Cuatro vanguardistas morales

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Hace más de un mes, que se dice pronto en Democracia, tras las comprensibles protestas ciudadanas ante los abusos del Poder durante la jornada de lucha de la Huelga General del 29-M, la juez Carmen García Martínez, en el ejercicio de su intrínseca maldad, envió a prisión sin fianza a tres jóvenes vanguardistas morales imputados de “actuaciones criminales para alterar la convivencia en la ciudad y producir el máximo deterioro de la convivencia democrática” acusándoles del delito de desórdenes, penado con hasta tres años de cárcel, motivo por el cual, esta indigna magistrada justificó tan desproporcionada medida ante la proximidad de actos en Barcelona como la cumbre del Banco Central Europeo o el partido de fútbol entre los dos equipos de la ciudad, ganándose con ello que desde hoy, hasta que estas personas sean puestas en libertad, rece todos los días para que nuestro Señor Jesucristo, se la lleve consigo a su Gloria.

Para que tan abyecto comportamiento judicial cometido por esta sin vergüenza de juez, permitido por el canallesco sistema legal, no corregido ¡Todavía! por nuestras criminales instituciones, no se quede en anónimos datos, paso a comentar brevemente algo sobre estos cuatro Héroes civiles cuyo compromiso social por nosotros les está costando muy caro en sus vidas particulares, como ha de ser cuando uno se sacrifica de verdad, dicho sea de paso:

Ismael y Daniel, aparte de buenos hijos, de excelentes ciudadanos sin antecedentes y cotidianos pagadores de impuestos, gente pacífica, sana y de buenas costumbres, son dos estudiantes brillantes de física que no superan los 20 años de edad. Tampoco Javier, un chaval íntegro, idealista, inteligente y genial que simultanea las carreras de física y matemática, sin embargo, él ya dio muestras de su compromiso para con los más desfavorecidos del Sistema al arriesgarlo todo durante el magnífico asalto al Parlamento Catalán del 15 de Junio en el que fuera detenido por las fuerzas represoras del Régimen Democrático. Junto a estos tres ejemplos de esfuerzo personal y compromiso cívico a seguir por la juventud libre, también se encuentra encarcelada por “los Malditos” la Señora Doña Laura, una buena madre de familia de 43 años, trabajadora, de espíritu quijotesco, acusada únicamente de hacer una fogata de nada delante de la Bolsa de Barcelona.

A la vista de estos recorridos vitales donde se puede apreciar que estas cuatro bellas personas no andan metidas en centros de corrupción como lo son los grandes Partidos del PP o del PSOE (cuya militancia cómplice merece ser escupida por donde pasa) ni trabajan en puestos de riesgo para hacer el mal como puede ser la dirección de un Banco o mismamente, ser juez del actual sistema legal, no se explica, salvo por la maldad que aflora cuando a una persona se le concede poder, que mientras Urdangarín anda suelto en tratos con la fiscalía, los perversos Rajoy, De Guindos y Montoro sonríen antes durante y después de anunciar medidas criminales contra el Pueblo, por no recordar a Zapatero que seguramente se esté regodeando en su dorado retiro…estos auténticos ciudadanos que dedican sus vidas al estudio, a la investigación y como en el caso de Laura al cuidado de su familia, hayan pasado siquiera un sólo día en la cárcel cuando son personas queridas por su gente, por ser buenos hijos, buenos vecinos, buenos compañeros y ciudadanos que lejos de ser motivo de oprobio, detención, juicio o condena, deberían ser condecorados por su altruismo, agasajados por su ciudad por dar testimonio moral por toda ella y de todo nuestro más caluroso agradecimiento.

