La Plataforma Para el Saqueo Organizado de España, más conocida bajo las siglas de PPSOE, cuya primera función consiste en velar por el fomento del crimen y la comisión continúa de delitos en toda la geografía estatal, en sus más de treinta años de gestión en la sombra, ha impedido que las Instituciones donde operan sus distintas empresas tapadera, hallan creado en todo este tiempo, algún Organismo Oficial que compute el número de personas sin hogar que mueren en nuestras calles. Cosa extraña, pues si algo pirra al Poder, es llevar sádicamente la cuenta, como hiciera el Régimen Nazi, que a estas alturas de la Historia, ciertamente ha sido superado con creces al respecto, pues aquí, se cuentan los muertos por sobredosis, los muertos en las cárceles, los muertos por suicidio, muertos en carretera, muertos en accidentes laborales, los asesinados en atentados, los excursionistas muertos en la montaña, las muertes sociales de los apuntados al paro, las familias desahuciadas…Listas y más listas de muertos que sus autores se recrean en revisar a diario con gran placer de poderlo contar en el Tontodiario de la mañana, tarde y noche, para deleite de los que todavía no han caído pese a ser meros zombies atrapados en el limbo del sistema al que sirven como esbirros.
Pero 473 personas sin hogar han fallecido en España desde 2006. ¡Una cada cinco días! ¡Fenómeno que va en Expansión! según ha dado a conocer el Centro de Acogida Assís, queriendo el destino que entre las dos tétricas exclamaciones aparezcan las cabeceras de dos medios de difusión financieros… Este centro de acogida, es uno más de los muchos que la Iglesia Católica tiene repartidos por todos los rincones de nuestras ciudades. Lamentablemente, fue fundado 11 años atrás, a raíz del cruel asesinato de Rosario Endrinal quemada viva mientras dormía en un cajero de Barcelona. Desde entonces, atiende como pueden a marginados sociales del distrito de Sarria. Pero, sus más de 200 voluntarios, no se quedaron en esta labor paliativa. El asesinato de Rosario les hizo comprender que lo sucedido, no era un caso aislado. Con esta inquietud, ante la absoluta falta de datos oficiales e incluso periodísticos sobre el asunto, se pusieron a recabar información dispersa publicada en distintos medios de comunicación.
Gracias a esta paciente labor colectiva de iniciativa particular, ahora contamos con un exhaustivo informe titulado «Violencia directa, estructural y cultural ejercida contra personas sin hogar» donde se explica con sumo detalle como muere esta gente en nuestro Estado del Bienestar: 27% víctima de agresiones, 8% por hipotermia y un 14% de accidente al dejar el fuego encendido para protegerse del frío. Durante el periodo de estudio, hubo personas que murieron por aplastamiento mientras se resguardaban en los contenedores de basura, otros de intoxicaciones, ahogos, insolaciones, caídas, atropellos, y otras muchas causas susceptibles de aparecer en las páginas de sucesos. La media de edad de los fallecidos es de 47 años y sólo un 25% lo fueron por causas naturales, «si por causas naturales se considera morir en la calle”, como bien puntualizó el Director del Centro, Jesús Ruiz.
Cada vez me siento más orgulloso de declararme Católico. Una vez más, la Iglesia, comunidad humana que no de santos, con todos sus errores, ha demostrado estar de nuevo a la vanguardia moral en sus actos más allá de los debates sociales de palabra. Sólo a ella parece importarle de verdad las muertes de esa pobre gente que no reportan rédito alguno para nadie, salvo para las facultades de medicina; por ello mismo los cuenta, porque para ella cuentan aún muertos.
Los Partidos criminales con miles de sedes y millones de subvenciones no se han ocupado de ello; tampoco lo ha hecho el Ministerio del Interior con la policía patrullado las calles; menos ha hecho el Ministerio de Injusticia con la legión de Jueces, fiscales, procuradores y abogados que tiene a su cargo; únicamente, durante esas campañas de recaudación sensiblera para sufragar el Oenegismo de postal, se han ocupado de hacernos saber el drama, como si no lo supiéramos. Ahora, por lo menos, lo conocemos con exactitud.