El pasado fin de semana, con la escusa de la Convención del PP en Valladolid, me he dejado caer por la insigne capital del Aznarismo para hacerme una composición de lugar a fin de poderles ofrecer de primera mano una crónica personal que a buen seguro será distinta de las cacareadas por los Tontodiarios para el aturdimiento general.
Llegué el Viernes a eso de las 16:00h. La estación de tren estaba tomada por la Policía Nacional cuya presencia desde entonces no dejó de acompañarme en el paisaje urbano desplegados sus cientos de efectivos por calles, aceras, comercios y plazas aportando esa nota de color que requiere un Estado de derecho como el nuestro, auxiliada en todo momento por la policía municipal que sacó a la calle lo mejor de su plantilla como nunca antes habían disfrutado los vecinos, así como por la omnipresente Secreta bien visible, trajeada con gafas de sol y pinganillo para que nos olvidemos de los que van con vaqueros y chupas de cuero mezclándose entre la indefensa población.
Nada más llegar, me puse en contacto con los revoltosos habituales para enterarme del Programa de protestas que habían tenido a bien organizar en momento tan propicio como el que se presentaba al objeto de hacerles escuchar, ver y sentir el enfado social que ha generado la política criminal del Gobierno. Así se puso en mi conocimiento que a lo largo de esos tres días, estaba prevista una movilización general continua, donde por turnos distintas plataformas ciudadanas del ámbito educativo, judicial, sanitario, feminista, contra los desahucios, afectados por las preferentes, colectivos de Parados…iban a mostrar su rechazo a la presencia en Valladolid de la plana mayor del PP tachada de indeseable por dar mala imagen a la ciudad.
Y efectivamente, así ha sido. En menos de 48 horas, he podido contar no menos de una docena de manifestaciones multitudinarias, cada una de ellas congregando entre 1.000 y 10.000 personas, cifras reconocidas por fuentes nada sospechosas de revolucionarias como son los medios de comunicación.
La movilización de las fuerzas vivas de Valladolid ha sido ejemplar en todos los aspectos apreciándose un gran trabajo sostenido desde hace años en los colectivos vecinales, las asambleas del 15-M y un alto grado de ayuda mutua entre pequeños partidos, sindicatos minoritarios y Organizaciones civiles que han sabido aunar esfuerzos por encima de sus siglas para levantar un muro social contra la imposición de manera cívica, pacífica, inteligente pero enérgica, actitud que está calando hondo entre los ciudadanos que han empezado a aceptar que el único camino es la lucha diaria, desde sus puestos de trabajo, desde la escuela, desde el hospital, a pie de calle, convencidos de que los Gobernantes son nuestros enemigos naturales y no nos representan aunque salgan elegidos de las urnas.
Además de las clásicas procesiones convocadas mañana, tarde y noche, gritando al asfalto – dado el escaso eco mediático que reciben las protestas sociales pacíficas – las consignas de siempre “Contra el paro y contra la pobreza. ¡Reparto del trabajo! ¡Reparto de riqueza!” se han hecho escarches a los comedores del PP allí donde tenían intención de desayunar, comer, cenar y hasta de madrugada cuando salían de marcha, pues no es de recibo que mientras la pobre gente harta de sus crímenes políticos sin techo donde vivir, sin dinero para pagarse la calefacción, sin poder dar de comer a sus hijos, protesten vigilados por la policía como si fueran delincuentes, ellos, los auténticos criminales, puedan irse de pinchos y copas como si nada.
Y mientras todo esto ocurría, mientras los miembros del PP estaban reunidos en su convención nacional, mientras la pobre gente protestaba vigilada por la policía – Que todo hay que decirlo ¡cumple órdenes! contra su voluntad – Yo he asistido invitado por el “Grupo de los Siete” a otra Convención en la que hemos participado profesores de Filosofía, Ética y Religión, para tratar sobre la legitimidad del Tiranicidio y la Lucha armada por parte de la sociedad civil, así como el Derecho de los ciudadanos a portar armas.