Los taxistas han ido a la huelga para denunciar ante el legislador y los consumidores el más descarado intrusismo y competencia desleal que quepa imaginar en su ámbito laboral, cuál es, el cometido por entidades que no merecen el digno calificativo de “empresas” que fomentan la economía sumergida amparadas en el libertinaje que reina en la aplicación de las nuevas tecnologías por la inoperancia de nuestros legisladores quienes, en vez de poner freno a la flagrante injusticia para con los taxistas quienes respetan las reglas de juego y peligro que ello supone en merma del servicio para los consumidores, al objeto de que impere la Ley y el orden que salvaguarde la Libertad disfrutada por los ciudadanos en un Estado de Derecho, parece, ¡increíblemente! buscar promocionarlas, a tenor de la vergonzosa respuesta ofrecida por las instituciones europeas al transporte Público más rentable que existe para las arcas públicas que no es otro, que el del taxi; porque ahí donde lo tienen, es el Servicio Público que soporta como ninguno, todos los gravámenes habidos y por haber en cuanto a seguros, subidas de combustible, licencias, cotizaciones, etc, pues, no recibe la más mínima subvención gubernamental en su diario funcionamiento.
El mundo del taxi, no está en contra de plataformas donde los ciudadanos se organizan aprovechando las nuevas tecnologías a fin de compartir gastos, como siempre se ha hecho entre cuadrillas de amigos, vecinos, colegas, compañeros de trabajo, ellos mismos, sus hijos y familiares probablemente harán uso de las mismas en su vida particular pues es lo lógico y saludable como lo es invitar a los amigos a comer y dormir en casa sin por ello soliviantar a los hosteleros…Tampoco les disgusta los foros que ponen en contacto a los viajeros dispuestos a compartir taxi para ir al aeropuerto o para desplazarse en trayectos regulares. Su rotunda y acertada oposición empero, es ante esas otras plataformas que se introducen subrepticiamente en el negocio del Servicio Público, recogiendo sus beneficios sin la menor inversión, sin crear puestos de trabajo estables, sin incentivar la formación, sin pagar impuestos, sin convenios, ni regulación alguna, completamente al margen de la ley como si en vez de estar en una sociedad civilizada, estuviéramos en el salvaje Oeste.
Por lo dicho, es indignante el comunicado emitido por la comisaria europea Kroes donde entre otras estupideces dice “que Europa, necesita de más emprendedores” porque es cierto que los necesitamos, pero legales, cotizando a la seguridad social y pagando impuestos, no cobrando en negro; “que Europa no se puede oponer a esta clase de innovaciones”. Claro que no. Pero ¡sí! a su uso ilegal, de igual modo que no nos podemos oponer a la venta de automóviles pero sí a circular a 200 Km/h; “que la huelga ante este fenómeno no va a funcionar”. Pero es que la huelga no es ante el fenómeno, sino ante la dejadez gubernamental y la ingenuidad del consumidor que todavía no ha entendido que lo barato sale muy caro; “que los taxistas se deben adaptar a la situación…”. Cuando son los que mejor están adaptados por la cuenta que les trae. Su problema es que están adaptados a la Ley, a la buena calidad del servicio, a la atención del cliente, a la seguridad en su trabajo, a la profesionalidad, a la honradez en el cobro a las personas ciegas, a ayudar a pasajeros con problemas de movilidad, a la prestación del servicio las 24 horas, a la limpieza del vehículo, a dar conversación al cliente, a ofrecer el trayecto más rápido, a dar información sobre la ciudad a los recién llegados, a mostrar una imagen seria y agradable al turista…
Si yo fuera taxista, de no cambiar las cosas por parte de los tontos usuarios – entendiendo por tontos los consumidores que ven en esta aplicación ventajas sin advertir los peligros e inconvenientes – y por parte de los zánganos gobernantes, me plantearía seriamente en vez de hacer otra huelga para llamar la atención de la sociedad y el legislador sobre tan perniciosa práctica, crear una plataforma similar que me permitiera disfrutar de todos los derechos, sin ninguna obligación ni con los clientes ni con el ayuntamiento o el Estado, de obtener beneficios, sin pagar impuestos, sin el enojo de dar factura, sin comprometerme a ofrecer servicio en un determinado horario y lugar, dejando las tarifas al regateo o la picaresca…Es posible que entonces, todos se dieran cuenta del gran servicio de taxis que disfrutamos hoy en día con vehículos nuevos, limpios, puestos a punto, asegurados, con chóferes educados con el carnet en regla, tarifas oficiales, donde no se puede restringir la entrada por motivos de sexo, religión, raza…
Es posible que nuestros gobernantes, acostumbrados como están a desplazarse en clase Preferente y coche oficial, no acaben sufriendo las consecuencias del deterioro social y en el servicio, de permitir lo impermisible en este asunto, o sea, que cada cual haga lo que le venga en gana, como le venga en gana y cuando le venga en gana. Pero los taxistas, sus familias y sobre todo los ciudadanos, pagaremos de nuevo las fatales consecuencias de su inepta irresponsabilidad. Esto es lo que está en juego cuando se baja la bandera.