La Teoría de Juegos de aquellas mentes maravillosas que buscaron soluciones lógicas a los distintos procesos mentales paradójicos o de enrevesado planteamiento, como el famoso “Dilema del prisionero”, “el altruista”, “el gallina”, o “el mal menor” y tantos otros que disfrazados de circunstancia se nos presentan cada vez que hemos de sopesar elegir entre el beneficio privado seguro inmediato y un incierto beneficio colectivo mayor, prestarse a ceder el asiento primero en un autobús atestado a una ancianita, ceder el paso al peatón que viene de frente en la acera o volverse atrás en un negocio pese ha haber invertido una suma importante de capital por atisbar malas perspectivas…se está viendo enriquecida nuevamente con lo que he dado en denominar “Dilema del traidor” en el que parece inmersa la reflexión de Izquierda Unida que no deja de sorprendernos en su capacidad disociativa que raya lo paranormal desde que iniciara su andadura partitocrática por los ochenta, pues en deshonor a su pretencioso nombre, no ha hecho otra cosa que ir de división en división y cuando parecía que su singularísima representación parlamentaria personificada en la triste figura de Llamazares haría la competencia a la Iglesia Católica en cuanto a Unidad se refiere…resulta que la comunión democrática de sus bases no se transustancializa que diría Tomás de Aquino, en la cúpula dirigente, de no ser que lleguen a las manos y veamos la sangre en el cuerpo de alguna de sus cabezas estatales o regionales, como única salida sacrificial viable para expiar las culpas de un sistema partitocrático que se mire como se mire, aboca a unos y otros a tan enojosa situación.
Porque, cierto es que, en un partido político, las bases votan democráticamente – cuando se les deja hacerlo – las decisiones fundamentales que conciernen a su organización y desde el mismo momento que cometen semejante acto, asumen tácitamente el resultado de la mayoría. Ahora bien, los partidos se organizan de modo representativo, por lo que los representantes elegidos por las distintas circunscripciones, son quienes acuden a otros foros donde las bases deciden de modo diferido a través suyo por delegación. Estos representantes, votan a su vez a otros representantes que entran en la ejecutiva quienes en principio habrán de reflejar el sentir general y quienes no se sientan representados por las resoluciones por ellos tomadas, como buenos militantes se verán obligados a acatarlas moralmente, por cuanto desde su inicio participaron en las votaciones soberanas que transmiten la legitimación democrática de dicha resolución de la Junta Directiva que ahora siente como adversa pese a ser plenamente democrática. Esto es lo que sucede cuando sólo se escupe hacia arriba…que te cae encima. Por ello, con razón se exige desde la cúpula de Izquierda Unida a los compañeros extremeños, que acaten la decisión tomada por la dirección general, con el agravante de que la misma fuera anunciada públicamente que los votos de IU, nunca ni por activa ni por pasiva servirían para facilitar gobiernos del PP – Anuncio borreguil de Cayo Lara que le da un revolcón al ¡Programa! ¡Programa! ¡Programa! De Julio Anguita – sin que sepamos, que cuando aquello fuera denunciado, y en consecuencia, podría decirse que de continuar en sus trece los diputados extremeños de la formación, bien podrían sentirse traidores al sentir general de Izquierda Unida.
Ahora bien…sucede que este partido, contempla en sus estatutos consultar a sus bases las decisiones de calado como en este caso se refrendó la cuestión pasadas las elecciones saliendo como resultado la opción conocida de abstenerse y dejar gobernar a la lista más votada, aunque ello suponga la salida del PSOE del Gobierno autonómico y dejar vía libre al PP. Si ahora bien los dirigentes extremeños, como los nacionales de IU hacen caso omiso de esta resolución democrática de aquellos que la conforman en el escenario principal con sus cuotas y trabajo personal, entonces asistiríamos igualmente a una traición en toda regla a la decisión democrática de las bases.
Pues bien, en esta disyuntiva de potenciales traiciones, sólo se me ocurren dos posibles soluciones: una de corte matemática al gusto de aquellos pioneros y compañía que conjugue la baza a favor de la dirección, cuál es, el supuesto del sentir mayoritario de la militancia a favor de sus tesis fuera de Extremadura y la baza de los militantes Extremeños consistente en que se trata de su realidad, cosa que podría hacerse estableciendo algún tipo de variable que saque algún factor entre el número de votos y los kilómetros desde dónde son emitidos respecto al Parlamento en cuestión, cuyo valor se vería directamente incrementado en función de la cercanía y a la inversa…y otra que tendría que ver más con la desvergüenza que imploraría a los dos partidos mayoritarios a jugársela a cara o cruz y a respetar el resultado del azar, comprometiéndose a prestarse los votos, como parece que ha dado a entender el honrado Bono.
Interesantes dilemas. Pero creo que no están todos. Falta el dilema de responsabilizar a IU, formación que no estaba en el Parlamento, de resolver el desaguisado creado por el batacazo electoral del PSOE y el traspaso de muchos de sus votos al PP.
Está el dilema del propio PSOE, partido «socialista» y «obrero» que aplica las mismas recetas económicas que el PP para salir de la crisis y tiene más «familiares» colocados en la Junta de Extremadura que ningún otro gobierno.
Está el dilema del Partido «Popular», que defiende no obstante los intereses de élites económicas y empresariales, no de la mayoría social que vota.
En definitiva, el dilema de elegir entre lo «malo» y lo «peor», lo que pasa que aquí no está claro quién encarna qué.
Con tanto dilema, es normal que se conforme un lío como una casa.
un cordial saludo.
El problema de IU es que no es un verdadero partido político, sino una coalición: un magma ideológico formado por comunistas,ecologistas,feministas, cristianos progresistas, diversas corrientes del movimiento de
gays y lesbianas,etc. Los dirigentes se empeñan en que funcione como un partido y no como lo que es. Por eso le sobrevienen estos problemas.
El Partido Comunista la creó e impulsó para obtener un amplia base electoral y trascender los límites que le imponía un comunismo al modo soviético, que ya empezaba a pasarse de moda. La tradicional disciplina del PCE se ha evaporado y los defectos organizativos de IU se hacen bien patentes.