Ignorante ignorancia

http://www.youtube.com/watch?v=d4YM3KolpPA

Las profecías Mayas, mejor dicho, los intérpretes de las profecías Mayas, o más precisos todavía, los cálculos basados en las interpretaciones de las profecías Mayas, esperemos tengan algo que ver con el asteroide de 45 metros de diámetro y 130.000 Toneladas de peso que ha rozado el Planeta circulando a una velocidad de 28.100 K/h, y que no se trate de una mera coincidencia retardada como el así calificado por la NASA impacto de un meteorito de 15 metros de diámetros sobre Rusia, el mismo día en que el otro bólido, cumplía con la visita estadística del siglo que llevaba cuatro años de retraso. Porque de lo contrario, el asunto pinta feo.

No creo en coincidencias. Justo la semana en que se acerca un asteroide, cuya entrada en la atmósfera habría originado un estallido equivalente a 135 Bombas atómicas, el Papa Benedicto XVI, dimite por sorpresa. Casualidad o no, el caso es que el testigo de los Mayas lo va a recoger ahora San Malaquias, pues cuando se elija sucesor, estaremos ante el último de los Papas contenido en la lista de sus profecías, a saber: Pedro Romano.
Hasta esta semana, por muy implicada que la Conciencia se hallara en la reflexión sobre el sentido de la vida, acostumbrada como está a abordar los asuntos de la muerte, la finitud del Ser, su evidente contingencia, etc, como ajenos a ella – a fin de cuentas, la experiencia nos enseña que sólo se mueren los demás – para poder soportar las conclusiones a las que llega, como que, no hay más Sentido que la Nada, que el suicidio es el acto más libre de cuantos puede cometer el Hombre o que el destino más ético de la humanidad no es otro que su voluntaria extinción, nunca había sentido de verdad el estremecimiento.
Por supuesto, tengo la mente adiestrada para auto provocarme el denominado “Vértigo Existencial” e incluso reconozco que cuando medito sobre mi futura desaparición ¡pero de verdad! hay momentos en que debo apartar los pensamientos para no caer en un peligroso proceso psicológico del que puedo no reponerme. Sobradamente sé que, una catástrofe nuclear puede devolvernos a la Edad de Piedra cualquier día de estos; igualmente conozco que al Ser Humano, no le queda mucho recorrido evolutivo como especie, tengo presente que el Sistema solar camina hacia el final de su ciclo y que el propio Universo es posible acabe disolviéndose, datos científicos que relativizan cualquier otra idea filosófica sobre Naturaleza, Historia o Cultura, pues como diría Eclesiastés ¡Todo es vanidad! Pero, repito, hasta esta semana, no he tenido la oportunidad de pensar sobre ello mientras su posibilidad acontece en tiempo real. ¡Ha sido la pera!
El estremecimiento experimentado no es el de Kierkegaard, ese ya estaba intelectualizado y por consiguiente dominado. He tenido la fortuna de poder pensar en bruto sobre el Fin de Todo no precisamente en el sentido de finalidad, sino de finitud, y no a toro pasado como les sucedió a los ilustrados tras el desastre de Lisboa, sino en pleno proceso. A este respecto, ha sido una pena que los científicos chafaran el asunto anunciando con tanta antelación su trayectoria, pero por otro lado, gracias a ello, puedo ahora disfrutar el climax metafísico experimentado.
Para mi sorpresa, la gente seguía preocupada por la bajada en bolsa de Bankia, la corrupción política, por la lesión del pulgar de Casillas, cuando ese bicho estaba a punto de colisionar en horas con el planeta. La reacción mayoritaria al despertarse ha sido la habitual ¡Por fin es Viernes! Y no por falta de información, que aun suministrada con mesura para no causar alarma ¡qué menos que provocar entre la población el típico sobrecogimiento de nuestros ancestros cuando presentían el peligro y el aliviado agradecimiento posterior al cosmos por la inmensa suerte que hemos tenido.
Para este viaje, no hacían falta tantas alforjas. La próxima vez no es preciso que se nos informe, porque está visto que Nicolás de Cusa, se quedó corto con su propuesta de divulgar la Docta Ignorancia.

Happy Hour

https://www.youtube.com/watch?v=8n85Clcake8

Hace poco, camino del autobús, quien sabe si por deformación profesional, reparé en una extraña pizarra en medio de la acera junto al bar “El Norte” de castro Urdiales, anunciando “Happy hour” 20:00h. Y aunque me tengo por buena persona, algo de inglés entiendo más allá del amable saludo londinense “Fuck off!” por lo que pude colegir que, a las ocho de la tarde, en dicho establecimiento, empezaba una ¡hora feliz!

Durante el trayecto a Bilbao medité sobre el asunto cavilando en qué podía consistir esa “Hora feliz” El significado temporal de la expresión estaba claro “60 minutos” que aunque ridículo comparado con el ¡Feliz cumpleaños! que dura todo un día, con el ¡Feliz Navidad! que da para dos o tres meses, huelga comentar con ¡Feliz año Nuevo!, lo cierto es que, si estamos en crisis, el recorte también ha de afectar a la felicidad. Pero ¿Qué es la Felicidad?

