Elsa Pataky se corta el pelo

Ciertamente la publicidad ha desaparecido de RTVE. Pero no la propaganda y mucho menos la mierda de noticias que pasan por información a la ciudadanía.

El pasado Viernes, a eso de las 14:55h. esperando la llegada del Tontodiario al que soy tremendamente adicto desde la infancia, escuché de labios de la presentadora Anne Igartiburo en la despedida del programa, una primicia de ultimísima hora “Elsa Pataky se corta el pelo”. Hasta ese momento, no había prestado demasiada atención. Sin embargo, mi cerebro que procesa, según que datos, a la velocidad de la luz cuando algo le interesa, se puso en alerta por si sus palabras iban acompañadas de nuevos robaposados con los que adornar la llegada de los Reyes Magos y sobre todo, democratizaban, aunque sólo fuera iconográficamente un poco, el disfrute sexual de la belleza, en una sociedad tan injusta como es la nuestra al respecto, donde mucho se teoriza sobre la Democracia política, más todavía de la económica, aun de la cultural, cuando la que más importa al individuo y la especie pasa del todo desapercibida entre la mayor de las Tiranías, a saber: el determinismo genético. Como a un niño que pide un Scalextric y le dejan bajo el árbol unos calcetines ¡Así me quedé yo! No podía creérmelo. Según pasaban los segundos, mi indignación fue en aumento: Las imágenes eran acordes con la relevancia del comentario anunciado instantes antes ¡Elsa Pataky se corta el pelo! Y ¡sí! Aparecía con el pelo cortado…pero con la ropa muy larga.

Mientras el hemisferio izquierdo se reponía de las heridas emocionales provocadas por la frustración descrita, el derecho reflexionaba sobre lo indecente que resulta que nuestro Ente público más preciado, el único superviviente del antiguo Estado de Bienestar, le dedicase a semejante desperdicio mediático, más de cinco minutos ¡que se dice pronto!

En esto, sin salir todavía del asombro, en pleno estado de indignación, dio inicio el Telediario con el anuncio de la entrevista de vuestro Rey y Señor, Don Juan Carlos I, por si el lavado de cerebro colectivo programado de toda una semana hablando de ello mañana tarde y noche, nos había pasado desapercibida su familiar presencia campechana en la privacidad del salón de casa, donde como el peor de los parientes se ha sentado a la mesa justo a la hora de comer o cenar para contarnos sus chochadas y batallitas que todos sabemos son pura construcción de la memoria histórica; o sea, ¡Mentiras!

Mierda intelectiva y propaganda Goebbelsiana es lo que nos ofrece la programación televisiva. La primera la cuelan como entretenimiento y la segunda la pasan por información. No es preciso estar al corriente de los experimentos de control mental de “MK-Ultra”, ni de las investigaciones de Rogers para la persuasión y manipulación en masa de poblaciones enteras e individuos, ni de las técnicas que emplean las sectas destructivas para menguar considerablemente la capacidad cerebral de sus miembros, para entender que ni lo uno ni lo otro opera en nuestro beneficio personal ni en el de la comunidad de la que formamos parte.

Los programas de entretenimiento buscan precisamente eso ¡tenernos entre-tenidos! Las cadenas privadas mientras nos entretienen manteniendo baja nuestra capacidad de resistencia mental, aprovechan para llenarnos la cabeza de basura comercial a través de anuncios y técnicas subliminales que ni se imaginan. Pero, RTVE que se supone ha de prestar un servicio público, hace algo peor: aprovecha la programación de nuestro entretenimiento, precisamente para programarnos ideológicamente a todos los niveles de pensamiento y acción embotando nuestra sensibilidad durante todo un fin de semana sobre una matanza a miles de kilómetros de nuestras calles, activando nuestros miedos y fobias sobre el cambio climático, o provocándonos la curiosidad por temas tan irrelevantes como el aquí traído, porque una vez que conocemos que “Elsa Pataky se corta el pelo”, empezamos a preguntarnos si sólo se trata del de la cabeza.

