Los Impuestos, son Impuestos, porque son impuestos por los impostores.
El auténtico Coronavirus
Hay dos formas de ser feliz en esta vida: una consiste en no enterarse de nada practicando la Docta Ignorancia; la otra estriba en ver el Telediario para saber lo mal que va todo y sentirse uno un poco mejor. Pero últimamente, a los informadores se les está yendo la mano en esto de regalarnos los oídos y más que ayudarnos a sobrellevar nuestras penas con las desgracias ajenas, como que nos amedrentan el alma con la incertidumbre de nuevos males que nos pueden afectar como si la semanal reunión gubernamental de los Viernes no fuera suficiente para mantenernos a todos acongojados durante los fines de semana.
La última invectiva contra la sensibilidad civil, todavía no escarmentada de lo sucedido con la Gripe Aviar, primer síntoma de la repentina acción succionadora por parte de las élites extractoras antes de que saliera a pasear la crisis motivada por la burbuja inmobiliaria igualmente destinada a sufragar las guerras que nuestros ejércitos humanitarios están librando a favor de la paz y la democracia, es el anuncio de la llegada a España del nuevo “Coronavirus” a bordo de una mujer venida de Arabia saudí, como al Qaeda.
Dada la alarma general, me he puesto a investigar de urgencia qué es eso del “Coronavirus” topándome en la Wikipedia con la siguiente definición “Son virus envueltos con un genoma de ARN de cadena sencilla con polaridad positiva y simetría helicoidal de extraordinaria longitud. El nombre coronavirus deriva de la apariencia por estar coronado con un anillo de estructuras redondeadas que son proteínas salidas de la superficie del virus determinando el tropismo por su hospedador” que en poco o nada me ha ayudado a comprender cuál es su amenaza. Menos mal que contamos en nuestra tradición científica con genios como Severo Ochoa o Ramón y Cajal y podemos salir al paso con especulaciones propias que paso a exponer:
Confieso que yo no sabía nada de la existencia de un Nuevo Coronavirus que acechara nuestra realidad; Pero al viejo Coronavirus, ese que vive como un rey entre nosotros, a ese lo conozco muy bien porque desde hace siglos ha infectado el entero cuerpo social extendiéndose de modo pandémico por todos los territorios peninsulares convirtiendo a España en un enfermo crónico que se arrastra por la escena europea e internacional desde que su mal conocido científicamente como Capetus Borbonae invadiera desde territorio galo nuestras fronteras.
Con esta referencia cercana en la cabeza, me puse a cavilar en qué podía consistir la amenaza de un nuevo “Coronavirus” cayendo en la cuenta entonces, que de lo que se trataba era de introducir en España a elementos de la Casa Real saudí en previsión de que los ciudadanos hartos de los escándalos de corrupción que salpican a la actual Familia Real, estuvieran pensando en deshacerse de ella; y así como a un virus repelido le sustituye otro más virulento, algo parecido se estaría incubando entre parientes, pues no hemos de olvidar las buenas relaciones que Su Majestad el rey Don Juan Carlos mantiene con la Saudí por no hablar de los negocios e interese financieros que les une como uña y carne, no siendo nada extraño al comportamiento genérico de la monarquía, la Alta Traición a la patria, sea cual fuera esta, como maniobra de supervivencia de su extirpe, a cuyo efecto no dudarían en esgrimir toda suerte de rebuscados antecedentes de la memoria histórica del antiguo territorio de Al Ándalus, recientemente reclamado por Osama Bin Laden que ¡casualidad! tiene estrechos lazos de amistad con distintos miembros de la familia real saudí, quienes de súbito se verían nombrados herederos legítimos de todas las propiedades arrebatadas a los musulmanes expulsados por los Reyes Católicos por un Decreto Real firmado a toda prisa en la Zarzuela con el beneplácito de la ONU, que cosas más difíciles se han visto, por ejemplo, con la creación de Israel.
Secreto dietético. Ocurrencia
El tocino sólo engorda, cuando te lo comes.
