Así empieza una de las joyas melódicas con las que nos sorprendió en su día el genial grupo Kamelo Punto Semos cuyo maravilloso tema “¡Vuela! ¡Vuela! ¡Vuela!” nunca llegó a aparecer en los 40 Principales por razones obvias de estar a otro nivel intelectual, pero cuyo impacto neuronal difícilmente puede caer en el olvido una vez escuchado, menos cuando cada dos por tres, Iberia sale en los medios de comunicación, ora por la huelga de pilotos, ora por su intención de ir al mercado con una línea de bajo coste.
Dicen que sólo el necio confunde valor y precio. Pero está claro que la confusión de ambos conceptos concomitantes era posible únicamente cuando en el espacio mental ambos tenían cabida aunque fuera confusa. Hoy sin embargo, creo que hemos superado el riesgo de equivocarnos, no tanto por haber aumentado nuestro grado de discernimiento al respecto, cuanto por haber desterrado al primero de los términos de nuestra esfera de pensamiento y atención, quedándonos a solas con el precio, lo único que importa, aunque no sea lo más importante a la hora de hacer una compra o adquirir un servicio en estos tiempos en los que no nos atrevemos ni a recomendar un fontanero.
Todavía me acuerdo, cuando a finales de los Ochenta los criminales socialistas empezaron a hablarnos de la necesidad de competir con Corea ¿Se acuerdan? Pasados los años, les reconozco que fui un ingenuo, pues aunque por entonces me quejé en varias misivas a la sección de “Cartas al Director” del empeño de competir con Corea en vez de fijarnos como referente a Alemania o los países nórdicos que les iba mejor, nunca creí que la Corea a la que se referían estos mangantes era a Corea del Norte. Pero abierta la Caja de Pandora con la escusa del acero, el cierre de Sagunto y los Altos Hornos de Vizcaya, cómo resistirse a no competir en la minería con la extracción del carbón en Suráfrica, la fabricación de coches con Polonia, la recogida de naranjas con Marruecos…y todo para que en las grandes superficies nos hagan la superoferta de dos céntimos en el Pan de molde a base de serrín y el tetrabrik de leche aguada que en eso consiste el libre mercado, ofrecer mierda para quien la pueda comprar.
Al final de tanta competencia, llegó la incompetencia, en el sentido de que todo aquel esfuerzo fue estéril, pues las marcas asesinas, con el consentimiento de los Gobiernos cómplices, los políticos criminales y el concurso de una población educada en la codicia a la búsqueda del máximo beneficio al menor coste, utilizó nuestra capacidad competitiva para forzar a otros pueblos a producir más barato en condiciones de trabajo propias de la peor esclavitud. Así chinos, vietnamitas y resto de países asiáticos acostumbrados a sufrir, se hicieron con el pujante mercado de los pobres que pese a estar en retroceso la Renta per Cápita, aumentan por momentos sus integrantes ávidos de consumir la basura que ellos mismos producen. Para ellos son esos artículos que valen poco y duran menos o los alimentos envenenados que atentan contra la salud como los refrescos que son el zumo de los más desfavorecidos o las hamburguesas la única carne que les está permitido probar.
¡No hemos aprendido la lección! Bajar continuamente los precios a costa de la calidad, el servicio, los salarios, la contratación de personal, la cantidad de producto, de la seguridad, la garantía, etc, con la escusa de la competencia, lejos de beneficiar a la ciudadanía, a la clientela, a los trabajadores, a la Sociedad, lo hace al especulador, al explotador que con regocijo contempla como se multiplican sus dividendos con nuestra ruina. Por eso, por primera vez comprendo la batalla que la plantilla de Iberia, incluidos los pilotos del SEPLA, viene manteniendo contra la Compañía que desde que se juntó con la British, parece querer ser un insecto.
¡Sí! Variedad mosca cojonera.