Alfon, o el Principio RENFE de Jurisprudencia

Hace una semana, fue detenido en Madrid “Alfon”, un joven que a decir de sus vecinos, compañeros y amigos, es una excelente persona a quien han condenado a cuatro años de prisión por portar explosivos durante la jornada de Huelga General del 2012 tras confirmarse la sentencia por el Tribunal Supremo al considerar esta Institución dependiente del PPSOE que los artefactos caseros explosivos que obraban en su poder, podrían haber causado daños.
Lo que no aclara tan avanzada sentencia condenatoria es, en qué grado de cumplimiento estima ese “podría haber causado” porque, no creo yo, que se puedan adjudicar, así como así, cuatro años de cárcel a un joven sin especificar si se trata de un “posible” o un “probable” o cuando menos el grado de intención del sujeto si estaba dudando o decidido a cometer el acto. Y tampoco entra a precisar de qué daños se trata, de modo que, se me hace muy difícil entrar a valorar si los cuatro años de condena a este joven, son proporcionados o desproporcionados. Sea entonces, que en una extensión de este ejercicio de Derecho Ficción, hagamos una simulación que ilustre ese “podría haber causado daños” para mejor calibrar la sentencia.
Lo primero que nos tenemos que preguntar, es si el sujeto en cuestión tiene fácil acceso con una bolsa de explosivos a los lugares adecuados para causar daño entre las Elites Extractoras como podría ser bajo la mesa del Consejo de administración de un Banco cuando nos suben los tipos de interés o las hipotecas, en el patio de butacas durante la Asamblea de Accionistas de una Multinacional cuando se disponen a anunciar el reparto del dividendo, en algún complejo de lujo donde se celebran fiestas entre champán y caviar; o si le es sencillo atravesar las medidas de seguridad para colarse entre sus sirvientes y esbirros de la política como, por ejemplo, en el Palacio de la Moncloa, al Congreso o al Senado, donde hacer estallar su artefacto en pleno Pleno pleno haciendo pleno. O en su defecto, si nada de lo anterior pareciera factible, si el susodicho, estaría en disposición de pasar con semejante mercancía por los escáneres y detectores de metales que los medios de transporte en que viajan sobreprotegidos las elites y sus esbirros como son los aviones y el AVE…porque de no ser así, el daño causado, por muy grande que fuera para el resto de la población, entiéndase que hubiera destrozado un nicho de 60 metros cuadrados donde vive una familia en paro, hecho saltar por los aires un utilitario de un albañil, dañado los columpios del parque del extrarradio…como que no sería motivo suficiente para alarmar a la sociedad y menos para emitir sentencia tan grave.
Mi afirmación se corresponde con lo que he denominado Principio RENFE de Jurisprudencia; he podido observar que cuanto más selecto es el pasaje, mayores medidas de seguridad obliga a tomar el Estado a las Compañías de Transporte y mayor celo ponen estas en su cumplimiento, y así como nadie vigila que en el metro o en los autobuses se deje mochilas repletas de explosivos, porque a fin de cuentas estos medios colectivos son utilizados por la mayoría de trabajadores y sus crías a quienes jocosamente en lenguaje empresarial se denomina “recursos humanos”, una compañía como RENFE que visa y revisa a todo el pasaje y todo el equipaje antes de subir al AVE, permite a todo pichichi acceder, cual Perico por su cuadra, a los Cercanías. Pues bien, esta disposición oculta para todo protocolo de Transporte Público, debe actuar también en Jurisprudencia, y mientras los sujetos no amenacen el bienestar de los que mandan y de quienes tienen el poder, entiendo yo que se puede dejar hacer. Y por tanto, juzgo desmesurada la sentencia, pues con un artefacto casero, portado en una bolsa de supermercado, como que a lo más que se podría haber llegado era a haber reventado un botellón en fin de semana.

