Según un informe de UNICEF presentado el pasado Martes en Madrid elaborado con datos recogidos durante el 2009, uno de cada cuatro niños en España, se encuentra en riesgo de pobreza al vivir en hogares con ingresos inferiores al 60 por ciento de la renta media, cosa que nos sitúa en el vagón de cola de los 27 países de la Unión Europea, junto con Rumanía, Bulgaria, Letonia e Italia.
Entre otros datos, el informe destaca que los hogares en riesgo de pobreza son los constituidos por familias monoparentales, numerosas, o cuyos progenitores se encuentran desempleados. Sin embargo, España, también figura entre los Estados que presentan un nivel más alto de pobreza en hogares donde los dos adultos están trabajando, concretamente un vergonzoso 20,6% que dice mucho del Mercado laboral que disfrutamos.
Como muy bien apuntan sus responsables para evitar equívocos semánticos “Ser un niño pobre en España no significa necesariamente pasar hambre, pero sí tener muchas más posibilidades de estar desnutrido (…) no significa no tener un techo donde guarecerse, pero sí habitar una vivienda hacinada en la que no existan espacios adecuados para el estudio o la intimidad, y en la que el frío o las humedades pueden deteriorar el estado de salud (…) porque estar en riesgo de pobreza relativa no significa necesariamente privación, pero sí exclusión y reducción de oportunidades”.
Tras leer el Informe de UNICEF siento cierto alivio personal por lo siguiente: Ya lo decía la canción ¡A la gente no le gusta que uno tenga su propia Fe! por lo que tiene por costumbre presionar al diferente para hacerle comulgar con la homogeneidad. Así, amigos y familiares preguntan insistentemente ¿cuándo te vas a casar? ¿por qué no tienes hijos? como si al no seguir dicha senda les hicieras un feo. Yo suelo contestar a lo primero que no me caso, porque me da apuro, y a lo segundo que lo considero un pecado. Claro que las respuestas son peores que las apuestas y generan mayor confusión en mis interlocutores que rápidamente se apresuran a formular otras cuestiones como ¿No te gustan las mujeres? o ¿Qué te inspiran los niños? a las que contesto, no sin cierta guasa, que precisamente no me caso para que me continúen gustando y que los niños lo que más me inspiran son pena…Ahora además de citar a Groucho Marx que situaba al matrimonio como la mayor fuente de divorcios, podré esgrimir este informe de UNICEF para avalar mi posición respecto a la infancia y lo que opino de traer hijos al mundo.
Las matizaciones que se hacen en este informe de UNICEF nos demuestran bien a las claras la dificultad en que nos encontramos para definir la pobreza. Todos estamos de acuerdo en que los pobres existen y están lejos de constituir una especie en peligro de extinción; pero es bastante complicado establecer la raya fronteriza de la pobreza. Tengo la fuerte impresión de que los criterios que se utilizan para clasificar a una persona como pobre o como rica, se establecen en función de los intereses de organismos internacionales encargados de tratar esto de la pobreza, pues los programas para combatir la pobreza manejan dinero y su manejo siempre es poder. Se podría enunciar una especie de principio de incertidumbre económica: si a un mendigo se le van arrojando monedas de céntimo de euro, es imposible determinar la moneda a partir de la cual deja se ser pobre.
Nuestros políticos necesitan a los pobres para venderles esperanza de derechas o de izquierdas a cambio de sus votos y poder así mamar en las ricas ubres del presupuesto nacional. Algunos presumen de pobres,para captar el favor de las masas, porque auí la riqueza es de derechas, y yo diría que hasta facha. Todo el mundo se erige en defensor de los pobres y desheredados de la fortuna. Incluso bamquero hubo que en cierta ocasión dijo: “Yo no tengo nada contra los pobres, prueba de ello es que no me importa que haya muchos”.