En Orbajosa, todos los gobernantes a izquierda y derecha eran Hijosdeputa o querian serlo. Por esta razón el Consejero que fuera recientemente reconocido como Hijoputa por su contribución para el entorpecimiento burocrático de la creación de empresas, fue admirado y envidiado a partes iguales, mas por todos imitado en su afán por hacer la vida dificil a la ciudadanía. El Príncipe, muy complacido, atendia cuantas sugerencias le eran remitidas a Palacio en tal dirección y fue así como de la noche a la mañana, no faltaron concejales, alcaldes, diputados, senadores, congresistas, jueces del Supremo y ministros que fueran galardonados con el título de Hijoputa, al extremo de tener que establecer una nueva gradación para evitar confusión de protocolo y ante todo, disputas entre los afectados por ver quien era más Hijoputa. Así se acordó que para los cargos como concejal o alcalde le correspondía el de Hijoputa; para diputados, senadores y congresistas, se les otrogaba el rango de Gran Hijoputa, los Jueces del Supremo, Ministros y Consejeros se los distinguía con el título de Grandísimos Hijosdeputa y para el Príncipe le estaba reservado el de Muy Grandísimo Hijodeputa. Pero su farragosa reglamentación protocolaria fue obviada por propios y extraños para finalmente la población dirigirse a todos como Gobernates hijos de puta, voz que definitivamente dio por buena la Principesca Academia de la Lengua.
Tras varias jornadas de fiesta y siesta, el Príncipe de Orbajosa aguardaba ansioso nuevos despachos de su Consejero, animado como estaba ante la certidumbre de mejorar el Decreto para el Fomento Empresarial.
-Príncipe: ¡Por fin llega usted!
-Consejero: Disculpe la tardanza, es que entre pararme ante quienes me admiran y evitar a los que me envidian…
-Príncipe: No se queje usted, y sonria, que para algo ya es un Hijoputa. Aprenda de mi; siempre sonrio, aunque me llamen hijoputa.
-Consejero: Pero usted mismo nos obliga a dirigirnos a su persona como Hijoputa.
-Príncipe: Muy cierto. Pero con hache mayúscula que es propia del título y no con hache minúscula que es la del insulto.
-Consejero: Dice bien el Hijoputa, pero habría que darle una vuelta al asunto porque según tengo entendido, no es lo mismo hijoputa que hijodeputa y no significa lo mismo hijodeputa todo junto que separado, por no citar las enseñanzas recogidas en un sabio artículo titulado ¿Son todos los hijos de puta de puta madre?
-Príncipe: Me abruma con su erudición. Desconocia que el tema diera para una audiencia. Pero ahora no tenemos tiempo; en unas horas he de recibir sobornos y repartir sobresueldos. Así que abreviemos…¿Con que me sorprenderá hoy?
-Consejero: Bueno, hoy más que sorprenderle, le voy a disgustar un poquito.
-Príncipe: ¿No será capaz? Pues si que se estrena usted como Consejeo Hijoputa.
-Consejero: Es un pequeño fallo del sistema que por suerte para nosotros afecta a pocos casos y a los que afecta, dado lo intrincado de la legislación tiene los daños controlados.
-Príncipe: Vamos, estoy preparado para recibir el disgusto. ¿De qué se trata?
-Consejero: Los Notarios.
-Príncipe: ¿Qué? ¿Qué pasa con los Notarios?
-Consejero: Hemos detectado que algunos de ellos son honrados e informan a sus clientes de todo cuanto deben saber sobre la creación de una empresa.
-Príncipe: Pero ¿Cómo es posible? ¡No me lo puedo creer!
-Consejero: Creaselo. Nuestros espias nos han informado que incluso aceleran los trámites y lo denominan Constitución Express.
-Príncipe: ¡¡¡Hijosdeputa!!! ¿Qué estúpido les ha dado autoridad para hacer eso?¿Qué idiota ha sido capaz de poner ahí a esos traidores al Estado? ¿Quién es el imbecil que les ha dado ese poder de informar a la ciudadanía?
-Consejero: Disculpe su Majestad, pero no ha sido ni un estúpido, ni un idiota, ni un imbecil…
-Principe: Entonces quién.
