La medalla de galleta entre los premios de consolación internacionales que supone la concesión de cualquier “Príncipe de Asturias” respecto al prestigio de un Nobel, ha recaído este año en la “Federación Española de Bancos de Alimentos” por haber destacado en la modalidad de “Concordia” hermana menor de la Paz, al objeto de resaltar su labor social. La cuestión es ¿Qué diantre es un Banco de Alimentos?
En el Reino de Orbajosa donde los eufemismos, más que disfrazar la realidad la caricaturizan, se supone que un Banco de Alimentos es algo así como una despensa para pobres donde la voluntaria caridad más que la justicia social se distribuye entre quienes tienen la suficiente necesidad como para vencer la vergüenza de declararse pobres de solemnidad, recibiendo así, su cartilla de racionamiento que les permitirá acceder a la riqueza nacional por vía gratuita de urgencia sin necesidad de trabajarla, sin intereses y a fondo perdido como se hace con nuestros impuestos para sufragar el agujero financiero de las entidades como si el banco fueran ellos.
Pero bien pensado, la denominación “Banco de alimentos” debió ser eufemística para alguien que en el pasado, cuando la economía era boyante y el crédito corría a raudales para adquirir televisiones de plasma y maquinaria de gimnasio a plazos con la vivienda hipotecada hasta las cejas, aquella alegría fiduciaria se asemejaba al despacheo de menús del día en un restaurante de carretera, donde los comensales engullen en confianza lo que se les ofrece y los cocineros no escatiman nada en el puchero para garantizarse el buen cobro y la clientela. Empero, no creo que hoy la expresión “Banco de Alimentos” hubiera cuajado…
Habiendo quebrado muchos de ellos, enriquecido sus directivos, con los desahucios, las preferentes, el indebido cobro de comisiones, la letra pequeña de los contratos, los rescates y todo eso, la gente, por muy necesitada que estuviera de comer, se abstendría de acercarse al dispensario por miedo a que lo envenenasen, método de acabar con la mendicidad que no podemos descartar pueda llevarse a cabo a medio plazo o cuando menos, con propósitos esterilizantes como ya se ha ensayado en grandes urbes americanas que a este respecto nos sacan gran ventaja experimental.
En cualquier caso, al margen de que estemos ante un eufemismo o cacofonismo, sí hay un verdadero Banco de Alimentos al que conocemos bajo otra denominación eufemística respecto a la anterior, cuál es, Industria Alimentaria, cuyo comportamiento de estar asociado a la etiqueta “Banco de Alimentos” entonces sí que apreciaríamos pronto su adecuada correspondencia, pues la misma se dedica a especular con el hambre de las personas para obtener el mayor beneficio al menor coste, como prueban los bajos precios de salida que se pagan a ganaderos y agricultores, pongamos por caso, un Kilo de patatas, que no alcanza los 6 céntimos cuando en un supermercado llega en forma de patatas fritas hasta los 10 euros, sin ir más lejos.
El verdadero “Banco de Alimentos” en que se ha convertido la Industria Alimentaria no contenta con monopolizar el mercado, asociada como está con las bien llamadas “Cadenas de Alimentación” que tienen maniatada la oferta y la demanda, ahora puja fuerte por la especulación sobre sus precios inflándolos por medio de lo que en otro tiempo se conoció como “acaparación de grano” procedimiento que llegó a ser penado con la Muerte en guillotina durante la revolución francesa, pero por lo que se ve, hoy es premiado con la cotización alcista en bolsa.
Los 50.000 euros del pseudo Nobel de la Paz, en palabras del Presidente de la entidad galardonada, José Antonio Busto, irá a parar íntegramente la adquisición de 50.000 kilos de alimentos, con lo que se ha dicho todo si ustedes saben dividir y multiplicar, porque sólo en supermercado el kilo de alimentos básicos como leche, pan, patatas, garbanzos, etc, sale tan caro. Si los dejaran en mis manos, yo me comprometería a conseguir como mínimo el doble, es decir, unos 100. 000 kilos de alimentos ¡eso sí! llevándome la correspondiente prima por la gestión no inferior a 25.000 euros, que uno es solidario, pero a sueldo.