A favor de los Colegios Homosexuales
Muchos tenemos a la homosexualidad por una tendencia natural más de la especie; otros juzgan su fenómeno como una opción cultural; muy relacionada con la anterior algunos expertos lo achacan a la atracción juvenil por trasgredir las normas; no faltan quienes observan en ello una enfermedad mental del individuo; e incluso los hay que se atreven a señalarlo como inequívoco rasgo de degradación moral de la sociedad…En cualquier caso, hoy por hoy, la homosexualidad declarada como tal, representa un perfil minoritario muy frágil siempre en peligro de extinción debido a su milenaria feroz persecución, perenne incomprensión o simple envidia, motivo por el cual cada vez más las leyes en los países civilizados como el nuestro protegen su singularidad identitaria frente a eso que hemos dado en llamar “Homofobia” porque hay que ser muy maricón para rechazar a los homosexuales por el mero hecho de serlo.
Es en este orden de cosas, que no podemos menos que felicitarnos por la grata medida del gobierno de Rajoy en un momento de crisis como por el que atravesamos, con recortes en educación, disminución de plantilla docente, supresión de becas de estudio, eliminación de ayudas para la en investigación, etc, de mantener y hasta aumentar la dotación económica en forma de subvenciones destinadas a preservar la libertad de elección educativa de los padres que deseen enviar a sus hijos a un Colegio Homosexual donde el alumnado es segregado no en función de sus capacidades intelectuales, sino explícitamente de su condición sexual fenomenológica. Para que luego digan que el Partido Popular no hace nada por el derecho de los homosexuales. Eso es desconocer la intimidad más apreciada de los cuadros dirigentes de esta organización política que antes de predicar con la palabra, practican con el ejemplo, desde Don Mariano, hasta el último de sus concejales.
Porque, si como dicen, en los colegios heterosexuales, las mentes de los jóvenes ven distraído su intelecto y excitadas su hormonas por los encantos con los que dios nos da acceso directo a su Gloria, podemos colegir que será en los colegios homosexuales donde los niños serán pasivos recipiendarios obedientes de las selectas enseñanzas de Safo de Lesbos, los más sabios consejos socráticos expuestos en “El Banquete” de Platón y tendrán como referente de amistad la relación de Aquiles con Patroclo. No es el caso entonces de estar en condiciones de rechazar por su carácter homosexual esta clase de enseñanza donde las institutrices mostrarán todo su arte a sus discípulas cuanto los maestros su ciencia a los pupilos tanto en el aula, como en la tutoría, durante los recreos en los servicios, el comedor y donde sea menester educar su comportamiento espiritual que atañe directamente a la esfera afectiva y sentimental de la persona.
Sea entonces que habremos de rebelarnos contra esa Progresía ignorante de la soterrada labor política que en defensa de la homosexualidad ha realizado siempre la derecha española, pronunciándose ora sí ora también escandalosamente en rotundo desacuerdo cada vez que desde el Ministerio se anuncia cualquier subvención aprobada para los colegios que segregan a los escolares por sexos, partida económica a la que constitucionalmente tienen derecho en mor de la mencionada libertad educativa.
Porque es gracias a esta clase de colegios que la homosexualidad, sea esta natural en el individuo, una opción personal motivada por el gusto, una moda cultural entre los intelectuales, debida a un trastorno emocional o trauma infantil, o sencillamente por lo irresistible de hacer lo prohibido, ha podido sobrevivir estigmatizada entre el rechazo social generalizado, la marginación total dentro de las familias, pueblos y trabajo, insultos públicos en las calles, plazas, novelas, chistes, teatro, cine, televisión…, cruel ostracismo, persecuciones institucionales durante siglos, encarcelamientos arbitrarios amparados por jueces y fiscales, torturas practicadas por personal médico en hospitales y psiquiátricos, aberrantes condenas a muerte específicas que prefiero omitir…pues es en estas instituciones donde el homosexual puede conocer, aunque sea muy fugazmente en medio de la hipocresía general en qué consiste la libertad y la felicidad que ya nunca más podrá gozar en sociedad.
Sobre la capacidad del Presidente. Ocurrencia
Hay personas que ante la crónica indecisión de nuestro Señor Presidente, ponen en duda su capacidad para gobernar. Yo por el contrario, le veo capaz de todo.