-Consejero: Un Hijoputa, concretamente el Muy Grandísimo Hijodeputa. Usted.
-Príncipe: ¡Ah! Comprendo. Ahora resulta que tampoco nos podemos fiar de los Notarios del Reino. Cómo puedo ser tan torpe. Dios hizo seres tan inútiles que los hizo nacer príncipes para que pudieran subsistir. Cómo he podido ser tan ingenuo. Yo que provengo de una familia de hijoputas no soy digno del cargo. ¿Cómo ha podido sucederme esto?
-Consejero: No se mortifique más. El Gobernante Hijoputa lo había diseñado todo muy bien. En lugar de establecer una ventanilla única donde registrar, constituir y dar de alta la empresa, usted dispuso muy acertadamente forzar a los ciudadanos a ir de aquí para alla. Así la empresa se debía registrar en el Registro Mercantil, mientras para darla de alta era preciso ir a Hacienda. Pues bien, para constituirla usted propuso que fueran a una Notaría al objeto de que saliera más caro su creación. No estaba mal pensado.
-Príncipe: Y ¿Qué podemos hacer ahora? ¿Es posible destituir a los Notarios honrados? ¿Sería posible contar con el Servicio Secreto para provocarles accidentes? ¿Hay alguna forma de convencerles para que no informen a sus clientes?
-Consejero: Me temo que nada de eso nos ayudaría de verdad; sería pan para hoy y hambre para mañana. Por otra parte, ya le he dicho que este fallo del sistema afecta a poca gente y dado lo intrincado del procedimiento de creación de empresa los daños son limitados.
-Príncipe: ¡Explíquese!
-Consejero: La mayor parte de ciudadanos desiste de crear una empresa ante la falta de información y lo liado que se presenta su tramitación. Los pocos que se empeñan en continuar, la mayoría para cuando llegan a la Notaria y solicitan su primera cita, llegan con algún trámite ya cuplimentado por su cuenta, de mdo que la vocación traidora notaril se ve rebajada al respecto. Por lo demás, la estratagema del Gobernante Hijoputa de derivar la constitución de una empresa a una Notaría da sus frutos porque: primero, el ciudadano tiene que buscar una notaría; debe solicitar cita; se le concede cita para tal fecha que retrasa algunos dias sus trámites; en su primera cita como no tiene ni pajolera idea debe tomar notas de los requisitos solicitados para la constitución; luego como no los entiende estos, ha de investigar qué se le está solicitando e incluso le surgirán dudas filosóficas como podré mostrarle más adelante cuando tratemos el asunto del banco y la creación de una cuenta corriente a nombre de la empresa.
-Príncipe: ¡Fantástitico! Por un momento creí que todo el sistema se venía abajo. Pero continue…
-Consejero: Posiblemente en la Notaría entre otros muchos requisitos le soliciten tener el CNAE, una cuenta corriente a nombre de la Empresa con un depósito de 3000 orbys y un documento adjunto al Acta de Constitución del que ni yo mismo sé para que sirve pero consta como obligatorio. Como ve, usted fue muy diligente como Gobernante Hijoputa. Son otros los culpables de que algunos ciudadanos no desistan de sus intenciones de crear una empresa. Y no es necesario interferir en el trabajo de los Notarios.
-Príncipe: Eres un buen Consejero Hijoputa. Sabes levantarme el ánimo. Y me quedaría muy a gusto charlando sobre estos temas contigo, pero ahora debo dedicarme a mis obligaciones como Gobernate Hijoputa. Pero, mañana espero me cuente con detallle todos esos requisitos uno a uno, que es un deleite escucharlos.
El Consejero Hijoputa salió del despacho muy ufano abriendo sus puertas de par en par. A su salida pudo ver dos grandes colas una conformada por directivos de banco, constructoras, petroleras, industria automovilística, farmacéuticas…que esperaban para entregar sobornos, y otra integrada por sindicalistas, periodistas, altos cargos, congresistas…que aguardaban para recibir un sobresueldo. Entonces, el Consejero se dijo para sus adentros ¡Cuánto Hijoputa hay aquí dentro!
Ufff!
Menos mal que todo ocurre en una ciudad imaginaria…. que todo es imaginario y, supongo, sólo afecta a la creación de empresas.