La figura de un “Mediador” en la Mesa de Partidos que ha contagiado al diálogo que se pretende entablar entre el Gobierno de España y la Generalitat de Cataluña es problemática por cuanto su presencia elevaría el perfil del diálogo a una especie de negociación donde las partes enfrentadas acudirían cual representantes de entidades políticas independientes del mismo rango, asunto este perseguido por los nacionalistas catalanes cuanto rehuido por los nacionalistas españoles. A fin de evitar tan molesto término cargado de connotaciones, se ha pretendido introducir el eufemismo “Relator” para salvar dicha dificultad, aunque sin conseguirlo, por cuanto no satisface las exigencias maximalistas de los nacionalistas catalanes pero, exasperando a los nacionalistas españoles que ven en ello un “Mediador” figura esta que explícitamente habla de la insuficiencia de una de las partes para imponer su criterio, asunto del todo intolerable para quien entiende que la realidad catalana está supeditada a la realidad española. Podría entonces concluirse de esta reacción que la vía eufemística ha fracasado, mas no por el procedimiento mismo, sino por haberlo empleado con timidez, pues al proponer únicamente la introducción de un “Relator” fácil es asociar a este con el “Mediador”. Por esta razón, propongo que lejos de abandonarse este cauce eufemístico, nos atrevamos a explotar todo su potencial como sigue:
Todo acontecimiento político no puede sustraerse del contexto; así para evitar improvisaciones como la reciente de las flores amarillas, veo oportuna la previa presencia de un “Decorador” neutral que cuide hasta el más mínimo detalle del escenario que acoja las reuniones. Por supuesto, igual de neutral deberá mostrarse el “Organizador” del encuentro para garantizar la comodidad de las delegaciones durante el tiempo que dure el diálogo, algo indispensable como bien saben los jugadores del Campeonato del Mundo de Ajedrez. Es evidente, que según vayan llegando a la estancia donde tendrá lugar el acto en cuestión, alguien les tendrá que indicar el sitio a ocupar como ocurre en el cine, función propia de un “Acomodador” ecuánime en el trato. Estando todas las sillas ocupadas, sería conveniente que un “Revisor” comprobase que son todos los que están y están todos los que son antes de dar inicio la sesión, como en el autobús. Hecho todo lo anterior, será imprescindible un “Presentador” bien visto por todos, para presentar a las partes como vemos en los concursos de la tele. Y como habrán imaginado, antes de empezar a hablar será todavía más necesaria la intervención de un “Moderador” del todo ajeno a los intereses en disputa que vele por el respeto de turnos, tiempo de palabra y orden del día. Por supuesto, tratándose de un diálogo entre personas de habla española y catalana, habrá que contar con al menos un “Traductor” que no sea sospechoso de tergiversar por su cuenta así como de un “Coordinador” independiente de los medios para evitar trifulcas con fotógrafos y periodistas, igualmente se precisará un “Realizador” indiferente a lo que se trata que no juegue malas pasadas con las imágenes y sonido en el montaje. A nada que el diálogo se extienda, la experiencia indica que será muy útil la presencia en sala de un “Servidor” fiable que les asista para el agua o los aperitivos y aún de un “Catador” para evitar envenenamientos, y de un “Conseguidor”, experto en hacerles llegar cuanto deseen del exterior en plazo breve sin sabotearles sus ponencias. Como quiera que en sus conversaciones las partes requieran de continuo hacerse llegar documentos, no puede faltar un “Distribuidor” de mutua confianza que garantice el flujo de papeles sin quedarse nada con lo que poder chantajearles a todos en los medios. Posiblemente, en el calor del debate, en más de una ocasión se digan palabras gruesas momento en que sería de agradecer la intervención de un “Censor” que conmine a retirar las palabras o en su defecto a dar orden al “Trascriptor” de evitarlas en el acta. Y como quiera que de las palabras se pase a las manos, no estará de más contar con una brigada voluntaria de “Pacificadores” dispuestos a recibir insultos, amenazas, escupitajos, patadas y puñetazos para interponerse entre las partes. Al final, también será imprescindible un “Comunicador” equidistante que dé testimonio de lo sucedido conforme a lo recogido por un “Observador” profesional, al margen de lo que cuente la prensa. Pero al final, final de verdad, lo que siempre es necesario que intervengan son muchos “Limpiadores” dispuestos a dejar muebles, paredes, suelos y baños como estaban, porque como dice el aforismo: es fácil ensuciarlo todo sin limpiar nada, pero es imposible limpiar algo sin ensuciar nada.