House y la terapio-terapia

http://www.youtube.com/watch?v=ggNtp2lfwHM

Series como House, basadas en la terapia-ficción, han elevado a su máxima potencia la merecida confianza que el ciudadano tenía en este saber humano que aún plagado de errores y fracasos, con todo, nunca hasta ahora, había frustrado tanto a pacientes y familiares que mal acostumbrados a visionar en la pantalla como los problemas se resuelven ipso facto sin necesidad de más ¡Abracadabra! que una cáustica salida de un genial excéntrico, se exasperan a la más mínima demora en el diagnóstico, cualquier pequeña falta en el tratamiento, imprecisión del análisis o equivocado tratamiento, pues cualquier resultado adverso, es actualmente juzgado desde la necia intolerancia al mal más natural de cuantos hay, el de la propia limitación de nuestra naturaleza, que sólo en la fantasía de los guionistas discurre exitosa entre los distintos obstáculos argumentales que se precisan para el desenlace previsiblemente feliz.

A consecuencia de todo ello, nuestra Sanidad, esa que es practicada por médicos de carrera en grandes hospitales públicos, dotados del mejor instrumental pagado con nuestros impuestos, auxiliados por los cuidados de enfermería y la industria farmacológica que se han formado en nuestras universidades estatales, corre el riesgo de morir de éxito sin que nada lo pueda remediar.

Por un lado, sin saberse muy bien por qué, de pronto, la gente ha empezado a buscar la cura de sus males en otras disciplinas marginales que no han encontrado el suficiente acomodo en la ortodoxia terapéutica occidental, como la color-terapia, músico-terapia, aroma-terapia, riso-terapia, cristal-terapia, pareciendo que todas las cosas que nos rodean tienen la facultad de curar, desde el agua de la homeopatía a los pinchazos de la acupuntura sin olvidarnos de los beneficios de la hipnosis, el Feng shui y la práctica del yoga, todo, menos la medicina y los medicamentos, por lo que es posible que al final lo que se este demandando sea una terapia de la terapia, aunque lo único que se está consiguiendo es generar una terapiopatía que compulsivamente busca curas en la superchería mas recóndita y en los cachivaches más insospechados, como esas pulseritas magnéticas o como acabo de leer en los diarios, en unas bragas de tela prodigiosa a base de algas marinas.

Es posible, que la medicina moderna basada en el estudio intelectual, la observación científica, el trabajo de laboratorio, que tan buenos resultados ha cosechado en prevenir, combatir, controlar y eliminar la enfermedad, sin embargo, haya descuidado al paciente aquejado de la misma y ciertamente, requiera incorporar algunos elementos que ofrecen esas otras curas que ahora se ofrecen como alternativas, cuando desde una perspectiva más amplia podría denominarse complementarias. Y efectivamente, es posible que la medicina ortodoxa necesitara ella misma una terapia que corrija este defecto de desafecto tendente al cientificismo, excelente para combatir a los agentes patógenos, mas ya trasnochado e ineficaz para tratar con las personas. Mientras no se acometa esta cura de la propia medicina, por muchos que sean los éxitos positivos que el más avanzado instrumental pueda ofrecer, nunca colmará ese anhelo de atención que requieren los enfermos y que es precisamente el que ofrecían antaño los chamanes, hechiceros, brujos, curanderos, confesores…y en la actualidad, homeópatas o psicólogos, al margen de quienes se dedican a las disciplinas enumeradas y un sinfín de charlatanes de los que no está exento saber alguno, ingrediente imposible de recetar por prescripción médica y que no puede adquirirse en las farmacias que es el que precisamente el espectador detecta en la serie mencionada en la que todo un equipo de médicos no hacen otra cosa en sus vidas que preocuparse por lo que le ocurre al paciente de turno desde todas las perspectivas posibles, razón última de que al final, el bien, prevalezca sobre el mal y haya una cura rápida y efectiva. Mientras ello no suceda, la gente irá de terapia en terapia buscando aquella cura que solo las personas pueden dar a las personas y que mucha gente echa en falta en una profesión que debería ser vocacional.

Y de otro lado, las inquietas mentes neoliberales creen hallar la pócima milagrosa en la privatización de la Sanidad pública poniendo como ejemplo a tan nefasta serie donde los pacientes son tan bien tratados, no por la vocación o capacitación de los personajes que en ella intervienen, sino porque esos pacientes son además clientes que pagan las facturas, auténtico mensaje subliminal que nos administra la quintacolumnista programación televisiva a toda la familia en el hogar, sin necesidad de que vayamos a recibir las píldoras milagrosas de esperanza Aguirre y el Partido Popular en este capítulo, haciéndonos olvidar que en nuestra Sanidad pública, precisamente los pacientes por ser sólo pacientes, somos tratados como tales, indistintamente de nuestra nómina, pero evidentemente, no gratis, que para algo son los impuestos.

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