Votar da mala suerte

Despejada la cuestión del precio que en tiempos de elecciones puede alcanzar el voto particular cotizado en un auténtico libre mercado donde se dejara operar a la famosa Ley de la oferta y la demanda conforme al capricho de la Mano invisible que todo lo corrige, habiendo arrojado una cuantía no inferior a los 1.000 euros por papeleta, empero, habiendo fracasado estrepitosamente en el fin que me había propuesto en su demostración, cuál era, disuadir a mis familiares, amigos, vecinos y conciudadanos de que no entreguen gratis su voto al primer caradura que se lo solicite, he optado por reconducir mi estrategia hacia más sólidos parámetros en que se mueven la mentalidad e idiosincrasia propia de los pueblos atrasados que todavía no han alcanzado el grado de reflexión suficiente para tomar sus decisiones de manera racional, depositando toda su confianza en entelequias tales como el Destino o la Fortuna, regidos en el día a día por su única ciencia: la superstición.
¡Sí! Pequeños consumidores de hipermercado. ¡Sí! Perennes espectadores morbosos de sucesos disfrazados de noticia informativa. ¡Sí! eternos delegantes de vuestra insoportable responsabilidad. ¡Sí! Despreciable escoria bípeda, gente sobrante, individuos de repuesto, excedente capital humano, ¡votontos todos!…Votar, da mala suerte.

Es posible, que no os deis cuenta de ello, atorada como está vuestra conciencia de tanta propaganda institucional, gubernamental, parlamentaria, tanta consigna mediática audiovisual, tanto mensaje subliminal hollywoodiense que os graba a fuego en el cerebro el mensaje contrario, a saber: Votar es un derecho; tu voto decide; votar te hace feliz, tú elijes…palabras embelesadoras cuyo objeto auténtico no es otro que ocultaros el riesgo que corréis, vosotros y vuestras familias, desde el momento mismo en que queriendo o sin querer, creyendo o sin creer, convencidos o sin convencer, de modo altruista o por crematístico interés, introducís dentro de la urna fúnebre vuestra voluntad en forma de papeleta supuestamente anónima. Cierto es, que el sufragio personal in situ, es el más pernicioso de todos, pero también el voto por correo y aún el electrónico comporta potenciales males a padecer.

Desde el mismo instante en que emites el voto, las fuerzas negativas del entero Universo, se fijan en tu singularidad espacio-temporal, sea para evitarte posibles bienes futuros desviándolos de tu trayectoria vital si acaso tu voto no conforma partido gobernante, sea para atraer sobre tu vórtice nominal cuantos males quepan imaginar, si por desgracia resulta que debido a él y otros como él, haya servido para constituir una mayoría parlamentaria gobernante, en cuyo caso, bien merecido te tienes participar de la Ley de Compensación Existencial, encargada de devolverte el Mal que has hecho a la sociedad, al mundo y a la Historia de la humanidad. Pues, se crea, o no se crea en esta superstición contemporánea, funciona. ¡Vaya que si funciona!

Por eso, la gente que vota no levanta cabeza: quienes no tienen empleo no lo encontrarán jamás; y de encontrarlo, nunca será tan bueno como el anterior; quienes tienen trabajo, corren peligro de perderlo, mas de conservarlo, seguramente será en peores condiciones laborales pasando de fijo a temporal, trabajando más horas por menos sueldo y su salario, irá perdiendo poder adquisitivo haya o no haya inflación. Así, rápidamente comprobará como gastando más comprará menos, pagará más impuestos y recibirá menos prestaciones, la calidad de la comida bajará, sus hijos pasarán de ingerir alimentos frescos a congelados, embutidos y laterio, su educación y sanidad será de calidad muy inferior a la actual, su ropa siendo de peor hechura, en cambio les durara más tiempo…

Y todo esto, le pasará desapercibido por aquello de, Mal de muchos consuelo de todos, pues si la superstición es la ciencia de los pueblos atrasados, los refranes son regla para conducir su comportamiento y moralidad, de modo que, a todo uno se acostumbra, mientras no falten preocupaciones sobre la capa de ozono o la última lesión de Ronaldo que tanto afectan a nuestro cotidiano devenir.

