El pasado 20 de Diciembre, el Pueblo español decidió renovar la Mayoría Absoluta a las fuerzas del Mal, cuáles son, PP y PSOE, Partidos contrarios a los intereses de España, si por estos entendemos los de los españoles y no sólo los de las grandes empresas que cotizan en el IBEX. No obstante, esta vez, hubo un amplio sector de la población que harto de que se lo robe, que se lo explote, se lo maltrate y se lo tome el pelo, telediario tras telediario, decidió confiar su voto a otras opciones que se presentaban como seria alternativa, no sólo para acceder al gobierno, sino también para el modo de gobernar, dando entrada en la política y las instituciones si no a la decencia, sí a la trasparencia en la gestión de la Cosa Pública, a Podemos y Ciudadanos me refiero, que entre ambas formaciones suman casi un tercio de escaños en el Parlamento.
El Eje del Mal, PP-PSOE, saben que hasta la fecha – a las pruebas me remito – les ha ido muy bien presentar su programa a favor del paro, de la desigualdad social, contra la educación, contra la salud pública, en favor del tráfico de armas, de drogas, de personas, de la evasión de capitales y el largo etcétera con el que mantienen atenazada a la ciudadanía, por separado, motivo por el cual, pese a las recomendaciones de sus tradicionales aliados la OTAN, el FMI, la UE y la OCDE, se resisten a formalizar la Gran Coalición, pues ello supondría abrir los ojos a mucha gente y acaso sus consejeros, expertos y asesores, les han indicado seguir como hasta ahora en ese sogatira de mentirijillas al que nos tienen acostumbrados, por si la fiebre de la participación ciudadana en política es pasajera y se diluye en el desánimo de las negociaciones y contranegociaciones.
En principio la jugada, cuando menos, es incómoda, porque acostumbrados como están los partidos Pimpinela el uno al otro, con las confidencias compartidas, con la confianza que ya se tienen, con la ayuda mutua que se han prestado, la estrecha colaboración en que trabajan y el alto grado de complicidad alcanzado… ciertamente no debe resultar grato tenérselas que ver de nuevas con otra pareja en la alcoba de Moncloa, más, cuando quien parece ser consorte se presenta con ideas tan ajenas a su agenda, como la reforma constitucional, reforma institucional, reforma del sistema electoral, reforma del sistema financiero, reforma del régimen laboral, acuerdo por la educación, acuerdo por la investigación científica, acuerdo por la sanidad y un sinfín de medidas urgentes para que España esté en condiciones de afrontar con garantías el reto del siglo XXI al que no se puede acudir con una legislación y modelo social del siglo XX.
Pero, las dos Españas decimonónicas, permanecen todavía, esta vez, dividida entre los partidarios del crimen y quienes apuestan por la estupidez, porque es estúpido que Podemos y Ciudadanos apoyen a dos formaciones sinvergüenzas, corruptas, ineficientes, malhechoras y sociópatas, si es que verdaderamente lo son, como sospechan quienes han confiado en ellos para cambiar las cosas y no para apuntalarlas.
Es verdad, que no habiendo oportunidad para formar un Gobierno de transición integrado por las fuerzas del Bien como son Podemos y Ciudadanos, además de otras como el PNV o IU, capaz de iniciar el proceso de reconstrucción nacional que necesitamos para emprender el rescate de las familias, recolocar a los desempleados, recuperar el tejido industrial productivo, redistribuir las rentas, retornar a nuestros jóvenes del extranjero, recuperar las empresas estratégicas para la patria y crear un Tribunal para juzgar a los criminales que han traicionado a la Patria durante todos estos años, parece que lo mejor es elegir el mal menor. Pero es que aquí la elección del mal menor es tan grande como el mayor, porque son el mismo.
Para cuantos se han decidido por apoyar a nuevas formaciones como Podemos y Ciudadanos, sería toda una afrenta, motivo de desesperanza, acaso traición al espíritu del 15-M que aquellos a quienes se han elegido para echar a los malos, acaben empleando dicha confianza para apuntalar el sistema que está a nada de venirse abajo.
PP y PSOE tienen los días contados. Son entidades ya reconocidas como malignas por la población y abandonadas a su suerte por los grupos terroristas internacionales que las sustentaban, toda vez se han negado a seguir su consejo de hacer la Gran Coalición. Si Podemos y Ciudadanos apoyan a cualquiera de los dos, correrán la misma suerte, pues los tiempos, como en toda revolución que se aproxima, se van acelerando.
Sea entonces que, Podemos y Ciudadanos, pongan distancia entre ellos y los malos, para que se les distinga bien y empiecen a entonar el siguiente discurso: Nosotros hemos presentado una propuesta de cambio a la sociedad española; pero los votantes en su libre ejercicio han seguido confiando en el PPSOE. Podemos y Ciudadanos, no tenemos capacidad democrática para emprender las grandes reformas que necesita el país. Pero no estamos aquí ni para bendecir al PP ni para encumbrar al PSOE; nuestro objetivo es arrebatarles el poder por vías pacíficas para defender los intereses de la gente. Hasta que esa misma gente no nos otorgue una mayoría suficiente y amplia para poder llevar a cabo en el Parlamento nuestra Política, nosotros estaremos en la oposición. ¡Y se acabó! Todo lo demás será una profunda y lamentable equivocación.