Que a cada cerdo le llegue su San Martín

Los niños tienen por hucha un “cerdito”, cosa nada casual, por ser el cerdo el método tradicional de ahorro más seguro de las gentes de campo hasta hace bien poco, en el que metían de Primavera momento de la crianza, hasta Otoño, tiempo de la matanza y aún después durante el proceso de curado, todo su esfuerzo, trabajo e ilusión que luego se traducirían en morcillas y chorizos con los que alimentarse por Navidad -de ahí la eclosión de felicidad de estas fechas- y el resto del año hasta agotar existencias. Como tampoco lo es, que los Bancos utilicen el término “Crédito” para conceder un “Préstamo”, por ser una palabra “Tesoro” con cuyas letras puede escribirse igualmente “Cerdito”.

La pasada Noche Vieja, Arguiñano, poco antes de comernos las uvas nos hizo llegar su felicitación para este 2013 que comienza. Entre los topicazos de costumbre, introdujo de rondón un estridente desiderátum final ¡Que a cada cerdo le llegue su San Martín! Que a nadie pasó desapercibido y por si no nos hubiéramos percatado del asunto, fue Sobera y lo subrayó apostillando que “me ha dejado muy preocupado”, aunque la cara de pillo con la cual lo confesase no era menor que con la que el otro la expresara y todas las personas de bien la recibiéramos en asentimiento interno de regocijo.

Todos conocemos el significado de la expresión y el motivo al que obedece. La cuestión entonces es: ¿Cuantos cerdos hay en España? ¿Puede nuestro país mantener la actual población porcina por más tiempo sin hacer sacrificios? ¿Cuántos cerdos son necesarios sacrificar para que nuestra economía sea sostenible y podamos recuperar la felicidad tras tantas penurias viendo como engordan a costa nuestra?

Bueno…España es la cuarta potencia mundial en producción porcina. Por ende, aunque no hay cifras concretas puede colegirse que por nuestra geografía hay muchos ejemplares bien cebados de Pata negra campando a sus anchas de cuya demasía habla el propio idioma situando su voz sólo por detrás de los genitales masculinos y femeninos a la hora de otorgarle sinónimos. Así tenemos además de cerdos, puercos, cochinos, marranos, avechuchos, chones, charros…que se ven forzados a compartir el mismo Santo que no da abasto para tanto órdago en una misma jornada. Y éste es precisamente el problema ¿A cuantos cerdos podríamos santificar en esa fecha señalada?

Atendiendo a la Historia, apreciamos que una diligente planificación, conjugada con la determinación de quienes han llegado a la conclusión de su necesario concurso para concluir de manera enérgica una faena como la presente, fue posible sin valorar al signo moral del acontecimiento, por ejemplo en la “Noche de San Bartolomé” “La captura de los miembros de la Orden del Temple” “la noche de los cuchillos largos” y muchas otras en épocas donde la sincronización no contaba con los adelantos tecnológicos que nos puede procurar la actual tecnología. Ahora bien, ¿Hemos avanzado tanto como para ser capaces de garantizar que ¡todos! absolutamente todos los cerdos tendrán su propio San Martín? Yo sinceramente, creo que no.

La legislación de la UE que vela por la salud y bienestar de todos y cada uno de sus cerdos, pone demasiadas cortapisas a la hora de su crianza en el lugar de origen, de su transporte al matadero y hasta en el modo en como se ha de llevar a cabo el sacrificio, por lo que difícilmente es posible matar a un cerdo en condiciones hoy en día, huelga comentar si el propósito es darles matarile todos a la vez. En consecuencia, no nos queda otra que ser pragmáticos operando en esto bajo la humanista recomendación que ofreciera Maquiavelo al Príncipe que entrara a sangre y fuego a una ciudad que se le hubiere resistido “corta la cabeza a cuarenta y no necesitarás posteriormente cortar cuatrocientas” determinando un número preciso de especímenes a los que sacrificar en día tan señalado al objeto de que animales y humanos recibamos el mensaje de totalidad, aunque sólo sea por simbólica representación que bastará para que muchos puedan dejar de exclamar eso de ¡Que no nos representan!