Pero como siempre sucede en la Historia real, que no en la académica, son pocos los afortunados de hacer lo que tienen que hacer cuando toca romper moldes poniendo en peligro sus propias vidas para impulsar con su singular sacrificio a la humanidad por el tortuoso sendero de las virtudes individuales y colectivas, hazaña que lamentablemente sólo les será reconocida en forma de homenajes postreros cuando todos los demás, llevados más por la egoísta necesidad que por su solidaria convicción, vayamos tras la brecha abierta por su vanguardia moral. Y lo peor de todo, es que así como los gobernantes criminales del momento presente se apropian de los sacrificios pasados de héroes que lucharon en su día contra la injusticia social, la esclavitud y la libertad, son los mismos que se ocupan de reprimir a quienes recogieron el testigo de la Lucha en la actualidad, así otros déspotas venideros mañana rendirán hipócritamente públicos honores a los represaliados de hoy.

Hoy no consumo

 

Hoy no consumo. Hoy no tomaré el café de la mañana, renunciaré al periódico de la jornada. Hoy no compraré pan, ni leche, ni nada de charcutería para el bocadillo, nada de fruta fresca, ni carne, ni pescado…porque hoy no voy a hacer la compra al supermercado. Tampoco entraré en comercio alguno a comprarme ropa, menos aún acudiré a ninguna gran superficie, ni echaré gasolina al coche. No viajaré en autobús, ni en tren o metro, ¿para qué? si no voy a ir a trabajar, ni a comprar, ni a divertirme con los colegas porque tampoco voy a ir al cine, ni al teatro, ni al futbol, me abstendré de acudir a cualquier espectáculo, me quedaré en casa viendo la tele, la única mascota eléctrica que pienso enchufar para no gastar energía. ¡Sí! Hoy comeré frio para no poner la encimera y no encenderé la luz. Bueno…pese a ser un gran sacrificio, igual también dejo de ver la tele y salgo a la calle para departir con los vecinos y amigos sobre los problemas comunes y las posibles soluciones que entre todos les podemos dar. Pero sin entrar a bares, ni a cafeterías o restaurantes, que se está la mar de a gusto sentados en un banco en cualquier rincón de la plaza ¡que para eso están! Y ahora que caigo en ello…a lo mejor tampoco entro en internet, ni hablo por el móvil e incluso, ni escribo.

Si el párrafo precedente lo lee alguno de los miles de seguidores del “Inútil Manual” que hay por Israel o América, seguramente piense que soy un judío que se ha confundido de día para respetar el “Sabbat”. ¡Se equivocaría! Pero no menos de quienes por entre ustedes estar al tanto de la jornada de Huelga General convocada para hoy saben del llamamiento al boicot general que por Internet ha circulado con el fin de castigar a la Patronal que haya coaccionado a sus esclavos para que libremente acudan a su puesto de trabajos forzados. Porque esas mismas palabras, sin forzar mucho su estructura gramatical podrían firmarlas miles de personas en la actualidad que por estar despojadas del canal habitual del reparto de la riqueza están en lo que despectivamente llamamos el PP, para entendernos: en el Puto Paro.

¡Sí! Porque gracias a los Ojos de Pato – lo que Don Camilo diría Hijos de Puta – de una y otra parte de los Comités de Empresa, los perros amarrados de la política y los sindicalistos liberados, se cuentan por cientos de miles los ciudadanos y familias que no pueden tomarse un café como tengo yo costumbre de hacer cuatro y hasta cinco veces al día, hace tiempo que no adquieren el periódico, no siempre se permiten el lujo de comprar alimentos básicos debiendo acudir a los centros de caridad llamados graciosamente “Banco de alimentos”, la única entidad con tal denominación que todavía les concede crédito a cincuenta años que es lo que va a durar la crisis. Respecto a la vestimenta, es curioso, pero esta gente ya no precisa acudir a tiendas de moda para probarse la ropa, la que les llega con los Reyes Magos desde Cáritas, siempre les queda bien. Por supuesto, renunciaron hace mucho también a cualquier esparcimiento que requiera entrada para entrar o echar gasolina al coche, si bien la mayoría tampoco tiene coche, a salir de bares, ir de pinchos y esas cosas que se dicen tan típicas por estos lares. La mayoría de ellos, sin mediar motivo de hacer dieta, están sometidos al régimen democrático del mercado libre, consistente en por su voluntad modificar su forma de vivir sin utilizar medios de transporte públicos que ya no necesitan, pues no tienen trabajo ni dinero para ir a gastar que es la primera y única utilidad que tiene el transporte público empresarial y les ha empujado a convertirse en veganos al verse obligados a la abstinencia de huevos, carnes y pescado. El internet del que disfruta la mayoría es el de San Antolín o sea y el móvil es solo para recibir. En cuanto a lo de escribir, el papel se ha puesto por las nubes.

