Coprología fundamental

Creemos que cagamos a escondidas, en lugares apartados, ocultos tras matorrales, cortinillas, mamparas o paredes, por vergüenza. Pero esto, no hace más que desplazar la cuestión ¿Por qué tenemos vergüenza de cagar en público? Aquí conviene señalar que como especie, primero experimentamos vergüenza de cagar por hacerlo a escondidas, aunque en la actualidad, como individuos, nos escondamos para no pasar vergüenza. Porque, el apartamiento de nuestra propia mierda aconteció coincidente con la emergencia de la idea de riqueza y propiedad conforme avanzara el proceso de sedentarización. En consecuencia, si lo pensamos detenidamente, resulta que defecamos a escondidas, porque cagamos mierda. Mas, hete aquí que, de haber algún espécimen que secretara oro con diamantes, también cagaría a escondidas, lo que obliga a afinar todavía más en la explicación. Y la única respuesta convincente que me viene a la cabeza, es que la mierda, ahí donde la tienen, es un auténtico tesoro.

En su Tratado Teológico-Político, afirmó Spinoza, desconfiar de cuantos aireaban a los cuatro vientos poseer un inmenso Bien que deseaban compartir con los demás, máxime, cuando a los mismos siempre se les ve amasando riquezas despojadas al resto que ponen bajo estricta custodia y gruesos cerrojos. Con esta reflexión en mente, uno empieza a sopesar, si acaso hacemos mal en dar a la descarga tras realizar nuestras deposiciones. ¿Quién se queda con nuestra mierda? ¿Por qué la mierda no cotiza en Bolsa? ¿Por qué el Telediario no se hace eco de su realidad social? Todo apunta, a que existe una conspiración de silencio por parte de las élites político-empresariales para ocultar la mierda a nivel nacional sea cual sea su procedencia; Porque, díganme ustedes ¿Dónde ha ido a parar toda la mierda de la clase obrera? ¿A caso sabemos el destino de la mierda de los miembros de la Casa real? Quién caga más o mejor ¿Rajoy o Rubalcaba? ¿Por qué no se dice la verdad y se reconoce abiertamente que la Banca española lleva años adueñándose secretamente de la mierda per cápita de los ciudadanos acumulando en sus cámaras acorazadas en vez de lingotes de oro, chorongos de mierda?

Cierto es que, viendo hamburguesas de la mejor carne anunciadas a un euro, leyendo las etiquetas de los productos alimenticios de los supermercados, atendiendo a la calidad de la construcción de vivienda, la enseñanza, la justicia, la información de los medios de comunicación, la cuantía de las pensiones tras toda una vida cotizando, escuchando a nuestros políticos en debates como el del otro día entre Cañete y Valenciano…se puede llegar a dudar de si la mencionada conspiración para arrebatarnos la mierda y engañarnos sobre su auténtico valor, es real o una leyenda urbana más que sumar a la colección de fantasías circulantes. Pues ¿Qué sentido tendría robarnos la mierda para luego devolvérnosla? Se preguntarán ingenuamente ustedes…Pues ¡Todo!

No hay mayor negocio en esta vida, que recibir gratuitamente la materia prima de manos de sus productores para con ella crear toda clase de productos y servicios que poder vender a esos mismos proveedores, sean estos en formas tangibles como refrescos para vender en colegios a los escolares o entelequias como sindicatos para canalizar los derechos de los trabajadores. Es el juego del comercio internacional colonialista sólo que aplicado al mercado interior. Un claro ejemplo lo tenemos en el por mi denominado “Burreciclaje”, donde la gente con una lata, vidrio o papel, primero lo paga, luego lo separa, luego lo transporta y finalmente lo entrega gratuitamente para que se lo vuelvan a vender bajo distintas formas y recipientes. Lo mismo sucede con la mierda, pero a una escala muy superior y más peligrosa.

Desprenderse de la propia mierda, es una costumbre aprendida, mientras retenerla y almacenarla lo es reprendida. Y esto es así, porque desde el poder quieren hacernos creer que cuanto sale de nosotros es malo, mientras lo que proviene de ellos es bueno.