Teoría de Conjuntos y Lucha de Clases

La pasada semana, impartí un curso de didáctica al profesorado de Matemáticas de Primaria. En mi programa dispuse abordar operaciones, polígonos, ángulos, medidas, dando por descontado que se trabajaba la Teoría de Conjuntos. Cuál fue mi sorpresa, cuando varios de los docentes me advirtieron que dicho contenido ya no se impartía. Aunque proseguí con la disertación obviando su contenido, mi cabeza no dejó de darle vueltas al interrogante ¿A qué interés pedagógico obedecerá este cambio sustancial en la docencia de las matemáticas elementales? Toda mía respuesta debía casar con la conspiración gubernamental para atrofiar en lo posible las capacidades innatas del alumnado, pero una contestación convincente al particular requería mayor concreción.

Mal que bien, si para algo servía la Teoría de Conjuntos en Primaria, era para que la mente del escolar se familiarizase con la existencia de realidades más allá de la presentada por unos elementos aislados, sospechosa habilidad que facilitaba la aceptación del análisis marxista de la Lucha de Clases, siendo entonces este motivo suficiente para su retirada del Programa escolar. Podría aducirse contra esta conjetura que la eliminación de la Teoría de Conjuntos de Primaria ha acontecido, precisamente, cuando menos era necesaria su retirada, es decir, cuando la gente está persuadida de que ha desaparecido su revolucionaria dinámica. Pero, las Elites Extractoras, saben perfectamente, que de la Lucha de Clases, lo único que ha desaparecido, es la lucha, pero no las clases y bueno es que la población no tenga noticia de ello, porque hoy, más que nunca, la sociedad está dividida en clases y subclases o lo que es lo mismo, en conjuntos y subconjuntos.

Todo español puede ser discriminado en función de su edad, religión, sexo, raza, ideología, orientación sexual, estado civil, formación, trabajo, poder adquisitivo, o cualquier otra cuestión sobre la que tenga a bien indagar el INE. De esta guisa, distinguimos entre niños/ancianos, cristianos/musulmanes, mujeres/hombres, blancos/negros, demócratas/ neoliberales, homosexuales/heterosexuales, casados/solteros, parados/empleados, pudientes/humildes…siendo todos subconjuntos del conjunto “español” que se opone, todavía, al de “extranjero”, el cual además de padecer la anterior división soporta otras como comunitario/ extracomunitario, legal/ilegal, turista/refugiado o Bienvenido/inmigrante. Hasta aquí, como que con la experiencia vital basta para averiguar a qué conjunto de la población uno se adscribe. Pero, si no entrenamos al cerebro en discurrir en edad temprana entre el conjunto de peras y manzanas, entre el de las frutas y el de los muebles, entre el de los orgánicos e inorgánicos …podría ocurrir que la mayoría de las personas deambularan por su ciudad sin conocer que unos pertenecen a la clase peatonal y otros a la automovilística; que fueran a comprar al supermercado sin ser conscientes que unos son de la clase oferta y otros de la delicatessen; que a la hora de ir a pasear el Domingo con la familia unos sean de banco y pipas y otros, de terraza y chocolate con churros, que en una misma ciudad los hay que viven en chalet y otros en nichos, que en el mismo edificio de nichos hay propietarios e inquilinos, que los escolares en el aula al despedirse antes del verano se clasifican en los que se van de vacaciones y los que se quedan en casa, que a la hora de sentarse a la mesa unos son de comida sana y otros de envenenada, etc.

El hecho pasa desapercibido, porque, al margen de algún que otro descuido con la clase Turista en los viajes o la entrada VIP en las discotecas, para evitar que la absoluta falta de referencias intelectuales forzara al entendimiento natural del sujeto a descubrir por su cuenta la inclusión en subconjuntos cuya sola mención le harían reaccionar, las Elites Extractoras, fomentan la pertenencia alienante e inhibidora a auténticos conjuntos vacíos de marcas, equipos deportivos, clubes de fans musicales…que con la mera admisión les hace sentir felices al ser aceptados por el grupo e incluso libres en la creencia de haber sido ellos quienes lo han elegido. Así, los elementos del conjunto social, lejos de comportarse como personas de una comunidad, pasan a funcionar como individuos de la masa.

