En estos tiempos difíciles en los que David Copperfield tendría mucha faena, los Panchos harían su Agosto en plenos carnavales sin necesidad de demasiados esfuerzos, bastaría con retocar un poquito una de sus más populares letras cantadas por el mundo entero. Su nueva versión sería “Si tú me dices ¡Ten!”Muy apropiada a la España de Rinconete y Cortadillo que ya describiera Cervantes.
Si tú me dices ¡Ten! Lo tomo todo/ Si tú me dices ¡Ten! Será todo para mi/ Mis momentos más ocultos también te los daré/ Mis secretos que no son pocos serán tuyos también./ Si tú me dices ¡Ten! Todo cambiará/ Si tú me dices ¡Ten! Habrá felicidad/ Si tú me dices ¡Ten! Si tú me dices ¡Ten!/ No detengas el momento por las indecisiones/ Para unir alma con alma, corazón con corazón./ Reír contigo ante cualquier dolor/ Llorar contigo, llorar contigo, será mi salvación./ Que no se te haga tarde y te encuentres en la calle…perdido, sin rumbo, en el lodo./ Pero si tú me dices ¡Ten! Lo tomo todo.
Por supuesto la letrita se presta a muchas interpretaciones y traiciones. Pero dado que tengo la palabra, déjenme hacer de libre traductor de castellano llano, a español malhablado…Si tú me ofreces un soborno, lo acepto enterito, pero no será todo para mí. Si tu me das un regalito, todo cambiará a tu favor en el juzgado y la recalificación, así como en subvenciones. No dudes en hacer pagos bajo mesa de la caja B que somos todos iguales corruptos y corrompedores. Riámonos juntos de los perjuicios ajenos ocasionados por nuestra conducta. Pero si nos pillan, mis problemas serán los tuyos. Que no se te ocurra descubrir el pastel. Pero, ya sabes…si tú me dices ¡Ten! Lo tomo todo.
Ya me imagino a los votantes populares y socialistas haciendo la ronda por sus respectivas sedes de Génova y Ferraz guitarras y panderetas en mano tatareando la nueva versión. Es posible que sus efectos no sean más halagüeños que los cosechados por los noctámbulos mozos y tunantes de parte de sus platónicas amadas que entre alborozadas y engreidas, siempre desdeñosas parecían suspirar ante la ventana, cuando a la media vuelta entre risitas volvían a sus camas a darse el revolcón con el primero que entraba como contaba la canción de”Ana” verdadero contrapunto a la ñoña e indecente “Margarita se llama mi amor” de las que ya me ocuparé en otra ocasión.