Si yo fuera una de estas personas traicionada por los sindicalistos, acudiría a las manifestaciones farsa a señalarles con el dedo como cómplices de la situación durante todo el recorrido.

De Lucas 19-40 a Juan 8-111

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Estando Jesús en el Monte de los Olivos, sus seguidores irrumpieron en gritos de alborozo y alegría por los numerosos milagros a los que durante la jornada habían asistido. En eso, unos Fariseos molestos con el jaleo se le acercaron instándole a que reprendiera a sus discípulos, a lo que el Maestro respondió: “Si ellos callan, gritarán las piedras”.

Las tartas y los huevos para agasajar, de cuando en cuando, a nuestros representantes, están bien. Pero no parece suficiente para quienes están acostumbrados al champán, al caviar y Pata Negra, por lo que es necesario ofrecerles algo más contundente sin llegar al mármol de una lápida, por supuesto.

Algunos desean apagar el fuego con gasolina para ver aumentada la presión de la olla social, animando a la gente a que no haga huelga el 29 de Marzo y acepte la situación como la vaca acude al matadero. No hace falta haber leído a Freud para entender que la frustración reprimida sale por donde menos se la espera, ni a Fromm para conocer por donde irían los tiros de un desquiciado Principito expulsado a la brava de su planeta imaginario donde se ha talado el Baobab del Estado del Bienestar y la Margarita, entre tanto se decidía a protestar, se ha quedado sin pétalos.

Las piedras siempre nos hablan del pasado, como los capiteles de los claustros o la famosa Rosetta, pero no creo que mis dos héroes alaveses de Amurrio que han sido injustamente detenidos por cumplir con el filosóficamente denominado “Imperativo Kantiano” de hacer hablar a las piedras ante tres sucursales bancarias, quisieran con ello dar una clase de Historia o Arqueología, sino denunciar el presente al que no se le está dando otra opción que aplicarse el conocido Principio Petrino sobre el cuál nuestro Señor Jesucristo fundara su Iglesia y que ahora parece el más apropiado para sostener nuestra protesta, pues es la piedra, el ancestral instrumento que al hombre santo acompaña desde el comienzo del Homo Habilis, la que le posibilita desde su sencillez y humildad dar utilidad a la mano y sobre todo al dedo gordo, con toda justicia y equidad como apuntara Jay Gould, que ya demostró David frente a Goliat, el poder de su insignificancia cuando se le imprime valor suficiente sin necesidad de ser un Sansón como desean hacernos creer desde el Poder tras las imponentes murallas de ese gigante con pies de barro que son sus rascacielos cual murallas de Jericó, porque Dios está con nosotros y les matará a todos con o sin nuestra ayuda.

Yo no soy muy partidario de las huelgas. De hecho, nunca he secundado ninguna. Creo más importante aprender a manejar armas y sacarse una licencia para portarlas. La clase trabajadora no se ha percatado todavía, de que su herramienta de protesta es precisamente de la Edad de Piedra, porque toda ella es un elemento prescindible y no me refiero a la huelga, que también, sino a la propia masa de trabajadores con los que ya no se cuenta para la producción y en consecuencia son meros convidados de piedra y varados han quedado como piedras en el camino del progreso.

