Pesoismo y Monarquidad

Dese que tengo conciencia política, he sostenido contra viento y marea la condición monárquica del PSOE, siendo el viento el afán ocultador de la verdad por parte de sus cúpulas dirigentes tergiversadoras de los acontecimientos históricos claves del país a base de propaganda cinéfila subvencionada a cargo de las arcas del Estado, publicidad institucional sufragada con nuestros impuestos y la repetición hasta la saciedad de un relato cuyas afirmaciones son desmentidas una a una, no con volátiles palabras, sino con contundentes hechos…Y la marea, el sectario seguidismo ignorante de sus militantes que aferrándose más a su voluntad que a su inteligencia, se empeñan en negar la evidencia que tienen ante sus ojos, como si con su actitud conjuraran el ignominioso pasado.

Así, mientras los libros escolares de historia elaborados por editoriales del régimen se han esforzado por edulcorarme el quintacolumnismo que para la clase trabajadora ha supuesto durante todo el siglo XX la presencia del PSOE en la vida política española, amigos míos, militantes de base de esa estafa ideológica, han intentado convencerme de que, las veces que el Pesoismo ha aceptado la Monarquía, ha sido como un mal menor, como la única solución posible para evitar el conflicto civil, como forma de supervivencia política, por compromiso con el bien general y el larguísimo etcétera del que suelen echar mano los pactitas, posibilistas y traidores de turno que tras hablar al Pueblo de Revolución, a lo más que llegan es a darse un revolcón con las élites extractoras a las aspiran en convertirse en vez de eliminar.

Desde la infecta Pablocidad cómplice entre otras vilezas con la Dictadura de Primo de Rivera, el Pesoismo se ha destacado por su predisposición colaboracionista con el Poder opresor al que suma la confianza que en el deposita un Pueblo analfabeto funcional como el Español que no sabe leer ni escribir, a penas deletrear y se deja embaucar por una simple “S” que le dicen es de “Socialistas” cuando lo cierto es que significa “Sinvergüenzas”.

Cuarenta años de Franquismo borraron de la memoria colectiva la natural inclinación del PSOE; mas, gracias a la etapa Felipondista gansteril, a todos nos quedó muy clara la vocación lacaya servil de sus dirigentes cuya máxima aspiración consiste en ganarse el favor regio y convertirse en Validos de Su Majestad, actitud refrendada por activa y por pasiva por un sonriente ZP y ahora subrayada en rojo por el gris Rubalcabismo con el que no hay lugar a dudas: el PSOE es un partido monárquico, integrado por militantes de carácter plebeyo, orgullosos de ser vasallos del Rey, súbditos del Reino, cortesanos alegres de que se les imponga una Institución como la Casa real en vez de ciudadanos de una República, con capacidad de decisión sobre los asuntos de Estado. Es lo que yo denomino “Monarquidad”, la forma moderna de ser Monárquico, si es que ambos términos se pueden conjugar.

Durante todos estos años de engañosas explicaciones, falaces justificaciones, sofismas encubridores y series como “Cuéntame” con las que se ha construido el “Mito de la Transición”, con el que han intentado lavarme el cerebro fuera de mi familia, siempre he distinguido en el PSOE entre las bases (los engañados) y sus líderes (los engañadores). Pero, ahora que tengo la oportunidad de ser espectador directo de la encrucijada histórica en la que nos encontramos, empiezo a comprender que en el PSOE no existe en realidad ninguna brecha entre cúpulas dirigentes y bases del Partido, sino una perfecta sintonía donde la Progresia puede armonizar un discurso en favor de la justicia social en el que no cree, con decisiones radicalmente contrarias a la misma amparados por desconocidas Razones de Estado y la famosísima responsabilidad de Gobierno, por las que sienten genuina atracción, permitiéndose así el lujo de criticar sus propios actos criminales como si fueran sus mayores víctimas, del modo más hipócrita que quepa imaginar, sin el menor sonrojo, ni la menor vergüenza.

