Y dale con que es gratis

Con ocasión de las recientes protestas estudiantiles chilenas para exigir de su gobierno una educación pública gratuita, ya expuse aquí mismo mi opinión sobre el pernicioso mensaje subliminal auténtico veneno subrepticio que los políticos zafios auxiliados en la propagación de su ponzoña por los medios de comunicación – lo de “comunicación” es regalo de la casa – los cuales, cuando menos a este respecto podrían ser acusados de negligencia profesional por su necesaria colaboración en el lavado de cerebro colectivo al que aquellos desean someter a la población con el único propósito entre unos y otros de colar la idea de que al ciudadano le salen gratis la educación, la sanidad, la justicia, la seguridad y si nos descuidamos hasta la democracia, cuando lo cierto es que, cualquier servicio mediado por el Estado nos resulta carísimo, pues si la definición de “gratis” responde a recibir algo sin entregar nada a cambio, los trabajadores entregan hasta un 40% de su sueldo, o sea de su trabajo, de su esfuerzo, es decir, de su tiempo, para entendernos, de su mísera existencia y por consiguiente, hay que tener muy mala intención y una conciencia bastante retorcida para decirle gratis a las prestaciones de las Instituciones públicas sufragadas con nuestros impuestos directos e indirectos.

Los políticos que hablan de sanidad o educación gratuita son auténtica gentuza que tienen en mente despojarnos delante de nuestras propias narices lo que es nuestro; Para ello, lo primero que hacen es identificar como “gratis” todo aquello cuanto desean llevarse en el futuro inmediato, como quien le echa el ojo a las prendas en Navidad esperando a que sean gangas durante las rebajas, para de este modo ir recortándolo hasta dejarlo en su caricatura y que nos quedemos como mucho tristes, a caso algo indignados, pero conformes con el principio de “a caballo regalado, no se le mira el dentado” propósito del que no se abstendrán si no se les para los pies con una paliza moral y democrática antes de juzgarles por maquinación contra los bienes públicos.

Por lo que respecta a los medios de comunicación, parece mentira que gente con carrera dedicada a informar y manejarse como pez en el agua con el leguaje, consienta la criminal manipulación que los sinvergüenzas de la casta parasitaria cometen, sin advertir a sus fieles clientes de las trampas léxico-semánticas que esa gentuza les tiende de continuo asesorados por psicólogos, sociólogos, asesores de imagen y expertos en las técnicas de marketing y la ciencia de la persuasión, para lo que ciertamente no bastaría leerse en diagonal el “Arte de tener razón expuesto en 38 estratagemas” de Schopenhauer ni cualquier otro tratado de retórica, sofistería, falacias, engaños y tergiversación, si no va acompañado del debido compromiso sincero del periodista para con sus lectores, su sociedad y sobre todo, la verdad.

Aquí, de haber algo gratis, serían los jugosos sueldos que perciben sus señorías, sus lujosos despachos, sus cochazos oficiales, sus secretarias “catalana occidente” que les hacen todo, todo, todo…y la confianza con la que los televidentes, oyentes y lectores prestamos atención a lo que transmiten los periodistas a quienes les suponemos igual profesionalidad en su quehacer que el que cada uno de nosotros ponemos en nuestros respectivos trabajos. Porque, parece como que se han juntado el hambre con las ganas de comer cada vez que se ha de tratar de la Cosa Pública y el Bien Común, asunto de capital importancia, entendida esta como vital para la subsistencia de la mayoría de la población y para unos pocos como suculento negocio, de ahí que entiendan como “gratis” aquello de lo que se creen dueños pasado mañana, porque en su particular codicia desatada, el tiempo transcurrido se les antoja que dejan de cobrar la pasta gansa que ya perciben en otros servicios básicos como puede ser el transporte público, el servicio farmacéutico, el sector general eléctrico y cuantas actividades resultan de interés general que sin embargo, son gestionadas por empresas privadas.