Lanzar piedras contra las lunas de los Bancos, Cajas de Ahorros, Aseguradoras y resto impíos Templos dedicados a irradiar el Mal, es el mínimo deseo que uno siente cuando medita con justicia sobre la explotación y el latrocinio al que se está sometiendo al Pueblo y lejos de ser una acción reprochable por la moral, es un acto conforme a lo querido por Dios. Ahora bien, hemos de recordar igualmente aquel otro episodio de Juan 8-111 en el que a Jesús se le pregunta por el castigo que merece una mujer acusada de adulterio a la que iban de inmediato a lapidar, a lo que él contestó “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Porque, hemos de reconocer que en nuestra sociedad, si la usura de los criminales banqueros triunfa y la corrupción de los políticos es tan consentida, el fraude fiscal tan poco perseguido, la economía sumergida tan extendida…es porque nadie escapa a la codicia que anida no en la piedra, sino en nuestros corazones.

Sabotear el Paro

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Lo que separa la envidia de la admiración, sin entrar en demasiados detalles, es que, mientras la primera desea la ruina de lo que un tercero posee, la segunda se felicita de que alguien pueda poseerlo. Huelga decir entonces que participar de la admiración reporta mayores satisfacciones que hacerlo de la envidia, la cual, es una fuente de continua frustración. En cualquier caso, la mayor parte de la frustración, no proviene de la envidia cuanto de la impotencia de lograr los objetivos que cada cual se haya establecido, de ahí la recomendación estoica de refrenar las pasiones y apetencias, como la vía más adecuada hacia la Felicidad, que yo como Séneca, comparto para los demás.

Pero, si humano es desear lo que otros poseen cuando de lo mismo ya se tiene de sobra que es la fuente de la codicia cuando se dirige hacia afuera y de la avaricia cuando se invierte hacia adentro, qué no será si lo que otros disfrutan delante de tus narices te falta a ti, como le sucediera a Apolo con Hermes a quien le concedió la inmortalidad y vivir en el Olimpo por hacerse con cuatro vágatelas a las que ni siquiera el otro pillo tenía en estima. Porque, una cosa es no ser envidioso y otra muy distinta es ser impermeable a la realidad que te rodea, siendo muy difícil para el común de los mortales, no desear el mal ajeno, cuando a todo el mundo le va de puta madre, mientras tu las pasas putas y a ninguno de los hijos de puta que está a tu lado parece importarle lo más mínimo la notoria diferencia. Esto es lo que llamamos resentimiento.

Envidia, frustración y resentimiento suelen conformar un círculo vicioso emocional que se retroalimenta sin necesidad de que exista motivo real que ponga en marcha la inercia de su demoledora maquinaria como puede, por ejemplo, suceder en los celos de pareja o entre hermanos que no siempre encuentran justificación, o en la paranoia de las personas que se creen constantemente perseguidas. Y es posible que con suerte, todo se quede en la misma mente en que se gestan esas terribles impresiones causándole al sujeto una depresión o un extraño comportamiento, que más pronto que tarde, actuará a modo de autocumplimiento de sus más oscuros temores. Pero, no es raro que de todo ello con el tiempo aparezcan comportamientos vengativos de carácter repentino que posteriormente sean objeto de sorpresa y portada del Telediario.

