Queridos Reyes Magos:
La última vez que os escribí, casualmente también atravesábamos por una crisis económica achacada cuando aquello a los elevados precios del petróleo mantenidos por la OPEP, circunstancia de la que ni me percaté preocupado como estaba de aprender a sumar y restar a fin de zambullirme de cabeza en el sistema consumista de modo responsable administrando las primeras pagas paternas entre golosinas, canicas e ir al cine, dato irrefutable que me permite exclamar sin faltar a la verdad “Con Franco ¡Vivíamos mejor!”, al menos, yo. Desde entonces, prometo haber sido bueno en mis intenciones y haberme portado bien a lo Aznar, es decir, en la intimidad, condición esta, sin la cual, huelga comentar la presente misiva, sería hasta contraproducente, por daros pruebas de mi existencia, a estas alturas de la vida en que seguramente me teníais perdida la pista para saldar carboníferas cuentas atrasadas…Alea jacta est!
Lo primero que deseo depositéis bajo el árbol, más pronto que tarde, si es preciso con ayuda de papá Noel, es el Monopoly con instrucciones actualizadas, pues en la versión estándar no recuerdo tarjetas sobre burbujas inmobiliarias, rescates bancarios o casillas con Preferentes, desahucios que no cancelan deuda hipotecaria, y las estratagemas estafalarias de la letra pequeña con las que hoy nos desayunamos a diario. Igual de urgente, preciso un Tragabolas para entrenarme como Gargantúa antes de escuchar a Rajoy, así como un Telesketsch para no aficionarme a tirar de hemeroteca con sus promesas electorales y públicas declaraciones.
Un excelente complemento práctico civil sería un Quimicefa de nivel superior con el cual estar en disposición de fabricar mis propios explosivos o en su defecto, un par de pistolas con balas de verdad para ejercitar el tiro al banco. Sinceramente, espero no me dejéis indefenso ante el sistema financiero internacional o Hacienda y cuando menos, me echéis una cajita de Magia Borrás con la que poder hacer desaparecer pruebas al más puro estilo Bárcenas, o aprender a emitir facturas falsas con la misma agilidad demostrada por la pareja de moda en el espectáculo del ilusionismo nacional cuyo nombre artístico es “In-On” derivado de la terminación de sus apellidos.
Después de treinta y siete años sin demandar nada, espero no contempléis como un abuso por mi parte que os solicite algunas fruslerías suplementarias como un Scatergoris con la que podría aceptar “Concertina” como cuchilla de afeitar y si es posible…una popular Barbie crecidita, no importa que sea Delegada del Gobierno para recuperar el tiempo perdido cuando de niño no me gustaba jugar con muñecas, mas, no se os ocurra traerme una Barriguitas, que os conozco…
Por último, pero no menos importante, para que veáis que ya no soy tan egoísta como antes y no pido sólo pensando en mi, desearía que a mis vecinos y conciudadanos indistintamente de su procedencia les hicierais llegar a lo ONG, un juego completo de Clics de médicos y profesores con hospitales, escuelas y sus equipamientos respectivos; una casita de muñecas a la que no le falte ni luz, ni agua, ni comida en la nevera, con acceso directo al jardín de Pin y Pon provisto de columpios para que los niños puedan jugar al aire libre sin necesidad de enchufarlos entre cuatro paredes a un televisor de plasma por donde podría aparecer cualquier indeseable; y para los municipios un Tente y un Scalextric con los que compensar la maltrecha infraestructura cercana al ciudadano medio recortada para sufragar los ruinosos proyectos megalómanos de los gobernantes disfrutadas por las élites. Y hablando de gobernantes, para que os fijéis en lo bueno que soy en la actualidad y accedáis a traerme todo cuanto os he solicitado, también me acuerdo de ellos, a saber, Rajoy, Montoro, Gallardón y todo el gabinete de ministros del PP para quienes solicito de todo corazón el Tocador de la Señorita Pepis.
En cualquier caso, si la memoria de mis infantiles fechorías os impidiera convenceros de mi bondad actual y en comprensible desconfianza dudaseis entre dejar o no dejar…¡Dejad! ¡dejad! aunque sea el clásico carbón, que no vendrá mal tal y como se ha puesto la tarifa eléctrica.