PROFECÍA CUMPLIDA

 Espero que los visitantes del INÚTIL MANUAL, los lectores del Deia y Grupo Noticias, así como los telespectadores de ETB2 del Programa SIN IR MÁS LEJOS, se acuerden de mi arriesgada interpretación esotérica de los últimos discursos Navideños de Juan Carlos de Borbón, donde profetizaba bien su fallecimiento o en su defecto su abdicación para este 2014, cosa que realicé a mitad de Enero del corriente. Ustedes mismos pueden comprobarlo revisando los videos de mis intervenciones de aquel mes, o rebuscar en la hemeroteca. Por si acaso, les reproduzco el artículo en cuestión fechado a 9 de Enero de 2014
REGIA INTERPRETACIÓN ESOTÉRICA
Dada la estrenada condición de tertuliano me he visto forzado a mirar, escuchar, leer y hasta analizar con inusitada atención el soporífero discurso Navideño del Rey de España, no apreciando en su contenido nada relevante para la inteligencia media o el vulgar divertimento de las gentes, aspecto inquietante éste que me llevó a interrogarme, si acaso, bajo dicha apariencia insustancial no se ocultaba una segunda realidad secreta.
Al principio, sospeché de un posible lenguaje satánico tomando la iniciativa de escucharlo al revés. Pero no hallé mensaje más diabólico que el por cualquiera con dos dedos de frente advertiría oyéndolo del derecho. Así, después de darle muchas vueltas aplicando distintos métodos para su descifrado, siendo verdad que salían cosas curiosas como “No tengo otra patria que la familia” o “España es una caja de caudales”, desistí de obtener un resultado satisfactorio por este camino.
No obstante, persuadido por el misterio, reparé en la sobriedad de la puesta en escena, el semblante serio del personaje, la oscuridad de las tallas elegidas para la Sagrada Familia, la pincelada triste de la foto con las Víctimas del Terrorismo y sobre todo, la estampa propia del más lúgubre romanticismo que acompañaba el fondo tenebroso de un jardín mal iluminado donde destacaba una siniestra escultura inspirada en una estela funeraria…¿Era aquel sobrecogedor conjunto iconográfico un enigmático código simbólico de despedida dispuesto intencionadamente por los decoradores de la Casa Real? O por el contrario ¿Fuerzas superiores ajenas a la voluntad del monarca ligadas a su destino ya están trabajando en ese sentido de la vida que va siempre en la misma dirección?
Rápidamente, a fin de comprobar si otras disposiciones acompañaban para profundizar o descartar la fría intuición, eché mano de sencillas operaciones matemáticas con los distintos elementos que rodean el acto, corroborando para mi asombro que el agorero número 13 surgía por todas partes, empezando por la fecha de su emisión el 24-12-13 cuya suma guarismo a guarismo arroja 13, su propósito de situarse a caballo entre el 2013 y el 2014, cuyos números igualmente sumados uno a uno dan 13, como 13 es el resultado de la misma operación tomando el total de las palabras del discurso 1381 o la suma de los dígitos de su edad 76 años de su último cumpleaños…¿Sería éste el mensaje secreto? ¿Será éste el último cumpleaños de don Juan Carlos? Y de ser así ¿En qué sentido? ¿El de anunciarnos su abdicación o el de anticiparnos su muerte durante el 2014?
No tenía intención de escribir sobre estas particulares cavilaciones, convencido por el sano escepticismo de que todo se trataba de vagas impresiones mías donde se mezclaban datos dispersos, deseos propios e interpretaciones descabelladas. Era posible que hubiera algo de todo ello, cierta representación melancólica para dar penita a una población muy harta de la Monarquía, puede que también el hombre, consciente de encarnar en su persona al tercer Borbón más longevo de la historia desee dejar a la posteridad una imagen correcta de su porte en previsión de que pudiera ser su última alocución pública…¡quien sabe! Pero, ningún otro signo, además de los apuntados, presentaba como plausible la funesta lectura esotérica barruntada. Menos todavía, cuando apareciendo en la portada del “Hola” reluciente y sin muletas.
Y estaba dispuesto a dejar varado en un cajón los apuntes sobre el tema, cuando el pasado día de Reyes, sucedió ante las cámaras, sin que la censura lo pudiera maquillar, lo que todos hemos podido ver y oír por televisión con ocasión de la intervención de vuestra Majestad en la Pascua Militar: con claras muestras de fatiga, un anciano, Don Juan Carlos, conseguía a duras penas concluir su discurso no sin continuas interrupciones para tomar aliento, repeticiones, confusiones e irrefrenables gestos de frustración, junto a su hijo Felipe, cuyo rostro sumamente preocupado recordaba mucho al de su progenitor durante la lenta agonía de Franco cuando anticipaba los acontecimientos, imprevisto que me ha hecho replantearme la cuestión, decidiéndome por publicar tan esotérica interpretación.

Bondad de la Partitocracia

https://www.youtube.com/watch?v=E2VCwBzGdPM

La Democracia es “el gobierno del pueblo” en el mismo sentido en que la Ganadería es “el gobierno del ganado”. Porque, no es bueno que el Pueblo se gobierne a si mismo, como no parece muy justo ser juez y parte, ni que el término a definir se contenga en la definición.

La Democracia sólo ha triunfado allí donde la gente ha contemplado la decisión como algo ajeno a su persona, a saber: la Res Pública. Nadie en su sano juicio ha llevado la Democracia a su casa, familia, trabajo… ¿Alguno de ustedes quisiera ser operado por un quirófano democrático? O si las decisiones son inocuas, verbigracia, cuando una madre da a elegir a sus hijos entre comer croquetas con patatas fritas o espinacas, pues de escoger lo primero, lo segundo lo pondrá para cenar.

