Sabido es que “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Mas, no doy con quienes sacan provecho de una red social funcionando al margen, no ya de la ley, que también del sentido común con el que normalmente los ciudadanos nos mostramos tanto en público como en privado, de no ser, que pensemos en personajes de la peor calaña que podamos imaginar, a parte de la casta de “los intocables” integrada por las élites extractoras político-empresariales, a usureros, traficantes de personas, armas y drogas, terroristas, estafadores de ancianos, charlatanes embaucadores, pedófilos, por no citar a mentes del todo degeneradas que encuentran en Internet el terreno más propicio para realizar sin escrúpulos libremente sus actividades, si por “libremente” entendemos “impune”, cosa sólo posible desde el más absoluto anonimato cuyo consentimiento desde un principio, no logro explicarme por parte de la Autoridad, cuando lo suyo sería se regulase por la misma legislación que nos hemos dado para los asuntos civiles.
Los ciudadanos de bien, para comportarse con entera libertad, no sólo no precisan de una plataforma donde reina el anonimato, que además, esta es adversa a sus intereses por cuanto para satisfacer sus pequeñas necesidades de promoción, trabajo, comercio, relación, acceso a datos, ocio y cuanto corresponda a su esfera personal, ningún bien podrá derivarse de la condición anónima y sí en cambio, mucho perjuicio recibido por parte de terceros que desde la impunidad ofrecida por el anonimato le podrán insultar, engañar, robar, acosar sexualmente, chantajear, meterse en su cuenta bancaria….sin poder hacer nada prácticamente en su defensa activa, salvo vivir con el corazón en vilo en todo instante. En consecuencia, debería de partir de nosotros, la ciudadanía y no de los criminales que gobiernan nuestras vidas, la iniciativa en favor de la regulación de Internet, para que no se nos adelanten aquellos que con la excusa de poner orden en el caos, introduzcan lo que les es más caro a sus pérfidas mentes, a saber, la vigilancia y el control en vez de la aplicación de la ley que es más que suficiente, si lo que deseamos es introducir sentido común en la red y no el acostumbrado atropello de derechos civiles aprovechando que el Pisuerga pasa por Castilla León.
No podemos apreciar fundamento alguno en quienes se oponen a la regulación de Internet en un Estado de Derecho democrático, pues ni el más asilvestrado pensamiento Liberal-Libertario confunde Libertad con libertinaje y menos todavía, sustenta la misma en el anonimato. Este postulado sólo es asumido como mal menor para aquellas circunstancias donde la Libertad de expresión está coartada precisamente por el Poder que hace las Leyes imprimiendo un férreo control sobre la población, en cuyo caso, no queda otro remedio que echar mano de la ocultación de la actividad, el secreto de la verdad, los pseudónimos para salvaguardar la identidad, el ingenio para sortear querellas y esquivar la censura y por supuesto el anonimato para disfrutar de la libertad que por fuerza ha quedado fuera de la Ley.
Nadie en su sano juicio defendería que la gente pueda circular por la calle con el rostro oculto; nadie con dos dedos de frente ofrecería la pared de su casa para que desconocidos escribieran en ella lo que les apetezca despotricando a diestro y siniestro; ningún medio de comunicación legal se la juega permitiendo que individuos sin nombre ni apellidos desde sus tribunas se dediquen a extender el antisemitismo, a insultar a las autoridades o a cualquier ciudadano; ni siquiera conozco un solo caso de alguien que se haya atrevido a salir a la calle con un letrero en blanco colgado del cuello animando a los transeúntes a escribir cuanto les ronde por la cabeza mientras se pasea cual hombre anuncio por la acera…¿Por qué? Muy sencillo: Porque la Libertad de expresión, está estrechamente ligada a la identidad de quien se expresa. La Libertad de expresión no está pensada para anónimos, ni para pseudónimos, sino para uso y disfrute responsable de la identidad. De modo que, todo cuanto se exprese públicamente, debe ir respaldado por una identidad, sea del sujeto que emite la expresión, sea del propietario responsable que la acepta en su medio de difusión.
Es posible que en un esquema zapateril alguien pueda pensar que “Internet no es de nadie ¡Es del viento!”. Pero, lo cierto es que, de principio a fin, todo lo humano remite a la responsabilidad personal y esta no puede ser anónima ni en sus contenidos, ni en sus estructuras. En Internet se deben aplicar las mismas leyes que rigen para cualquier autor, para todo medio de comunicación y para la población en general.
Soy firme partidario de que los ciudadanos, para no enredarnos con la Red, reclamemos como mínimo, que todo contenido, tuit, mensaje, artículo, video, etc, tenga acreditada legalmente una identidad como la tienen los periodistas, guionistas, articulistas, directores de cine o contertulios y que todo soporte, sea este foro, chat, correo electrónico, página o blog, cuente con licencia de apertura que identifique al dueño responsable de su publicación y difusión, como se hace con cualquier editorial, periódico, radio o televisión. No es mucho pedir.
Partiendo de este enfoque minimalista, cabe reflexionar entonces, sobre por qué algo así acontece en un Estado de Derecho democrático, no apareciéndome otra respuesta que la natural demanda social emanada de una frustración colectiva acontecida por la descarada manipulación, vigilancia, control y monopolio que desde los distintos poderes se hace de los medios de comunicación y en consecuencia, podría resultar que fuera más pernicioso el remedio que la enfermedad cuando a la causa de la frustración se le suma la posibilidad de su desahogo.