobiliaria española para vender su reino, se comporta como un vende patrias y un príncipe felón. Peor que Fernando VII; porque éste tuvo que vérselas con Napoléón, que era mucho Napoleón.