Cuando Rajoy alcanzó la Presidencia hace cosa ya de un año, lo primero que hizo, fue apelar al sacrificio de todos para salir de la crisis. La pobre gente que no sabe del espíritu criminal que inspira a nuestros gobernantes, entendió ingenuamente “Sacrificio” como sinónimo de esfuerzo.
Desde este comprensible equívoco, sacando fuerzas de flaqueza, la ciudadanía echó el resto: primero haciéndose cargo de rescatar a la banca con dinero público para que no se colapsara todo el sistema financiero-empresarial, luego aceptando la reforma laboral bajo promesa de que ello incentivaría la contratación y reduciría el desempleo, después resignándose a la bestial subida del IVA para garantizar los pagos a los funcionarios, más adelante asumiendo los recortes en sanidad, educación, dependencia, investigación y obras públicas como mal menor al objeto de contentar a los mercados y que se moderara la Prima de riesgo, encajando como le es posible los distintos copagos…Pero conforme se ponían en práctica ipso facto tan severas medidas vía decreto con una celeridad desconocida para el Parlamento que para si la quisiera cualquier otra reivindicación social, sin que la población apreciara en nada que la situación mejorase, por aumentar los EREs, no reducirse sustancialmente la deuda, mantenerse la congelación salarial, disminuir el poder adquisitivo, etc, dichos sacrificios empezaron a contemplarse como inútiles y hasta absurdos, de modo que, al descontento inicial de tener que realizar un esfuerzo adicional, ahora se le ha añadido la rabia por no obtener resultado positivo alguno, palmario descontento que cristaliza en continuas manifestaciones y actos de protesta.
Ante este creciente malestar, al objeto de contenerlo, el discurso del Gobierno acude al truco habitual de mantenerse firme en sus trece comunicando que nada hará variar su actual política. Y efectivamente, nada hace cambiar la política del actual gobierno del PP, ni los militantes de base de los Partidos Políticos en quienes se supone descansa el poder de los Partidos, ni los Partidos Políticos mismos con todas las subvenciones que reciben, ni sus poderosos representantes que tanto tiempo pasan reunidos, ni el Parlamento, ni el Senado, ni la Corona o cualquier otra institución por falsa que sea como el Defensor del Pueblo, ni los Sindicatos con toda su capacidad de movilización, ni la presunta independencia del Poder Judicial, ni la Iglesia con todo su poder espiritual, ni los medios de comunicación con su supuesta influencia sobre la opinión pública, ni el Ejército, ni las Oenegés, ni las protestas ciudadanas espontáneas, ni las huelgas, ni el drama de las familias, ni el llanto de los niños…
¡Nada! Nada ha hecho cambiar la política demócrata-criminal del gobierno, salvo los últimos suicidios habidos en el mes de Noviembre. Ello me lleva a concluir que, era esto a lo que se refería Rajoy con “Sacrificios”. Porque hay que ver con qué rapidez han actuado, después de que cuatro personas hayan entregado sus vidas, para que sus Señorías hicieran lo mínimo que se les venia exigiendo desde la Constitución, el clamor popular, el Sentido Común, el Bien General, el espíritu cristiano más elemental y el más básico respeto a los Derechos Humanos.
Entre una cosa y otra, los ciudadanos ahora ya sabemos cuál es el camino para modificar la política de un Gobierno salido de las urnas sin necesidad de esperar al final de la legislatura: el sacrificio humano voluntario de personas capaces de entregar sus vidas para que sus vecinos y compatriotas puedan beneficiarse posteriormente de su generosidad. Pero antes de permitir una sola vez más la inmolación de nuevas víctimas inocentes que expíen voluntaria e individualmente nuestra incapacidad grupal para resolver problemas como los desahucios, creo yo que deberíamos intentar el sacrificio selectivo de victimas más adecuadas para la ocasión, pues si en algo han evolucionado los estudios de Teología, es en señalar que a Dios, ya no le agrada que paguen justos por pecadores.
Creo, Nicola que en el fondo tienes una buena opinión de los mangantes que nos mangan y mangonean, a pesar de tus palabras.
Ni me imagino por un momento a nadie del gobierno sintiendo la menor empatía por quienes se lanzan al vacío en su desesperación, ni pienso que estos se hayan sacrificado en el sentido más extenso de la palabra.
Si creo, en cambio, que todos esos cabrones que deciden cómo y en qué debemos seguir alimentando a la bestia, prefieren el sacrificio ajeno al propio.
Casi me imagino a la Cospi ya la legítima de Ansar, y al Morenés, y al ministrone de la maternidad obligada, y al otro, y al otro, como aquel personaje de una parodia de Mel Broocks (mala como ella sola, todo hay que decirlo), haciendo prácticas de tiro con los desgraciados que le tiraban al vuelo, al grito de «¡POBRE»!.
Total, si nunca están en vias de extinción…
Amiga Anlinber, en parte es verdad lo que dices. Yo rezo todos los dias por ver muertos a nuestros Gobernantes. ¿Y tu?
Pues verás: prefiero verles totalmente arruinados y condenados al ostracismo social.
La pobreza repentina y la humillación pública sería el mejor castigo.
La muerte de alguno de ellos podria ser hasta contraproducente: imaginate que vuelven convertidos en Nosferatu y ahí sí que no hay Dios que nos libre de ellos.
Por otra parte, la Justicia, para que pueda ser considerada «justa», nunca debe de ser poética, porque ésta es caprichosa, arbitraria y voluble, osea, que tampoco es Justicia.
Pero bueno, tu sigue soñando, que de momento no tienes que declarar nada y todavía eres tu único propietario.
Sin embargo para hablar de sacrificios tendriamos que mencionar el sacrificio del Cristo , resultado por el que estamos en este mundo todos los gentiles , lo demas , coincidencias del tiempo con sus vendavales .