Un paso al frente

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El Teniente Segura, madrileño de 37 años, destinado en Pozuelo de Alarcón, militar profesional desde el 2002, es el autor confeso de la exitosa obra Un paso al frente que ya va por la cuarto edición con más de 10.001 ejemplares vendidos – la unidad corresponde a la que acabo de encargar en la librería.

Su texto, describe la vida militar, con las características propias del mundo de la Partitocracia, a saber: salpicada de corruptelas económicas que afectan desde la calidad del rancho a la falta de combustible para los tanques, enchufismos varios para acceder a condecoraciones o puestos donde se pueda uno escaquear del trabajo, privilegios en las guardias y otorgación de permisos y abusos de poder desde el primero al último del escalfón.

El Ejército de Tierra, en un alarde de inteligencia militar, le ha abierto expediente, por considerar su contenido una vulneración del código disciplinario castrense, que prohibe explicitamente a los militares verter críticas publicamente. El contenido en el que la instrucción se fija para justificar su acusación, consiste en una misiva que figura a forma de epílogo. En la misma, se reprocha al destinatario, un ficticio Ministro de Defensa que le preocupe más “cobrar el salario a fin de mes, completarlo con algún sobre que otro con el que defrauda a su propio compañero el Ministro de Hacienda, cobrar dietas por hacer su trabajo, colocar a sus familiares y amigos en algún puesto de la Administración, algún que otro chanchullo con una empresa amiga y quizá alguna comisión” que arreglar los problemas de las Fuerzas Armadas; que “los políticos como usted prefieran la negligencia y la corrupción, que les confinan a las cloacas más oscuras de la historia”, en lugar de perseguir “la erradicación de la extrema corrupción y del bochornoso despilfarro que existe en el Ejército”. Pero resulta que, no siendo la obra una autobiografía, sino una novela de ficción, la carta no está firmada por el Teniente Segura sino por el Teniente Guillermo Fernández ni va dirigida al actual Ministro Morenés, sino al Ministro de Defensa de la novela fuera cuál fuese este, cosa que pasa por alto la instrucción del expediente.

Hasta la fecha, no se conocen casos, ni fuera ni dentro de la jurisprudencia militar, donde se condene a un autor por lo que expresan sus personajes, y los expertos dan por hecho que cualquier sanción que se imponga a este respecto, será anulada por el Supremo cuando sea recurrida. Pero, yo, no me fiaría demasiado de tan risueño vaticinio, porque vivimos en un País en constante involución jurídica, con Leyes retroactivas, donde los derechos civiles retroceden a marchas forzadas y es más que probable que el Teniente Segura acabe expulsado de las Fuerzas Armadas por la carta ficticia del teniente Fernández, antes que elogiado por su valentía personal en dar a conocer a sus jefes y a la población, la deplorable circunstancia en que se encuentra la mejor y más valorada de las instituciones españolas, en servicio y cumplimiento fiel de su obligación de velar por el orden constitucional.

Así las cosas, yo recomendaría a todo creativo, escritores, directores de cine y aún actores y actrices, sopesar poner pies en polvorosa lo antes posible, sobre todo, aquellos a quienes se pueda denunciar por haber publicado, filmado o representado un guión donde aparezca cualquier realidad que venga tipificada por el código Legal como delito, desde el clásico asesinato de una obra de intriga hasta la más pueril escena en que el personaje aparezca fumándose un porro en los lavavos del Congrso de los Diputados. Por supuesto cuantos hayan tratado temas de malversación de fondos, corrupción institucional, sobresueldos, estafa política, subvenciones a fondo perdido a empresarios amigos del Régimen, etc, no tienen motivo de preocupación, por cuanto lo que no se castiga en la realidad, dificilmente podrá juzgarse en la ficción. Aunque esto sólo es válido para quienes ejerzan su creatividad gozando del privilegio de la casta parasitaria, cuál es el de ser persona aforrrada.

