Los niños tienen por hucha un “cerdito”, cosa nada casual, por ser el cerdo el método tradicional de ahorro más seguro de las gentes de campo hasta hace bien poco, en el que metían de Primavera momento de la crianza, hasta Otoño, tiempo de la matanza y aún después durante el proceso de curado, todo su esfuerzo, trabajo e ilusión que luego se traducirían en morcillas y chorizos con los que alimentarse por Navidad -de ahí la eclosión de felicidad de estas fechas- y el resto del año hasta agotar existencias. Como tampoco lo es, que los Bancos utilicen el término “Crédito” para conceder un “Préstamo”, por ser una palabra “Tesoro” con cuyas letras puede escribirse igualmente “Cerdito”.
La pasada Noche Vieja, Arguiñano, poco antes de comernos las uvas nos hizo llegar su felicitación para este 2013 que comienza. Entre los topicazos de costumbre, introdujo de rondón un estridente desiderátum final ¡Que a cada cerdo le llegue su San Martín! Que a nadie pasó desapercibido y por si no nos hubiéramos percatado del asunto, fue Sobera y lo subrayó apostillando que “me ha dejado muy preocupado”, aunque la cara de pillo con la cual lo confesase no era menor que con la que el otro la expresara y todas las personas de bien la recibiéramos en asentimiento interno de regocijo.
Todos conocemos el significado de la expresión y el motivo al que obedece. La cuestión entonces es: ¿Cuantos cerdos hay en España? ¿Puede nuestro país mantener la actual población porcina por más tiempo sin hacer sacrificios? ¿Cuántos cerdos son necesarios sacrificar para que nuestra economía sea sostenible y podamos recuperar la felicidad tras tantas penurias viendo como engordan a costa nuestra?
Bueno…España es la cuarta potencia mundial en producción porcina. Por ende, aunque no hay cifras concretas puede colegirse que por nuestra geografía hay muchos ejemplares bien cebados de Pata negra campando a sus anchas de cuya demasía habla el propio idioma situando su voz sólo por detrás de los genitales masculinos y femeninos a la hora de otorgarle sinónimos. Así tenemos además de cerdos, puercos, cochinos, marranos, avechuchos, chones, charros…que se ven forzados a compartir el mismo Santo que no da abasto para tanto órdago en una misma jornada. Y éste es precisamente el problema ¿A cuantos cerdos podríamos santificar en esa fecha señalada?
Atendiendo a la Historia, apreciamos que una diligente planificación, conjugada con la determinación de quienes han llegado a la conclusión de su necesario concurso para concluir de manera enérgica una faena como la presente, fue posible sin valorar al signo moral del acontecimiento, por ejemplo en la “Noche de San Bartolomé” “La captura de los miembros de la Orden del Temple” “la noche de los cuchillos largos” y muchas otras en épocas donde la sincronización no contaba con los adelantos tecnológicos que nos puede procurar la actual tecnología. Ahora bien, ¿Hemos avanzado tanto como para ser capaces de garantizar que ¡todos! absolutamente todos los cerdos tendrán su propio San Martín? Yo sinceramente, creo que no.
La legislación de la UE que vela por la salud y bienestar de todos y cada uno de sus cerdos, pone demasiadas cortapisas a la hora de su crianza en el lugar de origen, de su transporte al matadero y hasta en el modo en como se ha de llevar a cabo el sacrificio, por lo que difícilmente es posible matar a un cerdo en condiciones hoy en día, huelga comentar si el propósito es darles matarile todos a la vez. En consecuencia, no nos queda otra que ser pragmáticos operando en esto bajo la humanista recomendación que ofreciera Maquiavelo al Príncipe que entrara a sangre y fuego a una ciudad que se le hubiere resistido “corta la cabeza a cuarenta y no necesitarás posteriormente cortar cuatrocientas” determinando un número preciso de especímenes a los que sacrificar en día tan señalado al objeto de que animales y humanos recibamos el mensaje de totalidad, aunque sólo sea por simbólica representación que bastará para que muchos puedan dejar de exclamar eso de ¡Que no nos representan!