Algunos de nuestros mayores, añorando sus años mozos, de cuando en cuando, suspiran por aquellos felices tiempos en los que todo les funcionaba, exclamando la conocida generalización a modo de reproche a la existencia ¡ Con Franco vivíamos mejor! para que otros coetáneos les ampliaran la información de su memoria selectiva, añadiendo un esclarecedor ¡…En Alemania! Realidad que fue retratada por el cine con el típico españolito de pueblo atravesando la frontera en autobús provisto únicamente de una maleta de cartón en la que llevaba toda su miseria.
Cuando parecía que los nietos ingenieros, médicos, abogados, arquitectos… no iban a entender nada de lo que los abuelos se querían decir unos a otros en sus mensajes cruzados, resulta que muchos de ellos podrán disfrutar ahora, de la enriquecedora experiencia de trabajar en el extranjero por no hallar oportunidades en su propia tierra, entre sus amigos y familiares, como hacen esos sinvergüenzas de los inmigrantes que vienen a robarnos el trabajo desde sitios tan lejanos como Ecuador, Méjico, Colombia, Argentina, Angola y hasta desde China, cuando bien podrían haberse quedado en sus respectivas patrias…
Seguramente, las sonrisas y halagos realizados por la canciller alemana Angela Merkel durante su visita a Zapatero, les haya sonado a muchos a la famosa canción navideña “Stille Nacht, heilige Nacht” conocida entre los hispanoparlantes como “Noche de paz noche de amor” tras las reiteradas intervenciones nada cariñosas que las han precedido, ora para criticar, ora para corregir, siempre para desautorizar, abochornar y desmerecer las medidas político-económicas emprendidas por nuestros gobernantes en defensa de nuestros intereses colectivos. Claro está que, dada la evidente involución europeísta emprendida por la Francia de Sarkozy y la Alemania de Merkel que, a las primeras dificultades se han aliado con las tesis quintacolumnistas que siempre han caracterizado a la Gran Bretaña, es posible que, su afabilidad responda, a algo más que la cortesía diplomática, obedeciendo al antiguo interés de toda potencia extranjera en que le vaya peor a su vecino rival para así aprovecharse de su flaqueza y debilidad, como parece ocurrir ahora que España forma personal cualificado en todas las áreas con gran esfuerzo de nuestro presupuesto, pero cuyo beneficio se escapa tras el Flautista de Hamelin, sin atender las enseñanzas recogidas en “Los músicos de Bremen” al modo en como nosotros atraemos a los deportistas de otros países con el señuelo de otorgarles la nacionalidad, por lo que su discurso más que a villancico, me suena a una nana para que España entera se duerma escuchando la “Eine Kleine Nachtmusik” de Mozart. Es posible que para cuando nos queramos dar cuenta de lo sucedido cantemos todos el conocido estribillo de Mo-Do “Eins zwei polizei” con el que nos preguntaremos Was ist los? Was ist das?