Al general de división en la reserva, Juan Antonio Chicharro, le han llovido críticas por mantener en público “La patria es anterior y más importante que la democracia. El patriotismo es un sentimiento y la Constitución no es más que una ley” afirmaciones todas, que una a una, son ciertas, pero que puestas de corrido, como que el conjunto es mayor que la suma de sus partes; porque veamos:
Es indiscutible que la patria es anterior a la democracia y si le dejamos discurrir silogísticamente a la Inteligencia militar pronto descubriremos gracias al CNI que también lo es a la Casa Real, la Banca y hasta la mismísima RTVE.
Igualmente es correcto apreciar el patriotismo como un sentimiento aunque aquí podríamos echar en falta su condición de racionalidad innata que subyace al grupo de pertenencia al que ineludiblemente se abraza por instinto el animal gregario que somos. Por no nombrar la bicha de que España más que una patria, ha generado cientos de ellas aunque sus acólitos pretendan diferenciarse como nacionalistas o nacionales.
Por último, la Constitución, por sacrosanta que se la presente aquí o en los Estados Unidos, no es más que una Ley como advirtiera nuestro Señor Jesucristo dada su intrínseca relatividad al declarar aquello de “La ley está hecha para el Hombre y no al revés” claro que también aquí podría aducirse lo otro sobre la Ley impresa en los Corazones y no en las piedras.
Sin aportar más detalles para la reflexión, entre la racionalidad de la patria obviada por un lado y el posible sentimiento de adhesión de los corazones de las gentes a su Ley, resulta evidente que su enunciación obedece más al desahogo de lo que se quiere decir que a lo que se dice en propiedad; Y ¡hay que ver! la agilidad con que se aprecia la biga en ojo ajeno por cuantos desde el mundo de la política se han apresurado a denunciar el chicharro contenido entre las proposiciones sin ser abiertamente formulado.
Porque recientemente han habido otros chicharros de consideración a los que no se ha prestado la debida atención, como por ejemplo, el colado por el Presidente del Gobierno cuando hace dos semanas exclamó sin sonrojarse eso de “Sé que no he cumplido mis promesas electorales. Pero me siento muy satisfecho porque he cumplido con mi deber”. Excelente progreso argumentativo moral que en adelante permitirá a todo mandatario contraponer cualquier promesa incumplida con su propio incumplimiento a fin de anularlos entre si y que me hubiera venido de perlas cuando de pequeño no había recogido la habitación como se lo prometía reiteradamente a mi madre “ ¡Mamá! Sé que no he recogido la habitación. Pero estoy muy satisfecho porque la he dejado como está”.
Tampoco ha estado nada mal el chicharro introducido por Carmen Chacón quien al calor de las fricciones entre el PSC y el PSOE a raíz de la votación en el Congreso ha declarado sin empacho “He votado en conciencia” ¿Pero cómo? En la Democracia española, los partidos tienen prohibido expresamente “votar en conciencia”. Porque en España, nuestros políticos no pueden alardear de conciencia. Para los Políticos, la disciplina de Partido es anterior a la conciencia e incluso a la democracia. Claro que para los rebeldes, la conciencia está antes que la democracia o la Patria quien sabe si de la misma ley.
Así tenemos que en España, para los militares la Patria es anterior a la democracia; para los gobernantes, el cumplimiento del deber está por encima de la verdad; y finalmente los políticos anteponen la disciplina a la conciencia. No se quejará Merkel. Ni en la Prusia de Bismark se confeccionó lema más apropiado ¡Patria! ¡Deber! ¡Disciplina! para combatir los excesos revolucionarios enarbolados por la proclama masónica de ¡Libertad! ¡Igualdad! ¡Fraternidad! que condujo a Europa al caos y mismo desastre donde ahora se halla.