Ante las distintas críticas recibidas, via correo electrónico y teléfono, por parte de cuantos hasta ayer me consideraban de los suyos por creerme firme partidario de la “Acción Directa” contra quienes oprimen al Pueblo con argumentos como: ¿Quién eres tú para condenar? Parece mentira que defiendas a los poderosos; ¿De verdad que te parece mal que alguien se haya atrevido ¡por fin! a darle una hostia a ese sinvergüenza? ¿ Y tú te dices anarquista? ¿No eres tú el que patrocinas la actualidad del tiranicidio como procedimiento sanitario social?…debo matizar lo siguiente:
1º- Pocos hay de los mios. Todos caen en la tentación de pensarme de los suyos cuando mi pronunciamiento coincide con su perspectiva o posición. Pero yo no tengo una sola perspectiva o posición. Me voy desplazando conforme a cada circunstancia porque juzgo que opinar siempre lo mismo sobre las mismas cosas es propio de imbéciles.
2º- Por el mismo motivo yo no soy anarquista, a lo más anrco, diferencia esta que sólo pueden apreciar los amantes de la libertad de pensamiento.
3º- Mi condena, es una condena moral que no judicial y en consecuencia mi propia Conciencia me habilita para pronunciarme de modo positivo o negativo sobre aquellos hechos que me afectan toda vez me han sido comunicados, de igual modo, que puedo opinar sobre un cuadro abstracto, sin necesidad de haber estudiado Arte.
4º- Y ¡sí! Es cierto. Soy partidario de recuperar el Tiranicidio como instrumento de transformación sociopolítico. Alguien debe recordar al mandatario aquello tan sabio que se le decía al oido a Generales y Emperadores romanos “Recuerda que eres mortal”. Pero no soy partidario de tomarnos la justicia por nuestra mano. Creo que los tiranos deben ser, primero derrocados; después detenidos; Juzgados; y Condenados por un Tribunal; y finalmente Ejecutados por procedimientos humanitarios, reciclabes, sostenibles e igualitarios.
5º- En cuanto a defender a los poderosos…dudo mucho que este pobre hombre pertenezca a la élite que manda en España. El Presidnete del Gobierno es un esbirro del Capital que da las órdenes a cumplir y así como los antidisturbios son la mano ejecutora del Estado, nuestros políticos, son los capataces del sistema, para que cuando las balas silben encuentren sus cabezas. Es por eso que debemos tomar bien los apuntes.
Dicho todo lo anterior en mi defensa, ante esa inmensa mayoría silenciosa que ha disfrutado viendo en la pantalla cómo a quien creen el máximo responsable de sus desgracias, a falta de un Juicio por graves delitos contra la población al más puro estilo Nuremberg, le dan un puñetazo en diferido de su parte, debo, con todo, una disculpa.
Me disculpo por haber emitido la condena del puñetazo a Rajoy de modo emotivo, casi instintivo, nada racional. Me disculpo por haber condenado el puñetazo de forma precipitada e irreflexiva, sin atender los detalles que de haberlos tomado en consideración antes, muy probablemente, jamás de los jamases, se me hubiera pasado por la sesera, emitir comunicado alguno de condena. Me explico:
El incidente, motivo de condena, conforme pasan las horas y conocemos ciertos datos, empieza a cobrar tintes, cuando menos, sospechosos, porque ya es curioso que en los cuatro años de legislatura, habiendo tantos afectados por las Preferentes que han perdido todos los ahorros de una vida; habiendo tantos afectados por la Hepatitis C a quienes se les ha denegado el medicamento que les salva la vida; habiendo tantos familiares de personas que se han muerto esperando que el Estado del Malestar les comunique si les concede la prestación social a la que tienen derecho, habiendo tanta gente desahuciada que ha perdido su primera vivienda…y habiendo tantos politicastos en los que hacer blanco de su ira y frustración, no haya pasado nada de esta embergadura; pero que justo cuando el Presdiente del Gobierno está en sus horas más bajas de credibilidad, tras el estrepitoso fracaso del debate del lunes, en su tierra, Pontevedra, donde están sus paisanos, donde se encuentran todos sus amigos, donde están sus familiares, un joven, un menor de edad, se le ha aproximado encajándole un puñetazo, más sospechoso si cabe, cuando conocemos que este chico, no tiene antecedentes penales y no es hijo de un desahuciado, o de un parado de larga duración, sino el hijo de la prima de su mujer. ¡Qué pequeño es el mundo!
La formidable reacción de Rajoy y todo su séquito que siempre cargaba contra los escraches, al no denunciar al chaval, contrasta con su detención en un centro de menores, cuando lo normal hubiera sido que fuera enviado a casa con sus padres, lo cual, nos hace pensar que su confinamiento judicial tiene el propósito de mantenerlo lejos de cámaras y micrófonos periodisticos que andan tras la pista de averiguar el cerebro intelectual que hay detrás de su acción; quién le pasó la información acerca del horario e itinerario por donde iba a estar el Presidente; cómo hizo para sortear a los escoltas, etc, por si de sus palabras se descubre un trabajo de fontanería genovés destinado a provocar que en los últimos dias de campaña, en las jornadas decisivas para ese 40% de indecisos, la imagen de un Rajoy agredido, atraiga las simpatias de la gente buena, para que olviden sus actos de corrupción, los recortes y la mala imagen que dió el Lunes en televisión.
Por consiguiente, no me averguenzo de haber condenado de corazón el puñetazo a Rajoy, si la acción fue un pronto no premeditado, por cuanto hacer retroceder la polítca al estadio de barbarie y salvajismo. Empero, pido mis más sinceras disculpas por haberme dejado llevar en la condena, sin haber antes ponderado todos las sospechosas circunstancias enumeradas, sin cuya ponderación racional, la condena del puñetazo debe ser puesta entre paréntesis.