Rajoy: ¡Tú vacilándome!

Tras una intensa jornada de biblioteca rastreando los pasos del Australopiteco para averiguar si antes del Homo hábilis hubo un aprovechábilis, lo que menos me apetecía al llegar a casa la tarde noche del Domingo, era ponerme a darle vueltas a la crisis y la corrupción. Encendí la radio donde daban el partido de la Real Sociedad contra el valencia y después de cenar, me recosté con la esperanza de que nuestro querido Presidente se mantuviera escondido como es su costumbre para no amargarme el sueño, que si malo es hacer la digestión frente al telediario, peor será dormir escuchando a los gobernantes. Pero no hubo suerte. Rajoy se coló en mi intimidad sorpresivamente para afirmar que está muy satisfecho con su Gobierno sobre todo con el trabajo del área económica de Montoro y De Guindos destacando su «esfuerzo, pundonor y coraje».

Sin saber si reír o llorar, rápidamente le dejé con la palabra en la boca en busca de una emisora musical que me alejara del ruido de la política. De pronto, una excelente melodía del Dúo Dinámico titulada “Tu vacilándome” llamó poderosamente mi atención más allá de su calidad musical. Una vez más, la serendipia acompañaba la Conciencia despierta que con asombro atendía la letra de la canción en respuesta vertiginosa a las últimas palabras de nuestro Presidente y que paso a comentarles tal y como fueron superponiéndose en mi mente mientras la escuchaba:

La melodía empieza bien directa: “Tu quieres el olvido y yo sigo aferrándome, al sueño y la utopía de seguir amándote” ¡Efectivamente! Rajoy pretende que los ciudadanos que le votaron y los que no le votaron se olviden de sus promesas sobre sacar a España de la Crisis o bajar el paro, pero a la vez, la gente se aferra a ellas esperando que las cumpla.
Luego, la letra sigue “no encuentras ya satisfacción más que humillándome” Y es verdad. Ya hemos oído que el Sr. Presidente está muy satisfecho de su política económica que tantas humillaciones causa a la clase trabajadora con una austeridad sólo consistente en recortes pero no en los sobresueldos de sus compinches de partido.
Pero ni por esas, su electorado le da la espalada, como continua la canción “Y no me importa ves, sigo esperándote, emborrachándome
con tus recuerdos tus desaires y mis miedos…” Así es, la gente aun desesperada sigue esperando una solución a pesar de los desaires de sus ministros y de no dar explicaciones a nuestras preocupaciones. De ahí que se finalice la estrofa con el lapidario estribillo que pone título a la obra “tu vacilándome y yo esperándote”

Acto seguido, la letra parece dar voz a sus más fieles votantes “Tu sabes cuanta gente hay que va burlándose y espera que este amor sin más vaya apagándose” en clara alusión a la oposición que todavía no se explica cómo el PP no cede en intención de voto. Aunque, todo hay que decirlo, su propia gente empieza a ver que su apoyo es irracional pues confiesa “que yo te olvide puede ser, aniquilándome”.

Saltados los estribillos, el texto parece recoger el sentir general del pueblo entero “Y yo esperando cada noche entre las sombras de mis dudas un final, a esta zozobra que me angustia que me nombra lo que tú ya no me das”. Los ciudadanos ya no pueden más; están angustiados al no ver una salida a esta situación que lejos de mejorar, empeora por momentos.
Casi al final como canto del cisne, desde lo más profundo del alma popular se clama una advertencia al Gobernante “pretendes ignorarme y tu consigues enervarme más y más” porque es verdad que cuanto más se ningunea a los desahuciados, desempleados, desasistidos…más nos encolerizamos, pasando del castaño a oscuro.

La canción termina con un amargo reproche “borraste de un golpe nuestro ayer, igual que borras un papel” varios millones de votantes podrían suscribir.

Atraco Perfecto

  En una autobiografía no autorizada que me reclamaron a modo curricular para impartir un seminario sobre “Esclavitud y Democracia”, en vez de limitarse a reflejar los convencionales tres objetivos que todo hombre debe cumplir en esta vida, cuales son, “Leer un libro; plantar un árbol; y tener un hijo” trasgredió mi más profundos intimidad sentimental aireando la particular trinidad mental a perseguir en la existencia, a saber: falsificar moneda legal; asaltar un furgón blindado y atracar un banco. Hace tiempo que me confieso un fracasado social que vive sus sueños en películas donde siempre me pongo del lado de cuantos personajes realizan mis fantasías en la pantalla, aun a sabiendas, de que la industria cinematográfica tiene órdenes expresas de no presentar como triunfadores a falsificadores, asaltantes y atracadores, para no enaltecer al Ronbin Hood que todos llevamos dentro, sibilina censura igualmente practicada a diario en la prensa libre – libre de información – pues sólo se reflejan actos de esta índole que o bien terminan con sus autores detenidos para disuadir a quienes estén pensando en emprender esta carrera o bien en su desarrollo acontece una desgracia que ciertamente cosecha la desaprobación general aborregada como está la población de pacifismo. Muy raramente aparecen en los medios de comunicación “atracos perfectos” donde los autores salen triunfantes con el botín sin causar daños personales, realidad que se permite trascienda al gran público dada su sofisticación inalcanzable para el ciudadano de a pie, idéntico tratamiento que se ofrece con los casos de corrupción financiera que no están al alcance de los profanos por muy paganos que seamos. Por eso, llama la atención lo sucedido hace algunos días cuando los diarios se han hecho eco de un atraco exitoso sin víctimas, que para más sorpresa, hablaba entre líneas muy bien de sus autores, hasta el extremo de que a cualquier lector con dos dedos de frente le encantaría estrecharles la mano, darles dos besos y concederles un premio al mérito civil. Extracto lo publicado: “Hacia las dos menos cinco, dos hombres con el rostro disimulado por pañuelo y gafas de sol irrumpieron en la oficina armados con pistolas al grito de ¡Esto es un atraco! encontrándose todavía presentes dos empleados y cinco clientes que fueron debidamente maniatados en el despacho del Director, tranquilizados por los propios atracadores que les comunicaron no buscar su dinero personal, sino sólo el del banco. A pesar de que la sucursal se halla en una zona céntrica, nadie se percató de lo que sucedía en el interior durante media hora.” Lo descrito, no puede ser calificado más que de “Atraco Perfecto”. Es un golpe maestro dado por auténticos profesionales. La noticia es toda una lección de cómo deben acometerse estos recortes financieros: primero se espera al horario de cierre para evitarse visitas de nuevos clientes y garantizarse cierta paz en el trabajo; segundo se debe evitar a los tontos que están dispuestos a morir por el dinero ajeno mostrar su estúpida disposición; tercero, no está de más remarcar que se atraca sólo al banco y no a los bancarios ni a los clientes, de ello ya se ocupa el propio banco; cuarto, los rostros deben estar cubiertos pero sin que sea un disfraz de ladrón con el que te puedan identificar rápidamente al entrar o salir; y por último, ha sido todo un guiño al Arte, a la elegancia, a la tradición y al oficio, la entrada en escena con la exclamación ¡Esto es un atraco! Cuando sea mayor, antes de jubilarme a los 75 años, quisiera hacer un atraco como éste para completar la pensión. Pero mucho me temo que para entonces no habrá dinero en los bancos, ni en los cajeros, ni en los furgones blindados, ni en la Casa de Moneda y Timbre, no tanto porque el dinero de plástico circule electrónicamente, cuanto por que el verdadero “Atraco Perfecto” haya sido consumado por los integrantes de la Plataforma Para el Saqueo Organizado de España y sus socios los banqueros.