La feliz noticia de que finalmente mi pueblo natal de Castro Urdiales se había decidido a echar del Ayuntamiento a la banda municipal que desde hace décadas acapara ingentes partidas presupuestarias sin que se le conozca otra función que organizar ruido, semana sí, semana también, me pilló como de costumbre, algo despistado por hallarme más pendiente de los avatares nacionales e internacionales que de lo que sucede justo a mi lado, moderna actualización del escapismo romántico decimonónico. Así, caído enfermo de la gripe de rigor, he aprovechado para ponerme al día de los distintos chascarrillos de la política local que tras las últimas elecciones municipales, amenazaba con perder su enorme atractivo y morbo acostumbrado.
Yo algo barruntaba tras el pacto de Regionalistas y Populares con la agrupación separatista Anexión por Vizcaya…¡Qué otro motivo podría haber! La verdad es que la causa de tan resuelta acción ciudadana me traía sin cuidado, si verdaderamente el pueblo había puesto de patitas en la calle a la banda municipal, decisión que no por deseada, me parecía del todo imposible en un lugar en el que, quien más quien menos, aspiran todos a ver cumplida su oportunidad para trincar su parte. Por ello, pese a la persistencia del rumor, a lo sumo imaginaba que se trataba del típico ¡quítate tú para que me ponga yo! y que como sucede en la tragicomedia nacional de la representación, la banda municipal del PSOE habría echado por una moción de censura a la banda municipal del PP y poco más. ¡Me equivoqué! ¡Sí! Sí que se han atrevido a dar el finiquito a todos y cada uno de los miembros de la Banda Municipal de Castro Urdiales, pero no ha sido precisamente la banda criminal que ha permitido el saqueo de las arcas municipales, el deterioro natural de nuestro entorno, el monstruosismo urbanístico que ahora se estudia en las universidades de arquitectura como ejemplo de lo que no hay que hacer…¡No! La Banda Municipal de la que se ha deshecho el pueblo, ha sido la de Música.
En el que fuera el más bello rincón del mundo, donde nacieran Ataulfo Argenta, Arturo Duo y Nicolás Torres, aprovechando la excusa de moda para poner orden y concierto en los distintos aspectos que afean la armonía subyacente a cada Institución recortando de aquí y ajustando allá, el Exmo. Ayto de la localidad ha creído oportuno prescindir de la Banda Municipal de Música, como corresponde a los discípulos del Rey Midas. La cuestión preocupante no es entonces que la medida desentone en el marco de referencia cultural en el que se aprueba, cuanto que se haya silenciado para siempre de la escena la verdadera alternativa que al pueblo le quedaba para referirse a la Banda Municipal como una agrupación inocua para los intereses colectivos, pues es evidente que las otras distintas Bandas Municipales que viven de nuestros impuestos, tocan una partitura para arpa del todo desafinada.
Pero los miembros adscritos a las otras Bandas Municipales no se han atrevido a votar a favor de esta decisión sin el convencimiento de contar con la comprensión de buena parte de la ciudadanía que olvidada de la infantil fábula de la Cigarra y la Hormiga, no sabe a ciencia cierta para que vale una Banda Municipal de Música, cuando se cuenta con organillos y el Top Manta…Y esa es nuestra verdadera desgracia, que mientras esta es la impresión general, luego se reclaman conciertos millonarios para traer en vivo y en directo a estrellas fugaces de los 40 Principales que suenan mejor en lata que en directo, si es que no hacen el paripé del Play Back.
Ja, ja, ja!!!.
Veo que vuelves a estar en tono (¿de SOL MAYOR?).
Piensa que las cosas aún pueden ir peor en Castro: que formen una Banda de Cartón y que sigan robando «a tutta l´orquesta», con batuta, pero sin música.
A uno de los que ha contribuido al saqueo de varias empresas y llevado a la ruina a mucha gente, además de estafar al Fisco vizcaino unos cuantos millones, le están juzgando estos dias en Lo Mercantil de Bilbao (vive en Castro) pero creo que se ha quedado practicando un Solo, no sabemos de qué instrumento.
Viendo el panorama municipal, me permito proponer a la Real Academia Española una modificación ortográfica, que refleje más fielmente la realidad. Desde ahora la palabra ayuntamiento debería escribirse con h, es decir hayuntamiento.