Hoy hay en España cinco millones de personas sin empleo a las que despectivamente disfrutamos llamando “Parados” y sería muy comprensible que por muy buena educación que hayan recibido de sus padres, por muy buenos modelos que hayan observado de sus profesores o aprendido en biografías ejemplares – de cuya temprana lectura se facilita al indómito espíritu humano a admirar el Bien ajeno más que a envidiarlo – esa pobre gente empezara a padecer estos sentimientos contra su voluntad, más que nada, porque mientras ellos han de malvivir sin sueldo, teniendo que pedir prestado a familiares, ver como la vida suya y de sus hijos se va por el retrete…contempla con lógica amargura como los vecinos salen de pinchos a diario, los amigos siguen tomando cervecitas, el cuñado se va de vacaciones, porque ganan sueldos de dos y tres mil euros al mes con catorce pagas tanto ellos como sus parejas, cuando no sucede que son niñatos con suerte que no tienen otra obligación que echar gasolina al coche y jugar al squash los Sábados. Mas, haríamos mal en pensar que lo que les sucede a los parados cuando están en sus casas convertidas en auténticos nichos de muerte social esperando a que una llamada de teléfono les resucite mientras languidecen viendo por la tele el futuro que les aguarda en programas como “Callejeros” o lo bien que les va a los españoles fuera de España, tiene algo que ver con la envidia, la frustración o el resentimiento, si antes no atendemos a la genuina sensación de injusticia que subyace en cuantos han puesto todo de su parte para triunfar en la vida como ser ciudadanos honrados, cumplir con su trabajo, haberse formado para ser útiles en la sociedad – no como en mi caso que he buscado premeditadamente lo contrario – que ciertamente les asemeja más al santo Job que a Caín.

Sea como fuere, como quiera que las reglas de la psicología no respeten las condiciones éticas de los sujetos sobre los que se aplican, más de lo que pueda hacerlo las leyes de la física que no libran a las mejores personas de caerse por los precipicios, siendo la situación de desempleo sumamente propicia a que aparezcan la envidia, la frustración y el resentimiento en cuantos lo sufren, no puedo menos que recomendar, sabotear el empleo de los demás a modo de técnica psicosocial de canalización de las incipientes fobias, manías y demás psicopatías, mientras en los sujetos que padecen el desempleo impere más esa primigenia impresión de ser objeto de una injusticia, porque, si bien la acción contra la circunstancia puede ser la misma nacida de la envidia que luchando contra la injusticia, no así la convicción con que cada cual la cometa o los demás la perciban, pues aunque la intención no basta, nadie mira las acciones sin atenderlas si de juzgarlas se trata.

Luego, antes de envidiar a sus conciudadanos, es mejor que el parado se ponga manos a la obra para remediar su situación por medio del sabotaje, dado que a través de la formación, el estudio, aprender inglés, ponerse al día en informática, presentarse a oposiciones, entregarse en cuerpo y alma a la empresa y al trabajo, etc, no ha servido de mucha ayuda. De este modo, si sus vecinos y amigos no están dispuestos a repartir el trabajo con él, él si está dispuesto a repartir el Paro con ellos. Es lo que se conoce en otros ámbitos como “extensión del sufrimiento”, no buscando tanto el consuelo de tontos por la desgracia de muchos, cuanto la solidaridad que sólo aparece cuando el mal puede afectar a todos.

El sabotaje del Paro consistiría en impedir que el sistema funcione sin tanta gente desempleada, porque habrá millones de personas dedicadas todo el día a impedirlo. ¿Cómo? De sencillo que es, me he quedado estupefacto: el otro día leí en un medio de Vizcaya que el tren de FEVE fue saboteado a primeras horas de la mañana sin que nadie reclamara la acción. De su lectura me ha venido esta idea, a saber: los parados, deben recuperar su dignidad luchando al grito ¡Si yo no tengo empleo no lo tiene nadie! Sois un ejército que dispone de tiempo para interrumpir el transporte de mercancías, para cortar el transporte público en horas punta sólo para ir a trabajar – no hagáis como los sinvergüenzas de los sindicatos que también fastidian a sus compañeros para su regreso – para colapsar las líneas telefónicas de las empresas, sus páginas web, etc. No podéis esperar que nadie os ayude y luche por vosotros, si antes vosotros no demostráis estar dispuestos a hacerlo por vosotros mismos. Además, mientras combatís por vuestra supervivencia, por el justo reparto de la riqueza, por una sociedad más equilibrada donde todos trabajen menos, pero que trabajen todos – yo no participo – esos oscuros sentimientos de los que hemos hablado al principio desaparecerían del horizonte mental en la medida en que vuestras acciones os devolverían la dignidad.

