Hace tiempo dejé muy clara en artículos como Kontra la Ortographia (Korrejido), mi posición práctica e intelectual ante la presión exagerada que con la excusa de esta enfermedad del lenguaje escrito, es ejercida por aquellos que creyéndose autoridades en su fijación retrógrada, se regodean señalando con el dedo acusador lo que su supina estupidez declara como errores, con mayor saña, cuanta mayor es la maldad de la persona que subida al pedestal falso de la supuesta ortografía, cual desgarramantas con una gorra, actúa de implacable inquisidor en público linchamiento por algo que en una sociedad civilizada jamás tendría lugar, de no ser, por la existencia de auténticos kavrones como ellos.
Yo comprendo como adecuado que una falta al honor, una falta de respeto, una falta de educación, una falta al trabajo, una falta de puntualidad, una falta a la verdad o cualquier otra falta relevante por parte de alguien, más todavía siendo un represente democrático, esté sujeta a reproche social. Pero, de ahí, a someter a escarnio a bombo y platillo, a alguien como Mayren Beneyto, por muy Consejera de Cultura del Ayuntamiento de Valencia que sea, no me parece correcto, por parte de nadie y menos de los periodistas, gremio que en su conjunto es el que más patadas da al diccionario donde más duele, que no es en la forma del significante, cuanto en el contenido del significado, contando como cuentan con formación en la facultad, manuales de estilo, supervisión en la redacción y el corrector informático.
Alarmado por la trascendencia del asunto tan nimio que ha llegado a salir en los telediarios, me he tomado la molestia de leer el mensaje de texto remitido por quien desde hoy para mi es una “Mártir de la ortografía”, antes de pronunciarme sobre el particular; y si les soy sincero, me parece más falta de profesionalidad, decoro, educación, respeto, sensibilidad y empatía por parte de quienes han puesto la lupa sobre ello que las supuestas faltas de ortografía cometidas por alguien que de modo desenfadado se ha pronunciado en las redes sociales, inconsciente de que las malas personas están al acecho siempre, dispuestas a engrandecer cualquier suyo desliz para convertirlo en motivo de mofa y risas de cuantos no saben lo que es un retruécano o un palíndromo, ignorantes de los recovecos neurolingüísticos neandertales conservados en la entonación intersilábica o que sencillamente no distinguen en el uso el “quisiera” del “quisiese”. Eso sí, tienen muy presente que su condición de imbécil, se escribe con m antes de b y lleva tilde.
Yo, que me dedico a escribir, cometo infinidad de faltas de ortografía, cosa que cada vez me preocupa menos, pues por aquello que en su día me dieran con la regla sobre la palma de la mano, que me hiciera pasar algo de vergüenza al salir al encerado o supusiera un punto menos en el examen, hoy resulta, que ha dejado de ser una falta y por arte de birlibirloque, algunos míos manuscritos se han corregido solos con el mero paso del tiempo. Además, como no me cansaré de repetir, si yo cometo faltas, la culpa no es mía…es de la ortografía.
Porque, lo de empeñarse en la caligrafía, es de suyo comprensible, pues de no existir el teclado, la buena letra es imprescindible para que los textos oficiales y las cartas personales sean legibles por terceros. Pero ¿Qué es lo que está bien escrito a parte de esto? ¿Es menos vurro el burro en el primer término que en el segundo? Si es así, espero no ser llevado a juicio por decirle a algún Ministro de cultura que es un “ijo de puta”.
Pero, sin entrar en demasiados detalles, vamos a presentar los cargos más relevantes esgrimidos contra esta Concejal de cultura para ver hasta que punto de ruindad se puede llegar con objeto de hacer sangre en un inocente:
Se le acusa de no manejar bien los signos de puntuación. Para comprobar en qué queda esta acusación, les recomiendo a todos hacerse con la obra de Camilo José Cela, Premio Nobel de literatura que hacía de esta pseudociencia de su capa un sayo, verbigracia en Christus versus Arizona.
Se le avergüenza la ausencia de un verbo en una frasecilla, como si en el lenguaje escrito no existiera la elipsis. Si fuera por estos ángeles custodios de la sagrada escritura, San Pablo, por su afición a los anacolutos, no entraría precisamente en las Sagradas Escrituras ni en los apócrifos.
Se le acusa de escribir con mayúsculas la voz Valencianos. ¡Vaya! Resulta que un sencillo mecanismo para transmitir en un texto qué términos le parecen al autor relevantes en el contexto como lo es el uso de la mayúscula, mecanismo expresivo al que estoy adscrito desde mi niñez para distinguir, por ejemplo, la Política aristotélica de la política de partidos o a la Policía del policía, etc, resulta que es una falta. ¡Hay que ser memos!
Es cierto que en el mensaje hay alguna que otra incorrección como poner “aria” donde debía aparecer área…Mas, cuánta gente pone “áurea” donde quiere expresar “aura” e incluso “urea”; quién alguna vez no ha dicho “aeropuerto” en lugar de “aeropuerto” o si te descuidas “ariopuerto”, a quién no se le ha escapado un “chinchón” por “chichón”; ¿No ha autorizado la RAE voces como almóndiga y hasta murciégalo? ¿Cómo está mejor dicho jugar al escondite o al esconderite? ¿Cómo debe escribirse barajar o barajear? Creo que ningún Académico está en condiciones de decir lo que está bien o mal escrito después de que la RAE diera por bueno Hindú como sinónimo de indio, y menos fuera de ella.