Pesoismo y Monarquidad

Dese que tengo conciencia política, he sostenido contra viento y marea la condición monárquica del PSOE, siendo el viento el afán ocultador de la verdad por parte de sus cúpulas dirigentes tergiversadoras de los acontecimientos históricos claves del país a base de propaganda cinéfila subvencionada a cargo de las arcas del Estado, publicidad institucional sufragada con nuestros impuestos y la repetición hasta la saciedad de un relato cuyas afirmaciones son desmentidas una a una, no con volátiles palabras, sino con contundentes hechos…Y la marea, el sectario seguidismo ignorante de sus militantes que aferrándose más a su voluntad que a su inteligencia, se empeñan en negar la evidencia que tienen ante sus ojos, como si con su actitud conjuraran el ignominioso pasado.

Así, mientras los libros escolares de historia elaborados por editoriales del régimen se han esforzado por edulcorarme el quintacolumnismo que para la clase trabajadora ha supuesto durante todo el siglo XX la presencia del PSOE en la vida política española, amigos míos, militantes de base de esa estafa ideológica, han intentado convencerme de que, las veces que el Pesoismo ha aceptado la Monarquía, ha sido como un mal menor, como la única solución posible para evitar el conflicto civil, como forma de supervivencia política, por compromiso con el bien general y el larguísimo etcétera del que suelen echar mano los pactitas, posibilistas y traidores de turno que tras hablar al Pueblo de Revolución, a lo más que llegan es a darse un revolcón con las élites extractoras a las aspiran en convertirse en vez de eliminar.

Desde la infecta Pablocidad cómplice entre otras vilezas con la Dictadura de Primo de Rivera, el Pesoismo se ha destacado por su predisposición colaboracionista con el Poder opresor al que suma la confianza que en el deposita un Pueblo analfabeto funcional como el Español que no sabe leer ni escribir, a penas deletrear y se deja embaucar por una simple “S” que le dicen es de “Socialistas” cuando lo cierto es que significa “Sinvergüenzas”.

Cuarenta años de Franquismo borraron de la memoria colectiva la natural inclinación del PSOE; mas, gracias a la etapa Felipondista gansteril, a todos nos quedó muy clara la vocación lacaya servil de sus dirigentes cuya máxima aspiración consiste en ganarse el favor regio y convertirse en Validos de Su Majestad, actitud refrendada por activa y por pasiva por un sonriente ZP y ahora subrayada en rojo por el gris Rubalcabismo con el que no hay lugar a dudas: el PSOE es un partido monárquico, integrado por militantes de carácter plebeyo, orgullosos de ser vasallos del Rey, súbditos del Reino, cortesanos alegres de que se les imponga una Institución como la Casa real en vez de ciudadanos de una República, con capacidad de decisión sobre los asuntos de Estado. Es lo que yo denomino “Monarquidad”, la forma moderna de ser Monárquico, si es que ambos términos se pueden conjugar.

Durante todos estos años de engañosas explicaciones, falaces justificaciones, sofismas encubridores y series como “Cuéntame” con las que se ha construido el “Mito de la Transición”, con el que han intentado lavarme el cerebro fuera de mi familia, siempre he distinguido en el PSOE entre las bases (los engañados) y sus líderes (los engañadores). Pero, ahora que tengo la oportunidad de ser espectador directo de la encrucijada histórica en la que nos encontramos, empiezo a comprender que en el PSOE no existe en realidad ninguna brecha entre cúpulas dirigentes y bases del Partido, sino una perfecta sintonía donde la Progresia puede armonizar un discurso en favor de la justicia social en el que no cree, con decisiones radicalmente contrarias a la misma amparados por desconocidas Razones de Estado y la famosísima responsabilidad de Gobierno, por las que sienten genuina atracción, permitiéndose así el lujo de criticar sus propios actos criminales como si fueran sus mayores víctimas, del modo más hipócrita que quepa imaginar, sin el menor sonrojo, ni la menor vergüenza.