Por una esclavitud libre y gratuita. Carta abierta al Presidente del Gobierno

http://www.youtube.com/watch?v=DzdDf9hKfJw

Si la Progresía ha aupado el Aborto al mismo rango que la vivienda digna, la educación obligatoria, la sanidad universal…¡pero que digo! a un nivel muy superior pues además de convertirlo en Derecho lo ha establecido como libre y gratuito – la verdad, no sé a qué esperan las adolescentes a quedarse preñadas para hacer uso de él – no veo motivo de retrasar más el clamor popular para que la derecha, por una vez, arrebate a la izquierda la bandera del progreso proclamando, antes de que se le adelanten los sindicatos, la constitucionalidad de esa vieja aspiración social, cuál es, que todo ciudadano, hombre, mujer o niño pueda ofrecerse en esclavitud de forma libre y gratuita, es decir, de modo voluntario, sin costes para su Amo.

Mal que les pese a los abolicionistas, la esclavitud, nunca nos ha abandonado ni del todo, ni en parte. La existencia de trabajo, debería ser prueba suficiente, pues si no nos diluimos en semántica, creo que todos entendemos, que salvo enfermedad mental, nadie trabaja por gusto, que sólo se hace por necesidad y que cuanto más se trabaja, más necesitado uno está. Obviada la confusión con su pseudosinónimo “empleo”, por descontado con la voz “salario” con la que en ocasiones se la intenta asociar, el trabajo es realizado normalmente por esclavos. La incomprensión de esta realidad obedece, primero, a que a nadie le gusta reconocerse como tal, prefiriendo denominarse cosas tan malsonantes como obreros, trabajadores, empleados, asalariados…eufemismos todos, que identifican a cuantos hacen lo que otros no quieren hacer y que entroncan, la mar de bien, con aquellas otras expresiones de siervo o criado, que se pusieron de moda durante el feudalismo.

Por supuesto, las condiciones de vida del esclavo contemporáneo mejoraron lo suficiente, como para que en comparación con el pasado cercano, el contraste justificara la ficción de que el fenómeno había desaparecido, cuando en el mejor de los casos, sólo se había transformado, pues “la mano de obra”, no es otra cosa, que una más de las energías renovables, cuando se observa la realidad con los ojos de la élite social.

Alguien reducido a esclavitud, da más problemas que uno que ha nacido bajo esa condición y este todavía es menos de fiar que aquel que no tiene conciencia de su situación y toma su circunstancia a lo Orteguiano, como parte consustancial a su persona. – Seguramente esta sea la situación disfrutada en estos momentos por la mayoría de españoles. Una forma de testar si uno pertenece a la clase dirigente o a la masa obediente, consiste en hacerse varias preguntas: primero ¿Tengo algo más para vender que mi propio cuerpo, mi tiempo y mi fuerza de trabajo como un animal? Si la respuesta es ¡No! Usted ya puede considerarse todo un esclavo de esos que aparece en los libros de historia, en las películas ambientadas en el XIX y cuya definición viene recogida tal cual en los diccionarios. Si su respuesta es ¡sí! entonces hágase esta otra pregunta ¿Lo que poseo me permite dejar de trabajar? Si la respuesta es ¡No! Entonces usted, sigue siendo un esclavo con cosas que le permiten vivir más cómodamente que el anterior, pero poco más. Si sorprendentemente su respuesta sincera y verificada – no vale autoengañarse con que se dispone de un utilitario – fuera otra vez ¡sí! o sea, que tiene riqueza suficiente para no trabajar, pueden suceder dos cosas, a saber, que usted tenga un empleo, en cuyo caso usted no es que sea esclavo, es que es directamente tonto, o que se dedique públicamente al disimulo e íntimamente a afianzar el statu quo, si esta es su realidad, entonces le reconozco como Amo y señor de la situación.

