¡Oh! Némesis

¡¡oh! ¡Némesis! Esta es la contestación que nosotros, los ciudadanos, implorantes de tu intervención te ofrecemos humildemente a ti, muy grata Diosa de la Justicia, Reina de la Solidaridad, garante del equilibrio social, Señora de la Venganza, al interrogante que amparada en tu fortaleza y templanza nos planteaste para conocer íntimamente nuestra determinación a fin de que el miedo cambie de bando, o lo que es lo mismo, remita entre la población pasando de afectar a los más a incidir sólo en los menos, si bien, por nuestra parte, hubiéramos recibido de mejor gusto ¡oh! ¡Justa entre las justas! que por tu cuenta hubieras atendido las urgentes demandas contenidas en las plegarias a tu dulce figura elevadas desde la más absoluta desesperación, en vez de darnos a conocer por el oráculo simplemente el veredicto de “¡Matadlos!” y al ser preguntada de nuevo ¿A quién? limitarte a un lacónico “¡A todos!” Pues, ¡Oh! ¡Madre de Helena! si el temor a los enemigos nos frena ante el trágico destino que nos aguarda, la indignación liberadora nos empuja a cumplir tus certeros designios, que no habrá hombre, mujer, niño o anciano en el mundo entero que no se llene de gozo ni sienta plenitud de sentido en sus vidas, por haber servido fielmente de brazo ejecutor de eso tantas veces exclamado, voz en alto “¡Hágase tu voluntad! así en la Tierra como en el Cielo”. Mas, ¡oh! Hija de la Noche, de tu quererlo, de hacer tuya nuestra causa, cuán sencillo será para todos reestablecer el orden divino, cuánto sufrimiento no ahorrarás a las gentes de bien al evitarlas comprender de qué va la existencia despertándolas bruscamente de su letargo. Por todo ello, ¡Oh! Dulce Fuente de Derecho, te rogamos de nuevo, te hagas cargo; mas de insistir en que sólo ayudarás a quien esté dispuesto a luchar, aquí nos tienes prestos para el sacrificio. Y aquí nuestra respuesta:

¿Podemos? Claro que podemos. Siempre se ha podido. Siempre hemos podido. Pero muy pocos se han atrevido a pasar de la potencia al acto. Y ¡por los dioses! que no faltan oportunidades…Los enemigos, aparecen sonrientes por todas partes, andan libres por las calles, pasean con sus hijos por los parques y a su lado siempre hay manos amigas que podrían ¡ipso facto! en un, como si dijéramos, ¡aquí te pillo! ¡aquí te mato! sin necesidad de más infraestructura que la gloria de pasar a la historia como mártir de la Democracia real en aras de salvaguardar lo más pacíficamente posible la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.

¿Queremos? ¡Oh! Diosa mía…No sabes cuanto lo deseamos. Nuestro corazón a ti entregado, no hay día que no palpite durante el Telediario pidiendo, sin querer mal a nadie, la pronta muerte de nuestros enemigos naturales. Es verdad que Zeus, ha prometido matarlos a todos…Pero tratándose de mortales, eso no es suficiente castigo: Queremos que mueran sufriendo, sabiendo que van a morir por el mal que están cometiendo contra nosotros. No es mucho pedir…Bien es verdad, que lo que queremos en realidad, es que alguien como tú, ¡Oh! Bella Oca, se ocupe del asunto, descargándonos de toda responsabilidad espiritual, siempre esperamos la llegada de una auténtica ONG que haga el trabajo sucio y a la cual no dudaremos en tachar de terrorista, o en su defecto, la irrupción de un espontáneo que de cumplimiento a nuestros deseos y al que catalogaremos de loco…Pero al fin y al cabo, ¡Señora de la Venganza! Qué más da el origen de nuestro querer: ¡querer es querer! y querer es poder. Luego queremos y podemos.

¿Debemos? ¡Oh! Diosa de la Noche. Sin duda alguna. Es nuestro más sagrado deber proteger la propia vida y la de nuestros semejantes, nuestros bienes y pertenencias…no hacerlo así, es un sacrilegio, un acto de impiedad, un atentado contra los dioses y el orden celestial. Únicamente los mezquinos, los pusilánimes, los cobardes, los traidores, los insensatos y los más inocentes que quepa imaginar, renuncian a la venganza contra el enemigo. Cierto es, ¡oh! Némesis, que hay algún dios, no sumerio, ni egipcio, ni griego ni latino, que va predicando por ahí el amor a los enemigos; ¿pero qué amor puede ser más grato a un enemigo que el verse tratado como tal? Es nuestro deber vengarnos del enemigo para hacer justicia y sería un cruel e injusto hacer lo contrario, pues desde nuestra insignificante perspectiva humana, se nos antoja preferible que el hombre haga venganza terrenal limitada en el tiempo y los dioses perdonen sus actos para la Eternidad, que no al revés. Conforme a lo expuesto, Debemos, queremos y podemos. La cuestión es, ¿sabemos?

¿Sabemos? ¡Oh! Némesis…lamentablemente la gente se volvió tonta: abrazó el pacifismo, se desentendió del acopio y manejo de armas, confió la seguridad familiar a empresas privadas y la defensa nacional en manos mercenarias, haciendo caso omiso de las advertencias del humanista Maquiavelo, siendo hoy el día en que no sabemos ni disparar en una tómbola de feria. Pero, la población ha recuperado la Filosofía, y la Filosofía nos está enseñando que no es tarde para aprender cuando se está motivado. Y ¡Oh! Gran diosa, estamos más motivados que nunca.

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