Según se desprende del último informe de la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada), de 770 páginas en el que han trabajado un centenar de investigadores adscritos a una treintena de Universidades presentado por Cáritas España, ¡todo va a peor! en calidad de vida, ponderados con los datos estadísticos de indicadores sociales como la educación, vivienda, sanidad, empleo, cultura, movilidad, pensiones, etc., pues, sólo el 34,3% de los ciudadanos vive sin carencias, mientras un 40,6% se va hundiendo en la precariedad, el 24,2% sufre ya exclusión moderada y el 10,9% está en severa marginalidad, porque a finales de 2013, había en España 11.746.000 personas en situación de exclusión social, entendiendo por “exclusión social”, estar sin empleo, sin ingresos, sin seguridad social, sin tarjeta sanitaria, sin vivienda, en palabras del Presidente de Cáritas, Sebastián Mora, “sin nada de nada”. Pero ¿qué es la Nada?
Llevo casi tres décadas dedicado plenamente a la Nada. De hecho, la tesis doctoral que tengo registrada en la UPV con el lema “Todo sobre la Nada”, aún no tiene ni un renglón escrito por estricta coherencia con la materia sobre la que versa. En consecuencia, me creo en inmejorables condiciones de poderles avisar en términos heideggerianos que hay más nada que la que nadea.
En primer lugar tenemos la nada conceptual que nos proporciona el lenguaje, palabra a la que como veremos a continuación, podemos asociarle toda clase de valores económicos, materiales, matemáticos, estéticos, musicales, filosóficos, religiosos y hasta políticos; de inmediato se presenta a la conciencia la nada que se asemeja al vacio físico, como el que se pretende para conservar los alimentos; después estaría la nada material como cuando abrimos una caja de cartón para descubrir que no hay nada, nada que podría haberse originado no por ausencia de algo que sería no-ser sino por desaparición de lo que había propia de cuando abrimos la hucha donde hemos metido todos nuestros ahorros y para nuestro horror, nos encontramos con que ¡no hay nada! Ciertamente, para un espíritu positivista del Círculo de Viena, ambas nadas sean identificables. Pero mientras la primera nada, sería una nada, digamos que neutra, la segunda nada se trata de una nada negativa. Una nada híbrida conformada entre el vacio físico y el Todo material circundante, es el hueco, la oquedad que permite la existencia de cerraduras, vasijas, peceras, o el mismo donut cuya esencia no estaría nada claro establecer si obedece más al bizcocho que al agujero…
También podemos hablar de la fría nada matemática comúnmente llamada cero, pero que si la atendemos como se merece, apreciaremos pronto que se trata de una nada bastante llena, al menos de complejidad, pues los problemas que da operar con semejante cantidad hablan por si solas la multiplicación y división, no siendo pocas las veces que para nuestra sorpresa mayúscula el resultado es de lo más paradójico: infinito.
Por su parte, la pintura y otras artes plásticas suelen recrear la nada dejando en blanco o por hacer parte de la obra; a este respecto más sencillo parece en música donde se nos presenta la nada en forma de silencio que tiene su representación simbólica en el pentagrama, como en el lenguaje escrito, el silencio aparece en diferido gracias a los signos de puntuación que nos indican cuándo hacer un alto en la lectura o discurso, cosa que dicho sea de paso, podría haberse ocupado mejor la respiración.
Una nada más angustiosa es la nada existencial kierkegaardiana experimentada por Unamuno a quien más le hubiera valido familiarizarse con la nada del nirvana budista o la mística nada del Maestro Eckhart, si bien es verdad, al final, la muerte representa para todos la nada de todas las nadas, que es seguramente a la que se refería el Presidente de Cáritas.
Porque, en la actualidad, eres lo que tienes; y si no tienes nada, ¡eres nada! Porque, la exclusión te convierte de pronto en nadie, te sitúa en el vacio social, jurídico, educativo, sanitario…, te deja la cuenta vacía, te angustia, te anonada y finalmente te provoca la muerte civil en el más absoluto de los silencios y en la más escandalosa soledad. ¡Matémosles!