Pues bien, es a Usted Señor Presidente, en su condición de Amo, a quien va dirigida esta reflexión, para que sopese los múltiples beneficios que podrían seguirse de recuperar socialmente la denostada imagen histórica de la milenaria institución humanitaria que es la esclavitud. ¡Sí! Ha leído bien. ¡Humanitaria! Preste un poco de atención y verá cómo la esclavitud puede ayudarnos en estos tiempos sombríos a iluminar la sociedad y hacer más felices las vidas de los hombres, permitiéndoles ofrecerse libre y voluntariamente en esclavitud a cambio de nada, salvo dejarles vivir, de ahí lo de gratuito.

A la esclavitud le pasa lo que a la muerte, es más temida por el camino que lleva a ella, que por su misma consecuencia. La mayoría de los seres humanos desde la salida del Paraíso han tenido que ganarse el pan con el sudor de su frente. Por supuesto, cuando esto es así, que sudan para beneficio propio, digamos que no sufren tanto como cuando es para terceros. Ahora bien, dado que el hombre es un animal sensorial, siempre prefiere sentirse libre a serlo, por lo que, puesto a escoger, entre la libertad de afrontar un futuro incierto bajo su entera responsabilidad siendo dueño de su destino pero a merced de la madrastra Naturaleza, o la seguridad de delegar en un tercero la toma de decisiones aunque ello le suponga un estrecho margen para conducirse en la vida, escogerá esto último, aunque una vez tomada esta sabia decisión, la aborrezca y diga de palabra, pero no de acción, que desea libertad. Es aquí, donde intervienen los de nuestra clase, Amos que se hacen cargo de organizar la producción y de su justo reparto. No crea que la Humanidad está donde está por decisión malévola conspiranoica de unos pocos. La Humanidad, como especie que es, ha arribado al modelo que más le conviene en su evolución y este no es otro, que el que los más, trabajen para los menos, a cambio de que estos les ofrezcan garantías suficientes de: primero procurarles trabajo suficiente como para impedirles pensar en la libertad y segundo, la suficiente seguridad como para que se puedan sentir libres, porque la verdadera libertad, no consiste en poder elegir, sino en poder comer y sobre todo, poder vivir. No lo olvide. Y qué quiere que le diga…hemos de reconocer que los esclavos han tenido tiempos más felices.

Usted Señor Presidente, como Amo que es, debe garantizar que haya mucho trabajo para todos; No se preocupe tanto de si es un trabajo digno o indigno ¡No hay trabajo digno! Ni salario digno, ni contrato digno…¿No se habrá creído usted su propia propaganda verdad? ¡Ay! ¡Dios mío! Entre nosotros…¡Todo es mentira! Por consiguiente no quiero oírle hablar más de Pacto Social, firmar y respetar convenios, horas sindicales, derecho a huelga, contrato indefinido, prestaciones al desempleo…eso son tonterías que se les dice a los trabajadores para que no se den cuenta de su condición. Pero usted, sí debe tomar conciencia de que es Amo. De lo contrario, el auténtico Contrato Social antes confesado, se va al garete.

Porque al contrario que el esclavo, que ni para él ni para la sociedad conviene sea consciente de modo explícito que lo es, el Amo ha de serlo en todo momento, porque de su cuidado depende precisamente la supervivencia no ya suya, de su familia, de su progenie, de su clase, país, raza o cultura, sino de toda la civilización. Sé que está algo asustado por los acontecimientos y en un intento desesperado por huir de ellos está dispuesto a dejar que el Socialismo práctico y el espíritu fraternal cristiano acaben desgobernándolo todo, sobrecogido como está por el incesante incremento global de la población mundial ya aventurado por Malthus y como usted, soy partidario de deshacernos de tres cuartas partes de la actual masa biológica humana, en este sentido algo se está consiguiendo por medio de los aditivos alimentarios encaminados a reducir la potencia sexual del varón y el valor reproductivo de su semen. Mas mientras esto se consigue, usted ha de afrontar su responsabilidad.

