Según cuentan los expertos en economía y no se cansan de repetir los voceros del Régimen “Democrático, supongo” que diría Stanley, la crisis es una oportunidad para los espíritus emprendedores ¡que los hay! en nuestra sociedad, capaces de afrontar la adversidad con el mismo ímpetu con el que en su día los navegantes no vieron en rios y mares algo que separaba a los pueblos, sino aquello que les unía.
Atendiendo a este cínico mensaje, a caso engañados por programas como “Españoles en el mundo” que sólo presenta a un escogido grupo de elegantes, guapos, triunfadores, toda vez se ha purgado la poco atractiva presencia de los miles de desgraciados que se quedaron por el camino varados sus sueños de prosperar lavando platos en restaurantes, limpiando culos de ancianos en las residencias o lustrando la porcelana de los W.C. de los hoteles de cinco estrellas mientras aprendían inglés, no son pocos los jóvenes que formados en nuestros colegios, en nuestros institutos, en nuestras Universidades públicas, viendo como aquí no tienen la oportunidad de hacer fortuna en las carreras u oficios para los que se han formado con el sacrificio de sus familias y – no lo perdamos de vista – a expensas del colectivo esfuerzo por medio de nuestros impuestos que soportan la entera infraestructura educativa desde preescolar hasta Postgrado, deciden emigrar como en su día hicieran sus abuelos, para ofrecerse como mano de obra barata graduada y especializada a aquellos países que sí saben apreciar en lo que vale, que les llegue como caídos del cielo investigadores, ingenieros, enfermeras o profesores en distintas áreas de conocimiento sin necesidad de haber invertido en ellos como lo ha hecho la tonta España y sus replicantes asociadas en tan magno despilfarro como son las Comunidades Autónomas.
Durante las últimas décadas, hasta apenas un lustro, este paradójico trasvase de capital educativo, más conocido mediáticamente como “Fuga de cerebros” consistente en que, los países empobrecidos en vías de subdesarrollo formaban a cargo de sus maltrechas economías, médicos, matemáticos, geólogos, etc, para acto seguido, exportarlos gratuitamente a potencias desarrolladas que de inmediato los empleaban en sus universidades y empresas sin haberse gastado un dólar en su educación, circunstancia, por otra parte, que corre en paralelo a lo que viene sucediendo en el mundo del deporte, donde basta agitar un pasaporte determinado para que los mejores deportistas del Tercer Mundo presten su valía bajo el pabellón de quien le saca de la miseria dejando a un lado honor, patria y bandera… nos afectaba casi exclusivamente como parte receptora y no emisora como sucede ahora.
Demasiado bien sabemos que este dato a la mayoría de este país ¡se la refanflinfla! por cuanto su capacidad mental es limitada para relacionar causas y efectos, más allá de dar la patada a un balón y saber cuándo cantar ¡Goool! de modo que, lejos de llevarse las manos a al bolsillo asustados del despilfarro que supone para la comunidad prescindir de miles de personas jóvenes, preparadas durante años por nuestra cuenta, con ganas de trabajar rara avis entre nosotros, con agallas para abandonar a su familia, amigos y la farra acostumbrada, con tal de salir adelante y convertirse en profeta fuera de su tierra…se las llevan a la cabeza si por un azar del viento, aquella da en el larguero durante un penalti. Y en consecuencia, mientras España se desangra, la hinchada aplaude los logros de “La Roja”.
Más no debieran descuidar lo aquí denunciado porque, si bien de momento la inercia del Plan ADO – lo único para lo que las autoridades han tenido a bien hacer un plan a largo plazo sin distinción de Partidos – parece describir una correlación inversamente proporcional en logros deportivos respecto al cuadro macroeconómico, en breve, ocurrirá que a los jóvenes universitarios, les seguirán los mejores deportistas, quienes en breve se verían en la necesidad de ondear otras insignias en sus mayores logros y nosotros contemplarlo. Lo de pagar impuestos fuera de nuestras fronteras, me ahorro el comentario por irrelevante.