Corrupta Matemática

Hace unos días, preparando una ponencia acerca de la estrecha vinculación de la Filosofía con las Matemáticas, habiendo dejado muy atrás sus tiernos inicios presocráticos con Pitágoras y Tales a la cabeza, estando todavía a mitad de camino con Descartes, Spinoza y Pascal, como quiera que estos dedicaran su tiempo al cálculo de probabilidades sometido a la piedra de toque de los juegos con apuesta, a fin de obtener provecho de sus conocimientos sobre la materia, asáltome la duda de si acaso, la corrupción no tenga algo que ver con las Matemáticas, pues, a la vista está que, como en astrofísica, hoy en día para ser un corrupto de éxito, es preciso saberse manejar con los números, cuando menos a nivel contable.

Siempre achacamos la corrupción a una mala educación desde el hogar, a una deficiente formación en valores en la escuela, a los malos ejemplos dados por los medios de comunicación, asuntos todos asociados en la Conciencia colectiva con las mal llamadas humanidades, no siendo pocas las veces que enfoques filosóficos como el Nihilismo, el relativismo, el pragmatismo o la hermenéutica, son acusados a la primera que salta desde los más variados púlpitos que no sólo los hay en la Iglesia, faltando todavía por escuchar responsabilizar a alguna doctrina de corte científico-matemático, salvado el Darwinismo, de la corrupción política galopante que azota a la sociedad, pues digo yo, que aun habiendo alcanzado el rango de Verdad que toda Religión revelada esgrime y un nivel especulativo no inferior al de la Teología medieval en muchas de sus hipótesis y teorías, no creo yo, representen todavía el estadio de una comunidad de santos, antes cuentan en su particular haber, tanto gurús, como herejes y pecados por expiar. Bueno será entonces, echar un vistazo cómo opera un corrupto con la Matemática y cuál puede ser la responsabilidad de esta disciplina por haberse divulgado, para variar.

La matemática corrupta, permite a quien trabaja con ella relacionar el aumento de impuestos con el auge de la corrupción, de igual forma que se hace en economía con salarios e inflación, colando así gato por pollo y ganando de todas en sus cálculos argumentales ideológicos: Los defensores de los impuestos como fundamento de un equitativo reparto de riqueza y responsabilidades defenderán con uñas y dientes su perenne presencia sobre productos, actividades, nóminas y herencias; mientras, los partidarios de combatir la corrupción creyéndose la abusiva relación que arrojan los datos de Pedro Grullo, se obstinarán en eliminarlos; de esta guisa, en ambos casos, la corrupción saldrá de rositas de la refriega, pues esta, desviada de su debate ideológico entre socialismo y liberalismo, es fruto de una falacia, la misma que acontece si ligamos la corrupción con el aumento de la producción, el gasto energético o las cosechas, pues ciertamente donde más hay, más se puede sacar.
La prueba la tenemos en España, donde la descomunal subida de impuestos a manos del PPSOE en IBI, basuras, tabaco, alcohol, gasolina, IVA…no ha servido tanto para aumentar la corrupción de los gobernantes criminales, cuanto para mantenerla, en un momento de crisis cuando más falta hacían los ingresos extra en forma de donaciones y sobresueldos de grandes empresas que no llegaban como antaño, conclusión fácil de extraer dado que servicios y prestaciones sí han bajado a la par que el salario, el poder adquisitivo y el consumo.

La Matemática con la que opera un gobernante corrupto-criminal a la hora de conceder una subvención, cerrar los presupuestos, presentar cuentas a la auditoría o cualquier otra fechoría contra su comunidad que tenga en ciernes cometer, es aquella que le enseñaron desde niño en la escuela donde 19+12=11, sean estos euros, cientos de euros, miles de euros, millones de euros, o litros de gasoil subvencionado por Europa, kilovatios/hora nocturna en energía solar, trajes de Armani, bolsos falsos de Vuitton, viajes familiares, kilos de confeti para cumpleaños….a causa de, 2 y 9…11 y me llevo una; 1 y 1…2 y me llevo otra, resultado 11.