Además de procurar mucho trabajo – por qué cree usted que en la antigüedad se hacían pirámides, templos y catedrales – en cuanto Amo que se beneficia del esfuerzo esclavo, tiene contraída con los esclavos, la obligación moral de procurarles cobijo, vestido, alimento y cuidados cuando ya no valgan para trabajar, bien por ser muy viejos, bien cuando estén enfermos, porque los esclavos pueden ser tontos, pero hasta los tontos distinguen lo que sabe bien de lo que sabe mal. Si se ocupa de esto, si transmite la seguridad de que todo esclavo suyo que trabaje para usted, tendrá garantizado de por vida trabajo que le impida pensar, no demasiado lejos de su hogar, suficiente tiempo para satisfacer sus necesidades biológicas de nutrición, defecación, dormir, higiene, pero no demasiado como para aburrirse, algún motivo de esparcimiento no demasiado elevado para evitar innecesarias contradicciones internas que le podrían entorpecer su mecánica obediencia, una vestimenta apropiada para cada ocasión, algo que poner sobre la mesa, un sitio donde vivir con su familia y seres queridos y que su dicha será igual para sus hijos y los hijos de sus hijos…créame que además de hacer felices a sus esclavos, estos producirán más y en consecuencia usted también será más feliz de lo que lo es ahora, porque todo se contagia. ¿Pero a qué viene esa cara? ¿Le parece excesivo? ¿Le sale más a cuenta el modelo actual que seguir los preceptos establecidos por el rey visigodo Wamba?

Eso cree usted, porque en su cómputo de ingresos y gastos solo contempla, de una parte el consumo de sus esclavos, y de otra, la cuantía de las nóminas, la seguridad Social, los impuestos…sin tomar en consideración que facilitando que la gente escoja ser esclava libre y gratuita, ya no habrá necesidad prácticamente alguna de pagar impuestos, ni salarios, ni seguridad social y si me apura, ni policía, porque los esclavos felices en su quehacer, creerán trabajar para si mismos, construyendo sus propias casas, haciendo sus carreteras, tejiendo su propia ropa y cuidando los unos de los otros en aspectos tales como educación, dependencia o sanidad sin necesidad de que intervenga el Estado. Por tanto, como quiera que en cuanto bestias consumidoras que son, todo será beneficio y ganancia extra para usted, a quien alabarán, sino como a un Dios, si como a un santo que les procura todo cuanto tienen y desean tener: Trabajo, Paz y Seguridad.

Suena un poco anarquista, lo sé. Pero tenga presente, que el camino a la libertad no puede ser la libertad misma. Por contradictorio que parezca, a la libertad se llega por la más completa y absoluta sumisión y servidumbre como demostraron el Nazismo y el Comunismo. No por casualidad a la entrada de Auschwitz un letrero recordaba a los recién llegados “El trabajo os hará libres” y el marxismo establecía la necesidad de instaurar nada menos que la Dictadura del Proletariado; Esta es la idea que se ha de inculcar a la población; Cosas más difíciles se lograron como convencerles de que el amor se vive dentro del matrimonio logro de la Iglesia o incluso confiar su dinero a terceros que le cobran por hacerlo, mérito que debemos a los bancos.

Para finalizar, Sr. Presidente, aprenda de los ejemplos anteriores y ceda a la presión social de la gente que desea trabajar como sea. Continuar velabndo por los derechos laborales no es más que una excusa para mantener los privilegios de unos pocos en detrimento de una multitud que deseosa de cambiar libertad por seguridad, se ve privada por ley de ofrecerse, como antiguamente se pudo hacer desde Israel, hasta nuestra península, en régimen de esclavitud que hoy suena mal, pero que no es más que cambiar trabajo por comida y un lugar donde vivir. Se lo ruego, no nos prive de este Derecho si verdaderamente desea salvar el Estado del Bienestar.