El agua del Bautismo, debería derramarse sobre la cabeza de los padres y no sobre la de los hijos, dado que, de haber un Pecado Original, éste sería el de procrear y no el de nacer.
El agua del Bautismo, debería derramarse sobre la cabeza de los padres y no sobre la de los hijos, dado que, de haber un Pecado Original, éste sería el de procrear y no el de nacer.
Éso haría más fácil de entender la religión. En el fondo, el pecado es traer más hijos al mundo de los que se puedan alimentar sin recurrir al pecado para conseguirlo, es decir: sin «joder al prójimo» más que lo imprescindible. Así veríamos, por ejemplo, el infanticidio femenino en todo su relieve. Y ya de paso, relativizamos la negatividad del aborto.
Procrear por debajo de las posibilidades no es el mejor ejemplo de solidaridad con nuestros coetáneos ni con vuestros sucesores, el que les tenga; puede que sea una salida cobarde, pero la creo legítima.
Tengo la intuición de que aunque Dios llegara a demostrar que no existe, el concepto de pecado laico que acabo de sacarme de la chistera tuviera una cierta utilidad para permitirnos vivir de una manera que nos una en la convivencia, en tanto llega la mutación repentina a la que me aso como último clavo ardiendo, día en el cual ya no hará falta pecar para vivir dabuten, y los ríos manarán leche y miel.
Pero, sinceramente, no nos caerá esa breva, y los que lleguen a la edad de jubilación vivos, quedarán para la eternidad como los veteranos insólitos del chutadero.
Tampoco quiero ser más claro; la claridad no está madura.
Un abrazo, Nicola, y disculpa mis etapas de silencio. Esto de la Red está tan trifurcado…y a uno no se le ocurren más que tonterías aun peores que lo anterior: impublicables para éste, el que es tu bello público.