PROFECÍA CUMPLIDA

 Espero que los visitantes del INÚTIL MANUAL, los lectores del Deia y Grupo Noticias, así como los telespectadores de ETB2 del Programa SIN IR MÁS LEJOS, se acuerden de mi arriesgada interpretación esotérica de los últimos discursos Navideños de Juan Carlos de Borbón, donde profetizaba bien su fallecimiento o en su defecto su abdicación para este 2014, cosa que realicé a mitad de Enero del corriente. Ustedes mismos pueden comprobarlo revisando los videos de mis intervenciones de aquel mes, o rebuscar en la hemeroteca. Por si acaso, les reproduzco el artículo en cuestión fechado a 9 de Enero de 2014
REGIA INTERPRETACIÓN ESOTÉRICA
Dada la estrenada condición de tertuliano me he visto forzado a mirar, escuchar, leer y hasta analizar con inusitada atención el soporífero discurso Navideño del Rey de España, no apreciando en su contenido nada relevante para la inteligencia media o el vulgar divertimento de las gentes, aspecto inquietante éste que me llevó a interrogarme, si acaso, bajo dicha apariencia insustancial no se ocultaba una segunda realidad secreta.
Al principio, sospeché de un posible lenguaje satánico tomando la iniciativa de escucharlo al revés. Pero no hallé mensaje más diabólico que el por cualquiera con dos dedos de frente advertiría oyéndolo del derecho. Así, después de darle muchas vueltas aplicando distintos métodos para su descifrado, siendo verdad que salían cosas curiosas como “No tengo otra patria que la familia” o “España es una caja de caudales”, desistí de obtener un resultado satisfactorio por este camino.
No obstante, persuadido por el misterio, reparé en la sobriedad de la puesta en escena, el semblante serio del personaje, la oscuridad de las tallas elegidas para la Sagrada Familia, la pincelada triste de la foto con las Víctimas del Terrorismo y sobre todo, la estampa propia del más lúgubre romanticismo que acompañaba el fondo tenebroso de un jardín mal iluminado donde destacaba una siniestra escultura inspirada en una estela funeraria…¿Era aquel sobrecogedor conjunto iconográfico un enigmático código simbólico de despedida dispuesto intencionadamente por los decoradores de la Casa Real? O por el contrario ¿Fuerzas superiores ajenas a la voluntad del monarca ligadas a su destino ya están trabajando en ese sentido de la vida que va siempre en la misma dirección?
Rápidamente, a fin de comprobar si otras disposiciones acompañaban para profundizar o descartar la fría intuición, eché mano de sencillas operaciones matemáticas con los distintos elementos que rodean el acto, corroborando para mi asombro que el agorero número 13 surgía por todas partes, empezando por la fecha de su emisión el 24-12-13 cuya suma guarismo a guarismo arroja 13, su propósito de situarse a caballo entre el 2013 y el 2014, cuyos números igualmente sumados uno a uno dan 13, como 13 es el resultado de la misma operación tomando el total de las palabras del discurso 1381 o la suma de los dígitos de su edad 76 años de su último cumpleaños…¿Sería éste el mensaje secreto? ¿Será éste el último cumpleaños de don Juan Carlos? Y de ser así ¿En qué sentido? ¿El de anunciarnos su abdicación o el de anticiparnos su muerte durante el 2014?
No tenía intención de escribir sobre estas particulares cavilaciones, convencido por el sano escepticismo de que todo se trataba de vagas impresiones mías donde se mezclaban datos dispersos, deseos propios e interpretaciones descabelladas. Era posible que hubiera algo de todo ello, cierta representación melancólica para dar penita a una población muy harta de la Monarquía, puede que también el hombre, consciente de encarnar en su persona al tercer Borbón más longevo de la historia desee dejar a la posteridad una imagen correcta de su porte en previsión de que pudiera ser su última alocución pública…¡quien sabe! Pero, ningún otro signo, además de los apuntados, presentaba como plausible la funesta lectura esotérica barruntada. Menos todavía, cuando apareciendo en la portada del “Hola” reluciente y sin muletas.
Y estaba dispuesto a dejar varado en un cajón los apuntes sobre el tema, cuando el pasado día de Reyes, sucedió ante las cámaras, sin que la censura lo pudiera maquillar, lo que todos hemos podido ver y oír por televisión con ocasión de la intervención de vuestra Majestad en la Pascua Militar: con claras muestras de fatiga, un anciano, Don Juan Carlos, conseguía a duras penas concluir su discurso no sin continuas interrupciones para tomar aliento, repeticiones, confusiones e irrefrenables gestos de frustración, junto a su hijo Felipe, cuyo rostro sumamente preocupado recordaba mucho al de su progenitor durante la lenta agonía de Franco cuando anticipaba los acontecimientos, imprevisto que me ha hecho replantearme la cuestión, decidiéndome por publicar tan esotérica interpretación.