¿Cuánto vale mi voto?


Los representantes democráticos, nos animan eufóricos y sonrientes a ir a las urnas el día de las elecciones para entregar nuestro voto gratuitamente a sus respectivas formaciones como si éste no valiera otra cosa que el ejercicio de un abstracto derecho del cual es preceptivo deshacerse justo esa fecha establecida para su computo. paradójicamente, al tiempo de solicitar nuestro voto gratuitamente, no dudan en proclamar eso de “todos los votos cuentan”; que “todos los votos valen”; pero, de verdad ¿Cuánto vale mi voto? Y, si es cierto que vale ¿Por qué motivo debo entregarlo gratis?
Inexplicablemente, los mismos políticos que en cuanto les es posible venden su decisión al mejor postor entre los distintos intereses del “Libre Mercado”, evitan en lo posible, comprar el voto a sus electores, cuando precisamente es lo que necesitamos los ciudadanos para creer en el sistema, a saber, participar de una vez en la famosa “Fiesta de la Democracia” con conocimiento de causa.
Los medios de comunicación, recipiendarios de infinidad de subvenciones institucionales, de cuando en cuando, sacan a la luz, los datos oficiales del coste económico de cada voto emitido en función de las puntuales cantidades recibidas por los Partidos en relación al escrutinio efectuado, arrojando cifras entre 90 céntimos y 1,60 euros, al objeto de que la pobre gente, pese a que la cuantía ya le supondría un café de su bolsillo, esté más dispuesta a donar su exiguo capital en forma de papeleta, más todavía, si el donativo sólo acontece cada cuatro años y no cada semana como sucede en misa o a diario en el transporte público, inhibiendo así cualquier posible preocupación individual de la conciencia por realizar tan descabellado acto de altruismo cuya explicación en psiquiatría se reconocería como signo inequívoco de “Locura colectiva”.
Pero como subrayó el poeta Antonio Machado, “sólo el necio confunde valor y precio”, y puestos a hacer cuentas, mejor hacerlas todas sin quedarse a medias… Así, a las referidas cantidades sufragadas por las arcas del Estado reflejadas en el Boletín Oficial del Expolio, deberíamos empezar por sumarles las partidas presupuestarias de lo que cuesta llevar a cabo unas elecciones. Únicamente con esta operación, cada voto se ve implementado transversalmente por la coyuntura al aprovechar las sinergias provocadas por su misma presencia en el conjunto, inyectando al mismo un coste no inferior a los 50 céntimos de euro si tomamos en consideración desde el papel de las papeletas, a la custodia de las urnas, pasando por la publicidad en los medios, etc. En otras palabras, que en principio parecería que nos lo podríamos permitir, a hacer un pequeño despilfarro me refiero, muy inferior en gasto al que cometemos una vez en la vida con bodas bautizos y comuniones, o una vez al año con motivo de la Navidad.
Mas, eso no es hacer todas las cuentas. Para averiguar lo que sale en números el voto de cada persona, sería preciso también computar los sueldos de sus Señorías durante la entera legislatura, con sus catorce pagas, dietas de viajes, pluses por presencia en comisiones, primas por asistencia a subcomisiones, sobresueldos, incentivos, gratificaciones, subvenciones a sus formaciones, al grupo parlamentario, descuentos tributarios en las fundaciones…Entonces, ya la cosa empieza a ser entendida, pues hablamos de cifras con no menos de tres dígitos, estimando, grosso modo, que cada voto emitido podría adquirir en el mercado libre entre 100 y 300 euros.
Pero, ¡ni por esas! las cuentas están bien hechas, de cara a establecer una valoración económica del voto: el verdadero volumen de negocio de la Democracia Representativa, lo representan – valga la redundancia – las donaciones particulares efectuadas por la Banca y las grandes empresas, así como la puerta giratoria entre las instituciones y aquellas, cuando no la mala gestión a conciencia del sector público de cuya quiebra salen ganando hasta los sindicatos. Sólo las más prestigiosas firmas de tasación internacional, están en disposición de ponderar en función de todo lo dicho, cuánto vale de verdad mi voto. Con todo, yo estimo a ojo de buen cubero que, descontados los beneficios y plusvalías que todo gestor democrático debe obtener de su actividad, la emisión de mi papeleta no puede ser inferior a 1000 euros, muy acorde con la condición mileurista del ciudadano medio. Y en consecuencia, no tengo intención de entregarlo gratis, al primero que me lo pida.

2 comentarios en «¿Cuánto vale mi voto?»

  1. ¡Cierto! De hecho, yo me quedé con las ganas de votar a Unidad Alavesa…la única formación que me dió de comer queso de idiazabal y vino de Rioja aún cuando les advertí que no estaba empadronado ni en Vitoria ni en su territorio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *