La reciente “Operación Galgo” contra el dopaje en el deporte español ha puesto de manifiesto, una vez más, cómo de bien funciona un sistema en el que una mano lava la otra y aquí no ha pasado nada, pues, los mismos que ahora se escandalizan por lo sucedido, entiéndase responsables políticos, miembros de las federaciones, medios de comunicación, patrocinadores y el propio público en general, son los que sin ningún escrúpulo aplauden dicho comportamiento apartando la mirada de las evidencias que no suben al marcador para luego denunciarlas, criticarlas y señalarlas con el dedo, como si a todos nos pillara por sorpresa descubrir la poción mágica que ha convertido a España en una potencia deportiva.
Donde ahora todos ven a una mujer infame, que ha hecho añicos la ilusión de los niños, que ha defraudado la confianza que en ella han puesto los Organismos Oficiales, que ha traicionado a sus compañeros, que ha sumido en el fango el prestigio patrio tan laureado y colmado de medallas, contribuyendo con su denigrante ejemplo a la debacle moral del país, sumamente necesitado de alegrías…ahí donde la tienen, yo solo veo a una víctima más de un Plan dop-ADO que fuerza la consecución de resultados deportivos para suplir la palmaria ausencia de estos en los terrenos educativos, laborales, de integración, lucha contra la drogadicción y demás asuntos que acucian a la ciudadanía, para los que no se ha dedicado el mismo esfuerzo.
Porque ¡Ustedes dirán! Es bastante sospechoso que un país dedicado al cante y el bailoteo continuo, entregado de lleno a la ley del mínimo esfuerzo, que vive de subvenciones y subsidios, en el que brilla por su ausencia una formación decente de la juventud, las empresas son poco competitivas, los políticos son cortoplacistas y su electordo resultadista, obtenga el éxito que obtiene en un terreno en el que es necesario espíritu de sacrificio, entrenar duro durante largas temporadas, luchar contra la adversidad cuando el viento sopla de cara, saber competir, resistir y no venirse abajo a la primera de cambio, tener confianza en las propias fuerzas y mostrarse solidario con los compañeros fortaleciendo al equipo y la afición…cuando bien sabemos todos que nada de ello ocurre en nuestra sociedad.