EpC: Más pobres, más dóciles, más esclavos

Cuando el Barón Pierre de Coubertin echó mano de la inspirada máxima del sacerdote Henri Didon “Citius, altius, fortius” como lema estandarte del Movimiento olímpico, sabía que su objetivo sería pronto abrazado por una Sociedad entregada a la velocidad de los nuevos medios de locomoción, a la desenfrenada carrera de los rascacielos y a un cada vez más descarado culto al cuerpo, cuyo evidente transfondo bélico pretendía explícitamente amortiguar por medio del fortalecimiento espiritual que en principio proporcionaría el deporte a modo de socorrida Cruz Roja psicosomática en la recién estrenada Lucha de Clases a la que llamaba a corneta el Marxismo triunfante, si bien olvidose, a caso omitiera deliberadamente, del soporte visceral que sustentaba toda la tramoya aparente y oculta que aquellos empezaban a denominar estructura-superestructura, cuál es, el aspecto agonal que tan brillantemente expusiera Huizinga en su “Homo ludens” embriagador de toda faceta humana por seria o estúpida que esta sea, haciéndonos la vida más llevadera cuando se trata de retos profesionales en trabajos tediosos como puede ser apretar tuercas en una cadena de montaje, o para someternos a un infierno terrenal tratándose de ganar más dinero, más fácil, más rápido, como sucede en el mundo capitalista donde se ha elevado a rango de Diosa a la Competencia.

Vivimos una época, en la que como nunca antes nuestros particulares intereses exacerbados a la enésima potencia, chocan como Titanes en todas las esferas de la vida: En las familias, los tradicionales anhelos de amor, fraternidad, solidaridad y altruismo entre sus miembros, han de vérselas con las aspiraciones de libertad individual y espacio vital de cada uno de ellos, cuyas vidas atomizadas, partidas y segmentadas por horarios lectivos, laborales y de ocio, les impiden armonizar su añorada convivencia y cuando resulta que disponen de un pequeño momento juntos, la falta de costumbre se les hace insoportable; En la política, la pretendida labor de servicio a la comunidad por parte de nuestros representantes democráticos se torna cada vez más afanosa en medio de un colectivo en el que cada individuo sólo busca su propio beneficio, no siendo de extrañar, que de semejante conjunto, sean los más codiciosos quienes primero se propongan para ejercer de servidores del pueblo y si por un casual hubiera alguno que nadara contracorriente, pronto vería flaquear su fuerza moral ante el desgaste que supone trabajar para quienes solo miran por su hacienda y reclaman en todo momento como suyo lo que es de todos. Qué no sucederá entonces en el ámbito laboral en el que todavía, pasados dos mil años – que se dice pronto – de la irrupción en la historia humana de Nuestro señor Jesucristo, hay hombres que se ven forzados a trabajar para otros hombres, embruteciendo a los primeros y pudriendo a los segundos sus almas todas condenadas, pues a la sobrentendida fatiga física que por naturaleza le sobreviene a todo trabajador, por no hablar de la pereza mental, ahora se le ha de añadir el espejismo intelectual de creerse con derechos irrenunciables a una jornada reducida, un horario flexible compatible con la inexistente vida familiar, vacaciones pagadas, contrato estable, horas sindicales, seguridad social y por si todo ello fuera poco…¡Derecho a huelga! Que ¡manda Borbones! la falta que le hace a quien goce de tan sólo la mitad de los anteriores privilegios, aberración del entendimiento sano que evidentemente está abocada a darse de bruces con el interés legal de la Patronal que persigue en todo momento apurar al extremo el enorme potencial que encierra aquella liebre sacrosanta del liberalismo que animaba a obtener “el máximo beneficio al menor coste”, asunto que también enfrenta al productor con el proveedor, al proveedor con el comerciante, al comerciante con el cliente y al cliente consigo mismo, ya que un modo sencillo de obtener mayor beneficio a menor coste por este otro lado, consiste en bajar la calidad sin disminuir el precio, cosa que todos saben, incluido el consumidor, de ahí que el cliente acabe debatiéndose en una lucha interna entre sus deseos de vivir bien y su malograda dependencia de un sueldo que no alcanza a fin de mes, frustración que parece llevadera a tenor del éxito que cosechan los bazares chinos y las Grandes Superficies.

Esta soterrada pugna civil entre hombres y mujeres, padres e hijos, Gobernantes y Pueblo, empresarios y empleados, vendedores y clientes, etc, que ya no da para presentarla como hicieran Marx y Engels como “Lucha de Clases” sino sólo como bullicio de todos contra todos, sin embargo, parece seguir una pauta bien conocida por las “leyes del caos social”, cuya flecha indica siempre la correlación entre pobreza, docilidad y esclavitud que no les pasa desapercibida a todo aquel que detente la condición de opresor.