Felipe González Académico

El otro día, escuché en una emisora que cierto grupo de presión estaba orquestando una campaña para impulsar la candidatura del Consejero de Gas Natural Fenosa, Felipe González. – Según atendía la noticia, mi especulación se disparó en paralelo: ¿Será a presidir la Unión Europea? ¿un organismo internacional como la FAO?, ¿quizá la Cruz Roja? ¿la UNESCO?, ¿la ONU? ¿la OTAN? Raro me parece a mi a estas alturas, con este pobre hombre cuyo prestigio no da más que para apoyar pequeñas causas con la boca pequeña por miedo a verse sometido al chantaje de las Agencias de Inteligencia de cualquier país sabiendo lo que saben de su trayectoria como gobernante. – En estos pensamientos estaba, cuando, de inmediato se me aclaró que la candidatura era para ocupar un sillón en la Real Academia de la Lengua Española. Y de nuevo, se me desató, esta vez sin freno alguno, las conjeturas sobre ¿Qué sillón le harían ocupar a este personaje? ¿Le concederían la F de Flipe o acaso la I de Isidoro? ¿ A lo mejor los académicos le tenían reservada la S de Socialista aunque por pudor intelectual fuera en este caso minúscula? Quién sabe, es posible que el propio interesado hubiera solicitado la N de neoliberal…Yo por mi parte, estaría dispuesto a apoyar su promoción, siempre y cuando, fuera para ocupar el sillón G, por apellidarse González y no por el insulto que algunos malpensados tienen en mente, pues es justo Galardón para este Galán de la política, un Galón más que sumar a la Galaxia de condecoraciones que inundan su Galería de la que no hace Gala ni en Galicia, Gales, Galia, Galípoli o Gallarta, y tampoco en Portugal por no Galvanizar con su Gallardía a ningún animal sean Galgos, Galápagos, Gallos o Gallinas e incluso a los caballos que podría Galopar, por miedo a que una Galerna mediática, haga zozobrar su Galeón personal y le conduzca a Galeras donde podría comer toda su vida Galletas, no acompañado por Galileo Galilei, pero si por Galindo. ¡Todo un Galimatías!

Probablemente, hace dos o tres décadas, a nadie en su sano juicio se le hubiera pasado por la cabeza promover, siquiera mediante sobornos, la candidatura de alguien como Felipe González por muy estadista que sea, pues su contribución al idioma no pasa de poner de moda tres o cuatro suyas coletillas como “sin acritud” o “por consiguiente”, mas si ello es mérito sufriente para ser miembro de la RAE, el siguiente en llamar a las puertas será José María Aznar quien entraría por la puerta grande con su ¡Mire Usted! Pero corren tiempos líquidos donde la entidad hace tiempo que se desprestigia a cada nueva edición del Diccionario, donde las palabras entran a saco como la gente en los transportes colectivos y con muy buen criterio, por esa regla de tres, bien está hacer lo propio entre sus filas.

Pero si sólo fuera que la Real Academia estuviera desprestigiada, lo que permitiera que cosas como esta sucedan, ni tan mal. El problema es que, lo que está desprestigiado en nuestra sociedad, es la propia condición de las letras, por lo cual, a nadie importa ni escandaliza que Felipe González pueda acabar ocupando un sillón en esta institución, no tanto por considerarlo muy apropiado como cuando Hera envió al cuidado de Pitón al monstruo de su hijo, que también, cuanto por juzgarlo irrelevante a nuestros intereses e inofensivo para la sociedad. Y esto es un error gravísimo que todavía no acontece en la Academia de las Ciencias, aunque al tiempo.

Felipe González, sin ser Académico de la lengua española, ha variado para siempre el significado de varios términos de la política, verbigracia, “Izquierda” o “Socialista” y de otros ámbitos del lenguaje coloquial como “Carisma” afectando incluso a una letra como la X que desde su paso por la Moncloa además de servir para marcar en el mapa un lugar o de incógnita matemática, es un referente internacional del Terrorismo de Estado. Imagínense ustedes qué no podrá hacer con el castellano de ser académico de pleno derecho.