Votar da mala suerte

Despejada la cuestión del precio que en tiempos de elecciones puede alcanzar el voto particular cotizado en un auténtico libre mercado donde se dejara operar a la famosa Ley de la oferta y la demanda conforme al capricho de la Mano invisible que todo lo corrige, habiendo arrojado una cuantía no inferior a los 1.000 euros por papeleta, empero, habiendo fracasado estrepitosamente en el fin que me había propuesto en su demostración, cuál era, disuadir a mis familiares, amigos, vecinos y conciudadanos de que no entreguen gratis su voto al primer caradura que se lo solicite, he optado por reconducir mi estrategia hacia más sólidos parámetros en que se mueven la mentalidad e idiosincrasia propia de los pueblos atrasados que todavía no han alcanzado el grado de reflexión suficiente para tomar sus decisiones de manera racional, depositando toda su confianza en entelequias tales como el Destino o la Fortuna, regidos en el día a día por su única ciencia: la superstición.
¡Sí! Pequeños consumidores de hipermercado. ¡Sí! Perennes espectadores morbosos de sucesos disfrazados de noticia informativa. ¡Sí! eternos delegantes de vuestra insoportable responsabilidad. ¡Sí! Despreciable escoria bípeda, gente sobrante, individuos de repuesto, excedente capital humano, ¡votontos todos!…Votar, da mala suerte.

Es posible, que no os deis cuenta de ello, atorada como está vuestra conciencia de tanta propaganda institucional, gubernamental, parlamentaria, tanta consigna mediática audiovisual, tanto mensaje subliminal hollywoodiense que os graba a fuego en el cerebro el mensaje contrario, a saber: Votar es un derecho; tu voto decide; votar te hace feliz, tú elijes…palabras embelesadoras cuyo objeto auténtico no es otro que ocultaros el riesgo que corréis, vosotros y vuestras familias, desde el momento mismo en que queriendo o sin querer, creyendo o sin creer, convencidos o sin convencer, de modo altruista o por crematístico interés, introducís dentro de la urna fúnebre vuestra voluntad en forma de papeleta supuestamente anónima. Cierto es, que el sufragio personal in situ, es el más pernicioso de todos, pero también el voto por correo y aún el electrónico comporta potenciales males a padecer.

Desde el mismo instante en que emites el voto, las fuerzas negativas del entero Universo, se fijan en tu singularidad espacio-temporal, sea para evitarte posibles bienes futuros desviándolos de tu trayectoria vital si acaso tu voto no conforma partido gobernante, sea para atraer sobre tu vórtice nominal cuantos males quepan imaginar, si por desgracia resulta que debido a él y otros como él, haya servido para constituir una mayoría parlamentaria gobernante, en cuyo caso, bien merecido te tienes participar de la Ley de Compensación Existencial, encargada de devolverte el Mal que has hecho a la sociedad, al mundo y a la Historia de la humanidad. Pues, se crea, o no se crea en esta superstición contemporánea, funciona. ¡Vaya que si funciona!

Por eso, la gente que vota no levanta cabeza: quienes no tienen empleo no lo encontrarán jamás; y de encontrarlo, nunca será tan bueno como el anterior; quienes tienen trabajo, corren peligro de perderlo, mas de conservarlo, seguramente será en peores condiciones laborales pasando de fijo a temporal, trabajando más horas por menos sueldo y su salario, irá perdiendo poder adquisitivo haya o no haya inflación. Así, rápidamente comprobará como gastando más comprará menos, pagará más impuestos y recibirá menos prestaciones, la calidad de la comida bajará, sus hijos pasarán de ingerir alimentos frescos a congelados, embutidos y laterio, su educación y sanidad será de calidad muy inferior a la actual, su ropa siendo de peor hechura, en cambio les durara más tiempo…

Y todo esto, le pasará desapercibido por aquello de, Mal de muchos consuelo de todos, pues si la superstición es la ciencia de los pueblos atrasados, los refranes son regla para conducir su comportamiento y moralidad, de modo que, a todo uno se acostumbra, mientras no falten preocupaciones sobre la capa de ozono o la última lesión de Ronaldo que tanto afectan a nuestro cotidiano devenir.