Es así como, avergonzados por el pseudocientificismo del milenario mensaje religiosos de Esperanza y Salvación, caído el Muro de Berlín y con sus ladrillos venido abajo la última posibilidad de hacer la voluntad de Dios aquí en la Tierra como en el Cielo, desaparecidos los paladines esporádicos de nuestra causa en Alemania, Italia, Irlanda y España, se le dijo a la población que debíamos competir más y mejor; Por supuesto, el tema de la competencia, primeramente no se presentó como una competencia entre nosotros. ¡Nada de eso! Se trataba de competir contra otros, objetivo sumamente persuasivo en cuantos hemos sido educados en la historia de batallitas y conquistas, pero que parecía contrario al espíritu de la Unión Europea por aquel entonces. Por consiguiente, nada de competir con los franceses o los ingleses a los que les tenemos ganas, la rivalidad para con nuestros ancestrales enemigos patrios debía resarcirse en el césped de un campo de futbol – así que nos pusieron finos a patadas los Holandeses. Tampoco era bueno enemistarse con nuestros queridos aliados de la OTAN como Canadá o EEUU compitiendo contra ellos. Y contra los japoneses ¿Cómo íbamos a competir contra quienes nos inculcaron los más altos valores de amor y amistad durante nuestra infancia a través de los más tiernos dibujos animados que haya conocido la televisión? obligarnos a ello, hubiera sido para la clase trabajadora una tragedia superior a la de Edipo. Estaba claro ¡Había que competir contra Corea! Este país reunía todos los requisitos necesarios para que pudiéramos competir contra sus gentes y empresas en los mercados: estaba lejos, son de otra raza, de otra religión, lengua extraña, a penas se los distingue de otros asiáticos…y sobre todo – atrevida es la ignorancia – ¡Parecía fácil! Y sorprendentemente, como en el futbol…¡Perdimos! Lo que no significa que ellos, los coreanos ganaran…¡Ni mucho menos! Ellos por su parte tenían que competir con los camboyanos, filipinos y vietnamitas y estos a su vez, todos con los chinos que son quienes a la postre han ganado toda la partida.

Tras la derrota inflingida por el Gigante dormido, sin tiempo para lamer las heridas Europa entera ha desempolvado sus antiguas armaduras para librar sus últimas guerras intestinas disfrazadas bajo el eufemismo de la “Defensa del euro” sin esconder que ahora toca de nuevo competir, pero esta vez, entre las mismas potencias europeas y en un futuro inmediato entre los propios ciudadanos, vecino contra vecino, hermano contra hermano…contienda que se procurará retransmitir como si de una lid deportiva se tratara con el fin de insuflarnos ese espíritu de superación, de sacrificio y de reto personal del que hacen gala los deportistas olímpicos, pero en este caso, los aros se me antojan cadenas y el lema que parece lucir en el frontispicio del horizonte social es ese otro que nos dibuja “Más pobres, más dóciles, más esclavos” pues sabido es desde antiguo que, cuanto más pobre es una persona, más sumisa se muestra y con más sencillez se la puede explotar, porque como muy bien razonó Julio Anguita, “es más fácil someterse que luchar” Ello explica el frenesí con el que los jóvenes se entregan denodadamente a estudiar inglés y prepararse para situarse mejor que sus compañeros, al tiempo que tienen baja autoestima, muestran una muy baja aspiración laboral y una nula resistencia.