Así en abstracto, la Felicidad es un concepto como cualquier otro biensonante de esos que gusta usar sin peligro de cometer un error. Por ejemplo, es fácil que un político nos prometa más libertad, los periodistas contar la Verdad, las fuerzas del orden mantener la Paz, los tribunales impartir Justicia y las Religiones comunicarnos el Amor de Dios. No obstante, la Felicidad parece gozar de un estatus axiológico superior al cual remiten todos los demás, lo cual, le hace más vulnerable al abuso. Para aceptar esta afirmación, antes hemos de enfrentarnos a distintos dilemas imaginarios a modo de experimento mental para en su dilucidación ir configurando nuestro particular escala de valores:

Si nos viéramos forzados a elegir entre una vida llena de Paz y otra de Amor, ¿Con cuál nos quedaríamos? Pongamos que han escogido la Paz porque puede haber Amor sin Paz, pero no Paz sin Amor ¡Esta era chupada!. A continuación, la elección se plantea entre Paz o Libertad. Supongamos que han optado por la segunda porque desean ser libres antes que pacíficos siendo como somos humanos y no Ángeles. Sin embargo, nada más tomar su decisión les sobreviene la duda entre la Justicia y la Libertad; Tras varios devaneos y vacilaciones sin estar muy convencidos apuestan por la Justicia, pues es de suyo que la Justicia para ser justa ha de presuponerse libre. El asunto se complica más cuando cae en la cuenta de que puede disyuntarse todavía entre Justicia y Verdad o lo que es lo mismo entre ser Justo y Sabio. Es evidente que para ser Justo es preciso ser antes Sabio porque, se es justo por ser sabio y no sabio por ser justo. Pues bien, ahora le toca el turno a la Verdad enfrentarse con la Felicidad. Entre ser sabio y Feliz ¿Qué elegirían ustedes?

En el párrafo anterior he presentado mi particular perspectiva, pero la de usted puede haber recorrido otro derrotero en función de su experiencia vital. En cualquier caso, al final la Felicidad se lleva el honor de supeditar a todas las demás, no ya una a una, sino tomadas incluso en su conjunto, porque la meta de nuestra existencia es ser feliz.

Fuera del diccionario, las personas pueden buscar y hasta encontrar la felicidad en el placer, el cumplimiento del deber, el amor, la familia, la amistad, el trabajo, la riqueza, la salud, el honor, el juego, el sexo, el conocimiento, la abstinencia, la paz interior, la meditación, el sufrimiento ajeno, la justicia, el asesinato, y un largo etcétera para el cual la filosofía siempre ha hallado un acomodo metafísico bajo el epicureísmo, pragmatismo, utilitarismo, kantismo, estoicismo, existencialismo y demás escuelas. Despejar su escurridizo misterio ocupa mi reflexión filosófica desde cuando en COU tuve que enfrentarme al “Discurso de la Felicidad” de Séneca y casi creí alcanzar una respuesta plausible hace dos años cuando llegué a la humilde conclusión de que, el secreto de la Felicidad, puede residir en algo tan sencillo como llevar paraguas un día de lluvia. Pero estaba equivocado.

Esa reflexión podía valer para mi que no sé inglés. Puede haber gente que sólo se sentiría feliz llevando ella paraguas y los demás, no. Es más, los habría que en su afana de ser ellos felices, irían robando paraguas por las esquinas para posteriormente disfrutar contemplando cómo sus dueños, desdichados, corren entre los charcos bajo el agua. Si me apuran habrá individuos que serán felices viendo cómo los demás se mojan aunque ellos tampoco tengan paraguas. Y todavía habría algunos que sin necesidad de llevar o no paraguas y de que lloviera o dejara de llover, serian felices con sólo imaginar como los demás nos mojamos un día de lluvia cualquiera.

A la luz de todo lo comentado, pasé el día intrigado cómo se las arreglaría el dueño de “El Norte” para satisfacer a todos los clientes durante una hora, cada cual, con su singular idea de Felicidad. En mi caso no era nada complicado: con dos rubias de ojos azules en bikini al lado sería más que suficiente. Pero sé que los hay más exigentes y lo que ha empezado siendo un ardid de mercadotecnia, podría volverse contra el promotor de la iniciativa, pues la gente anda muy necesitada de felicidad, entendida esta como dinero, ahora que los bancos no dan crédito y las ejecuciones hipotecarias se cuentan por suicidios. Finalmente, a mi regreso, con la curiosidad a flor de piel, me acerqué por el local a eso de las ocho y media y pedí una cerveza.

Para mi sorpresa, sin darme tiempo a que le preguntase en qué consistía la ¡Hora Feliz!, me plantó delante del mostrador dos botellas abiertas. Entonces comprendí que la Happy Hour! no era otra cosa que el típico 2×1 de los supermercados. ¡Adios! A las rubias de ojos azules, aunque he de reconocer que con las otras dos rubias a cada trago que daba, profundizaba en el misterio de la felicidad y hasta creo que llegué a entender mejor los Misterios de Eleusis.

Del Destino. Ocurrencia

La Democracia es definida como el menos malo de los sistemas de Gobierno. El sistema de Partidos es el menos malo para llevar a cabo el ideal democrático. El Partido Popular ha sido elegido como el menos malo, entre los Partidos que se presentaban. Rajoy es de lo menos malo que hay entre los políticos del PP. La alternativa a Rajoy, lo representa Rubalcaba que fue elegido por el PSOE como mal menor. Qué malamente decidimos nuestro destino…