El grave, urgente y peligrosísimo asunto del Ébola, ha puesto de manifiesto hasta a los más despistados de entre nosotros, que estamos gobernados además de por corruptos, por auténticos impresentables, incompetentes e irresponsables, cosa que ha hecho saltar todas las alarmas dentro y fuera del territorio, a propios y extraños, para entendernos, a víctimas y cómplices de los susodichos, por cuanto, como he confesado en más de una ocasión, los ciudadanos, estamos dispuestos a soportar e incluso a encubrir antes a un corrupto eficiente que a una persona honrada cuanto torpe; mas, en modo alguno, la confluencia de corrupción y torpeza en la gestión de los asuntos públicos, menos todavía tratándose de la salud, aunque, en España, a la salud, le sucede lo que a las cosas importantes, que no siempre son las que más importan.
Hay una hipótesis barajada entre politólogos para explicar el vertiginoso deterioro de la calidad de los Gobernantes al frente de las instituciones del Estado, la cual apunta al trasvase de funciones desde la Administración Central a las autonómicas, dado que el paulatino vaciamiento de competencias, permite que al frente de los Ministerios se situé a personas cada vez más intelectualmente descafeinadas y así, si a Suarez le siguió González, a este le sucedido Aznar, quien fue sustituido por Zapatero y este a su vez por Rajoy; y si en Exteriores a Ordoñez le siguió Morán, Loyola de Palacio, Moratinos…¡imagínense ustedes! qué no habrá acontecido en la secuencia de Educación o en el caso que nos ocupa con Sanidad, donde las responsabilidades han sido prácticamente entregadas a los Gobiernos autónomos. Así se explica la llegada al Ministerio de Leire Pajín y su sustitución por Ana Mato, sin necesidad de acudir a otras especulaciones más frívolas.
Lo cierto, es que hoy, la población, atribulada, atribuye al Gobernante apelativos como “Impresentable”, “Incompetente”, o “Irresponsable” con la misma laxitud que exclaman ¡Me es inverosímil! Por lo que me apresto a aclarar el significado de las voces empleadas, al objeto de que las mismas se adecuen al sujeto del que se predican, no vaya a ser que se puedan ganar una querella por llamar incompetente a quien es irresponsable por ser impresentable, o decirle impresentable a quien es irresponsable por no ser competente. Puede ser algo lioso, pero verán lo fácil que es distinguir quién es quién. ¡Vamos allá!
Se entiende por “Impresentable” aquel que no es digno de presentarse ni de ser presentado. En consecuencia, se puede afirmar de quien no se presenta, por ejemplo, a una rueda de prensa informativa urgente del Gobierno para dar explicaciones sobre la gestión de un problema como el Ébola siendo el Consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid. En este sentido, Javier Rodriguez, es un buen ejemplo de “impresentable”, porque no se presentó. Pero, cuando hizo aparición pública para emprenderla contra la enfermera mientras esta se debatía entre la vida y la muerte, entonces se supo que además era un auténtico impresentable con mayúsculas.
Entendemos por “Incompetente” a quien no tiene competencia o jurisdicción para actuar; bajo esta acepción, hemos de convenir que, a la Ministra de sanidad del reino, Ana Mato, le queda muy poca o nula competencia, al estar transferidas buena parte de las funciones sanitarias a las Autonomías. Con todo, en su caso, como en su antecesora, es ¡todo un alivio! Pues también ha demostrado ser un excelente botón de muestra para ilustrar la otra acepción de la expresión, esa que reza “persona con poca o ninguna capacidad para resolver con eficacia algo”.
Por último, nos queda por despejar el término “Irresponsable” que es el individuo a quien no se puede exigir responsabilidad como puede ser un niño, un loco, anciano senil o el rey. A este respecto, el Presidente Rajoy no presenta el perfil adecuado. Sin embargo, atendiendo a un segundo sentido de la palabra “Irresponsable” resulta que le va como anillo al dedo, a saber: quien actúa o deja de actuar sin medir las consecuencias de sus actos o de su falta de acción. Porque a estas alturas no haber cesado a un impresentable y a una incompetente, es del todo irresponsable.