La bolsa o la vida

El pasado fin de semana, cientos de miles de personas en todo el mundo, secundaron la convocatoria efectuada vía Internet del Movimiento Anarquista Internacional “Adbusters” acampando frente a las Bolsas de Wall Street, Fráncfort, Milán, Londres, Tokio…sobre todo, para denunciar las tragedias humanas y sociales que comporta la economía especulativa de los productos financieros, las dañinas recetas neoliberales impuestas por el FMI a los pueblos y la cobardía de los gobiernos democráticos ante la tiranía de los mercados, asunto este último explicitado en el clamor popular que se interroga “Si no los hemos votado…¿Por qué mandan los mercados?” a los que abiertamente se acusa de dar un Golpe de estado. Pero ya que la situación lo demanda y a la gente se le ha tocado la moral lo suficiente como para protestar durante su tiempo de ocio, se ha aprovechado la inercia de la masa para demandar con mayor energía una economía al servicio de las personas, la regulación de los mercados financieros, la limitación de su influencia sobre la vida política, la creación de una Banca pública y un reparto equitativo y justo de la riqueza. Es lo que pasa, cuando la plebe se anima a exigir sus derechos, que como dice el refrán “al pobre que pide pan, carne no rechaza si se la dan”, aunque como en el caso de España, no parece haber cundido el ejemplo de las grandes fortunas que atendiendo a la historia no han esperado a ver las barbas del vecino pelar para entregar generosamente lo que a buen seguro les sería despojado a la primera que se descuidasen, sucede que parece más apropiado recordar que “ comer y rascar, todo es empezar”.
En España, donde la iniciativa anarquista ha sido apoyada con entusiasmo en Madrid, Barcelona, Bilbao, Santander, Valencia, Las Palmas, etc, la Jornada de protesta bautizada como ‘Toma la Bolsa’, se ha planteado principalmente como «un foro social de aprendizaje y de reivindicación» en cuyo transcurso han intervenido decenas de profesores universitarios y expertos críticos con el actual sistema financiero, al objeto de divulgar el verdadero funcionamiento de la Bolsa y la auténtica naturaleza perniciosa para la sociedad de los productos financieros; poner de manifiesto la cada vez más asesina relación del hambre con la especulación y el criminal comportamiento de las multinacionales de la alimentación, con las que hasta la propia ONU ha decidido recientemente desligarse para salvaguardar su imagen; dejar patente la enorme diferencia entre la economía real que produce bienes y alimentos beneficiando con su crecimiento a la comunidad y la especulativa que sólo enriquece económicamente a las élites monetarias; exponer como las grandes fortunas evitan contribuir a la sociedad que les enriquece por medio de la evasión fiscal, los paraísos fiscales, las SICAV, las Fundaciones y tantas otras cosas de las que nos hablan sonrientes los presentadores del Tontodiario sin que nos enteremos de nada que para algo se nos hace entender de Fórmula 1 y brillan por su ausencia en la programación televisiva, magistrales lecciones como las impartidas este fin de semana al aire libre – lo de libre, es un decir, dada la fuerte presencia policial que protegía por todo el orbe las nuevas fortalezas de los malvados.
Ya era hora de dejar de patalear ante los representantes democráticos que no son más que gerentes títeres del Sistema y dirigir nuestros pasos no a las reuniones del G-8, sino a estos casinos de muerte y destrucción en los que como suele decirse ¡La Banca siempre gana! El problema es…- haber como lo digo para que se entienda lo que quiero decir y ello no me suponga una denuncia del Fiscal General del Estado por apología del terrorismo – que ni las murallas de Jericó cayeron únicamente por el sonido de las trompetas y de nadie se supo que por peligroso que fuera el camino, aflojara la bolsa si antes algún pedagógico voluntario al asalto le ayudaba a elegir entre esa posesión y su vida, para hacerle caer en la cuenta de que, únicamente el necio confunde valor y precio, o sea, que no merece mostrar valor por algo que no tiene precio, pues no crean ustedes que entre ellos y nosotros nos estamos jugando otra cosa que ¡la bolsa o la vida!
Por eso, vengo clamando desde hace tiempo por la instauración – iba a decir Pena de Muerte para delitos económicos superiores a cien millones de euros, pero suena mal y espanta a la gente – de la eliminación física sostenible por vía ejecutiva liberal de los elementos socioeconómicos nocivos que atacan nuestros más fundamentales derechos impidiendo la libre circulación del Capital humano por el sendero de la paz y la libertad global que constituyen el marco ideal de convivencia que nos hemos dado en el Estado del Bienestar, imperativo moral que habrá de llevarse a término con todas las garantías democráticas, aunque no estaría del todo mal que previamente, nos planteásemos una sumarísima acometida cultural Maoísta para asegurarnos de su éxito.

