La inusitada rapidez con que se suceden los acontecimientos políticos tras meses de letargo, modorra y holgazanería, me ha pillado falto de reflejos, cuando en otra época, cualquiera de ellos me hubiera dado excusa para editar varias entradas diarias en este INÚTIL MANUAL y he requerido una chispa que me pusiera manos a la obra al objeto de retomar mi compromiso social y pedagógico con la ciudadanía, muy resentido después de atender como la población refrendaba en votos y en escaños la Mayoría Absoluta del PPSOE dos veces consecutivas, inspiración que me ha venido, paradójicamente, ante la inminente Investidura de Rajoy, quien, a poco más, le usurpa el título a Fernando VII, no ciertamente el de Rey sino el de “Deseado”, cuando paseando por Madrid, me detuve ante el Congreso para preguntar a uno de los policías nacionales allí apostados, por una calle cercana y hete aquí, que me respondió muy amablemente “Debe dar un rodeo” contestación que Freud no dudaría de etiquetar como lapsus linguae, dado que, por la Ley Mordaza, está terminantemente prohibido rodear el Congreso, siendo esto lo que desencadenó en mi desear ardientemente la posibilidad de volar, en vez de rodear, el Congreso de los Diputados, siendo ajeno a la ética si sus Señorías están fuera o dentro observando como lo volamos.
De aquella repentina pulsión peatonal, nace esta mia “Propuesta Pública para volar por los aires el Congreso de los Diputados”, a poder ser, durante la Sesión de Investidura de Rajoy, acción que anticipo yo, será más efectiva y obtendrá mayor resonancia mediática a nivel mundial que la enésima tentativa de “Rodear el Congreso” que se está organizando por distintas asociaciones ciudadanas, cuya procesión pacífica va camino de convertir al edificio leonino en la Nueva Kaaba política.
Soy consciente de las dificultades que entraña esta acción reivindicativa para denunciar el escenario en donde se perpetra el rapto de la Democracia, dificultades emanadas más de la premura y trabas administrativas, que de los peligros que para nosotros pueda suponer vernos implicados en perpetrarla, pese a tomar todas las precauciones que Dédalo diera a Ícaro. Pero, creo sinceramente, que merece la pena el esfuerzo y el riesgo.
Estoy convencido de que si abriera una ventanilla donde apuntarse para integrar el equipo de personas deseosas de participar en esta contundente acción, la cola sería más larga que la del INEM, pero no sólo de indignación, rabia y entusiasmo, vive la protesta ante los tiranos, es necesario igualmente la eficiencia en la consecución brillante de los objetivos y en consecuencia, hemos de entender todos, yo el primero, que para volar el Congreso de los Diputados, precisamos contar únicamente con personas audaces y decididas que crean en la causa dispuestas a asumir su responsabilidad, pero también, debidamente capacitadas en técnica y experiencia, al objeto de no fallar en el intento.
Por este motivo, hago desde aquí un llamamiento a cuantos de entre vosotros estéis en condiciones y disposición de volar el Congreso por distintos medios, para que estéis alerta y en cuanto sepamos la fecha de la Investidura os deis cita en el cielo madrileño con vuestros globos aerostáticos, ala delta, parapente…porque si la misma Naturaleza que nos limitaba a dar saltos es la responsable de que podamos volar, la misma ley que nos limita rodear el congreso, es la responsable de que lo volemos, quedando patente la diferencia que media entre saltar y volar por los aires.
Pero esta propuesta se ciñe única y exclusivamente a volar por los aires el Congreso, si luego los participantes en una protesta que se augura ecologista, animalista, feminista, vegetariana, pacifista, divertida y colorista deciden al margen de esta convocatoria aprovechar el vuelo para arrojar la bomba atómica, eso ya es responsabilidad de la Fuerza Aérea Española, de sus F-18, Misiles y Antiaéreos.