Como de costumbre, el año Nuevo arranca con buenos propósitos, más si cabe, pasado sin pena ni gloria el último Fin del Mundo. Es en este ancestral marco simbólico-antropológico donde enmarco la presentación mesiánica del Partido X, registrado en Youtube para devolver el poder soberano al Pueblo, si es que lo tuvo alguna vez. Su objetivo inmediato pasa por ganar las próximas elecciones, al objeto de trasladar a España experiencias de intervención ciudadana en la gestión política llevadas a cabo en otros países como Brasil o Islandia. Entre sus fines destacan: recortar intermediarios y hacer operativa la democracia. En su video promocional vislumbran una sociedad sin élite política cuya gestión es ejecutada por empleados públicos cualificados con intereses comunes a los ciudadanos que les pagan con sus impuestos, mientras banqueros, corruptos y especuladores han sido encarcelados recuperándose los capitales detraídos de las arcas públicas. En el mismo video explican que la iniciativa desvinculada del Movimiento 15-M es meramente instrumental, una herramienta operativa para cambiar el sistema desde dentro, etc.
Vaya por delante toda mi simpatía por este Partido X que busca canalizar por el cauce ordinario de las elecciones y el parlamentarismo, ideas extraordinarias nacidas de la necesidad de los tiempos, que en cambio, chocan una y otra vez con el famoso techo de cristal constituido en su invisibilidad por los intereses creados de quienes ostentan y detentan el poder. Pero, sinceramente creo que, esta vía nada novedosa de caudal más que discutible, parte de un craso error: confía ingenuamente en que de verdad vivimos en Democracia y que de ganar las elecciones podrán llevar a cabo su programa. ¿Es que no hemos aprendido nada de la Historia? Yo les auguro que de ganar las elecciones sucederá lo siguiente:
Primero, es muy difícil que quien tiene el poder lo ceda a quien no lo tiene. En consecuencia, lo más probable es que la Mayoría absoluta del Partido X y sus Diputados – por hacernos un mayor bien – organicen las leyes para mantenerse ellos mismos al mando indefinidamente. Nos ocurrirá como a los primeros cristianos, que esperando la segunda venida de Jesús, les llegó la Iglesia, y más recientemente, como a los pobres revolucionarios marxistas que construyendo el formidable Estado Socialista, se quedaron durante décadas bajo la protección de la Dictadura del Proletariado.
Pero, suponiendo que no fuera así; en el hipotético caso de que el Partido X haya logrado lo que ninguna otra Institución humana ha conseguido hasta la fecha, a saber, reunir un selecto grupo de personas de fortaleza moral más allá de los diez millones de euros, y emprendiera la tarea de cumplir lo prometido, es posible que resistan la humana tentación de mantenerse en el poder, de vencer las ganas de aceptar sobornos, mas, dudo mucho que soportasen la infamia continua de los medios de comunicación controlados todavía por los enemigos del Pueblo, la injuria permanente de sus aliados externos empresariales que verían peligrar sus intereses, la difamación desde los más altos púlpitos en nombre de Dios, las presiones físicas y psicológicas a sus familiares por parte de las distintas organizaciones criminales asociadas a los actuales mandatarios despojados de sus privilegios, las amenazas de muerte por parte de sicarios, paramilitares y escuadrones a sueldo del gran Capital…de modo que, en breve esa gente tan idealista y bien intencionada pertrechada únicamente con la fuerza de la razón, claudicaría ante la razón de la fuerza, en un proceso plagado de desconfianzas y traiciones internas, seguidas de purgas y ajustes de cuentas entre las propias filas que no terminaría hasta que en el Partido X sólo quedarían los más fuertes y aptos para defender el poder, además de sus ideas.
Aceptando que, cuando entonces, el Partido X estuviera regido por personas con capacidad militar de mando, enérgicos en sus decisiones, a los que no les temblaría el pulso a la hora de firmar sentencias de Muerte de los enemigos de las reformas democráticas que se desean emprender, además de muy capaces en la gestión del Estado y de gran fortaleza moral, a quienes les hubiera acompañado la eficacia en la resolución de los problemas que preocupan al ciudadano medio como es el abastecimiento o la producción de bienes y alimentos, lo normal tras un periodo de lucha civil entre los reformadores y quienes se oponen a las reformas, es que, de dilatarse en demasía – y no hay duda que se dilatará dados los enormes intereses económicos que hay detrás de todo esto – tanto de una parte como de otra, a buena cuenta, los primeros en caer en el frente, serán cuantos verdaderamente creían en sus respectivas causas. En consecuencia, por parte de los reformadores quedarán los más tibios que nunca confiaron en lo que proclamaban quienes siempre se mostrarán dispuestos a reconducir la situación hacia posturas más conciliadoras con la parte contraria, con la que acabarán gobernando con mayor fiereza que la mostrada por aquellos a los que en su día apartaron del poder por gobernar de espaldas al Pueblo.
Dicho lo cual, reconozco que merece la pena intentarlo. Quién sabe si esta es la buena y este grupo selecto ha encontrado una fórmula para corregir el rumbo de los acontecimientos descrito.
Si los promotores del Partido X desean seriamente llevar a buen puerto el programa de desalojar el Congreso y demás Instituciones de la Partitocracia de Señorías y Politicastros, sin correr la suerte que yo les vaticino, sólo se me ocurre un consejo que poder darles: que se presenten con el Partido X a las elecciones, pero que antes vayan a una Notaría donde se comprometen todos sus candidatos ante la ciudadanía, a no ocupar el escaño bajo ningún concepto. Entonces, y sólo entonces, me creeré que su realidad es distinta y hasta me plantearía votarles, si es preciso, dos veces.