Pantaloncitos cortos

La cíclica controversia sobre la conveniencia del uniforme escolar que aparece con cada inicio de curso, esta vez asoma a la opinión pública de la mano del colegio femenino perteneciente al Opus Dei “Les Alzines de Girona” cuando el pasado Martes obligó a una treintena de sus alumnas adolescentes a marcharse de clase y volver con una indumentaria más acorde para con la normativa aprobada el pasado Junio por el Claustro y el Consejo Escolar, en la que se estipulaba que las alumnas habrían de vestir una indumentaria correcta, aunque no institucionalizada, como una falda, pantalones largos o cortos a la altura de la rodilla y una camiseta de manga corta pero no de tirantes…directiva que ya suponía una concesión para las estudiantes de bachillerato respecto al resto del alumnado de cursos anteriores que han de continuar llevando el uniforme oficial del Colegio.
Algunos padres, se mostraron molestos con la actitud drástica del centro, aduciendo que hubiera sido menos violento para todos haberles avisado esta primera vez, en lugar de humillarlas delante de sus compañeras y ante ellas mismas y sus familias con volver a casa a cambiarse o pedir ropa prestada a sus amigas e incluso irse a comprar algo con lo que poder salir del paso. Pero, la portavoz del colegio, Alba Serra, concretó que las alumnas se presentaron con una indumentaria «exagerada» responsabilizando de ello a los padres. «que están al corriente de la normativa desde hace meses. Además las ven salir de casa vestidas con tacones altos, camisetas muy abiertas… ¿Pero adónde van: a la escuela o a la discoteca?». Además, en su opinión, “esta situación que genera dinámicas discriminatorias y rivalidades entre las chicas y las distrae del aprendizaje, se tiene que acabar».
Yo, hace tiempo que me he posicionado a favor del uniforme escolar por múltiples y variadas razones, desde las económico-familiares, pasando por las social-igualitarias, hasta las más inconfesables apreciadas durante mis vacaciones en el Paraíso Marxista de Cuba, donde a falta de la habilidad de saber calibrar la edad de las féminas, de gran ayuda era atender el color de la vestimenta que llevaban…En cualquier caso, hoy por hoy, comprendo y comparto la decisión de este centro, porque si su portavoz comenta que las chicas se distraen, ni les cuento lo difícil que se me hizo impartir clase de Filosofía durante el verano en un aula repleta de hormonas mixtas para que los chicos centraran su atención en el Imperativo Kantiano cuando salía a la pizarra, cuál fenómeno, los pantaloncitos cortos de un inalcanzable Noúmeno hembra, eso por no reconocerles abiertamente, que los profesores, no somos de piedra.
Igualmente, me muestro de acuerdo con la afortunada apreciación sobre la responsabilidad paterna en este asunto de la vestimenta de las jóvenes; De hecho, hace unos años, publiqué una hipótesis que explicaba este constatado creciente fenómeno entre las adolescentes de ir vestidas a todas partes como si estuvieran de “after hour” de Lunes a Domingo, luciendo modelitos de continuo, con camisetas ajustadas echando los bracitos atrás para marcar pezones y llevando las cuatro estaciones del año pantaloncitos cortos como si su culito estuviera en almíbar, a saber, la hipótesis SPRP o Solidaria Permisividad de la Reciprocidad Paterna, consistente en que como quiera que a ningún padre le apetezca ver salir a su hija para que esta sea el objeto de deseo de sus vecinos y amigos, sólo una cosa ayuda a comprender que aún con esas, le permita salir así vestida de casa y hasta le pague tan atrevidos trapitos, y es la esperanza de que el resto de los padres hagan otro tanto y de este modo, él pueda disfrutar en las hijas de sus amigos y vecinos, lo que los tabúes sociales le impiden gozar de lo que tiene más cercano y estaría mal que no se avergonzara íntimamente: Así, su solidaria permisividad, descansa en la reciprocidad paterna, que se camufla en lo imposibles que se ponen los adolescentes, tanto cuanto los profesores ocultamos nuestra propia turbación en la distracción del alumnado.
Con todo, también he de advertir, que en un futuro próximo, según se hagan más presentes los efectos del cambio climático, estos escándalos y la opinión a la que me he adherido, quedarán fuera de juego intelectual y axiológico, pues la circunstancia, modificará nuestro comportamiento colectivo y por ende, nuestra moral se verá trastocada, tomando por bueno y juicioso lo que hoy se nos hace intolerable como cuando alguien como el rapero Porta se atreve a sacarlo a la luz con toda su crudeza en una melodía cuyo rapio empieza con un enérgico “Las niñas de hoy en día, ya no comen chuches…” De hecho, en los países tropicales, están tan acostumbrados a ir con todo al aire, que lo que distrae y da que hablar, es precisamente lo contrario. Y ahora que pienso en ello…en este Colegio femenino, espero que nuestro Señor Jesucristo, esté debidamente crucificado con túnica y toga, para evitar que sus alumnas desvíen sus oraciones en sus abdominales o ¡peor aún! Dirijan sus inocentes y curiosas miradas hacia ese minúsculo trapito blanco que cubre sus partes pudientes, porque aún predicando en el desierto, hay que dar ejemplo.

¿Nos hacemos una pajilla?