El PPSOE

https://www.youtube.com/watch?v=GT6J33_-LNw

A comienzos de los Noventa, estando de Erasmus en una residencia Universitaria Internacional en Florencia, tuve la oportunidad de trabar amistad con cientos de estudiantes venidos de otras culturas y nacionalidades de las que únicamente sabía por el Telediario, cosa que aproveché para recibir información de primera mano sobre sus lugares de procedencia, haciendo especial hincapié en la situación sociopolítica, cuando entonces, la que más atraía mi atención. Huelga comentar lo enriquecedor de una experiencia que me hizo compartir habitación con un alemán, teniendo de vecinos de pasillo a un judío francés y otro palestino. Empero, la conversación de la que más aprendí y con el paso de los años más vivamente recuerdo, fue una mantenida con Robert, un ingeniero africano quien preguntado por qué sistema político regía en su país, afirmó sin titubeos “Por supuesto ¡Una Democracia!” mostrando cierto grado de sorpresa por la pregunta; la misma que yo le devolví por su respuesta en un descortés acto reflejo al cuestionar en alto ¿De verdad? Pues, no me sonaba que en su país de procedencia, la Democracia tuviera ni arraigo ni buena prensa. Pero Robert insistió en que él vivía y se había educado en una Democracia, ante lo cual, no tuve otra que aceptar su palabra y revisar si ambos entendíamos lo mismo por el término, pues en mi ignorancia, yo todavía entendía que Democracia, como madre, ¡sólo hay una! Estaba equivocado de cabo a rabo.

Resuelto a despejar si mi conocimiento previo de la región estaba errado por prejuicios etnocentristas, o por el contrario, mi interlocutor se había expresado mal en italiano, ni corto ni perezoso entré de lleno en detalles interrogándole sobre distintas cuestiones como si había parlamento, si había campañas pidiendo el voto, si se presentaban candidatos distintos, a lo que Robert asentía muy convencido de palabra y gesto, ¡tanto! que estuve por aceptar corregir mi apreciación política sobre el continente africano. Hasta que mostré curiosidad por ¿Cuántos partidos políticos se presentan a las elecciones? A lo que Robert rebosante de naturalidad y confianza contestó con rotundidad ¡Uno! El Partido Democrático para la Unidad Nacional.

Permítanme que les ahorre toda la tarde que anduvimos discutiendo sobre lo que era y no era la Democracia, en aquella conversación convertida en tertulia al incorporarse la perspectiva peronista de un argentino, la posición libertaria de un Neoyorkino, la experiencia revolucionaria de un ex guerrillero colombiano y la cosmovisión de un Indio, entre otros que se sumaron. Pero lo que les puedo asegurar, es que la politología leída en los seis volúmenes de la muy recomendable “Historia de la teoría política” de Fernando Vallespín, no me enseñó nada, comparada con la lección recibida aquella tarde sobre los distintos modos que puede haber en el mundo de entender la Democracia, no en su etimología, ni en su definición, ni en la Teoría, sino en la práctica.

Aquella noche, esperando con morbosidad a que Occidente bombardera democráticamente a la dictadura de Sadam Husein en Irak, reflexioné sobre todo lo escuchado. Recuerdo que desde mi suficiencia etnocéntrica, propia de un blanco, cristiano, europeo de la que no puedo desprenderme ni viajando, me reí abiertamente de la inocencia con que aquel infeliz creía pertenecer a una sociedad libre y democrática como la nuestra. ¡Les tienen engañados como a negros! reía para mis adentros. Mas, conforme meditaba sobre cuáles son las características formales propias de un sistema democrático frente al que no lo es, fui cayendo en la cuenta de que, a lo mejor, quienes estábamos del todo engañados, éramos quienes como yo nos había hipnotizado la palabra hasta el extremo de no entender su significado, si es que sólo había uno.

He traído aquí la anécdota, por considerarla muy ilustrativa para la realidad sociopolítica que afecta a España en la actualidad. Y es que, con motivo de las elecciones europeas, escucho cada dos por tres la expresión “bipartidismo” cuando la misma, perdonen que les diga, ha quedado caduca, dado que, el electorado, hace lustros que no puede escoger entre dos opciones ideológicas distintas, con posiciones diferentes para resolver los problemas, con alternativas reales; a lo más, entre el famoso carisma de sus candidatos, de resultas que, desde el Gobierno central hasta la concejalía de pueblo, pasando por Autonomías, Diputaciones y Ayuntamientos, lo que ya se viene conociendo como PPSOE, acapara todo el poder en una Mayoría Absoluta perpetua que bien podría prescindir del voto con ayuda de encuestas si no fuera porque, como los buenos tiranos, los demócratas también precisan del consentimiento social y popular.