Corrupta Matemática

Hace unos días, preparando una ponencia acerca de la estrecha vinculación de la Filosofía con las Matemáticas, habiendo dejado muy atrás sus tiernos inicios presocráticos con Pitágoras y Tales a la cabeza, estando todavía a mitad de camino con Descartes, Spinoza y Pascal, como quiera que estos dedicaran su tiempo al cálculo de probabilidades sometido a la piedra de toque de los juegos con apuesta, a fin de obtener provecho de sus conocimientos sobre la materia, asáltome la duda de si acaso, la corrupción no tenga algo que ver con las Matemáticas, pues, a la vista está que, como en astrofísica, hoy en día para ser un corrupto de éxito, es preciso saberse manejar con los números, cuando menos a nivel contable.

Siempre achacamos la corrupción a una mala educación desde el hogar, a una deficiente formación en valores en la escuela, a los malos ejemplos dados por los medios de comunicación, asuntos todos asociados en la Conciencia colectiva con las mal llamadas humanidades, no siendo pocas las veces que enfoques filosóficos como el Nihilismo, el relativismo, el pragmatismo o la hermenéutica, son acusados a la primera que salta desde los más variados púlpitos que no sólo los hay en la Iglesia, faltando todavía por escuchar responsabilizar a alguna doctrina de corte científico-matemático, salvado el Darwinismo, de la corrupción política galopante que azota a la sociedad, pues digo yo, que aun habiendo alcanzado el rango de Verdad que toda Religión revelada esgrime y un nivel especulativo no inferior al de la Teología medieval en muchas de sus hipótesis y teorías, no creo yo, representen todavía el estadio de una comunidad de santos, antes cuentan en su particular haber, tanto gurús, como herejes y pecados por expiar. Bueno será entonces, echar un vistazo cómo opera un corrupto con la Matemática y cuál puede ser la responsabilidad de esta disciplina por haberse divulgado, para variar.

La matemática corrupta, permite a quien trabaja con ella relacionar el aumento de impuestos con el auge de la corrupción, de igual forma que se hace en economía con salarios e inflación, colando así gato por pollo y ganando de todas en sus cálculos argumentales ideológicos: Los defensores de los impuestos como fundamento de un equitativo reparto de riqueza y responsabilidades defenderán con uñas y dientes su perenne presencia sobre productos, actividades, nóminas y herencias; mientras, los partidarios de combatir la corrupción creyéndose la abusiva relación que arrojan los datos de Pedro Grullo, se obstinarán en eliminarlos; de esta guisa, en ambos casos, la corrupción saldrá de rositas de la refriega, pues esta, desviada de su debate ideológico entre socialismo y liberalismo, es fruto de una falacia, la misma que acontece si ligamos la corrupción con el aumento de la producción, el gasto energético o las cosechas, pues ciertamente donde más hay, más se puede sacar.
La prueba la tenemos en España, donde la descomunal subida de impuestos a manos del PPSOE en IBI, basuras, tabaco, alcohol, gasolina, IVA…no ha servido tanto para aumentar la corrupción de los gobernantes criminales, cuanto para mantenerla, en un momento de crisis cuando más falta hacían los ingresos extra en forma de donaciones y sobresueldos de grandes empresas que no llegaban como antaño, conclusión fácil de extraer dado que servicios y prestaciones sí han bajado a la par que el salario, el poder adquisitivo y el consumo.

La Matemática con la que opera un gobernante corrupto-criminal a la hora de conceder una subvención, cerrar los presupuestos, presentar cuentas a la auditoría o cualquier otra fechoría contra su comunidad que tenga en ciernes cometer, es aquella que le enseñaron desde niño en la escuela donde 19+12=11, sean estos euros, cientos de euros, miles de euros, millones de euros, o litros de gasoil subvencionado por Europa, kilovatios/hora nocturna en energía solar, trajes de Armani, bolsos falsos de Vuitton, viajes familiares, kilos de confeti para cumpleaños….a causa de, 2 y 9…11 y me llevo una; 1 y 1…2 y me llevo otra, resultado 11.