Mariano Rajoy, se ha estrenado en Twitter relatando el encuentro fortuito que ha tenido en pleno vuelo con el actor Santiago Segura y el cantante Julio Iglesias hijo, con quienes se le puede ver en una foto tomada en el interior de la nave que acompaña su cuarto mensaje en la red social. Qué menos que comentarlo como merece.
Si se observa detenidamente la foto, a modo de ejercicio Yoga, primeramente, cualquiera podría sentir una experiencia religiosa, para acto seguido, percatarse de la enorme fuerza con la que concurren las miradas de los personajes que de querérsele encontrar un parangón estético de enigma y misterio en la Historia del Arte, habríamos de conducir los pies hasta el Museo del Prado para hallarlo en el, escudriñado hasta la saciedad, cuadro de Velazquez conocido como “Las meninas” o si se prefiere, el famoso cruce de paso de cebra de los Beatles.
Para empezar, es muy extraño que el centro de atención sea el actor y no el político, cuando es en el Twitter de este último, donde se cuelga la instantánea. Lo suyo, hubiera sido que fuera el Presidente del PP donde confluyeran las miradas de los otros personajes…¡Pero no! Tanto Julio Iglesias, como Don Mariano, dirigen sus ojos hacia donde está quien en la ficción interpreta a Torrente. Este detalle que no pasa desapercibido al espectador de la foto, se ve más acentuado si cabe, porque a su vez, Santiago Segura, en lugar de devolver la cortesía mirando a uno de sus interlocutores, parece como inmune a la cosificación de la que hablara Sartre y enfoca sus gafas hacia donde está la cámara. El resultado es un flujo simbólico constante de interpelación hacia el sujeto que contempla la escena, cuyo inconsciente ha de saber despejar las distintas incógnitas subliminales del leguaje no verbal que encierra tan sublime momento, menester para el que nos serviremos de quien en principio parece un convidado de piedra, pero que no aparece por casualidad, pues es su presencia que ocupa la parte central del triángulo escénico, la que cataliza todo ese caudal semántico que pasa desapercibido al inconsciente.
Salta a la vista, que de no ser por la amplia sonrisa del cantante, cualquiera diría que les agrada el encuentro; Se evidencia una corriente de tensión continua entre el político y el actor, a caso porque saben que en breve habrán de entenderse uno para dejarse fotografiar juntos, el otro para conceder subvenciones a quien le va aponer a parir. De ahí la posición ambigua de perfil y meditabunda del candidato Popular o la mueca incómoda de Segura hecha de frente, en un esfuerzo por irse acostumbrando a la nueva situación que previsiblemente vendrá tras el 20-N y coger desde ya al torito bravo del Fari por los cuernos.

No poca importancia tiene en este orden de cosas, la posición de los brazos. Los brazos por antonomasia en el código estético representan el mando y la capacidad de poder. Obsérvese, que la búdica sonrisa de Julito está como flotando en el aire sin aparecer los brazos del cantante y con ello, vuelve a resaltar estos elementos en los otros dos personajes. Mientras Don Mariano apunta con su brazo izquierdo hacia el actor y le hace un corte de mangas disimulado a la vez que le enseña el reloj, como dándole a entender que les queda poco a los de la ceja, la posición horizontal femenina del brazo de Segura, que lo sitúa como a la defensiva, presupone que el actor ha tomado nota, si bien, también puede enviar el mensaje de que está dispuesto ha trazar una raya entre su pasado cercano y su futuro inmediato, dato que justificaría la actitud meditativa de Rajoy que contrasta con su agresividad gestual, aunque con la que tiene escondida se esté haciendo una pajilla, con la que no disfruta tanto como Julito con las dos.

Y una vez más, es la figura de Julio Iglesias la que dirige toda la interpretación. Al llevar una gorra, provoca que nos concentremos en la diferencia capilar de los otros dos personajes, uno calvorota y el otro bien poblado, aunque en lo demás, parecen coincidir con su barbita recortadita y sus gafas de corte rectangular, asunto en el que parece caer en la cuenta el propio Santiago Segura y que podría ser la causa de su mueca ante la cámara, preocupado por que le saquen el parecido o quien sabe, si para contratarlo de doble en Torrente V.

Pues bien, mucho me temo que al líder del PP le han tendido una trampa de ¡Aupa! maquinada por los expertos en manipulación de masas a través de la iconografía. El mensaje oculto que transmite la fotografía, donde Rajoy aparece dubitativo en el extremo derecho del marco, sobre fondo azul y con el actor destacando en rojo, no es otro que: ¡Sálvame de Rajoy!