Si atendemos al campo privado se observará que ningún Banco, Multinacional o Gran Empresa está comandada de modo democrático. Es verdad que tienen asambleas de accionistas, pero ese defecto, pronto es subsanado en los órganos de dirección, donde se toman las verdaderas decisiones. Incluso en instituciones de auténtica relevancia para la sociedad como es el Ejército, a nadie se le pasa por la cabeza que su disposición formal esté a merced de los vaivenes democráticos. Y qué contar de la Iglesia con 2.000 años de historia, sin necesidad de forzar a sus feligreses a dar su opinión. En cambio, fijémonos ahora en qué clase de colectivos se permiten el lujo de introducir negligentemente el virus democrático: Asambleas de parados, federaciones deportivas, asociaciones de vecinos, Oenegés caritativas, Ampas… agrupaciones bastante ineficaces que bullen en discusiones bizantinas.

Con todo, la Democracia ha conseguido hacerse acreedora de ser en teoría el “Sistema de Gobierno menos malo”. Y al margen de la Politología convencional, yo me atrevo a sostener que, de entre sus realizaciones prácticas, la Partitocracia, es con mucho la mejor de entre las peores.

Cuando los ciudadanos presienten que sus intereses están en juego, lo que menos desean es que se discutan democráticamente. Prefieren decidir por si mismos. Votaciones y parlamentarismos son instrumentos demasiado inútiles en la vida cotidiana donde funcionan mejor la propia opinión o costumbre. Por lo demás, la gente de bien no suele meter baza en aquello que no es de su incumbencia y por ello, acepta delegar en terceros los asuntos comunes de los que poco o nada se siente partícipe.

No se puede violentar a la conciencia con tomar decisiones sobre asuntos que tiene por ajenos como son los Presupuestos del Estado o la energía nuclear. Esta presión, ha generado como respuesta civil inmediata, la instauración de un Parlamentarismo para poder continuar con sus vidas sin mayor sobresalto que alguna que otra elección periódica que las más de las veces está tomada de antemano.

Percibidos como extraños los asuntos de la República, los miembros más sagaces de la sociedad se interrogaron acerca de esta realidad común, sobre todo en relación a su propiedad, como le sucedería a cualquier inmueble abandonado en mitad del casco urbano o a una solitaria cartera en el autobús. Estas personas, ante la falta de interés general, acaban solidariamente por hacerse cargo de lo que no es suyo. Estos son los “Demócratas”.

Al principio, los individuos dispuestos a responsabilizarse plenamente de lo ajeno, eran pocos, habiendo suficiente cosa pública para todos. Tanto era así, que muchos abandonaron por completo sus asuntos privados para dedicarse únicamente a lo Público, lo que provocó las primeras disputas políticas sobre quién de entre ellos tenía más derecho sobre lo que no es suyo. Esto despertó sospechas ¿Por qué esta gente abandona súbitamente sus vidas privadas para dedicarse a lo que no es suyo y está dispuesta a vivir en discusión permanente por cosas ajenas a su propiedad? Los ciudadanos de bien, que bastante tienen con trabajar y proteger sus intereses, pronto atisbaron en esta actitud contranatura algo carente de virtud, si bien, alguien tenía que hacerlo. De este modo, nació la clase política.

Así, mientras el pueblo llano habita en sus casas, vive de su trabajo, come de su comida, gasta de su dinero o viaja en su coche, los políticos que han dejado sus vidas privadas para dedicarse a lo público se ven obligados a residir en casa extraña, vivir del trabajo de los demás, comer de los impuestos, trasladarse en automóviles oficiales, etc. La diferencia no pasa desapercibida. En consecuencia, la Democracia denominada Representativa no satisface a nadie, salvo que por “Representación” se entienda “función teatral”. De esta guisa, pronto comprendió el demócrata que si inviable era la Democracia directa para una sociedad compleja, también lo era la Representativa, cuando de la representación de un hombre se ha de ocupar otro hombre, más que nada, porque la gente decente no se siente identificada con sujetos siempre interesados por lo ajeno que sin oficio ni beneficio empezaban a vivir curiosamente mejor que el resto, y a los que empezaron a llamar corruptos para que a la ignominia de dedicarse a la política, ahora se le sumase la vergüenza moral, como les sucediera a verdugos y putas, que por dedicarse a lo que nadie más quiere hacer, en vez de recibir el reconocimiento general, son blanco de todo desprecio social.

Así, surgieron voces autorizadas reclamando mayor control de la Clase Política. Atendiendo a la experiencia gremial y sindical, se creyó conveniente crear entidades capaces de jerarquizar el maremágnum en que se había convertido el conjunto de demócratas electos pensando cada cual por su cuenta y lo que es peor, actuando por libre en asuntos que no son de su incumbencia. De este modo, emergió por necesidad el sistema de Partidos, el mismo que ahora es puesto en cuestión, sin atender al noble objeto para el que fuera diseñado. Porque ahí donde lo tienen, la Partitocracia, es el sistema menos malo de Democracia posible.