Así como la imponente maquinaria estatal prusiana puede considerarse una tardía ecolalia burocrática del sistema ideado por Confucio para la mejor formación del funcionariado chino, el famoso “Imperativo categórico” kantiano que propugna el formalismo ético del Deber, parece inspirado directamente del diálogo que entablan en el Bhagabad-gitá Arjuna y Krishna, especialmente en lo concerniente a la Acción.
Siendo como es uno de los grandes textos sagrados de la humanidad, de su atenta lectura cualquiera de ustedes estará en condiciones de extraer múltiples y variadas enseñanzas, pero hoy, pongo el acento en aquella que nos anima a actuar desapegados de la acción.
La primera vez que nos tropezamos con las palabras de Krishna, es natural escucharlas en nuestra mente bajo la perspectiva occidental de la filosofía estoica o en su defecto, desde las claves interpretativas de todo ascetismo místico. Sin embargo, existe una lectura práctica que puede ayudarnos a entender la realidad sociopolítica allí donde parece absurda o carente de sentido.
El feliz despliegue del Espíritu hegeliano de la Historia en su tesis/antitesis/síntesis, que dio cobertura a la dialéctica marxista de la lucha de clases donde quien no era revolucionario, era reaccionario, finalmente alcanzaría su posmoderna reformulación con el clímax nietzscheano representado por la Acción/Reacción/Acción en la que algunos depositaron su racional confianza en una supuesta lógica de los hechos que despertaría la conciencia de las masas e iluminaría a las mentes gobernantes el camino hacia la consecución de la piedra filosofal Rousseauniana del Bien Común y el Interés General, en la equivocada creencia de que el Hombre y la humana sociedad, pueden variar su destino a voluntad por mera reflexión racional de lo que le conviene, cuando lo que sucede, es que siempre actuamos por imperiosa necesidad, no precisamente categorial.
No son pocos los amigos que me aconsejan pronunciarme con mayor claridad en mis intervenciones mediáticas, porque afirman, que la mayoría de la gente no entiende lo que pretendo transmitir. Mas como quiera que de eso se trate, no es el caso de que no diga, que ha terminado el tiempo entre nosotros los occidentales de esa estrategia apolínea de salón y tertulia basada en la Acción/Reacción/Acción, repleta de incendiarios manifiestos, grandilocuentes discursos, pliegos de exigencias, intrépidas actuaciones, manifestaciones, huelgas, comunicados, negociaciones, reivindicaciones, entrevistas para explicar y contra explicar lo obvio o lo inexplicable…Le ha llegado el turno a esa marcha sigilosa de la turba carente de lemas y de emblemas de la Acción-Acción-Acción, sin comunicados, sin reclamaciones, sin reivindicación.
Puede parecer absurdo; pero también lo anterior lo es. No se puede soplar y sorber. Aunque la mayoría de ustedes no lo entiendan, ellos ¡Tienen que entender! Debemos hacerles comprender que si introducen el kaos en nuestras vidas, no saber si tenemos trabajo a la vuelta de vacaciones, desconocer si nuestra cotización a la Seguridad social se traducirá a la vejez en una pensión digna, estar con el corazón en un vilo sobre qué ocurrirá con la sanidad y educación de los hijos, tener miedo a que por el impago de tres plazos de hipoteca nos puedan echar a la calle…este kaos, será kaótico y no conforme a unas leyes que su ciencia criminal les permita gobernar.
Siendo entonces, que como apercibe Krishna, vida y muerte son la misma cosa, actuemos sin miedo en cualquier momento, en cualquier lugar, con cualquier procedimiento, como modo natural de establecer el equilibrio de fuerzas donde nadie sepa ni cómo, ni cuándo, ni a quién le va a tocar aprender en qué consiste esta nueva doctrina de la Acción, pues es la incertidumbre del libre albedrío dionisiaco de nuestras acciones lo que más temen nuestros hermanos enemigos, pues gracias a la sociología y la estadística les resulta más fácil saber de antemano el comportamiento de toda la población que el de uno solo de sus ciudadanos.
Asimilada la enseñanza de Krishna, seguramente Arjuna estaría en condiciones de interpretar mejor la violencia que inunda las casas, calles y barrios de ciertas ciudades americanas donde la vida de las personas, se nos dice, no vale nada, e igualmente se hallaría en situación de aventurar que este es el horizonte de sentido que se dibuja para nuestra sociedad en la próxima generación.